MORAL Y LUCES

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sábado, 2 de abril de 2016

El psiquiatra que fue amigo del Che


Fernando Barral: El psiquiatra que fue amigo del Che
Por: Eduardo Febbro










Fernando Barral.

Fernando Barral siempre fue un invitado de la Historia, a veces la más trágica, otras la mejor. La vida lo condujo a acumular una de esas existencias en las que caben las pesadillas, los sueños, los éxitos, los fracasos, las aventuras y las desventuras de varias vidas humanas. Don Fernando es la memoria viva de varias revoluciones, del período más estruendoso de la Cuba revolucionaria, la memoria del peronismo naciente en la Argentina y la de muchos entreveros del destino. Nada de eso ha marcado su jovialidad orgullosa. Hoy, a sus casi 90 años, en su casa de La Habana, Fernando Barral contempla su destino con una satisfacción y un humor elocuentes. Ha tenido casi cuatro patrias y sigue siendo hijo del ideal revolucionario que lo trajo a Cuba gracias a la amistad que trabó con el Che cuando residía en la provincia de Córdoba, en la Argentina.

Mucho antes de llegar a La Habana revolucionaria, Don Fernando nació en España, en 1928. Creció primero sin padre, el escultor Emiliano Barral, muerto en el frente de Usera durante los primeros tiempos de la Guerra Civil Española. Murió en la defensa de Madrid “contra un ejército de traidores, de mercenarios y de extranjeros”, escribió sobré él el poeta Antonio Machado. Lo que quedaba de la familia se mudó a Levante, donde vivió bajo la protección del abuelo anarquista, Isidro Barral. En el año 1939, a los 11 años, Fernando y su madre embarcaron rumbo al exilio en el carguero “African Trader”. El barco los dejó en Oran, desde donde, tras varios meses espantosos, partieron hacia Francia y luego con destino a Chile en el barco Winnipeg que zarpó del puerto francés de Burdeos. En Valparaíso los esperaba el hermano de su madre, Fernando Arranz, quien ya residía en la Argentina. Madre e hijo tocaron suelo argentino en el año trágico del suicidio de Lisandro de la Torre y de la presidencia maltrecha de Roberto María Ortiz.

La Argentina fue, por un tiempo, una tierra acogedora. Se fueron a vivir a la casa que Fernando Arranz tenía en Córdoba, donde ejercía como director de la Escuela Provincial de Cerámica. Residieron en Córdoba hasta el año 1942. Era la época de los últimos suspiros de lo que se conoce en la Argentina como “la década infame”, el período donde imperó la restauración neoconservadora. El ambiente político nacional poco tenía que ver con los ideales anarquistas y republicanos de los Barral. En el 42, Fernando Barral, su madre y el hermano de esta se mudaron a Buenos Aires. La aventura porteña sólo duró dos años.

La Revolución del 43 había derrocado al gobierno de Ramón Castillo y al año siguiente, en 1944, Don Fernando regresó a Córdoba y empezó a estudiar medicina. Barral cuenta que en Córdoba ingresó en la Federación Juvenil Comunista y luego en el departamento de propaganda del Partido Comunista Argentino. En esa Córdoba juvenil –Alta Gracia– Barral trabó una fuerte amistad con Ernesto Guevara, quien todavía estaba lejos de ser “El Che”. “Yo tenía mi pistolita por esos tiempos”, recuerda Don Fernando, quien en ese entonces estaba enamorado de una prima de Guevara, Córdova Iturburu.

La historia, sin embargo, esperaba a Don Fernando agazapada en un rincón de la Argentina. Ernesto Guevara cursaba cuarto año de medicina cuando Perón empezó a reprimir a la izquierda y a invocar “la amenaza comunista”. A finales de los años 40, en pleno auge del peronismo y sus famosas “purgas”, Fernando Barral cayó en las purgas: fue detenido y trasladado a Buenos Aires.

“Primero me llevaron a la cárcel municipal de Córdoba. Allí me sentía bien y pensaba que me iban a liberar a los pocos días, pero no. Un día se rompió la rutina. Me sacaron de la cárcel y me llevaron hacia al campo. Ahí me asusté. Creí que me iban a matar en un lugar desconocido, como era el modo operatorio típico de la Policía Federal argentina, el famoso ‘paseo’. Pero no, me condujeron en avión a Buenos Aires. Me llevaron a la cárcel de Devoto, donde estuve preso ocho meses. Ahí me anunciaron que estaba deportado por el gobierno argentino por actividades contra el Estado. Pensé que me iban deportar a la España franquista de la cual toda mi familia había huido”, cuenta.

Las gestiones de su madre y de un abogado eficaz le ahorraron ese destino: Fernando Barral fue deportado a Hungría. En 1952, sin siquiera conocer el idioma, Barral ingresó en la Facultad de Medicina de su nuevo país. Se insertó en la sociedad, aprendió también el obligatorio Latín necesario para establecer recetas médicas y consiguió un trabajo en el Consejo Mundial de Paz. Barral llevó a su madre a Hungría y se casó. En el 55 se recibió de médico y empezó a trabajar en el barrio de Ujpest. Le quedó tiempo para participar en las agitadas crisis políticas Húngaras y hasta para colaborar en la redacción de un diccionario húngaro-español y español-húngaro.

A finales de los años 50, el triunfo del movimiento 26 de Julio liderado por Fidel Castro condujo a la caída del gobierno de Fulgencio Bautista y a la llegada al poder de la Revolución. Fernando Barral todavía no lo sabía, pero su vida volvería a cambiar. La victoria de la Revolución llevó a Ernesto Guevara a Hungría, donde se enteró de que allí vivía su amigo de Córdoba. “El Che pasó por Hungría, supo que yo estaba ahí y me dejó una nota en la puerta de la casa. Eso me permitió venir a Cuba. La nota decía: “Querido Fernando: Sé que tenías dudas sobre mi identidad, pero creías que yo era yo. Efectivamente, aunque no, pues ha pasado mucha agua bajo mis puentes y del ser asmático, amargado e individualista que conociste, queda el asma. Me enteré que te habías casado. Yo también, tengo dos hijas, pero sigo siendo un aventurero, solo que ahora mis aventuras tienen un fin justo. Saludos a tu familia de este sobreviviente de una época pasada y recibe el abrazo fraterno de Che, que tal es mi nuevo nombre”.

