MORAL Y LUCES

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jueves, 8 de diciembre de 2016

Una vision critica sobre Fidel desde el Islam


OPINIÓN
Fidel desde una mirada islámica

En estos días en que el gran líder cubano ha dejado este mundo se ha desatado un mar de tinta y comentarios acerca de su trascendente personalidad.

No he podido ni he querido sustraerme a pensar en este hombre extraordinario que conmueve a gran parte del mundo. Tiene cosas buenas que enseñar a la humanidad y tiene carencias a mi juicio importantes que es necesario no perder de vista a la hora de elogiar sus logros.

Desde un punto de vista islámico, para mí, el comandante cubano se halla en una posición intermedia entre los elogios desmesurados y las críticas extremas. Para aclarar mi punto de vista quiero decir que no puedo negar, sino que más bien me sumo a la admiración que despierta algunas de las proezas de Fidel Castro dignas de ser imitadas y constituirse en ejemplo para el mundo. Pero no ocurre eso con todas sus dimensiones. Yo creo que es una personalidad muy interesante y digna de destacarse por su sensibilidad social, su compromiso de lucha incansable contra la tiranía, su valiente lucha tan desigual, su resistencia, los campos en los que logró grandes avances su revolución y en los que los cubanos supieron destacarse a nivel regional y mundial. La educación, siendo el primer país latinoamericano que desterró el analfabetismo, la salud para toda la población, los desarrollos médicos y su exportación solidaria, el deporte que ubicó entre los diez primeros países del mundo en la obtención de medallas olímpicas, el adelanto científico, el tecnológico, el intento de desarrollo industrial dentro de las limitaciones que le imponía el injusto embargo norteamericano y europeo. Su solidaridad internacional con los oprimidos como el caso de Angola, el movimiento de liberación en Sudáfrica, la contribución agradecida por Nelson Mandela para vencer al apartheid, la ayuda a Vietnam, a Namibia y a tantos otros en los continentes de África, Latinoamérica y Asia. Aquí es importante destacar que la extrapolación apresurada sin un conocimiento profundo de las particularidades de algunos lugares que no tenían las condiciones de Cuba les hizo cometer muchos y serios errores.

Otros logros son el haber conservado con tantas dificultades su independencia después de la caída de la Unión Soviética, su principal comprador y sostenedor. El haber ayudado a sellar acuerdos de paz como los del gobierno colombiano con las FARC. No es poco para una isla tan pequeña. Habla de una grandeza muy elogiable. Nunca nada ni nadie pudieron amedrentar a Fidel, hasta el último de sus días. Ni las seiscientas veces que dicen que la CIA intentó acabar mafiosamente con su vida, ni las amenazas nucleares ni nada, ni la soledad en que se vio tras la caída de la Unión Soviética.

Es cierto también, que fue la política norteamericana, totalmente injusta la que desplazó a Fidel de su nacionalismo radical, de su condición de demócrata al estilo pre revolucionario, aunque en la Cuba socialista hubo cinco presidentes y elecciones periódicas (que no haya partidos políticos no significa que no haya diputados elegidos por fuera del partido comunista. La mayoría de los cubanos apoya su sistema político) y de un buscador de la justicia social dentro de esos dos marcos mencionados, el del nacionalismo y el de la democracia participativa. Fue esa política agresiva yanqui la que arrastró a Fidel y a los cubanos al comunismo más de corte dogmático y cerrado, del que se fueron abriendo con el paso del tiempo ante las limitaciones del mismo. Pero si no hubiese sido por los abusos de Estados Unidos, primero apoyando a Batista con toda la logística y con armas, luego imponiendo tantas sanciones y castigos a la isla, Fidel no se hubiera volcado tanto a la Unión Soviética y a su ideología. Democratizar el poder de una forma más radical como lo hiciera en un principio no significaba ser comunista, aunque para la miopía yanqui todo hombre o país que quisiese ser independiente o poner en práctica una mayor justicia social era visto, en el marco de la guerra fría como comunista a ser eliminado en esos días. Así lo dijo Nixon cuando tiempo después de recibirlo, siendo vicepresidente en Estados Unidos tras el triunfo de la revolución (Eisenhower no quiso hacerlo) dijo que era comunista y debía ser eliminado.

Pero era de esperar que un hombre de formación cristiana jesuita, rindiese una consideración más profunda a las cuestiones espirituales. Esta fue una de sus limitaciones y deudas de la revolución cubana. Su pueblo fuertemente creyente como fue reconocido por el mismo Fidel no supo encontrar la vía para desarrollar esta espiritualidad y la negación marxista del espíritu religioso no caló nunca en el pueblo cubano. Fidel estuvo pobre para comprender esa necesidad de su pueblo, como sí supo entender las necesidades materiales del mismo y se preocupó siempre por ver cómo las podía satisfacer. Para Fidel, tal como lo dice en el libro "Fidel y la Religión" del dominico Frei Betto, "Jesús fue un gran revolucionario" por su lucha social y política contra el imperio en defensa de los desposeídos, pero de la dimensión espiritual de Jesús no dijo nada. Jesús tenía como apoyo de su lucha a la oración, el ayuno, la unidad con Dios, los milagros, esos poderes dados por Dios, la trascendencia, la responsabilidad de los seres humanos para un juicio más allá de la muerte donde comparecerá y la fuerte influencia ética que ejercen estas creencias. Esta conciencia espiritual libera al hombre no solo en términos materiales, lo libera de la finitud y el sin sentido de una realidad que se agote en lo material.

No es que el tema espiritual sea algo menor como para que alguno pueda desestimarlo. Hace a la verdadera libertad y justicia humana y social, además de la política y económica. Fortalece la determinación de un pueblo y lo libera de los grilletes de los límites materiales que asfixian al alma.

