MORAL Y LUCES

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domingo, 22 de mayo de 2016

Las barbaries en los actuales conflictos armados

Las barbaries en los actuales conflictos armados y el Derecho Internacional Humanitario.

El ejército de los Estados Unidos es protagonista de muchos conflictos armados en todas las regiones del mundo.

El ejército de los Estados Unidos es protagonista de muchos conflictos armados en todas las regiones del mundo.

El ejército de los Estados Unidos es protagonista de muchos conflictos armados en todas las regiones del mundo.

Por Dr. C. Leonel Gorrín, Prof, Titular de Derecho Internacional Humanitario
Durante meses diversos medios de prensa en todo el mundo han centrado buena parte de sus escritos a la evolución de los más diversos conflictos armados que tienen lugar en diferentes regiones del mundo, y no pocos han denunciado las atrocidades que se llevan a cabo contra personas inocentes, así como la destrucción de ciudades, instalaciones sanitarias y educativas, centros y bienes culturales y el medio ambiente. Mes por mes estos hechos en vez de disminuir se han incrementado. Abril y los primeros días de mayo de este año no son una excepción. Todo lo contrario. La decisión de la Comunidad Europea de devolver a miles de personas que huyen de la guerra a sus lugares de orígenes, el cierre de fronteras para evitar que pasen de una nación a otra, el trato inhumano que reciben cientos de ellos, han matizado un aspecto central de las consecuencias de las guerras, que hoy estremecen a buena parte del planeta.

La guerra en Siria no cesa. Treguas parciales del alto al fuego de escasas horas, se utilizan no en bien de alcanzar una paz, sino con el propósito de lograr un reagrupamiento de las fuerzas y su correspondiente rearme para más tarde desplegar ataques más violentos. Es la historia de “nunca acabar”. La situación en Yemen es, desde el punto de vista humanitario, desesperante. El CICR ha solicitado urgentes fondos para atender a un pueblo que carece de alimentos, agua potable y medicamentos. Sus llamados no se escuchan. Entretanto, no cesan los bombardeos contra la infraestructura de esa nación con las consiguientes víctimas entre la población civil. En naciones del África Subsahariana, como Nigeria, Somalia, Sudán del Sur, República Centro Africana, grupos terroristas asesinan a diario a decenas de personas. El listado sería interminable.

Por supuesto, Siria es el caso más crítico de todo el escenario mundial actual y se le califica como “fuera de control”. De acuerdo con el ministro de Información de ese país está en marcha un proyecto, bautizado como “Caos creativo”, que busca la desintegración de esa nación. Los resultados hablan por sí solos: Más de 270 mil muertos y un millón de heridos, 7,6 millones de desplazados internos y 4 millones de refugiados, principalmente en países vecinos.

Ciudades como Alepo presentan una situación desesperante desde el punto de vista humanitario. Durante la última semana de abril seis hospitales fueron objetos de ataques indiscriminados, que causaron centenares de muertos entre los pacientes allí recluidos y el personal médico y la consiguiente destrucción de esas instalaciones, que deben de gozar de total respeto y protección. Decenas de personas han quedado sin la posibilidad de recibir asistencia médica vital. La propia jefa de la misión del CICR en Siria, Marianne Gasser, declaró indignada que: “No puede haber ninguna justificación para estos horrendos actos de violencia dirigidos deliberadamente contra hospitales y clínicas, que están prohibidos por el derecho internacional humanitario. Numerosas personas mueren en esos ataques. Ya no hay ningún lugar seguro en Alepo. Ni siquiera los hospitales” y volvió hacer el llamamiento, que constantemente se ha reiterado a lo largo de estos cinco años: “Por el bien de la población de Alepo, instamos a todas las partes a terminar con esta violencia indiscriminada.” En la actualidad hay en esa nación del Medio Oriente millones de personas al borde de un desastre humanitario, al no existir posibilidades de llegar a ellas para prestarles la asistencia que demandan. Cientos de miles de ellos son menores de edad. Muchos han quedado huérfanos. Todos carecen de la posibilidad de acceso a la educación escolar.

