MORAL Y LUCES

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martes, 6 de diciembre de 2016

Fidel sobre Frei Betto

Frei Betto

Fidel junto a Frei Betto y un grupo de científicos cubanos en la Inauguración del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de La Habana. Foto: Cortesía del CIGB
Fidel junto a Frei Betto y un grupo de científicos cubanos en la Inauguración del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de La Habana. Foto: Cortesía del CIGB
En medio de estos días bastante atareados, me llega el recordatorio de que Frei Betto me había solicitado unas breves palabras para un libro que se quiere editar y ya está listo.
Creo que se pueden publicar muchas cosas amables sobre él, pero no puedo permitir que se nos escape así.
Primero debo decir que lo conocí hace algo más de 35 años, cuando visité Managua el 19 de julio de 1980, en ocasión del primer aniversario de la Revolución Sandinista. Las calles vibraban con los cantos sobre el héroe y creador de la lucha contra la tiranía somocista: «Carlos Fonseca, tayacán vencedor de la muerte, novio de la patria rojinegra, Nicaragua entera te grita: ¡Presente!», y aquello se repetía y repetía con la voz clara y musical de los nicaragüenses.
Un desfile militar presidido por el Comandante Edén Pastora, a quien sin duda le gustaban las ceremonias militares y marchaba erguido a la cabeza de aquella vigorosa milicia, desfilaba ante Daniel Ortega y demás miembros de la dirección del movimiento revolucionario. Allí estaba Rosario Murillo, que acompañó a Daniel en el audaz viaje que llegó a la ciudad de Matagalpa, cuna del poeta Rubén Darío, en pleno apogeo de la lucha revolucionaria.
En aquella conmemoración tuve el honor de conocer a Frei Betto, jubiloso y feliz con aquella revolución en pleno corazón de Centro América tras la huella del heroico General de Hombres Libres, Augusto César Sandino, asesinado por los intervencionistas yankis.
Desde entonces pude apreciar que se trataba de una persona de vasta cultura, amplios conocimientos y profundas convicciones.
Motivado desde muy joven por la fe religiosa, había transitado por una vida revolucionaria en la que sufrió prisión en dos ocasiones. La primera, sin haber cumplido aún los veinte años; y más tarde, entre 1969 y 1973.
Vivió en favelas y compartió con los más pobres. Se consagró a la concientización y movilización populares, y el contacto con el pueblo lo confirmó en la causa que abrazó para toda su vida.
En 1992, durante el «Período Especial», momento difícil para nuestro país, organizó con otros amigos brasileños el Vuelo de la Solidaridad a Cuba.
Contribuyó con sus opiniones y experiencias a la preparación de la visita a Cuba del Papa Juan Pablo II, y participó como invitado en ese encuentro. Del Papa Francisco, que nos visitó recientemente, conocíamos su simpatía por la paz y su lucha resuelta por el bienestar de todos los pueblos, a quien obsequié el libro Fidel y la religión, escrito por Frei Betto, quien a su vez me había hablado sobre el carácter progresista y las ideas del nuevo jefe de la Iglesia Católica.
Frei Betto en la presentación de su libro "Fidel y la Religión". Foto de Archivo
En Frei Betto está presente un alto sentido de lealtad y amistad. Ha defendido con vehemencia a Cuba y a la Revolución, sin dejar de tener puntos discrepantes o diferentes a los nuestros, y los hemos analizado y discutido de modo constructivo entre revolucionarios y verdaderos amigos, como se comprueba en el diálogo sostenido entre ambos, publicado por él, bajo el título Fidel y la religión.
Asumió como suya la causa de los Cinco Héroes cubanos y la hizo valer en las más diversas tribunas internacionales.
Hombre sencillo, de habla pausada, con la modestia y la humildad que enaltece su condición de fraile, se identificó con los valores genuinos de nuestra revolución que, según afirma, son también los de la religión que él profesa: justicia, igualdad, compromiso con los pobres y discriminados.
Pero nadie piense que no discutimos bastante. Betto sostiene teorías científicas en las cuales cree decididamente, basadas en el «Big Bang». Fue una de las primeras personas que me habló del singular fenómeno. A mí, que cursé el 5to. grado de primaria en el colegio Dolores de Santiago de Cuba, regido por jesuitas bien preparados y exigentes, me habían explicado la existencia de los planetas que giran alrededor del Sol, y las distancias de cada uno de ellos y del nuestro en la inmensa galaxia donde estamos ubicados.
En aquella época progresaba la economía imperialista emanada del colonialismo. Los mapas del África, gran parte del Oriente Medio, el Sur y el Sureste de Asia, Oceanía, Australia, Canadá, Dinamarca, el Caribe y las Malvinas, aparecían con los colores típicos de cada uno de los países anglosajones europeos dueños; y de algunos otros como Francia, Italia, Bélgica y España, todos desarrollados en mayor o menor grado, que avanzaban hacia las sociedades de consumo desde hace menos de un siglo.