La pobreza espiritual afecta a la capacidad moral de un pueblo y mina su resistencia frente a las tentaciones del poder materialista. El orgullo cubano bien ganado no debe extralimitarse y terminar siendo una valla que le impida tener la humildad suficiente como pueblo para encontrar y seguir una vía revolucionaria espiritual. Esta es la que puede procurar a Latinoamérica la unidad necesaria que pregonara Fidel junto a Perón y a otros líderes del continente. Una unidad no alcanzada porque el impulso independentista ha sucumbido actualmente y momentáneamente, por una carencia espiritual, moral y de humildad para llegar al corazón de las masas. Los pueblos desengañados y confundidos terminan depositando su confianza a los cantos de sirena que le venden los medios liberales. No ha de desestimarse que uno de los talones de Aquiles del intento de independizarse de Norteamérica ha sido la corrupción. Si bien esta corrupción ha sido y es exagerada por los medios hegemónicos, no se puede negar que existe desgraciadamente y ha provocado un cierto enfriamiento en muchos.

No se trata de negar lo bueno de las posturas revolucionarias de Latinoamérica, se trata de señalar de una buena vez, lo que les falta para consumar la verdadera independencia y soberanía. La figura de Fidel es una buena excusa para esta reflexión necesaria y un buen homenaje a quien amó la independencia y vivió para procurarla permanentemente.

No negamos para nada, menos con la falta que hace hoy en día y siempre, la práctica tan sana de algunos valores morales muy destacables de Fidel cuando se opuso férreamente a que la lucha guerrillera realice atentados, magnicidios, torturas, robos a los campesinos o violaciones a las mujeres. Incluso extremaron los cuidados de no matar soldados innecesariamente y muchas veces en las sierras dieron sus medicinas a soldados heridos de Batista. También Fidel se opuso tajantemente y quedó como una tradición de los rebeldes el no robar bancos u otros recursos de esta naturaleza. Así fue como pudimos obtener el noventa por ciento de la aprobación popular y vencer a la dictadura con el apoyo norteamericano dijo Fidel. No es justo decir que las expropiaciones o las nacionalizaciones de las empresas norteamericanas hayan sido un robo porque fueron reacciones a las medidas norteamericanas de intromisión en sus políticas internas y las sanciones económicas contra la isla. En un primer momento, ante las medidas norteamericanas que había apoyado con entrenamiento a las fuerzas del dictador Batista, además de procurarle armas de artillería, tanques y aviones con las que se bombardeó aeropuertos y a civiles y ante la política de boicot de parte de los norteamericanos, el gobierno revolucionario obligó a las empresas norteamericanas de petróleo a refinar el petróleo soviético en la isla, y, si bien la empresa Esso aceptó hacerlo, luego, por orden del Consejo de Seguridad norteamericano no lo hizo. Algo que contraría la libertad de empresa que tanto declama el imperio, así como el supuesto respeto a la soberanía ajena. Ante esa medida de desobediencia ante el gobierno soberano de Cuba, la empresa fue expropiada.

Esos valores morales que condicionan y humanizan la lucha, a diferencia del terrorismo practicado abierta y clandestinamente por el imperio a diario en todo el mundo, son más que elogiables y encomiables. Pero, desgraciadamente la revolución no pudo o no supo ahondar en la libertad de tipo espiritual. Como decía el sacerdote argentino asesinado, Mujica, "qué importa la revolución socialista cuando estoy en Terapia intensiva", o si se me muere un hijo. Las grandes necesidades humanas quedaron sin respuesta por ahora, en la revolución cubana. Fidel se refirió valorativamente al carácter revolucionario de Jesús, pero desgraciadamente no ahondó en ello y Fidel a pesar de haber visitado a Irán y expresar su admiración por la lucha del pueblo iraní al que señaló como un ejemplo épico para el mundo, no pudo percibir la profundidad espiritual que hizo y hace posible esta fuerza extraordinaria de la revolución islámica de Irán.

El líder Ayatullah Jamenei, cuando Fidel elogió la épica iraní, le respondió que todo lo que tenemos proviene del Islam. Es decir, no somos fuera de la guía de Dios, una raza o una nación especial que tengamos algo que los demás no tengan, nuestras virtudes vienen de Dios y del Islam. No somos superiores como raza o pueblo por causas raciales o étnicas especiales que los demás no posean.

Cuando algunos teólogos iraníes hablaron en la Habana con Fidel sobre la importancia de la dimensión espiritual, Fidel contestaba que era el filósofo Lenin quien debía contestar y atender esos asuntos. Hubiera sido muy importante que Fidel preste más atención a la carta del Imam Jomeini a Gorbachov, el líder soviético cuando colapsaba la Unión Soviética previniéndole de no caer en brazos de Occidente y Estados Unidos que también atravesaban una crisis terminal por su falta de espiritualidad y conocimiento correcto de Dios. El Imam Jomeini invitaba a Gorbachov a enviar a sus filósofos a dialogar con los filósofos y teólogos musulmanes, pero la invitación quedó sin respuesta. El líder soviético se limitó a responder acerca del incremento de las relaciones económicas y políticas y el Imam le dijo al canciller Shevardnaze que yo pretendí abrir otro horizonte (el espiritual, no el meramente mundanal de la economía y política desprovista del espíritu y la dimensión más plenamente humana).

Trump amenaza con interrumpir el proceso de acercamiento a Cuba iniciado por Obama a instancias de la Iglesia Católica. La política de Obama era a largo plazo, pretendía ser una revolución blanda. Este era un desafío peligroso para la revolución cubana. La falta de espiritualidad podría sucumbir en el largo plazo ante las tentaciones libertinas y consumistas de la cultura materialista norteamericana. Podía minar a la unidad de la juventud cubana y allanar el camino para un cambio de "régimen" como lo pregonaba el mismo Obama. La postura rígida de Trump, vieja fórmula de siempre, facilitará la resistencia cubana que ha dado ya suficientes muestras de su orgullo y dignidad como para rendirse a las prepotencias yanquis.

El ser humano posee necesidades de trascendencia en su naturaleza, siente una opresión en los límites del cuerpo, la enfermedad, la vejez y la muerte. Una revolución que no le abre al ser humano el horizonte espiritual no le confiere una verdadera liberación, por más pan que reparta en forma igualitaria. La visión internacionalista de la justicia social ha de complementarse con la visión universal del espíritu humano y su vínculo para combatir a la pobreza y a la amenaza ambiental que provoca el consumismo materialista.