Hospitales bajo fuego

Los ataques contra las instalaciones sanitarias y las prohibiciones existentes para que el personal sanitario brinde la atención médica requerida han llegado a tales límites que hasta el propio Consejo de Seguridad a petición de un grupo de naciones aprobó en los primeros días del mes de mayo una resolución condenando tales actos y reiteró los llamamientos al cumplimiento de las obligaciones del Derecho Internacional Humanitario en esta materia. Nadie puede cansarse de hacer llamados a la cordura, al respeto de lo exigido en los convenios y tratados, pero lamentablemente esos llamados llegan a oídos sordos. La humanidad demanda otras medidas que pongan fin a la impunidad que hoy existe.

Todos tenemos derechos a preguntarnos ¿Qué sucede hoy en el mundo? ¿De qué ha valido tanto desarrollo cultural acumulado luego de varios milenios de existencia? ¿Habrá que vivir permanentemente en una era de barbaries? ¿Quiénes son los responsables de tantas crueldades? ¿Existe forma de detener la proliferación de tantas muertes innecesarias?
Lamentablemente, no se avizora a corto plazo una solución esperanzadora para la humanidad. Puede ser todo lo contrario. En poder de grupos sin escrúpulos hay arsenales de armas químicas y ya existen pruebas sobre su uso contra la población civil. Mañana, a manos de esos mismos grupos o de otros similares pueden ir a parar los armamentos nucleares.

Muchos aseguran que una vez desatadas las guerras es imposible evitar las enormes pérdidas que tienen lugar tanto de vidas humanas como de bienes materiales. Y eso es cierto pero no absolutamente cierto. Una cosa son los daños inevitables que ella ocasiona y otra cosa son sus excesivas consecuencias.

En su momento, nuestro Héroe Nacional alertaba sobre estas dos caras de la guerra. Por un lado sostuvo, que: “Es natural que en la guerra se luche y se mate; la guerra es una de las semejanzas del ser humano con la fiera, y el hombre-fiera duerme en el fondo del más humilde ser; es natural que la guerra se haga con todos los medios—por más que terribles, necesarios para hacerla…”[1] Pero también Martí nos enseñó el otro lado de este delicado asunto: “… las guerras mismas, cuando sea preciso y oportuno hacerlas, han de hacerse de modo que luego de romper los victoriosos aceros, puedan sentarse a comer el mismo pan, los enemigos, enjugándose uno a otro sus lágrimas de hermanos”.[2]

De ahí se infiere, que no se le puede achacar a las guerras, por sí solas, todas las atrocidades que a diario se cometen. Es conocida la expresión de que la “historia de la humanidad es la historia de las guerras”. Desde tiempos remotos se ha intentado poner límites a sus efectos. Con el tiempo se fueron estableciendo normas de comportamiento que debían observar rigurosamente los hombres durante el desarrollo de los combates. A mediados del siglo XIX aparecieron los primeros instrumentos jurídicos destinados a proteger a las víctimas de las guerras y a limitar los medios y métodos de hacer la guerra.

Hoy se cuenta con cientos de documentos, entre Tratados, Convenios, resoluciones internacionales (vinculantes y no vinculantes), destinados a regular el propio desarrollo de los conflictos armados. La mayoría de ellos han sido firmados por la casi totalidad de las naciones. En ellos se precisan las obligaciones, deberes y responsabilidades de las Partes respecto a la protección y el respeto por las víctimas de las guerras y se limitan sus medios y métodos de realización. Todo o casi todo está jurídicamente previsto e incluso existen los órganos y organismos internacionales para accionar en caso de violaciones.

Entonces: ¿qué pasa? Hay quienes señalan que los instrumentos jurídicos existentes no son suficientes o han perdido su vigencia ante los cambios que ha sufrido la guerra. Otros culpan a la aparición de nuevos actores durante los conflictos armados que actúan fuera del alcance de gobiernos específicos. Hay quienes sostienen que se hace necesario una mayor divulgación del Derecho Internacional Humanitario (DIH).

Nuevos Tiempos, ¿Nuevos instrumentos?