La carta del Che fue una llamada para unirse a ese “fin justo” al que se refería quien ya era el Che. “Yo tenía en Hungría una vida hecha, acomodada, pero lo dejé todo para venir a vivir a Cuba. Con la ayuda del revolucionario argentino, Fernando Barral se mudó a Cuba, donde integró primero el Hospital Psiquiátrico de La Habana y luego el equipo de psiquiatría de los Servicios Médicos del Ministerio del Interior. Los meandros de las burocracias locales le dieron más de un disgusto. Don Fernando trabajó en las cárceles, cortó caña de azúcar en las zafras, trabajó en el departamento de investigaciones sociales y hasta sacó del olvido a un célebre prisionero norteamericano detenido en Vietnam: John McCain, el ex candidato republicano a las elecciones presidenciales, Vietnam, un tipo grande, de pelo rubio y mandíbula cuadrada.

En 1969, Fernando Barral fue el primer extranjero en ser autorizado a entrevistarse en Vietnam con un prisionero norteamericano. Don Fernando quien, tras volver a Cuba, informó a la familia del prisionero. La versión que Barral da sobre la situación en la que estaba McCain en Vietnam difiere en mucho de la leyenda de héroe que el senador norteamericano se construyó. McCain mencionó brevemente a Barral en su autobiografía de 1999, “La fe de mis padres”, donde lo califica de “propagandista cubano disfrazado de psicólogo español que se hacía pasar por periodista”.

En Cuba, Don Fernando se volvió a casar, esta vez con Laly, con quien tuvo dos hijos. Su esposa hace a menudo de traductora entre él y el mundo. Su sordera no le permite siempre captar lo que escucha. Entre los 1980 y 1986 Barral trabajó en el Programa de Investigaciones Sociales sobre la Juventud “con el fin de estudiar los distintos problemas sociales del país. Todo eso me salió bien. Logré también que se abriera la primera clínica psiquiátrica que hubo en Cuba con métodos modernos”. En 1998, recuperó su nacionalidad española y volvió a visitar su país. Pero su última Patria fue Cuba. Nada lo movió ni lo moverá de aquí, a pesar de que jamás perdió el acento de su España natal. En el living de su casa, todo lo que más quiere preside el lugar: un fusil, las fotos del Che, los recortes de diario que trazan los momentos decisivos de una historia personal que recorre más de un siglo y que sigue arraigada al sueño original. “Aquí”, dice Fernando Barral, “me realicé en todo lo que quise hacer”.

(Tomado de Página 12, Argentina)


Fumando mientras está herido en una cama

Fumando mientras está herido en una cama

domingo, 4 de octubre de 2015

La tía Victoria y el diario del Che en Bolivia

 OPINIÓNPOLÍTICA  »