No toda la culpa ha sido de Fidel y los suyos. Los cristianos revolucionarios no han sabido ayudar a Cuba en la guía para una mirada más auténtica de la espiritualidad cristiana. La Iglesia oficial estuvo mucho tiempo en Cuba y en el resto del Continente americano al servicio del status quo, de la elite del poder oligárquico y anti democrático. Los Sacerdotes del Tercer Mundo a los que Perón llamó "mi Iglesia" apenas si llegaron a un diez por ciento de todo el clero en Argentina y un abarcó a un número insignificante entre la encumbrada jerarquía eclesiástica. Algo parecido ocurrió con la Teología de la Liberación en el resto de Latinoamérica. El sacerdote argentino Carlos Mujica viajó a Cuba y dijo que a pesar de no profesar una religión, su sistema revolucionario socialista estaba más cerca de los Evangelios y el primer cristianismo que el sistema capitalista. Comparto esta visión, sin desmerecer algunos logros importantes del capitalismo como parte de un desarrollo relativamente libre en lo privado que si no se desentiende de los controles estatales y los límites éticos es necesario para el desarrollo económico, el estímulo a la creatividad e impulso emprendedor económico, cultural y social de los hombres. El Islam ve virtudes y vicios en el capitalismo y en el marxismo, en el liberalismo económico y en el estatismo. El Islam reivindica lo positivo de ambos sistemas pero los trasciende con una espiritualidad y una ética profunda de la que carecen ambos sistemas pretendidamente humanistas, manteniéndose equidistante de los extremos y del materialismo que les subyace.

Es cierto que criticar a los socialistas o comunistas de Cuba sin haber aportado una revolución para mejorar la condición de los pobres en el continente más desigual del planeta es un planteo un tanto abstracto e irreal. No así es hacerlo desde el Islam cuyo proceso revolucionario está en plena expansión. Pero en Latinoamérica aún no se ha hecho desde lo espiritual lo suficiente como para aliviar el dolor de la pobreza y la injusticia. También es cierto que Fidel reconocía que la solidaridad de los cristianos con los enfermos, los pobres, los desprotegidos, los abandonados por el sistema son cualidades que deseaba que los militantes comunistas posean. Cuidar enfermos y ancianos en los hospitales, orfanatos, villas y geriátricos que hacen algunas monjas, sacerdotes y laicos creyentes humildes es digno de elogio y reconocimiento.

Un esbozo de acercamiento entre cristianos y cubanos lo vimos con el Papa Francisco cuando visitó a Cuba y una vez más pidió por el levantamiento del embargo a la isla además de otras consideraciones que llevaron a Raúl a decir –medio en broma, medio en serio - que con un Papa así él pensaría seriamente en volver al cristianismo. Pero como muchos otros gestos quedaron en un amague de un lado y del otro.

La revolución islámica con centro en Irán, hoy ya de alcance regional y mundial, tiene el desafío de ofrecer a Cuba y a Latinoamérica su modelo revolucionario espiritual para que con el aporte de los latinos se enriquezca aún más. La resistencia multipolar contra el imperialismo tiene como actor principal a la revolución islámica que conjuga lo político con lo espiritual, el conocimiento de Dios y los profetas con la justicia social, el desarrollo científico, la perfección de la moral y la resistencia contra la opresión, ésa que fuera tan elogiada por Fidel.

Escrito por Sheij Abdul Karim Paz

domingo, 25 de septiembre de 2016

Quien fue Rubén Martínez Villena...

Querido Rubén


Rubén Martínez Villena.
Rubén Martínez Villena.
La publicación de un epistolario parecería un acto violatorio de la intimidad de quien, fallecido ya, no está en condiciones de defender su pequeño espacio personal. Es probable que para aquellos que vivieron con el propósito de ser útiles, esta consideración ética carece de sentido. De ese modo, sigue conversando con nosotros desde su humanidad más entrañable, la que todos compartimos en el amor, la enfermedad, la muerte que avanza sobre nosotros, la participación política y, como lo supieron Cervantes y Martí, la mezquindad humana.
La casualidad puso en mis manos los tres tomos del epistolario de Rubén Martínez Villena, el hombre que fue voz y mirada. El tiempo trascurrido, la vida errante y las precauciones impuestas por la clandestinidad han dejado cráteres en una documentación valiosísima para conocer al hombre y su tiempo. Las cartas más numerosas son las enviadas a Asela, su compañera en la vida y en las luchas de entonces. Algunas están dirigidas a amigos y unas pocas a responsables partidistas.
Siempre me ha fascinado la figura deslumbrante de Villena. Muchos evocan sus ojos. Así lo hace Carpentier en El recurso del método cuando el Estudiante se enfrenta al Primer Magistrado. Amenazado, este último derrama una retórica incontenible, espoleado ante la mirada silenciosa de su antagonista. Poco a poco ante la fuerza del alma, el dictador se derrumba. En la polémica provocada por un artículo con ribetes despectivos publicados por Jorge Mañach, Rubén dice que romperá sus versos. No es del todo cierto. Escribirá algunos cuando la necesidad interna lo apremie. Hará mucho más. Como proclamaron sus coetáneos surrealistas, su vida toda se convertiría en un acto poético.
En su correspondencia aparecen poderosísimas imágenes. Lo han enviado a aliviar su tuberculosis a un sanatorio en el Cáucaso. Está solo, aislado por no saber ruso, torturado por no tener noticias de cuanto sucede en Cuba y en el mundo. Por la desidia de algunos burócratas que agrava los obstáculos impuestos por la clandestinidad y la censura machadista, las cartas no encuentran camino seguro y llegan de manera irregular. La impotencia lo devora. Mejora pero no sana. El pulmón derecho está destrozado y las cavernas comienzan a aparecer en el izquierdo. Se refugia en el paisaje. Cae la nieve. Todo se cubre de un manto de cal. Es una hermosa vestidura para algunos árboles resistentes. Otros, subtropicales, se doblan y encogen bajo el manto pesado.
Son tan frágiles como él, escribe a Asela. En su correspondencia alude a amigos no identificados. No quiero pasar por alto su simpática alusión a Charito Guillaume, nombrada por él como la heroína de la Comuna de París, Louise Michel. Después de triunfo de la Revolución, involucrada en los trabajos de la FMC, Charito no se cansaba de evocar las luchas obreras de antaño y, en particular, las del Sindicato de la Aguja, en defensa del «derecho a la silla» para las dependientas del comercio. Por lo demás, leal a sus amigos, Rubén no olvida a los contertulios de antaño, los poetas Andrés Núñez Olano y el narrador Enrique Serpa. Mucho menos lo hizo con José Manuel Acosta, pionero de la fotografía cubana, y su esposa Esperanza Sánchez, quienes le brindaron decisivo apoyo en su temporada en Nueva York, antesala del viaje a la URSS.
La capacidad aglutinadora y el liderazgo natural de Rubén se volcaron hacia el empeño por construir el país soñado. Perteneció a la generación de la primera vanguardia, caracterizada por colocar al intelectual en lugar visible y eficaz en la sociedad cubana, reacción radical ante el repliegue de sus predecesores, decepcionados por la frustrante intervención norteamericana en la Isla.
Rubén empezó por aglutinar a los soñadores en las tertulias del café Martí, antecedentes del grupo minorista. Entró en la lucha cívica con la Protesta de los Trece. Se vinculó con el Movimiento de Veteranos y Patriotas. Emprendió con José Antonio Fernández de Castro la ingenua aventura floridana con el propósito de hacerse piloto y promover un alzamiento contra los desafueros de Alfredo Zayas. Fue abogado de Mella y encaró con audacia suicida al dictador Machado. Entonces, se entregó a la causa del proletariado.
Padeció el reproche mezquino por parte de algunos camaradas. Clandestino, con pasaporte falso, regresó a Cuba con la sombra de la muerte acechante. Pensador lúcido, sabía que la transformación de la sociedad era el camino para el verdadero crecimiento ético del ser humano y que esa batalla la librarían, inevitablemente, hombres y mujeres imperfectos, lastrados, por el egoísmo y el afán de lucro inspirados por el capitalismo. Comprendió también que la condición neocolonial de nuestros países propiciaba diseñar un programa revolucionario propio. Añoraba retomar el contacto directo con las masas desde el corazón de los sindicatos obreros. Gravemente enfermo, no pudo hacerlo. Apenas alcanzó a ver a su hija. Simbólicamente, su última aparición pública se produjo con motivo del regreso de las cenizas de Mella. Devorado por la tisis, ya su voz no se escuchaba. A veces, el gesto importa más que la palabra.
En octubre conmemoramos el gesto emancipador de La Demajagua y la jornada de la cultura cubana. Antes de los festejos, se impone el recogimiento y la evocación de un largo proceso. La historia de nuestra cultura demuestra que hay que soñar en grande para construir la nación. Así fue con Varela y Heredia. Siguió ocurriendo con las generaciones sucesivas. Durante la república maltrecha, Rubén juntó en un mismo haz, visión profética, realismo, poesía y amor, pilares de resistencia y siembra de futuro.
(Tomado de Juventud Rebelde)