Es un hecho innegable que la aparición de nuevas tecnología, sobre todo en el campo de la informática, las comunicaciones, la robótica han modificado tanto los métodos como los medios de hacer la guerra. El viejo concepto acerca de los teatros de operaciones ha dado paso a nuevos enfoques y no siempre la letra del Derecho Positivo hace mención a esta realidad de manera precisa. Sin embargo, los postulados básicos, aplicables a los más diversos cambios, si están recogidos y son de obligatorio cumplimiento. Los drones pueden ser un nuevo medio de combate, pero esa novedad no justifica los incontables daños cometidos contra la población civil y el asesinato de muchas personas inocentes.  Es cierto que el terrorismo internacional se ha convertido en una gran plaga para la humanidad. Se trata de un actor “relativamente nuevo”. Sus diversas formas de agrupamiento, como es el caso del Estado Islámico o Boko Haram, cometen a diario los más increíbles crímenes. Pero no seríamos consecuente con la verdad si le achacáramos a esos grupos todas las violaciones y todos los crímenes de guerra.

Sobre estos asuntos de extrema complejidad, investigadores del Derecho Internacional Humanitario en la República de Cuba, tiene también sus consideraciones:
1.- Los instrumentos internacionales destinados a la protección de las víctimas y a limitar los medios y métodos de hacer la guerra conservan su más plena vigencia. La aparición de nuevos actores y tipos de armamentos en los conflictos armados no es pretexto para argumentar que las normas del DIH han perdido actualidad o han caducado. En primer lugar, ellas están fundamentadas en un principio básico de humanidad que es el respeto a la vida humana y a sus medios de subsistencia y desarrollo. En segundo lugar, las violaciones que a diario conocemos no solo parten de los llamados nuevos actores, también son consumadas por “viejos” y muy conocidos actores.

No se puede culpar a los Tratados y Convenios internacionales, es decir al derecho positivo y al consuetudinario, de los crímenes y aberraciones que hoy tienen lugar. Es cierto que el Derecho Internacional Humanitario, como todo, requiere de perfeccionamiento, de precisiones, de actualización ante los nuevos desafíos que hoy presenta la guerra. Pero no es ese Derecho lo que está en crisis en este mundo. Es el propio orden mundial el que atraviesa por una crisis estructural, globalizada que está llevando a la humanidad hacia un callejón sin salidas y cuyo desenlace final puede tener gravísimas consecuencias para la especie humana, tal y como la ha denunciado múltiples veces el líder histórico de la Revolución Cubana.

2.- Las normas que conforman lo que hoy conocemos como Derecho Internacional Humanitario están sustentadas en principios de elevado valor humano. El principio de distinción obliga a las Partes a concentrar los ataques en objetivos militares. A finales del siglo XIX, en la llamada Declaración de San Petersburgo, ya la humanidad se había pronunciado sobre este medular principio: “…el único objetivo legítimo que los Estados deben proponerse durante la guerra es la debilitación de las fuerzas militares del enemigo”. En la actualidad por cada cinco víctimas en los conflictos armados, cuatro son civiles. ¿A dónde fue a parar la observancia de ese principio? El desarrollo de las guerras en teatros de operaciones densamente poblados (ciudades, pueblos, aldeas) convierte a la población civil en su principal víctima y en particular a los niños. Valdría la pena preguntarse qué puede sentir una persona, al saber que como consecuencia de sus ataques indiscriminados mueren menores de edad y hasta bebes.

Este principio está indisolublemente ligado a otro cardinal en caso de cualquier conflicto armado. Nos referimos al principio de humanidad. Aquella “Clausula” de Frédéric de Martens, de 1899 de que “…las personas civiles y los combatientes quedan bajo la protección y el imperio de los principios del derecho de gentes derivados de los usos establecidos, de los principios de humanidad y de los dictados de la conciencia pública”, no puede ser relegado a una cuestión secundaria por el hecho de que hayan aparecido nuevas armas y métodos de hacer la guerra.