Por: F. Vladimir Pérez Casal

A María del Carmen, en el cumpleaños de su hijo
La historia es la disciplina que estudia y expone, de acuerdo con determinados principios y métodos, acontecimientos y hechos que pertenecen al pasado, que constituyen o han sido momentos claves en el desarrollo de la humanidad desde sus orígenes y hasta el momento presente, o sea no hay una historia del futuro.
Es también un conjunto de acontecimientos, especialmente los vividos por una persona, por un grupo o por los miembros de una comunidad social; es una ciencia que tiene como objetivo sacar conclusiones para el presente y también un hiperónimo de narración, de cualquier suceso, real, imaginario e incluso de ficción o de mentiras.
Portada de la primera edición de El Diario del Che en Bolivia.
Portada de la primera edición de El Diario del Che en Bolivia.
El propósito de esta ciencia es descubrir los procesos que derivaron de los hechos e interpretar como ocurrieron, y con tales propósitos se desatan debates que más o menos hacen que se arriben a  ciertas conclusiones, aunque esto no ocurre siempre.
Es también un cambio en el tiempo, contrapuesto al equivalente de esencia o permanencia en el tiempo, que es la filosofía.
Corría el año 1968, y una noticia impactó al mundo, un despacho de la agencia británica Reuters, firmado por Michael Arkus, fechado en La Habana y publicado en 29 de junio decía: “Cuba publicará el diario del revolucionario cubano Ernesto Che Guevara, muerto en Bolivia en octubre pasado, según se anunció en esta capital…” y de eso va esta historia.
El diario del Che llega a Cuba, de Hernán Uribe Ortega se publicó en nuestro país por primera vez por la Editorial Pablo de la Torriente en 1988, aunque hemos consultado la edición del 2008 para escribir estas líneas. Buen papel y buena portada, con un diseño de Rafael López y una edición de Liliana Soto muy decentes.
En el texto, este periodista chileno, miembro del equipo de la afamada revista Punto Final, cuenta la historia y realiza un análisis bastante exhaustivo, de las circunstancias que rodearon la llegada del diario escrito por el Che durante su gesta boliviana a Cuba.
El célebre texto del mítico guerrillero, asesinado en Bolivia el 9 de octubre de 1967, contiene las anotaciones que realizó y es uno de los documentos que mantiene una difusión planetaria, alcanzando casi la misma celebridad que su autor.
El original son dos cuadernos manuscritos con el valor adicionado por la historia que cuenta y de su autor. Las anotaciones comienzan el 7 de noviembre de 1966 y la última de ellas está fechada el 7 de octubre de 1967. Al día siguiente sería herido en combate y apresado; y en una violación de las leyes de guerra y de la propia legalidad boliviana, donde no existía la pena de muerte, fue asesinado.
El escrito guardado en la mochila del Che pasó a manos del ejército y la primera copia la tuvo la Agencia Central de Inteligencia de los EEUU[i].
La inteligencia militar de Bolivia hizo varias copias del Diario y a cada una de ellas le quitó varias páginas, no las mismas, las entregó a los mandantes de la cúpula militar y política del país, para poder conocer, en caso que se filtrara el texto, quién había sido el autor de la infidencia, aunque otra versión de los hechos es que las páginas que faltan se traspapelaron, y quedaron en una gaveta olvidada….[ii].
El diario se iba a convertir en un objeto de venta, como aparece narrado en el libro de Uribe Ortega, varios consorcios editoriales quisieron el texto y pujaron con los militares, entre ellos estaban: The New York Times, por la módica cifra de 400 mil USD[iii]; la agencia Magnum (por si sola primero); la revista Paris-Match; una “cooperativa internacional” compuesta por Magnum Fotos Inc., Time-Life, Doubleday and Co[iv], por 300 mil USD. Stein and Day de Nueva York también lo quería y estuvo tan adelantada la transacción que con fecha 6 de diciembre de 1967, el Decreto 08165 autorizaba la venta. En esta negociación intervinieron  los periodistas norteamericanos Andrew Saint George y Juan de Onis, conocidos por sus relaciones con la CIA[v] y que el escritor Uribe Ortega sitúa al último mencionado en La Habana, durante la clausura del Congreso Cultural en enero de 1968[vi].
La editora McGraw Hill a la que también propusieron el negocio, no había aceptado comprar el diario bajo el argumento de que quienes lo ofrecían eran los ejecutores del asesinato de su autor.
La compra – venta del texto fue tan conocida que el general Juan José Torres, por la época jefe del Estado Mayor del Ejército boliviano, llego a decir burdamente que: “…toda mercadería que se quiere comprar, antes hay que verla”[vii].
Aún tan tarde como 1984, el original del Diario trató de ser subastado en Londres por la casa de remates Sothesby´s con un precio de salida de unos 350 mil USD.
Quien decidió hacer llegar a Cuba las fotocopias del diario fue José Antonio Arguedas Mendieta, un mayor de la aviación y abogado boliviano, al momento Ministro de Gobernación (Interior en otros lugares) del gobierno que ordenó  asesinar al Che. Pero quien lo entregó a las manos que lo llevaron a nuestro país fue Víctor Zannier Valenzuela[viii], un ciudadano boliviano, periodista y abogado, amigo de Arguedas, que Uribe Ortega nombra en su libro con el sobrenombre de “El Mensajero”, pero Zannier en una entrevista al diario Presencia, el 14 de diciembre de 1995, revela su implicación y actuación en los hechos. Lo que sucede es que El diario del Che llega… fue escrito  antes, en 1988.
Uribe Ortega cuenta que una mañana de fines de enero de 1968, tocó la puerta de la oficina de Prensa Latina en Santiago de Chile, en el edificio de 11 pisos de la calle Unión Central, un hombre bajito que tenía un sombrero calado hasta las cejas. Por la mirilla de la puerta miró Hernán, por la época corresponsal de la agencia cubana y periodista también de Punto Final y se dijo para sí: “de seguro es un provinciano”.
Al abrir el hombre sonrió y le dijo sin apenas traspasar el umbral: “tengo que hablar contigo algo de suma importancia y de extrema urgencia”.
Uribe sabía que todos los extranjeros que iban al país estaban vigilados por la policía política, la oficina y él también lo estaban[ix] y le propuso a la persona, a la que conocía de un reciente viaje que había hecho a Bolivia, visitar un bar cercano que se llamaba Black Bar, un nombre absurdo, según el periodista, “…porque no tenía nada de negro, ni mesas, ni asientos, ni paredes y menos clientes”.
En plena calle, sin llegar siquiera al lugar, el hombre le espetó en la cara, “vengo por encargo de Antonio Arguedas. El quiere entregar el diario del Che a Cuba”.
Uribe dio un traspié, hubiera querido estar sentado y en la mente comenzó a repetirse sin cesar las palabras que había escuchado apenas de su interlocutor.
El hombre prosiguió diciendo que era amigo de Arguedas y que “…el ministro sabe perfectamente quien eres tú, pues ordenó vigilarte cuando visitaste Bolivia. Yo se que esto parece increíble, pero el fondo del problema –y de la explicación- reside en que Arguedas esta hastiado de la intromisión norteamericana en nuestro país y necesita hacer algo que lo reivindique moralmente ante si mismo y antes sus compatriotas. Él tiene una copia del diario y otras cosas del Che…”
Uribe Ortega tras aquella confesión le pidió un tiempo a Zannier y corrió a hablar con Manuel Cabieses Donoso, director de la revista Punto Final, quien al tener las mismas dudas que Uribe, comenzó a citar a los otros miembros del Consejo de Redacción de la revista, que serían los participantes directos del secreto colectivo que se llamaría  “Operación tía Victoria”: Mario Díaz Barrientos, Jaime Faivovich Waisbluth, Carlos Jorquera Tolosa, quien también trabajaba por la época en Prensa Latina y Alejandro Pérez Arancibia, gerente de la Revista[x].
Tan pronto como al mediodía del mismo día de la presentación de Zannier, todos los antes mencionados almorzaban con el mensajero de Arguedas, en un restaurante en las afueras de Santiago de Chile, lo que les permitió conversar y hacer una evaluación colectiva de la personalidad del visitante; y por sobre todas las cosas, tratar de desentrañar si era auténtico el ofrecimiento o una trampa o una provocación. Todos coincidieron en que si era una provocación, aquella persona sería un actor de primera y que, por otra parte, en América Latina las contradicciones existentes crean casos insólitos y lo que aparenta ser irreal es real en esa parte del mundo, y que la CIA no es invencible.
Quedaba lo principal, informar a Cuba. Por la época no existían relaciones diplomáticas entre Chile y Cuba; pero si comerciales y era frecuente que algunos cubanos viajaran allí, Uribe Ortega no revela el nombre del cubano contactado, aduce no estar autorizado[xi], sólo dice que él y Junqueras lo vieron, y lo que si cuenta es que Manuel Piñeiro respondió a  la consulta más rápido de lo que esperaban con un: “Agradecemos y les rogamos que continúen adelante…” agregando detalles de cómo el mensajero podría encontrarse con alguien en Europa.
En marzo, Zannier Valenzuela regresa a Chile con un disco de música folklórica boliviana en sus manos, lo entrega a Uribe y se va “…y entre las tapas de cartón, venían adheridos los microfilmes que contenían los facsímiles del diario del Che en Bolivia”[xii].
Manuel Cabieses los guardo en su casa, entre los discos y a los concernidos tocó decidir quién trasladaría el tesoro aquel a su destino. La primera decisión fue cambiar el disco por uno de música chilena[xiii], pues seria de la nacionalidad del portador, y después se barajaron varios nombres: Alejandro Pérez, el propio Uribe fueron los primeros, pero al final se decidieron por Mario Díaz, secretario de Redacción de la revista, un hombre muy valiente que enfrentaba cualquier dificultad con un humor tan singular que podría desarmar a su contrario.
Según Uribe Ortega, entre la entrega de los microfilmes y la partida hacia Cuba de los mismos no medio más tiempo que 72 horas. Mario salió en un vuelo de Santiago de Chile a la ciudad de México y alrededor del 15 de marzo de 1968 entraba al vuelo de Cubana de Aviación que lo llevaría a La Habana. Mario Díaz Barrientos[xiv] jamás se jactó de esa hazaña.
Quienes pretendieron negociar el diario del Che o difundir un texto amañado quedaron al desnudo, amargados y perdieron de entre sus manos un gran  negocio.
Entre el 29 de junio y el 10 de julio de 1968 fue publicado el Diario en Francia por la Editorial Francois Maspero y Ruedo Ibérico, esta última lo editó en español; en Italia por la Editorial Feltrinelli; en la República Federal de Alemania por Trikont Verglag, en los Estados Unidos por la revista Ramparts, en Chile obviamente por la revista Punto Final y en México por Siglo XXI Editores.
En el texto llamado Una introducción necesaria[xv], y que presenta el Diario en Cuba, aparecen las siguientes palabras: “Pudieron estar interesados en que este diario no se conociera nunca, los seudorrevolucionarios, oportunistas y charlatanes de toda laya, que autoconceptuándose marxistas, comunistas y otros títulos por el estilo, ni han vacilado de calificar al Che de equivocado, aventurero, y cuando más benignamente, idealista cuya muerte es el canto del cisne de la lucha armada revolucionaria en América Latina. ¡Si el Che, máximo exponente de esas ideas y experimentado guerrillero, fue muerto en las guerrillas y su movimiento no libró a Bolivia, eso demuestra cuan equivocado estaba…!” “¡Cuántos de esos miserables se habrán alegrado de la muerte del Che, sin sonrojarse siquiera de pensar que sus posiciones y razonamientos coinciden por entero con los oligarcas más reaccionarios del imperialismo!”
Como es lógico ante la sorpresa de la publicación, los asesinos del Che en Bolivia primero negaron la autenticidad del texto impreso.
El Comandante en Jefe, el 3 de julio de 1968, ante la radio y tv cubanas, expresaba: “Nadie que esté en su sano juicio puede concebir que alguien publique una copia falsa de un documento cuyo original está en manos de otro, siendo además ese otro su enemigo” [xvi].
El 9 de julio del 1968, no sin pataleos y estertores, el gobierno de Bolivia reconocía que el diario publicado en Cuba y otras editoriales era el texto auténtico.
El diario del Che llega a Cuba de Uribe Ortega, como todo texto puede ser más o menos atractivo en uno u otros detalles, en el estilo con que esta narrado, pero lo cierto es que el autor se atiene a los hechos con una meticulosidad extrema sin que aparezca en ningún momento una palabra que constituya un elogio a alguno de los participantes en la “Operación tía Victoria” y un sentimiento que vaya más allá del estricto cumplimiento de un deber ético.
Una pregunta lógica -al menos para mi- ¿dónde está el original del diario ahora? Es cierto que el texto se puede encontrar en el Registro Memoria del Mundo en edición facsimilar y disponible gratis en Internet, pero quiero saber el lugar están las dos libretas escritas a mano por el Che.
“Patria es Humanidad”, pero pasan los años y las historias se olvidan, la memoria ayuda a que esto no pase, los textos escritos a mano más, y ese es uno de ellos. Estas líneas no tienen nada de crípticas, el original del Diario debe estar en un solo lugar y todos sabemos dónde.
Y por otra parte, en estos días de calor, dar vueltas en torno a escritos como estos hace falta y más si se pasa mucho tiempo tras mesitas y sobre sillas mas o menos cómodas y con algún que otro aire acondicionado puesto, que siempre es bueno quitarse el calor, pero vale la pena recordar estas “subversivas” líneas como colofón, aplicables a todos, a todo y en todo momento: “Para no luchar habrá siempre sobrados pretextos en todas las épocas y en todas las circunstancias, pero será el único camino de no obtener jamás la libertad”[xvii], y me permito agregar, ni nada.