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Fidel Castro: La Ley Agraria

Fidel Castro: La Ley Agraria constituirá uno de los acontecimientos más trascendentales en la vida de Cuba 

Fidel habla sobre la firma de la Reforma Agraria el 17 de mayo de 1959. FOTO: Marta Rojas Rodríguez


DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA PLATA, SIERRA MAESTRA, EL 17 DE MAYO DE 1959.

(VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL PRIMER MINISTRO)

Ciertamente que los más encontrados sentimientos lo invaden a uno en estos instantes. Puedo afirmar, después de este fatigoso día de trabajo, que nuestro regreso a la Sierra Maestra habría sido uno de los minutos más felices de nuestra vida, al venir a decretar desde la propia Sierra Maestra la Reforma Agraria, si otros sentimientos no hubiesen estado gravitando sobre nuestra mente y pesando sobre nosotros en cada minuto, puede decirse en cada segundo, en que todos los recuerdos de la Sierra Maestra se reunían; recuerdos que son felices por un lado, tristes por otro, cuando se piensa en todos los compañeros que aquí cayeron, muchos de los cuales están enterrados en estos alrededores y cuando otras tristezas presentes, de tipo no solamente emocional, lo afectan a uno también. Porque realmente este regreso fue como la culminación de un propósito largamente incubado por nuestras mentes.

Y al llegar aquí, al hablarle de nuevo al pueblo desde este refugio —como puede llamarse— de Radio Rebelde, en el pico de una de las más empinadas montañas de la Sierra —aquí todavía con sus defensas antiaéreas que lo protegían si no del todo, sí en parte—, de nuevo es imposible que dejen de pesar sobre uno los recuerdos de todos aquellos días en que la victoria no era sino una esperanza y un fruto que para alcanzarse había que luchar mucho y que al fin se ha logrado. Y se ha logrado en medio de promesas que se van cumpliendo y que nos permiten la satisfacción de pensar que no han sido en balde los sacrificios que se hicieron en estas montañas, por cuanto nuestro pueblo está recibiendo los frutos que esperaba.



Fidel habla sobre la firma de la Reforma Agraria el 17 de mayo de 1959. FOTO: Marta Rojas Rodríguez

En circunstancias como esta, trascendentales, a veces es mejor ser lo más sencillo posible. Realmente la publicación o la proclamación de la Ley Agraria constituirá uno de los acontecimientos más trascendentales en la vida de Cuba.

Nosotros entendemos que esta Ley inicia una etapa enteramente nueva en nuestra vida económica y que un esplendoroso porvenir espera a nuestra patria si nos dedicamos a trabajar todos con el mayor ahínco.

No se nos escapa que la Ley lesiona intereses; no se nos escapa que la Ley producirá la natural oposición que una medida revolucionaria de esta índole siempre produce. Desde luego que nosotros estamos muy conscientes de su alcance, así como de las ventajas que ofrece para el país, sin dejar de reconocer que afecta intereses.


Fidel firma la Reforma Agraria el 17 de mayo de 1959. FOTO: Marta Rojas Rodríguez

Sin embargo, deseamos exponer aquí, como lo hemos hecho siempre en cada una de estas circunstancias, que nosotros no hacemos leyes por perjudicar a nadie, que nosotros hacemos leyes para beneficiar a la nación, aunque dolorosamente puedan perjudicar a algún sector del país; que nosotros no hacemos leyes por odio o animadversión contra nadie, que nosotros no sentimos animadversión contra ningún sector social, y que comprendemos perfectamente que cada uno de nosotros somos en gran parte una consecuencia del pasado y que todos nuestros intereses y nuestros actos, lo que hemos hecho y lo que somos, lo que recibimos y lo que hacemos, es en gran parte una consecuencia del pasado.