El principio de la proporcionalidad, también recogido en tratados y convenios de alcance universal también resulta violado con sistematicidad. Este plantea como exigencia básica la prohibición de ataques indiscriminados, es decir aquellos que no están dirigidos contra un objetivo militar concreto o los que emplean métodos o medios de combate cuyos efectos no sea posible limitar y que, en consecuencia, puedan alcanzar indistintamente a objetivos militares y a personas civiles o a bienes de carácter civil donde los daños sean excesivos con relación a la ventaja lograda. Se bombardean ciudades y poblados de manera indiscriminadas con el conocimiento anticipado por parte de sus organizadores y ejecutores de los daños excesivos que se ocasionarán. Se trata de un crimen de guerra, ante el cual no solo bastan las denuncias, sino también el accionar de las instituciones jurídicas internacionales encargadas de investigarlos y sancionarlos, cuestión prácticamente ausente en la práctica internacional.

Ningún crimen tiene justificación

Se pudieran mencionar otros principios pero de todo lo dicho hasta aquí se desprende una conclusión. Ningún crimen de lesa humanidad o crimen de guerra, ningún ataque indiscriminado con dañinos efectos sobre las personas y bienes protegidos puede justificarse por la no existencia de normas específicas del Derecho Internacional Humanitario. En caso de no existir estas dentro del Derecho Positivo, hay que recurrir al consuetudinario y en última o primera instancia a los principios. Es por ello que las causas de los crímenes y las barbaries no pueden buscarse en las presuntas o reales carencias que pueda o no presentar este Derecho. Tampoco se le pueden achacar a insuficiencias en su enseñanza y divulgación. Las verdaderas razones hay que encontrarlas en otras realidades.

3.- Hay que analizar las causas de las guerras. No puede esperarse que guerras de rapiña inspiren comportamientos humanitarios. Existe inevitablemente una relación entre la guerra, la política y la ética. Es conocida la frase de que la guerra es la continuación de la política por medios violentos. Una guerra injusta deviene necesariamente de una nefasta y criminal política para lo cual se necesita de una ética alejada de los más elementales preceptos de humanidad. También existen casos de causas justas que se tratan de defender por métodos y medios ilícitos y que no solo afectan la imagen misma de esas causas, sino también constituyen violaciones del Derecho Internacional Humanitario. No hay terrorismo bueno o malo. Todos deben ser denunciados y condenados. Los fines no justifican los medios.

Para lograr el cumplimiento de las más elementales normas humanitarias durante los conflictos armados también se requiere de voluntad política de las Partes involucradas e incluso de aquellas que la apoyan y de toda la comunidad internacional. El más elemental análisis de los hechos más recientes señala que ha faltado esta voluntad sin la cual no es posible esperar resultado positivo. Es por ello, que la mayor responsabilidad no es solo individual con respecto a los que participan directamente en las acciones combativas, sino es de los jefes de estos e incluso de las máximas autoridades de las Partes.

Puede tomarse un simple ejemplo. Está prohibida el desarrollo de armas cuyo empleo puedan causar daños excesivos o superfluos en la población civil o en los bienes civiles. Sin embargo, para la investigación, fabricación y proliferación de diversos tipos de armamentos que presentan esas características hay Estados que designan cifras millonarias. Tales son los casos de las llamadas armas autónomas o semiautónomas. ¿Quién puede detener tales procederes violatorios de los tratados y convenios existentes si tales tipos de armamentos son desplegados por naciones poderosas que tienen en sus manos la posibilidad de vetar cualquier decisión en su contra?

4.- La anterior pregunta nos conduce a otra acerca de las múltiples causas que inciden en la impunidad reinante ante las escalofriantes violaciones del Derecho Internacional Humanitario: La inconsistencia del Derecho Penal Internacional para investigar, juzgar y sancionar a los actores de crímenes de guerra y de lesa humanidad. Existe una Corte Penal Internacional, que supuestamente debe dar respuesta a esa interrogante. Pero ese instrumento jurídico internacional está directamente subordinado al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y toda investigación solo comienza luego de contarse con su aprobación. ¿Podrán ser juzgados los representantes de alguna de las naciones que tienen derecho al veto dentro de ese Consejo? ¿Quiénes han sido llevados ante ese órgano de justicia? Han sido contadas las figuras investigadas y juzgadas. Todas han pertenecido a naciones del Tercer Mundo. Otras, más poderosas, han instrumentado y aplicados métodos de torturas y tratos degradantes con la anuencia de las máximas autoridades de esas naciones y nadie ha intentado en exigir, al menos, una investigación.