Notas
[i] Los agentes de la CIA Félix Ismael Fernando José Rodríguez Mendigutía y Gustavo Villoldo Sampera estuvieron presentes. Ver Jean-Guy Allard | internet@granma.cu yhttp://www.caretas.com.pe/1485/che/che.htm
[ii] Ver El diario del Che llega a Cuba, págs. 82-83.
[iii] IDEM, pág. 31
[iv] IDEM, págs. 42-43
[v] IDEM pág. 71
[vi] IDEM pág. 73
[vii] IDEM pág. 74
[viii] Víctor Zannier Valenzuela (1925-2009). Estudió derecho. Fundó el diario “El Mundo” y lo dirigió en el período 1955-1964. Defendió los recursos naturales del país y llevó una línea crítica contra el régimen del MNR. Simpatizó con la Revolución cubana.
[ix] Una pareja que habitaba al lado de la oficina dijo a Uribe que la policía le había pedido “permiso” para instalar unos micrófonos a través de la pared. Ver  El diario del Che llega a Cuba, págs. 50.
[x] Según un texto de Cabieses también estuvo en ese almuerzo Augusto Olivares, pero en el libro que comentamos no parece su nombre.
[xi] Cabieses dice que fue Luis Fernández Oña, diplomático cubano, que estuvo casado con Beatriz Ximena Allende Bussi.
[xii] IDEM pág. 65
[xiii] Hay al menos otras dos versiones que fueron dentro de una muñeca o en un maletín de doble fondo. Ver http://www.puntofinal.cl/648/diarioche.htm y https://books.google.ki/
[xv] Fidel Castro Ruz.
[xvi] IDEM pág 71
[xvii] IDEM xv

Medio siglo de la Carta del Che a Fidel (+ Facsímil)

Oleo del Che pintado por Miguel Nuñez, Pintor de la Patria
carta del che a fidel
A 50 años de su lectura durante el acto de integración del primer Comité Cen­tral del PCC, reproducimos el facsimilar de la carta de despedida de Ernesto Che Guevara. Su incorporación a las luchas por la soberanía del Congo y posteriormente de Bolivia, donde diera la vida, confirmó con hechos la profunda dimensión de sus palabras:
“Año de la Agricultura” 
Habana