En realidad toda persona que en Cuba en estos instantes se detenga a pensar serenamente en lo que Cuba ha sido hasta hoy, y en el destino que esperaba a nuestra patria por el camino que llevaba, si es una persona consciente, si es una persona honrada, tendrá que reconocer que las medidas que nosotros estamos tomando eran absolutamente necesarias. Y es que no queríamos que nuestro país continuase avanzando hacia la peor miseria, que llevaba como consecuencia a gravísimos conflictos sociales y quién sabe de imprevisibles consecuencias.

Nosotros no tenemos la culpa de lo que la nación ha sido hasta hoy, nosotros no tenemos la culpa de todas las imprevisiones, nosotros no tenemos la culpa de todas las miserias que sembraron en nuestro país los hombres y las generaciones que nos precedieron. Y cuando se comprenden bien esas cosas es sobre todo cuando se sale a nuestros campos, cuando se cruza junto a los bohíos, cuando se ve el espectáculo de los niños descalzos, raquíticos, hambrientos, analfabetos, enfermos; cuando se ve la vida que llevan, las casas en que habitan. Y a pesar de todo, ¡cuánta nobleza y cuánta bondad se alberga en los corazones de nuestros hombres del campo! Cuando se viene aquí y cuando se contemplan estas cosas, es cuando se siente, con más intensidad que nunca, la absoluta convicción de que las medidas que estamos tomando son justas, son necesarias, y son beneficiosas a nuestra patria.



Fidel firma la Reforma Agraria el 17 de mayo de 1959. FOTO: Marta Rojas Rodríguez

Estas medidas tienden a poner fin a una situación que nos legaron, de la cual nosotros no somos culpables.

Todos sabemos cuál ha sido la vida de la república desde sus inicios. Todos sabemos el ambiente de corrupción, de hipocresía, de insinceridad y de inmoralidad, de falta de patriotismo, de falta de sentido de amor a la nación, de falta de conciencia de los deberes que tenemos para con nuestros propios intereses. Todos sabemos que ese ha sido el ambiente en que ha vivido la nación, y que nosotros nos hemos propuesto rectificar en todos los sentidos.

Los datos estadísticos demuestran, por ejemplo, que un 1,5% de los propietarios poseen más del 46% del área nacional en fincas, mientras 111 000 fincas de menos de dos caballerías vienen ocupando menos del 12% del área nacional. Por lo tanto, esta Ley no afecta a la inmensa mayoría de los propietarios de fincas. Esta Ley afecta al 1,5% de los propietarios y, sin embargo, permitirá al Gobierno Revolucionario resolver la situación económica de más de 200 000 familias campesinas.

Resultan afectados los intereses de una parte insignificante del pueblo que, por otra parte, no es sacrificada de manera total, sino que conserva una cantidad considerable de tierra para poder seguir explotando sus fincas, para poder seguir asumiendo ingresos importantes, para poder seguir llevando más o menos el mismo estándar de vida que llevaba hasta hoy, mientras por otra parte se resuelve definitivamente el problema de una parte considerabilísima de nuestro pueblo, que es precisamente la parte más sacrificada, la parte más pobre y la parte que más requería del apoyo y de las soluciones que el Gobierno Revolucionario podía brindarle.

Esa parte del pueblo es también la parte que carece de ingresos.

Doscientas mil familias quieren decir más de un millón de personas —brindando nosotros en este caso cálculos enteramente conservadores. Me refiero a 200 000 familias que van a adquirir tierras, sin contar las 150 000 familias que poseían tierras en calidad de aparceros, arrendatarios o precaristas, colonos o, en fin, las distintas formas de posesión que no implicaban la propiedad de la tierra y que hasta hoy había sido un sector que vivía en perenne zozobra y en condiciones realmente antieconómicas.

Lo que puedo decir es que de manera directa, cuando la Reforma Agraria se haya realizado, un número aproximado de 2 millones de cubanos aumentarán considerablemente sus ingresos y constituirán el mercado doméstico, con el aporte que el mercado doméstico significa para hacer posible el desarrollo industrial, y con ello, a través de la agricultura y a través de las industrias, resolver definitivamente los problemas económicos de Cuba.

Por otra parte, no se despoja a los propietarios de esas fincas comprendidas en la Ley, de las mismas, sin indemnización. Se indemnizarán en valores del Estado —que no constituyen por cierto una burla—, sino en un plazo racional de 20 años y con un interés del 4,5%; bonos que tendrán un valor sólido, como consecuencia de la estricta honradez administrativa que se está realizando en Cuba, el aumento de los ingresos, más el aumento de la producción, que se llevará a cabo de modo considerable en los años venideros; un interés que les permitirá a los poseedores de esos valores, negociarlos, convertirlos en fondos que puedan movilizar hacia la industria.

No puede la Revolución pagar dinero en efectivo por las tierras que expropie, por cuanto la nación no tiene en estos momentos recursos para satisfacer en efectivo esas expropiaciones. En cambio, la nación tendrá esos recursos a medida que pasen los años, y tendrá recursos sobrados para satisfacer esas cantidades y los intereses dentro de 20 años.

Así, pues, no puede quedar la menor duda de la sinceridad del propósito del Gobierno Revolucionario de satisfacer efectivamente, sin perjuicios ni pasiones, las medidas que se tomen en relación con la Reforma Agraria. Ese dinero puede ser movilizado hacia la industria, contribuyendo a la industrialización del país, que es el otro pilar del programa revolucionario.

Por otra parte, la Ley se ajusta a los principios de la Constitución de 1940, y esperamos que ahora —que se ha estado insistiendo mucho en los preceptos de la Constitución— no se olvide que la Ley de Reforma Agraria, la proscripción del latifundio, es un mandato de nuestra Constitución de 1940. Solo que Como la Ley iba a lesionar intereses, intereses por cierto poderosos, y que por ser poderosos hicieron que muchos vacilantes dentro de nuestros parlamentos no se preocuparan por cumplir ese mandato de la Constitución en los 12 años de su vigencia desde 1940 hasta 1952.