El injusto orden internacional prevaleciente es la primera gran causa de las violaciones de las normas humanitarias durante los conflictos armados y otras situaciones de violencia. Una guerra silenciosa avanza desde siglo por las naciones más empobrecidas de este planeta. Millones de seres humanos mueren todos los días de hambre y enfermedades curables. Millones de niños no alcanzan a sobrevivir su primer año de existencia. Mientras que ese cuadro inhumano prevalece ante los ojos de la humanidad se gastan cifras multimillonarias en más armamentos. Más dinero para matar, para destruir y menos dinero para socorrer a las víctimas tanto de tiempo de paz como de guerra.

Habrá que continuar difundiendo la letra de los Convenios y Tratados, los principios y normas que emanan del Derecho Internacional Humanitario (tanto positivo como consuetudinario); debemos seguir denunciando las violaciones que se comenten casi a diario y sobre todo tendremos que desenmascarar permanentemente a sus principales responsables. No podemos cansarnos de luchar por un nuevo orden mundial que ponga fin a las guerras y a las causas que las provocan.

[1] Revista El Universal. México. 2 de junio de 1875.O.C. t.6 pág.219
[2] Fragmento 30,1 dedicado a Bolívar. O.C. t.22 pág.206

martes, 8 de diciembre de 2015

"Es un secreto a voces que Rusia puede borrar a EE.UU. de la faz de la Tierra"



El sistema Tópol-M / RIA NOVOSTI

El jefe del Estado Mayor del Ejército estadounidense, el general Mark Milley, ha afirmado esta semana que Rusia es el único país del mundo que cuenta con la capacidad nuclear "suficiente para destruir Estados Unidos". Según el experto en geopolítica Mijaíl Alexándrov, es alentador escuchar por fin una estimación realista sobre el potencial de Rusia de un militar estadounidense.

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"La capacidad nuclear [de Rusia] es significativa, [los rusos] modernizaron sus capacidades militares convencionales y su capacidad operativa, por eso he declarado que [Rusia] es la principal amenaza para Estados Unidos",afirmó el general Mark Milley en la cumbre Defense One en Washington.

"Es alentador escuchar las estimaciones tan realistas que dan los comandantes estadounidenses sobre nuestra fuerza de disuasión nuclear", sostiene el experto geopolítico ruso Mijaíl Alexándrov, que hace hincapié en que los militares no evalúan las intenciones sino el potencial.

En opinión del analista, "es un secreto a voces que Rusia tiene la capacidad de borrar a EE.UU. de la faz de la Tierra".

"Eso está claro para cualquier analista militar competente. Otra cosa es que hablemos de destrucción mutua", señala Alexándrov para destacar que "aparte de Rusia, no hay otro país en el mundo que pueda repetir este truco con EE.UU.".

"Por ejemplo, EE.UU. puede destruir a China, pero Pekín no tiene, de hecho, nada para responder", explica el experto al portal Svpressa.

"Así que el general lo ha dicho todo bien. Espero que con esto las élites estadounidenses comiencen a pensar, porque hasta hace poco Washington hablaba de manera abiertamente irónica sobre nuestras capacidades", opina Alexándrov.

A su juicio, esta guerra de la información estaba destinada a asustar a Rusia, pero "tanto el presidente como la mayor parte de la élite política de Rusia han mostrado estabilidad psicológica".

Según Alexándrov, es imposible romper la actual paridad de las fuerzas estratégicas de las dos potencias, ya que no hay bases para ello en el ámbito técnico-militar.

Los intentos de EE.UU. de desplegar su defensa antimisiles a nivel mundial tampoco resuelven el problema, ya que tendrá que pasar mucho tiempo hasta que "los parámetros técnicos de este sistema tengan la eficacia necesaria", argumenta el experto, en cuya opinión "este proyecto es más bien utilizado como un medio de presión psicológica y política" contra los dirigentes de Rusia.


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