Fidel:
Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos. Un día pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierto, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria.
Hoy todo tiene un tono menos dramático porque somos más maduros, pero el hecho se repite. Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución Cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo que ya es mío.
Hago formal renuncia de mis cargos en la dirección del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de Cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos.
Haciendo un recuento de mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente honradez y dedicación para consolidar el triunfo revolucionario. Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en tí desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente claridad tus cualidades de conductor y de revolucionario. He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios.
Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos.
Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y de dolor, aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos… y dejo un pueblo que me admitió como un hijo; eso lacera una parte de mi espíritu. En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar contra el imperialismo donde quiera que esté, esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura.
Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para tí. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo al que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos. Que he estado identificado siempre con la política exterior de nuestra Revolución y lo sigo estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario Cubano, y como tal actuaré. Que no dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena: me alegra que así sea. Que no pido nada para ellos pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse.
Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo, pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena emborronar cuartillas.
Hasta la victoria siempre. ¡Patria o Muerte!
Te abraza con todo fervor revolucionario
Che

sábado, 23 de mayo de 2015

Nicolás Guillén, Poesta Nacional de Cuba

Oleo del Che pintado por Miguel Nuñez, pintor de la patria

NICOLÁS GUILLÉN
¡Salud Guevara!
O mejor todavía desde el hondón americano:
Espéranos. Partiremos contigo. Queremos
morir para vivir como tú has muerto,
para vivir como tú vives,
Che Comandante, amigo.
Hermosos versos finales del Poeta Nacional.
Fidel Castro Ruz
Junio 16 de 2012
3 y 5 p.m.

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  • ernestoglez dijo:
    Es difícil incluso pensar en como murió. Ud. debe haber sufrido mucho esa pérdida. Saludos Comandante.
  • jose raul belen acosta dijo:
    Mi Comandante siempre tan genial, sí muy hermoso y profundo los versos de nuestro Poeta Nacional, anoche me conmoví mucho con el abrazo del Che con su madre, muy emotivo, me hizo estremecer. Mis saludos Fidel.
  • fernando,a morasky.b dijo:
    Los que han luchado toda su vida motivados por AMOR al ser humano y NO por amor a si mismos,son los llamados IMPRESCINDIBLES.Muchos fueron abatidos en su lucha humanista,altruista para darnos o ayudarnos a construir un mundo y una sociedad mejor y mas perfecta.Han sido pocos lamentablemente los imprescindibles de la historia universal que han dado su vida por sus ideales,principios y fundamentos.Y han sido muchos los que han intentado infructuosamente de detener el inexorable futuro perfecto para mantener su preterito imperfecto de privilegios,regalias,libertinajes,injusticias, y un sinfin de aberraciones sociales,consideradas ya como partes normales de la sociedad consumista, como son el crimen,trafico y consumo de drogas,armas,actos terroristas,agresividad y violencia,etc.Para los creyentes cristianos fue el Cristo Jesus,abatido por la ignorancia-odio irracional que hasat hoy siguen siendo una dupla perniciosa que ha causado tanto mal a nuestra especie.Para otros que compartimos ideales socialistas internacionalistas humanistas,ha sido EL CHE GUEVARA,nuestro EJEMPLO de sacrificio insigne, sublime,infinito por AMOR a la humanidad,(“a riesgo de parecer ridiculo…como el mismo lo expreso). Hay muchos mas EJEMPLOS como Salvador Allende,Lumumba,Mafrtin Luther King,Ghandi, por nombrar solo algunos.Para este modesto ser,FIDEL ALEJANDRO CASTRO RUZ Y SU HERMANO RAUL,fueron son y seran SIEMPRE IMPRESCINDIBLES GUERRILLEROS HEROICOS,que nos han dado un EJEMPLO , no solo a CUBA, sino a toda la humanidad.
  • Carlos Alberto... dijo:
    No mueren los hombres cuando piensan así, se multiplican en cada hombre y se convierten en símbolos…
  • Guillermo Perry Mojica dijo:
    Coincido con Ud Comandante, por siempre el Guerrillero Heroico vivirá en los corazones y las mentes de los Verdaderos Revolucionarios, hoy hacen falta miles como El y Ud para salir adelante con los cambios en Nuestra Hermosa Patria.
  • Hayuey dijo:
    Che merece este poema de Nicolas Guillén y el cariño, el recuerdo y el respeto del pueblo cubano por todo cuanto hizo por nosotros. Su pérdida fue una gran pérdida para América y el mundo, pero para nosotros fue una pérdida irreparable porque era el más honesto, el más inteligente, el más laborioso, el más capaz y el más valiente de los dirigentes de la Revolución cubana.
  • Un cubano dijo:
    Comandante
    Feliz día de los padres
    Un cubano abrazo.
  • ROSA dijo:
    EL CHE VIVIRÁ POR SIEMPRE,.FIDEL TÚ LE ENSEÑASTE A SER ETERNO.
    LARGA VIDA PARA TÍ COMANDANTE.TE NECESITAMOS.EL PLANETA TE NECESITA.
  • marlene tovarblanco dijo:
    CHÉ siempre entre nosotros !!!!!!

Martí visto por algunos revolucionarios cubanos del siglo XX



Por Rolando López del Amo

El pasado mes de enero se cumplieron ciento sesenta y un años del nacimiento de José Martí y realizamos las celebraciones tradicionales de tan importante fecha para nuestro pueblo. Ya en su tiempo, Máximo Gómez le escribió a Antonio Maceo una carta en la que le decía: “Esta guerra, General, la haremos usted y yo, pero será la guerra de Martí.” (1) Tal afirmación era el reconocimiento justo al esfuerzo incansable de Martí por unir a todos los cubanos patriotas en la aceptación de una inevitable guerra necesaria para lograr la independencia plena, de España y de los Estados Unidos, dirigida por el Partido Revolucionario Cubano, para dar paso a una república democrática con todos y para el bien de todos.

No es casual que el pensamiento martiano influyera de manera decisiva en las distintas generaciones de revolucionarios cubanos en el siglo XX desde fechas relativamente cercanas a su muerte en combate el 19 de mayo de 1895.

Comencemos a ilustrar lo antes mencionado con la figura de un joven excepcional a quien se deben obras fundacionales como el primer Partido Comunista de Cuba, la Federación Estudiantil Universitaria, la Liga Antiimperialista y la Universidad Popular José Martí. Se comprende que nos referimos a Julio Antonio Mella.