Para Betto, versado además en cuestiones científicas, la evolución de la materia estaría acompañada de un elevado porcentaje de radiaciones, visibles unas, y oscuras otras, cuyas consecuencias en miles de millones de años, un número ya incalculable de científicos en más de 500 ―quinientos― centros de observación espacial, no se atreven a predecir.
No sé lo que recordará ahora Frei Betto de aquel intercambio. Téngase presente que solo en mi memoria guardo los recuerdos del encuentro en que me interrogó a su antojo durante un montón de horas en mi propio despacho, donde, como cosa curiosa, yo miraba de vez en cuando una foto de Ernest Hemingway junto a una gigantesca aguja ―dos veces el tamaño del autor de El viejo y el mar― que este me había obsequiado.
Yo estaba avergonzado de mi propia ignorancia que no me permitía un análisis profundo sobre el tema. Me preguntaba por qué había estudiado Derecho. Pensé que fue la falta de orientación profesional lo que me llevó a ese error. El hábito de discutirlo todo dio lugar a que muchos dijeran que yo iba a ser abogado; y cuando me preguntaban qué carrera pensaba estudiar, respondía mecánicamente: «abogado». Matriculé esa carrera, pero estudiando una asignatura ―Economía Política― temida por todos los alumnos del primer curso, descubrí la verdad. Un exigente profesor, que no tenía paz con nadie, en ocasiones examinaba él mismo oralmente a los alumnos; yo, que andaba ocupado con otras tareas de atención a los propios alumnos como cabeza de la candidatura del primer curso de ese año, dejé para el segundo curso la Economía Política, impresa en mil páginas de mimeógrafo con borrosas letras, pues no había libros de textos. Leí varias veces aquel complejo material y me presenté al examen oral. No fue poca mi sorpresa cuando después de un largo examen, el profesor me otorgó la nota de «sobresaliente».
Era precisamente lo que me interesaba: la política; cómo enfrentar los fenómenos de superproducción, las crisis económicas, el desempleo, el hambre y la injusticia social. Por ello incluí otra carrera, la de Ciencias Sociales. Fiel a la idea, a partir del tercer curso, me dediqué a estudiar más de 30 asignaturas correspondientes a estos temas. Me parecía el objetivo a seguir como instrumento de la política revolucionaria que era realmente la idea que se venía gestando en mi mente.
Después de cumplir compromisos de apoyo político al Partido del líder independentista puertorriqueño, Pedro Albizu Campos, por un lado, y por otro con el pueblo dominicano en su lucha contra Leónidas Trujillo, donde adquirí las primeras experiencias en la lucha armada, me dediqué al estudio. En 1959 visité Harvard y allí compré El Capital de Carlos Marx, en inglés, aunque tenía una copia en español. Imagínense la idea de estudiar a Marx en inglés, un autor difícil de comprender en español.
Tal era la fiebre política, que aún conservo.
Debo consignar que no podría concluir estas líneas si no afirmo que, en mi opinión, estamos viviendo un momento decisivo para nuestra especie. Es como si los seres humanos fuésemos incapaces de comprender que nuestra especie está al borde del más grave de los errores, desde que surgió hace menos de un millón de años o tal vez mucho menos, en que varios tipos de seres humanos, entre ellos el Homo Sapiens, el Neandertal y tal vez otro u otros, fuesen capaces de pensar, aunque todavía no se haya dispuesto de las pruebas definitivas. Por otro lado, las noticias sobre las llamadas «civilizaciones» datan desde hace apenas cuatro mil quinientos años, es lo que yo creía desde que al final del Bachillerato pude leer los legendarios poemas atribuidos a un poeta griego llamado Homero; sin embargo, el propio Frei Betto me explicó que la ciudad de Jericó tiene más de diez mil años, él conocía de sobra lo que se ha investigado sobre aquella ciudad, y describía, como si acabara de llegar de una visita, hasta los colores y arquitectura de las casas.
En los últimos cien años dos poderosas potencias, la URSS y la República Popular China, partieron de las ideas marxistas-leninistas en la búsqueda de la libertad y la justicia social por la única vía posible: ¡La Revolución social! Cualquiera de ellas adquirió con los años el poder suficiente para enfrentar al poderoso imperio basado en la opresión y el saqueo. Solo el espíritu realmente aventurero e irresponsable puede llevar a Estados Unidos a una guerra con cualquiera de ellas, independientemente de los hechos que se produjeron en el Estado socialista multinacional de la URSS en el último decenio del siglo XX.
Entre Rusia y China, que tanto hermanó la Revolución, se desarrollan excelentes relaciones.
Hoy Betto recibirá la Categoría Especial Dr. Honoris Causa en Filosofía en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. Cuando Frei Betto vuelva a Cuba tendrá que estar bien pertrechado para discutir con su ignorante amigo.
Fidel Castro Ruz

Octubre 12 de 2015
1 y 15 p.m.