Fue necesario una Revolución —una Revolución de raíz como esta, una Revolución honrada como esta, una Revolución costosa como esta, una Revolución sangrienta como esta— para vencer todos los obstáculos que se oponían al progreso de nuestro pueblo y a la aplicación de las medidas más necesarias para salir del círculo vicioso y del estancamiento en que había caído la economía de nuestro país. Fue necesaria una Revolución como esta para que hubiese Reforma Agraria. Medida que no solo se aconsejaba en nuestro pueblo, sino que se aconseja también como fase inicial para propiciar su desarrollo en todos los países de la América Latina.

A Cuba le cabrá, a partir de este instante, la satisfacción de colocarse con esta medida en el primer lugar entre todas las naciones latinas, por el alcance formidable y las perspectivas que significa para Cuba esta pragmática, que es quizás la Ley que antes de su aplicación contó jamás con tanta simpatías en el pueblo.

Porque no hicimos la Ley a los 10 ó 15 días del triunfo revolucionario: hemos hecho la Ley a los cuatro meses y 17 días del triunfo revolucionario, después de haber hablado reiteradamente sobre esta medida, después de haber llevado al ánimo del pueblo la convicción de que era imprescindible dictarla, después de haber llevado al ánimo del pueblo el propósito de contribuir económicamente, y por todos los medios, con la Reforma Agraria.

Puede decirse sin temor a dudas que un 98% del pueblo apoya la Reforma Agraria; que quizás nunca una medida contó con tan unánime apoyo del pueblo; que quizás nunca pudo decirse que una Ley era cabal expresión de la absoluta mayoría del pueblo como lo es la Ley de Reforma Agraria. Nosotros no tuvimos que invertir aquellos meses en proclamar las bondades de esta medida, en ganar para la misma la conciencia nacional, sino en ir obteniendo los medios necesarios para financiarla económicamente.

Así, pues, contamos hoy con un haber, en el plazo de un año, de 75 millones de pesos. Setenta y cinco millones de pesos que no fueron obtenidos mediante préstamos, que no fueron obtenidos mediante impuestos, que no fueron obtenidos mediante exacciones, sino que fueron obtenidos nada menos que del dinero que le habían robado a la república y que la Revolución ha recuperado; de fondos que antes se distribuían entre los ministros —como ese del diferencial del arroz— y que ahora va a parar a un Fondo Especial para la Reforma Agraria; de contribución espontánea del pueblo, como ha ocurrido con la colecta de “Bohemia” o con los cientos y cientos de tractores y los miles y miles de aperos de labranza que el pueblo espontáneamente ha brindado para la Reforma Agraria.

Así, por estos medios, que han significado recuperar riquezas sustraídas a la nación para invertirlas en hacer la felicidad de cientos de miles de cubanos, en crear las bases para el trabajo de otros cientos de miles de cubanos; riqueza que se recupera para multiplicar la riqueza de la nación; riqueza perdida que la Revolución salvó para iniciar la más formidable obra social con el dinero que estaba perdido y que hoy se invierte generosa y honestamente, centavo a centavo, a favor de hacer producir nuestra tierra fértil pero abandonada, nuestra tierra fértil pero mal explotada, nuestra tierra fértil pero mal distribuida, nuestra tierra fértil pero mal organizada. Medida que la Revolución toma, tan justa que nadie osaría discutir la, tan honesta que ningún hombre honrado osaría contradecirla, tan necesaria que ningún hombre inteligente osaría negarla, tan beneficiosa que la nación entera, incluso los que ahora se perjudican —sobre todo aquellos cubanos que se perjudican—, van a recibir sus beneficios y la comprenden en su verdadera significación.

Si lejos de ponerse a rumiar su disgusto contra medidas que eran inevitables por lo necesarias, que las hemos hecho no por el gusto de perjudicar a nadie sino por el deber de ayudar a la nación, comprenden que su deber es adaptarse a esta circunstancia, comenzar a producir más en menos tierra, comenzar a producir económicamente, técnicamente, y extraer de la tierra todas sus riquezas, porque es criminal que exista un solo cubano con hambre mientras haya una pulgada de tierra sin sembrar; es criminal que exista miseria en nuestra patria —¡patria a la que todos tenemos derecho!— mientras decenas y decenas de miles de caballerías de tierra permanecen sin sembrar.

Y puesto que esto es así, puesto que su lógica es irrebatible, si los mismos que hoy resultan afectados por esta medida la comprenden, sin dejarse cegar por la avaricia o por el egoísmo, al que nadie tiene derecho cuando se hace posible sobre el dolor y los sufrimientos ajenos, si comprenden esto, también ellos resultarán beneficiados.

Por otra parte, nadie que se sienta de veras cubano, nadie que de veras sienta vibrar su fibra de patriotismo, puede dejar de sentir orgullo por la patria que a través de esta medida comenzará a recuperar sus tierras, comenzará a recuperar esas inmensas extensiones que, por desidia, por abandono y por inescrupulosidad de nuestros gobernantes, habían caído en manos de empresas extranjeras, contradiciendo el ideal de los próceres de nuestra independencia, contradiciendo el ideal de aquellos cubanos que, en la primera etapa de nuestra república, se preocuparon hondamente de las consecuencias tan dañinas en lo económico y en lo político que semejantes circunstancias iban a traer como consecuencia.

Así, pues, ese mandato constitucional de que el Estado agotaría todos los medios necesarios para hacer posible que la tierra se revirtiera de nuevo en manos cubanas, se cumple con esta Ley.

Nuestra patria recobra la tierra perdida, y la recobra para nuestros hermanos, para nuestros hijos, que no tienen trabajo, que no tienen tierra.

Así, pues, toda la Ley es un compendio de las necesidades, de las ansias y de las aspiraciones de nuestra patria, que perjudica a una parte absolutamente minoritaria, y que siempre esa parte absolutamente minoritaria ha estado disfrutando de enormes riquezas, ha estado disfrutando de enormes beneficios. La Revolución no les priva de toda su riqueza. La Revolución les permite seguir explotando una parte importante de sus riquezas, la necesaria extensión para lograr un estándar de vida. Y lo hace… (Interrupción en la transmisión.)