En diciembre de 1926, desde su exilio en México, Mella escribió un artículo titulado “Glosas al pensamiento de José Martí” en el que expresa su deseo de escribir un libro sobre el pensamiento revolucionario martiano que pudiera “desentrañar el misterio del programa ultra democrático del Partido Revolucionario, el milagro —así lo parece hoy— de la cooperación estrecha entre el elemento proletario de los talleres de la Florida y la burguesía nacional; la razón de la existencia de anarquistas y socialistas en las filas del Partido Revolucionario, etc., etc.” Y más adelante, escribe: “Él, orgánicamente revolucionario, fue el intérprete de una necesidad social de transformación en un momento dado”. Y agrega: “Martí comprendió bien el papel de la república cuando dijo a uno de sus camaradas de lucha —Baliño— que era entonces socialista y que murió militando magníficamente en el Partido Comunista: ¿La revolución? La revolución no es la que vamos a iniciar en las maniguas, sino la que vamos a desarrollar en la república.” (2)

A propósito de la cita que Mella hace de Baliño, recordemos que Martí consideraba que “el pueblo, la masa adolorida, es el verdadero jefe de las revoluciones.” (3) Y se refería a que esa revolución se hace para lograr una república definida así: “O la república tiene como base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio íntegro de sí, y el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás, la pasión, en fin, por el decoro del hombre, —o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos.” (4) “(…) Moriremos por la libertad verdadera; no por la libertad que sirve de pretexto para mantener a unos hombres en el goce excesivo, y a otros en el dolor innecesario. Se morirá por la república después, si es preciso, como se morirá por la independencia primero.” (5) “Ni la república es un nuevo modo de mantener sobre el pavés, a buena cama y mesa, a los perezosos y soberbios que, en la ruindad de su egoísmo, se creen carga natural y señores ineludibles de su pueblo inferior.” (6)

Estas citas confirman la validez de lo dicho por Baliño a Mella.

Mella destaca en sus glosas cómo se conjugan el patriotismo y el internacionalismo en Martí y su identificación con los trabajadores. Estas glosas son apenas un breve acercamiento que apunta al deseo de profundizar en el conocimiento del pensamiento revolucionario de nuestro Apóstol y destacarlo en su dimensión verdadera frente a la manipulación burguesa de su figura.

Once años después, en 1937, Raúl Roa García, con su estilo vibrante, enérgico y preciso, haría una síntesis admirable en una conferencia ofrecida el 15 de marzo de ese año en el Anfiteatro Municipal de La Habana y que tituló “Rescate y proyección de Martí”. “Por ser muy de su tiempo y de su medio —escribe Roa— es José Martí primogénito del mundo.” (7) “(…) Su pensamiento político tendrá mucho que hacer en América junto con la espada de Simón Bolívar y el rifle de Sandino.” Roa destaca la visión política martiana al “haber planteado la revolución de independencia nacional sobre bases que viabilizarían su ulterior desarrollo”, concepción que lo convierte en un pionero de la lucha antiimperialista. (8) Y emplea citas martianas definitorias que demuestran su posición contra el racismo y a favor de los trabajadores, la visión social de la república que Martí proponía: “ Martí quiere que la república cubana (…) satisfaga el anhelo y la necesidad de cada ciudadano, sin distinción de razas ni de clases, mediante la abolición de todas las desigualdades sociales y de una equitativa distribución de la riqueza (…) Martí encarna en América las esencias más puras y progresistas del pensamiento democrático.” (9)

Otra vez, once años después, Blas Roca escribiría su trabajo “José Martí: revolucionario radical de su tiempo.” Con su estilo razonado y didáctico, Blas Roca hace un resumen histórico de los procesos revolucionarios cubanos y sus fuerzas dirigentes y los problemas a resolver en cada etapa. Así, define a Martí como “el jefe, el personificador, el guía y el organizador del partido extremo de la revolución de 1895, el partido de la completa liberación nacional, el partido de la patria propia, de la república libre y democrática contra la colonia sometida y humillada (…) contra la amenaza del vasallaje económico y la dependencia disimulada.” (10) Martí es el gran forjador de la unidad nacional. Capaz de juntar en el Partido Revolucionario Cubano “al independentista sin más preocupaciones con el revolucionario radical que ve en la independencia la etapa necesaria para ulteriores conquistas, al rico y al obrero, al negro y al blanco, a las fuerzas nuevas de la revolución y a los representativos de la guerra del 68.” (11) También destaca Blas las posiciones martianas contra la expansión imperialista de los Estados Unidos y por la unidad latinoamericana.

En su exposición final, Blas explica que los comunistas cubanos asumen plenamente el ideario político martiano y luchan porque se cumpla. Son sus continuadores. Los dirigentes comunistas Juan Marinello y Carlos Rafael Rodríguez, sobre todo el primero, publicaron estudios importantes sobre el pensamiento y la obra de José Martí, lo que confirma lo dicho por Blas Roca.

Con el triunfo de la Revolución el 1ro de enero de 1959, Cuba cuenta con una figura nueva, no nacida en el país, que se convierte, por mérito propio, en uno de sus dirigentes principales: el Che. El 28 de enero de 1960, el Che les habla a jóvenes y niños cubanos en el aniversario del natalicio de nuestro Apóstol.

Al inicio de sus palabras dice que al llegar al acto oyó gritos que decían “¡Viva el Che Guevara!” Pero no escuchó a nadie decir “¡Viva José Martí!” Y a continuación añade que eso no está bien y explica por qué.

“Porque antes que nacieran el Che Guevara y todos los hombres que hoy lucharon, que dirigieron como él dirigió; antes que naciera todo este impulso libertador del pueblo cubano, Martí había nacido, había sufrido y había muerto en aras del ideal que hoy estamos realizando.” (12) El Che está confirmando lo que ya Fidel había dicho cuando el juicio por el asalto al cuartel Moncada, acerca de que Martí era su autor intelectual.

Se mantenía la tradición de los revolucionarios cubanos de proclamarse herederos de Martí.