Frei Betto en la presentación de su libro "Fidel y la Religión". Foto de Archivo
Frei Betto en la presentación de su libro “Fidel y la Religión”. Foto de Archivo
Fidel y Frei Betto el domingo 16 de febrero de 2014.
Fidel y Frei Betto el domingo 16 de febrero de 2014.

viernes, 6 de febrero de 2015

Encuentro con Fidel

Por: Frei Betto

Fidel y Frei Betto el domingo 16 de febrero de 2014. Foto: Archivo
Fidel y Frei Betto el domingo 16 de febrero de 2014. Foto: Archivo
Hacía tiempo que Fidel no aparecía en público. Como me dijo en La Habana un cubano: “es clamoroso el silencio del Comandante”. Muchos suponían que se encontraba enfermo. Quizás recluido en un hospital, y con su estado de salud tratado como secreto de Estado.
Poco antes de salir yo para Cuba, a mediados de enero, corrió la noticia de que Fidel había muerto. Por centésima vez… Me llamaron varios periodistas interesados en saber si yo había recibido la confirmación del suceso por parte de mis amigos cubanos.
Indagué, y efectivamente Fidel murió el 3 de enero del 2015, en Nairobi, Kenia, y su nombre completo era Fidel Castro Odunga, hijo de un keniata que de joven había estudiado en Cuba.
Mis amigos en La Habana se preguntaban si Fidel había recibido o no a los Cinco héroes cubanos recientemente liberados tras largos años de prisión en los Estados Unidos y trasladados finalmente a su país de origen. Y por qué el comandante no se manifestaba, al menos con un artículo, cuando Obama admitió que el bloqueo “no funcionó” y aceptó entablar conversaciones con el gobierno cubano para reanudar las relaciones diplomáticas y comerciales.
Planeaba como un misterio en torno al silencio del líder de la Revolución cubana.
Vine para participar en el Congreso Mundial de Pedagogía. Dicté una conferencia en la universidad de La Habana para pedagogos cubanos y dirigentes de la FEU (Federación de Estudiantes Universitarios), la UNE local.
Por invitación del embajador del Brasil, Cesario Melantonio Neto, dicté una conferencia en la Casa de las Américas sobre Paulo Freire y en el Instituto Superior de Artes sobre el arte contemporáneo y el mercado.
En el Congreso de Pedagogía hablé sobre Educación y Subjetividad, y al día siguiente sobre Educación, Conciencia Crítica y Protagonismo Social.
En la tarde del día 27 de enero Fidel me invitó a su casa. En compañía de su esposa Dalia conversamos durante una hora y media, mostrándose interesado sobre mi encuentro con el papa Francisco, en abril del 2014, en Roma, y demostró una profunda admiración por el jefe de la Iglesia Católica.
Fidel me pidió detalles sobre los contenidos de las conferencias y dialogó sobre los temas de astrofísica y física cuántica que trato en mi libro “La obra del Artista. Una visión holística del universo”, editado en Cuba.
A sus 88 años el líder de la Revolución cubana, recogido en su casa, sigue con atención el noticiero mundial, sobre todo a través de la TV y del Internet, y mantiene el mismo raciocinio ágil de cuando le conocí, en 1980.
Sus mayores preocupaciones, además del futuro de Cuba, son la paz mundial y la degradación ambiental. Teme que el espíritu bélico de las grandes potencias y el afán de lucro lleve a la destrucción de la humanidad mucho antes del apocalipsis.
A pesar de todo mantiene un entusiasmo jovial, como de quien sabe que es mejor guardar el pesimismo para días mejores.
TOMADO DE CUBADEBATE