Así, con la Reforma Agraria se inicia para nosotros un trabajo de extraordinaria responsabilidad. Contamos con recursos económicos para ello, contamos con el resultado unánime de la nación, contamos con el entusiasmo de nuestros técnicos, de nuestros profesores universitarios, de nuestros estudiantes de agronomía, de veterinaria y, en fin, de todas las materias que se relacionan con la Reforma Agraria. Marchará esta a paso firme, construyendo sobre bases seguras y con el criterio de ir haciéndolo absolutamente todo sin anarquizar la producción, sin paralizar la producción, sin improvisar medidas, sino irlas tomando una por una, que es la forma de avanzar más rápido y con el mayor éxito.

El haber decretado la Ley Agraria no significa, por supuesto, que nadie tenga derecho a lanzarse sobre la tierra, que nadie tenga derecho a distribuirse la tierra por su cuenta; no significa que sea abrir las puertas del desorden ni mucho menos, sino que ahora, con más razón que nunca —puesto que ahora vamos a trabajar y a trabajar sistemáticamente y a trabajar ordenadamente—, es necesaria la más absoluta disciplina.

Es necesario que nadie se deje arrastrar por la idea egoísta de querer apropiarse de las cosas en beneficio exclusivamente personal, y apropiarse sin autorización y sin la intervención del Instituto Nacional de la Reforma Agraria. Porque está vigente la Ley que fue necesario dictar, en el sentido de que aquellos que se apropiasen de la tierra por su propia cuenta y sin autorización de los organismos correspondientes, y de acuerdo con la Ley Agraria, perderían el derecho a los beneficios de la misma.

Hacemos esta advertencia para evitar que el entusiasmo lleve a nuestros campesinos a cometer errores, para evitar que el ansia de la tierra —en este momento en que está más próxima de cumplirse que nunca— lleve a nuestros campesinos a extralimitarse. Que deben esperar, que nosotros nos dedicaremos a la tarea de organizar urgentemente el Instituto y a aplicar los planes de reforma que tenemos estudiados cuidadosamente… (Interrupción en la transmisión) y que ahora empieza la reforma.

Hay ya varias cooperativas organizadas, y varias cooperativas más organizándose en las tierras recuperadas de los colaboradores de la tiranía. Los trabajos de desecación de la Ciénaga de Zapata, por ejemplo, hace rato que se están adelantando. Y en fin, que se viene trabajando intensamente.

La aprobación de la ley y la creación del Instituto significa solo que ahora el trabajo se hará más técnico, más intensamente y más organizadamente.

En fin, que crearemos un organismo técnico, absolutamente técnico, y con la participación de nuestros hombres más competentes para llevar adelante esta obra. Conceder no solo tierras, sino, equipos de labranza, tener asistencia técnica, orientación hacia el cultivo económico a que deben dedicar esas tierras, estudios científicos de las mismas, métodos más modernos de cultivo, abono. En fin, convertir este país en lo que puede y debe ser. De manera que, de acuerdo con los preceptos de la reforma, dentro de dos años no quede una sola pulgada de terreno sin estar en explotación y sin estar dedicada no a cualquier tipo de explotación, sino a la mejor explotación económica, a aquellos productos que puedan venderse porque tengan el mercado seguro, a aquellos productos que permitan no solo la satisfacción de las necesidades diarias, sino la obtención de ingresos familiares que permitan a nuestras familias convertirse en consumidores —que no lo son actualmente—, que permitan a nuestros campesinos —que constituyen aproximadamente la mitad de la población— ­convertirse en consumidores —que no lo son actualmente.

Y así, la medida de la Reforma Agraria debe marchar parejo, con todas las demás medidas de la Revolución, en cada una de las cuales nos esmeraremos cada día más, los beneficios de cada una de las cuales se verán cada día más, no solo en el llano sino aun en estos apartados rincones de la Sierra Maestra, donde ya se levantan las gigantescas cooperativas de consumo, donde ya se disponen los créditos para comenzar a adelantar desde ahora mismo créditos a los campesinos.

Y así, comenzando por la Sierra Maestra, que fue el lugar más destruido por la guerra, el que más sufrió en la guerra, y que es sin lugar a dudas la zona del campo más pobre de Cuba, por no haberse podido desarrollar económicamente, por ser los que están en peor situación económica; a las familias de la Sierra Maestra que se dedican a la agricultura, que poseen algunas parcelas dedicadas a distintos cultivos, se dedicará de inmediato un millón de pesos para créditos, que recibirán a un interés solo del 4%, a pagar en dos años. Crédito que es simplemente para empezar.

Y así, siendo hoy domingo, ya para fines de esta semana se pueden dirigir a la oficina de la Asociación de Tiendas del pueblo, en Estrada Palma, llevando no otra cosa que el informe de la persona responsable de los barrios, de las personas más conocidas del barrio, que garanticen su seriedad e indiquen la dedicación, el cultivo a que se dedican, y brinden los informes, a fin de hacer les de inmediato efectivos los créditos, de forma que no tengan que gastar en escrituras, que no tengan que gastar en documentos. Y con la simple referencia comprobada de personas conocidas y serias que garanticen a cada una de las familias, se les faciliten los créditos, sin otro trámite en los casos necesarios que una previa investigación. En muchos casos no será necesario, porque precisamente los hombres que están prestando ese servicio de crédito agrícola son personas de esta zona, que conocen al campesinado.

Así, pues, las medidas se empezarán a recibir de inmediato, así como también de inmediato comenzarán los agrimensores a trabajar, y comenzarán a extenderse por todas estas tierras del Estado, conforme a la Ley, los títulos de propiedad, así como también en aquellas tierras que aunque no sean del Estado están comprendidas dentro del mínimo vital que señala la Ley de Reforma Agraria.

Los beneficios, pues, llegarán a los más apartados rincones de la Sierra Maestra. Ya está en construcción la carretera que va desde Santiago a Pilón, que tendrá un gran valor turístico; mientras, se proyecta otra carretera que va de Estrada Palma a la costa, a juntarse con la anterior y pasando junto al Turquino, brindándole la oportunidad al pueblo y a los extranjeros de conocer estos lugares históricos, donde se libraron más de 100 combates por la liberación de nuestra patria y para el triunfo de una Revolución que cumple sus promesas y que con tanta devoción se está dedicando a servir a su pueblo.

