Las ideas de Mattelart esclarecen las tendencias modernas en el análisis de las relaciones entre poder, redes sociales y cultura.
Leí y escuché recientemente una entrevista señera a Armand Mattelart conducida por los comunicadores venezolanos Indira Carpio y Ernesto Navarro.
Mattelart, sociólogo belga y catedrático en Ciencias de la Información y Comunicación de la Universidad de París, es autor del libroUn mundo vigilado y coautor con Daniel Dorfman de Para leer al Pato Donald.
Las ideas de Mattelart esclarecen las tendencias modernas en el análisis de las relaciones entre poder, redes sociales y cultura.
Sólo me referiré a grandes aspectos de los tratados en la entrevista con el autor de Un mundo vigilado (Barcelona: Paidós, 2009).
Somos observados y vigilados
La primera función de los medios -nos dice Mattelart- es vigilar que no colapse el sistema mundial establecido. Los poderes nos vigilan porque nos tienen miedo. De esta realidad se está tomando una conciencia cada vez mayor en América Latina, donde la democratización de los medios de comunicación ha comenzado a verse como una necesidad.
Según el sociólogo belga, el debate sobre los medios privados de comunicación es visto como peligroso: toca intereses que durante años fueron intocables y protegidos bajo la sacrosanta y supuesta “libertad de expresión”, defendida por los representantes de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que no son otros que los empresarios dueños de los medios, contrarios al empoderamiento de las multitudes.
Para estos empresarios del sector mediático, sus propios intereses están por encima de los deberes básicos de los medios de comunicación: informar, educar, entretener. Por eso consideran que en realidad su primera función es “vigilar”. Para ellos, la vigilancia se halla por encima del entretenimiento y la diversión e incluso por encima de la información y de la educación. Esta es la razón por la que los movimientos democráticos entienden que no puede permitirse que la tenencia de los medios sea manejada exclusivamente por empresarios.
En Un mundo vigilado, Mattelart sostiene que si bien la lógica de los medios obedece a la lógica de la guerra, podría ocuparse también de la cultura y del mejoramiento de la sociedad, lo que sólo se logra si la comunicación es democrática.
El rol de las redes sociales
Pero Mattelart no es un ingenuo y está ayudando a otros a no serlo. Entiende que las llamadas redes sociales, como Facebook, Twitter, Linkedin y otras, en realidad no son redes de solidaridad con proyectos colectivos, sino que son fundamentalmente redes de personas que se vinculan individualmente a partir de relaciones muy débiles. Aunque las llamadas redes sociales en que se mueve el Homo dictyous -el Hombre de la Red-, como plantean Christakis y Fowler en Conectados (México: Taurus, 2010) no son eso solamente, pues las redes no son la simple suma de los individuos enlazados, sí tienen mucho de eso.
Armand Mattelart reconoce que las redes sociales han ayudado a movimientos sociales como los de Túnez o Egipto, pero sería un craso error atribuirles un “tecno-determinismo”, creyendo que por sí solas pueden generar cambios. Tanto más que se ha elaborado una estrategia para debilitar o impedir estos movimientos a raíz de la circulación mundial de documentos del gobierno de los Estados Unidos en el sitio Web Wikileaks. Este giro ha producido un cambio en la geopolítica del control estadounidense en las redes sociales.
Sobre el ya mencionado sistema de vigilancia mundial, Matterlart expresó a los comunicadores venezolanos que las alarmas de los poderosos se están reactivando y cuando los pueblos hablan de democratizar, ellos responden con iniciativas como las de la ley SOPA sobre la piratería en línea, el tratado multinacional ACTA, la ley Lleras de Colombia y otras que pretenden limitar a los ciudadanos en todo lo que se refiere al uso de herramientas de comunicación, concediendo a los Estados el “permiso” de intervenir las comunicaciones y usarlas a favor del Estado en contra de los usuarios.
Nuestra cultura como modo de vida
Por último, y un poco al margen de la entrevista, quiero poner de relieve que las redes sociales observan nuestras actividades, consumos y gustos, nos sugieren qué hacer, qué ver, qué oír, qué leer y qué comprar, y de acuerdo a nuestro accionar en la Web, determinan nuestras tendencias para enrolarnos cada vez más en el mundo del consumo. En una palabra, nuestra vida en la Web en general y en las redes sociales en particular están presentes en nuestra vida y cultura, entendida esta última como modo de vida. Todo esto puede ser medido, y de hecho lo es. Si no, preguntémosle a la poderosa herramienta Google Analytics. Si manejamos su idioma, entenderemos su respuesta. Nuestra llamada libertad está condicionada.
Si así lo quiere el lector, bastará con un clic en el enlace para tener acceso a toda la entrevista:
Por Carlos Hernández Soto
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