jueves, 29 de enero de 2015

Fidel disfruta de buena salud, dice Frei Betto

Frei Betto.
Frei Betto.
Fidel Castro disfruta de buena salud y se mantiene interesado en diversos temas, afirmó hoy en La Habana el teólogo brasileño Frei Betto, a propósito del encuentro que sostuvo con el líder cubano.
Betto, quien este martes se reunió con Fidel en la capital cubana, aseguró hoy a la Televisión Cubana que conversó de muchos temas con el líder de la Revolución, al que encontró con “muy buena salud”, con su “observación privilegiada” y como siembre “muy optimista”.
“He escrito un articulo para Brasil sobre mi encuentro con Fidel y decía que a Fidel se aplica perfectamente un axioma que yo siempre repito: hay que dejar el pesimismo para días mejores”, dijo Betto en declaraciones divulgadas por el NTV.
Según el teólogo brasileño, quien es autor, entre otros, del libro “Fidel y la religión“, Fidel le preguntó sobre sus actividades en La Habana, mientras apuntaba información de la conversación en un cuaderno.
“Me preguntó de mi encuentro con el papa Francisco, él tiene una profunda admiración por el papa Francisco”, indicó Betto, quien en abril se reunió con el pontífice argentino en el Vaticano.
Asimismo relató que Fidel le preguntó sus opiniones sobre la nueva fase de relaciones que viven Cuba y Estados Unidos:  ”Yo dije que pensaba que es muy bueno, muy positivo, pero todavía uno habla en FM y el otro habla en AM, la sintonía va a llevar tiempo. Pero (dije) que, como él ha escrito en la carta a la FEU, es un paso importante para la paz, un diálogo que tiene que darse”, contó Betto.
Dijo que “Estados Unidos, tiene cambiar no solo sus métodos, sino sus metas: ¿con qué objetivos quiere mantener buenas relaciones con Cuba? El pueblo tiene que prepararse muy bien para el choque entre camión de consumismo con el Lada de la austeridad. Hay que preservar las conquistas, los valores y las virtudes de esta Revolución”.
Fidel y Betto conversaron sobre temas nacionales e internacionales “en un clima afectuoso”, de acuerdo con una nota publicada hoy.

Frei Betto recordando a García Marquez

Gabo en La Habana

Por: Frei Betto
Gabo, amigo íntimo de Fidel Castro
García Márquez, Mercedes Barcha y Fidel Castro.
Mi último encuentro con Gabriel García Márquez y Mercedes, su mujer, fue en La Habana el 11 de diciembre del 2008. Él parecía cansado y ya mostraba señales de la enfermedad que lo abatiría.
Lo conocí en la capital de Cuba en febrero de1985. Le pregunté si ya había terminado su última novela, El amor en tiempos del cólera.
–Terminé el texto lineal. Ahora trabajo en los detalles.
Gabo le había enviado el texto a Fidel, que poco después llegó a la casa donde nos encontrábamos. Ansioso, le preguntó al Comandante si ya había leído el original.
–Sí, y con mucha atención –dijo Fidel. Y descubrí un craso error.
Gabo se puso lívido.
–Escribes que un barco salió de Cartagena transportando toneladas de oro. Hice algunos cálculos, y deduje que un barco de aquella época, totalmente de madera, se hubiera hundido en el mismo puerto.
En noviembre de 1985 Gabo me llamó a la casa de protocolo 61, donde se refugiaba para escribir, y me enseñó su discurso de apertura para el Congreso de intelectuales. Una irónica y divertida historia de los congresos.
–Te sugiero resaltar el múltiple aspecto de la cultura popular en América Latina –le sugerí. Como cultura de resistencia, solidaridad, protesta, juego y fiesta.
Me hizo subir al segundo nivel de la casa, encendió su Macintosh y añadió mi sugerencia al texto.

–¿En qué momento del día prefieres escribir?, le pregunté.
–Por la mañana, después de bañarme, vestirme y tomar una taza de café.
Era la primera vez que yo veía un computador con la marca de la manzana. Quedé maravillado ante semejante máquina. Él me enseñó cómo funcionaba e insistió para que yo comprase una. Después le “robó” a Mercedes un ejemplar de su novela El amor en tiempos del cólera, que iba a ser lanzada en breve, y me lo regaló con una dedicatoria.
En julio de 1986 participé en La Habana en una recepción ofrecida por Fidel a un Jefe de Estado de África. A las 3 de la madrugada Gabo y yo dejamos al Palacio de la Revolución y cada uno se dirigió a la casa donde se hospedaba. Media hora después, cuando ya me había dormido, sonó el teléfono de la cocina. Fui a atenderlo:
–Compañero, le llamamos de la casa de García Márquez –dijo una voz anónima. Está yendo para ahí.
¿Por qué Gabo venía a mi encuentro a aquella hora? Esperé 20 minutos, muerto de sueño. Ningún premio Nobel vale el precio de mi sueño. Como no apareció, volví a la cama después de dejar la puerta de la casa entornada.
A la mañana siguiente me informaron que en la casa de Gabo habían recibido una llamada de alguien que dijo: “Frei Betto pide que vaya urgentemente a su casa”.
Al contrario que yo, que regresé a dormir, Gabo atendió la llamada y permaneció hasta las 7 de la mañana en la barandilla de la casa donde yo me hospedaba, conversando con amigos que me acompañaban en el viaje.
Nunca entendí por qué los fantasmas de la madrugada intentaron mantenernos despiertos y juntos… Gabo podría haber aprovechado el extraño episodio para uno de sus primorosos cuentos.
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EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

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De  Juan Pablo Duarte  solo se conoce una fotografía hecha en  Caracas  en 1873 cuando el patricio contaba con 60 años de edad.  A...