Así, pues, la Revolución, pese a los obstáculos iniciales, pese a la desventaja de que tuvimos que asumir la responsabilidad de un gobierno, reconstruir la administración pública con muchos jóvenes e inexpertos, comienza ya a exhibir sus logros, comienza ya a hacer evidentes sus frutos.

Y estimamos que el primero de enero de 1960, al cumplirse el primer aniversario, serán muchas las cooperativas organizadas y en plena producción, serán muchas las escuelas levantadas, serán muchas las casas repartidas, serán muchas las familias que habrán alcanzado directamente los beneficios directos de nuestras medidas. Y será entonces la ocasión de medir lo que se está haciendo hoy y lo que estamos adelantando.

No quiere esto decir que estemos satisfecho, o que no podíamos haber hecho más, o que no podemos hacer más.

Esperamos poder hacer más, porque nunca debemos darnos por satisfechos, sobre todo cuando se tiene certeza de que somos humanos, y que los humanos somos imperfectos, que los humanos cometemos errores, y que eso no importa si se tiene el propósito de ser cada vez mejores, de hacer cada vez mejores nuestras obras, de cumplir cada vez más eficazmente con nuestro deber.

No es necesario hablar más, puesto que la Ley habla por sí sola, y puesto que esperamos que en los días venideros tengamos muchas ocasiones para hablar de ella.

Deseamos solo que todos los cubanos, sin excepción, la acaten como una medida justa y que brinda extraordinarios beneficios a nuestra patria. Expresar nuestra satisfacción por usar esta tribuna de Radio Rebelde; Radio Rebelde desde el campamento de la Comandancia General del Ejército Rebelde, donde tuvo su sede durante la guerra, y Radio Rebelde desde la capital de la República, donde tiene hoy su sede.

En tantos actos como hemos tenido que participar en los últimos meses, desde tantas tribunas como hemos hablado, ninguna como esta: esta tribuna de la libertad; esta tribuna que llevó la orientación al pueblo en medio de la noche oscura de la censura; esta tribuna que llevó la esperanza al pueblo en medio del escepticismo y la adversidad; esta tribuna erigida en el escenario donde comenzó la guerra, donde se libró la primera batalla victoriosa un día 17, por cierto el 17 de enero de 1957; este escenario donde se libró la batalla decisiva de la guerra, por cuanto fue en ocasión de aquellos días tristes y escépticos que siguieron al mes de abril cuando la tiranía lanzó contra nosotros sus mejores y más selectas tropas, y además las que estaban mejor armadas, con los oficiales considerados más competentes, y cuyo empeño fue fundamentalmente tomar este campamento, destruir esta emisora, que en aquella ocasión —abandonando las tácticas de movimientos y las técnicas de guerrilla— nos atrincheramos para defenderla, porque comprendimos la importancia que tenía Radio Rebelde para el pueblo. Y no solo la defendimos con éxito, sino que logramos la total destrucción del enemigo, que abandonó la Sierra Maestra con más de 1 000 bajas, dejando en nuestras manos las armas que hicieron posible el avance de nuestras gloriosas y heroicas columnas en distintas direcciones del territorio nacional. Y desde aquí partieron también las consignas de guerra. Y desde aquí partió también la Columna Uno en la ofensiva final, que concluyó, junto con el esfuerzo de las demás columnas rebeldes, en la victoria completa del primero de enero.

Hablar, pues, desde esta tribuna para nosotros constituye un motivo de profunda emoción, que viene a sumarse a todas las emociones que en el día de hoy hemos recibido.

Así, pues, abandonamos de nuevo estos estudios con la satisfacción infinita de haber cumplido una promesa más, de haber contribuido a hacer posible el bienestar de millones de compatriotas que han estado sufriendo en el abandono y en el olvido, y que fueron los que en el 68, en el 95 y en esta última gesta libertadora hicieron los mayores sacrificios.

Era necesario escribir, de una vez y para siempre en nuestra limpia estrella solitaria, aquella fórmula del Apóstol de que la patria era de todos y para el bien de todos (APLAUSOS).

FIDEL ES FIDEL: El Congreso hondureño concedió su máxima distinción al líder histórico

Honduras concede su máxima condecoración al líder de la Revolución cubana

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El Congreso hondureño concedió su máxima distinción al líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, en agradecimiento por la ayuda permanente y solidaria de la isla con el país centroamericano.

Se trata de la Gran Cruz Extraordinaria con Placa de Oro y esa entidad solo la entregó a algunos gobernantes y exgobernantes de la nación, así como al secretario general de laOrganización de Naciones Unidas, Ban Ki-moon.

El embajador de La Habana aquí, Sergio Oliva, recogió el alto título que saluda el envío de profesionales cubanos para prestar sus servicios en sectores como educación, salud, deporte y socorro en desastres naturales.

Durante el acto, el presidente del Congreso, Mauricio Oliva, dijo que con esa acción el parlamento unicameral desea reconocer y patentizar en la persona de Fidel Castro al indiscutible líder latinoamericano en la causa de la solidaridad humana.

Hizo referencia a las labores de los colaboradores cubanos tras el paso de los huracanes Francelia (1969), Fifí (1974) y Mitch (1998), la atención a 300 mil ciudadanos de su país con enfermedades oftalmológicas mediante la Operación Milagro y la alfabetización de otros 250 mil con el programa Yo sí puedo.

Entre otras cuestiones, Oliva también manifestó gratitud al líder cubano por recibir y formar a centenares de jóvenes hondureños en la Escuela Latinoamericana de Medicina y movilizar a entrenadores para preparar a deportistas en diferentes disciplinas.

“Gracias hermanos cubanos, nuestro pueblo guarda en el fondo de su corazón todo ese despliegue de amor y confraternidad mostrada durante muchas décadas, de parte del pueblo y gobierno de la hermana República de Cuba”, puntualizó el líder parlamentario.

Por su parte, el embajador de la isla agradeció el gesto del Congreso y en especial a los diputados del Partido Libertad y Refundación (Libre) por promover la entrega de la condecoración.

En la ceremonia participaron el expresidente Manuel Zelaya, jefe de la bancada de Libre; miembros del cuerpo diplomático y de la brigada médica de Cuba.

(Con información de Prensa Latina)

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