Todos conocemos la frase martiana famosa de que hacer es la mejor manera de decir. Y en eso insistirá el Che: “Por eso nosotros tratamos de honrarlo haciendo lo que él quiso hacer.” (13) Para el Che hay un pensamiento martiano que le parece esencial y que explica su acción internacionalista que lo ha convertido en símbolo y paradigma mundial. La frase es: “Todo hombre verdadero debe sentir en la mejilla el golpe dado a cualquier mejilla de hombre.” (14) Y dice más el Che sobre Martí: “Nos enseñó que un revolucionario y un gobernante no puede tener ni goces ni vida privada, que debe destinarlo todo a su pueblo, al pueblo que lo eligió y lo manda a una posición de responsabilidad y de combate.” “Y también cuando nos dedicamos todas las horas posibles del día y de la noche a trabajar por nuestro pueblo, pensamos en Martí y sentimos que estamos haciendo vivo el recuerdo del Apóstol.” (15)

Y hacia el final de su charla el Che dice: “Las palabras de Martí de hoy no son de museo, están incorporadas a nuestra lucha y son nuestro emblema, son nuestra bandera de combate.” Y les hace esta recomendación a los niños y jóvenes: “Que se acerquen a Martí (…) sin pensar que se acercan a un dios, sino a un hombre más grande que los demás hombres, más sabio y más sacrificado que los demás hombres y pensar que lo reviven un poco cada vez que piensan en él y lo reviven mucho cada vez que actúan como él quería que actuaran.” (16)

Estas emotivas palabras que el Che improvisó en la ocasión, son el colofón de lo que el otro cubano no nacido en Cuba, el General en Jefe Máximo Gómez, le escribió a Maceo: de que ambos peleaban la guerra de Martí.

Desde este siglo XXI podemos repetir con Martí esta afirmación que caracteriza los objetivos internos y externos de la república que proponía: “Fundar en Cuba (…) una nación capaz de asegurar la dicha durable de sus hijos y de cumplir, en la vida histórica del continente, los deberes difíciles que su situación geográfica le señala.” (17)

TOMADO DE CUBADEBATE

Che: “A los héroes no se les puede convertir en estatuas”

Che Guevara en discurso por aniversario de Martí: “A los héroes no se les puede convertir en estatuas”

che guevara
En conmemoración del 107° aniversario del nacimiento del Héroe Nacional de Cuba, el Comandante Ernesto Che Guevara se dirige a la población reunida en el hemiciclo de la Cámara del Capitolio Nacional. Un año después de la victoria de la Revolución Cubana, el Che traza una línea de continuación histórica entre la gesta martiana de emancipación del colonialismo español y la lucha de liberación encabezada por Fidel Castro, contra la opresión del imperialismo norteamericano.
A 120 años de la caída en combate de nuestro Héroe Nacional José Martí recordamos, a través del homenaje que le rindiera Che Guevara en su natalicio, lo que su vida ha simbolizado para nuestro pueblo cubano.

Discurso en la conmemoración del natalicio de José Martí

28 de enero de 1960
Queridos compañeros: niños y adolescentes de hoy, hombres y mujeres de mañana; héroes de mañana, si es necesario, en los rigores de la lucha armada: héroes, sino, en la construcción pacífica de nuestra nación soberana:
Hoy es un día muy especial, un día que llama a la conversación íntima entre nosotros, los que de alguna manera hemos contribuido con un esfuerzo directo a la Revolución, y todos ustedes.
Hoy se cumple un nuevo aniversario del Natalicio de José Martí, y antes de entrar en el tema quiero prevenirles una cosa: he escuchado hace unos momentos: ¡Viva el Che Guevara!, pero a ninguno de ustedes se le ocurrió hoy gritar: ¡Viva Martí!… y eso no está bien…
Y no está bien por muchas razones. Porque antes que naciera el Che Guevara y todos los hombres que hoy lucharon, que dirigieron como él dirigió; antes que naciera todo este impulso libertador del pueblo cubano, Martí había nacido, había sufrido y había muerto en aras del ideal que hoy estamos realizando.
Más aún, Martí fue el mentor directo de nuestra Revolución, el hombre a cuya palabra había que recurrir siempre para dar la interpretación justa de los fenómenos históricos que estábamos viviendo y el hombre cuya palabra y cuyo ejemplo había que recordar cada vez que se quisiera decir o hacer algo trascendente en esta Patria… porque José Martí es mucho más que cubano: es americano; pertenece a todos los veinte países de nuestro continente y su voz se escucha y se respeta no sólo aquí en Cuba sino en toda América.
Cúmplenos a nosotros el haber tenido el honor de hacer vivas las palabras de José Martí en su Patria, en el lugar donde nació. Pero hay muchas formas de honrar a Martí. Se puede honrarlo cumpliendo religiosamente con las festividades que indican cada año la fecha de su nacimiento, o con el recordatorio del nefasto 19 de mayo de 1895. Se puede honrar a Martí citando sus frases, frases bonitas, frases perfectas, y además, y sobre todo, frases justas. Pero se puede y se debe honrar a Martí en la forma en que él querría que se le hiciera, cuando decía a pleno pulmón: «La mejor manera de decir, es hacer.»
Por eso nosotros tratamos de honrarlo haciendo lo que él quiso hacer y lo que las circunstancias políticas y las balas de la colonia se lo impidieron.
Y no todos, ni muchos -y quizás ninguno- pueda ser Martí, pero todos podemos tomar el ejemplo de Martí y tratar de seguir su camino en la medida de nuestros esfuerzos. Tratar de comprenderlo y de revivirlo por nuestra acción y nuestra conducta de hoy, porque aquella Guerra de Independencia, aquella larga guerra de liberación, ha tenido su réplica hoy y ha tenido cantidad de héroes modestos, escondidos, fuera de las páginas de la historia, y que, sin embargo, han cumplido con absoluta cabalidad los preceptos y los mandatos del Apóstol.
Yo quiero presentarles hoy a un muchacho que quizás muchos de ustedes conozcan ya, y hacer una pequeña historia de aquellos días difíciles de la Sierra.
¿Ustedes lo conocen o no lo conocen? Es el comandante Joel Iglesias, del Ejército Rebelde y el jefe de la Asociación de Jóvenes Rebeldes.
Ahora les voy a explicar por qué razones está en ese puesto y por qué lo presento con orgullo en un día como hoy.
El comandante Joel Iglesias tiene 17 años. Cuando llegó a la Sierra tenía 15 años. Y cuando me lo presentaron no lo quise admitir porque era muy niño. En aquel momento había un saco de peines de ametralladora -la ametralladora que usaba en aquella época- y nadie lo quería cargar. Se le puso como tarea y como prueba el que llevara ese saco por las empinadas lomas de la Sierra Maestra. El hecho de que esté hoy aquí indica que lo pudo llevar bien.
Pero hay mucho más que eso. Ustedes no habrán tenido tiempo, por el poco espacio que caminó, de ver que cojea de una pierna; ustedes no han podido ver, no han podido oír tampoco, porque no los ha saludado, que tiene la voz ronca y que no se le escucha bien. Ustedes no han podido ver que tiene en su cuerpo 10 cicatrices de balas enemigas y que esa ronquera que tiene, esa cojera gloriosa, son los recuerdos de las balas enemigas, pues siempre estuvo en primer lugar en el combate y en los puestos de mayor responsabilidad.
Yo recuerdo que había un soldado -que después también fue comandante- que murió hace poco por una equivocación trágica.
Ese comandante se llamaba Cristino Naranjo. Tenía cerca de cuarenta años, y el teniente que lo mandaba era el teniente Joel Iglesias, de quince años. Cristino le hablaba de tú a Joel, y Joel, que lo mandaba, le hablaba de usted, Sin embargo, Cristino Naranjo nunca dejó de obedecer una orden, porque en nuestro Ejército Rebelde, siguiendo las orientaciones de Martí, no nos importaban ni los años, ni el pasado, ni la trayectoria política, ni la religión, ni la ideología anterior de un combatiente. Nos importaban los hechos en ese momento y su devoción a la causa revolucionaria.
Nosotros sabíamos también, por Martí, que no importaba el número de armas en la mano, sino el número de estrellas en la frente. Y Joel Iglesias, ya en aquella época, era de los que tenían muchas estrellas en la frente, no esa sola que hoy tiene como comandante del Ejército.
Por eso quería presentárselo en un día como hoy, para que supieran que el Ejército Rebelde se preocupa de la juventud, y de darle a esa juventud que hoy asoma a la vida, lo mejor de sus hombres, lo mejor de sus ejemplos combatientes y de sus ejemplos de trabajo. Porque creemos que así se honra a Martí.
Quisiera decirles a ustedes muchas cosas como esta hoy. Quisiera explicarles, para que me entiendan, para que lo sientan en lo más hondo de sus corazones, el porqué de esta lucha, de la que pasamos con las armas en la mano, de la que hoy sostenemos contra los poderes imperiales, y de la que quizás tengamos todavía que sostener mañana en el campo económico, o aún en el campo armado.
De todas las frases de Martí, hay una que creo que define como ninguna ese espíritu de Apóstol. Es aquella que dice: «Todo hombre verdadero debe sentir en la mejilla el golpe dado a cualquier mejilla de hombre.»
Eso era, y es, el Ejército Rebelde y la Revolución cubana. Un Ejército y una Revolución que sienten en conjunto y en cada uno de sus miembros, la afrenta que significa el bofetón dado a cualquier mejilla de hombre en cualquier lugar de la tierra.
Es una Revolución hecha para el pueblo y mediante el esfuerzo del pueblo, que nació de abajo, que se nutrió de obreros y de campesinos, que exigió el sacrificio de obreros y de campesinos en todos los campos y en todas las ciudades de la Isla. Pero que ha sabido también recordarlos en el momento del triunfo.
“CON LOS POBRES DE LA TIERRA QUIERO YO MI SUERTE ECHAR”, decía Martí,… y así mismo, interpretando sus palabras, lo hicimos nosotros.
Hemos venido puestos por el pueblo y dispuestos a seguir aquí hasta que el pueblo lo quiera, a destruir todas las injusticias y a implantar un nuevo orden social.
No le tenemos miedo a palabras, ni a acusaciones, como no tuvo miedo Martí. Aquella vez que en un primero de Mayo, creo que de 1872, en que varios héroes de la clase obrera norteamericana rendían su vida por defenderla y por defender los derechos del pueblo, Martí señalaba con valentía y emoción esa fecha, y marcaba el rostro de quien había vulnerado los derechos humanos, llevando al patíbulo a los defensores de la clase obrera. Y ese primero de Mayo que Martí apuntó en aquella época, es el mismo que la clase obrera del mundo entero, salvo los Estados Unidos, que tienen miedo de recordar esa fecha, recuerdan todos los años en todos los pueblos, y en todas las capitales del mundo, y Martí fue el primero en señalarlo, como siempre era el primero en señalar las injusticias. Como se levantó junto con los primeros patriotas y como sufrió la cárcel a los quince años; y como toda su vida no fue nada más que una vida destinada al sacrificio, pensando en el sacrificio y sabiendo que el sacrificio de él era necesario para la realidad futura, para esta realidad revolucionaria que todos ustedes viven hoy.
Martí nos enseñó esto a nosotros también. Nos enseñó que un revolucionario y un gobernante no pueden tener ni goces ni vida privada, que debe destinarlo todo a su pueblo, al pueblo que lo eligió, y lo manda a una posición de responsabilidad y de combate.
Y también cuando nos dedicamos todas las horas posibles del día y de la noche a trabajar por nuestro pueblo, pensamos en Martí y sentimos que estamos haciendo vivo el recuerdo del Apóstol…
Si de esta conversación entre ustedes y nosotros quedara algo, si no se esfumara, como se van las palabras, me gustaría que todos ustedes en el día de hoy… pensaran en Martí. Pensaran como en un ser vivo, no como un dios ni como una cosa muerta; como algo que está presente en cada manifestación de la vida cubana, como está presente en cada manifestación de la vida cubana la voz, el aire, los gestos de nuestro gran y nunca bien llorado compañero Camilo Cienfuegos. Porque a los héroes, compañeros, a los héroes del pueblo, no se les puede separar del pueblo, no se les puede convertir en estatuas, en algo que está fuera de la vida de ese pueblo para el cual la dieron, El héroe popular debe ser una cosa viva y presente en cada momento de la historia de un pueblo.
Así como ustedes recuerdan a nuestro Camilo, así deben recordar a Martí, al Martí que habla y que piensa hoy, con el lenguaje de hoy, porque eso tienen de grande los grandes pensadores y revolucionarios: su lenguaje no envejece. Las palabras de Martí de hoy no son de museo, están incorporadas a nuestra lucha y son nuestro emblema, son nuestra bandera de combate.
Esa es mi recomendación final, que se acerquen a Martí sin pena, sin pensar que se acercan a un dios, sino a un hombre más grande que los demás hombres, más sabio y más sacrificado que los demás hombres, y pensar que lo reviven un poco cada vez que piensan en él y lo reviven mucho cada vez que actúan como él quería que actuaran.
Recuerden ustedes que de todos los amores de Martí, su amor más grande estaba en la niñez y en la juventud, que a ellas dedicó sus páginas más tiernas y más sentidas y muchos años de su vida combatiendo.
Para acabar, les pido que me despidan como empezaron, pero al revés: con un Viva Martí, ¡que está vivo!

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