Si Rusia es el mayor productor de petróleo mundial, el distrito autónomo de Janti-Mansiisk es el productor por excelencia del oro negro nacional, escondido entre los bosques y los pantanos, custodiados celosamente por su población originaria.
A finales del primer siglo de nuestra era, cuando descendientes de los jantis, los yamalis y los nenets, dedicados a la pesca, la caza y la cría de alces, habitaron Janti-Mansissk, nadie imaginó que entre sus pantanos surgiría una zona de gran producción de crudo.
Las menciones más claras de la citada región siberiana se remontan a 1582, año que en muchas ocasiones, cuando se habla de historia del referido distrito, se toma como base.
Prensa Latina tuvo la oportunidad de visitar la aldea de Kishik, situada a menos de un kilómetro de la unión de dos de los más grandes ríos rusos, el Ob y el Irkish, convertida en una zona de ritual de los hechiceros jantis, que le atribuyen fuerzas para dar paz y felicidad.
Kishik esta habitada por 843 personas, pero se siente el efecto de las compensaciones de las 85 compañías petroleras en la región, ofrecidas a los pueblos originarios con el fin de pagar simbólicamente por las tierras empleadas para la explotación de hidrocarburos.
De hecho, el asunto ecológico en la región esta muy presente y ello se inicia desde la propia gobernadora del distrito autónomo, Natalia Kamarova, quien fue presidenta del comité de ecología y medio ambiente en la Duma (cámara baja rusa).
Así, las autoridades de la también conocida desde 2005 como región de Yugra, muestran orgullosas un policlínico que, por sus dimensiones, más bien corresponde al de un municipio de una gran ciudad, al igual que una supermoderna escuela para apenas 250 niños de Kishik.
Sin embargo, las autoridades se preocuparon por relanzar el rescate de las costumbres, tradiciones y ritos como el Festival del Cuervo, un rito janti que hace apenas dos años alcanzó la dimensión de festejo provincial en Yugra.
Los jantis (persona en el idioma del citado pueblo originario), mantienen un modo de vida muy ligado a la naturaleza, de la que solo toman lo estrictamente necesario, tanto de los abedules, empleados para forros de techos, como de los animales de la taiga siberiana.
Además, se considera que tienen una división del trabajo de hombres y mujeres y una estructura familiar registrada por la UNESCO como de las más completas de los pueblos originarios, según sus autoridades.
El frío, que puede llegar a menos 50 grados centígrados, obligó a estas naciones poco numerosas (apenas 20 mil en todo el distrito) a adoptar formas de vida muy ligadas a la naturaleza, en una especie de modo de desarrollo sostenido, como se dice en el argot moderno.
De esa forma, como narra Sofia Andreevna, una janti devenida experta en estudios de su pueblo, "nuestros antepasados nunca cortaban leña en el verano y solo recogían ramas secas y, si se cazaba en un lugar, solo se volvía allí a los dos años para permitir la cría".
ECOLOGÍA Y PRODUCCIÓN PETROLERA
La ciudad de Janti-Mansiisk,una pequeña aldea que en 1637 sirvió apenas como un punto de comunicación entre el occidente y el oriente de la Siberia, ahora es moderno centro urbano de más de 82 mil habitantes con un visible nivel de vida.
El asunto de la ecología adquiere vital importancia por el simple hecho de que el oro negro esta escondido entre los bosques y pantanos de la taiga siberiana que queda bien dañada después del inicio de la extracción petrolera.
Los llamados "shlamobie ambari", fosos a cielo abierto de entre 50 y 100 metros construidos paras recoger los desechos de petróleo y otras sustancias acompañantes durante la prospección, son objeto de atención priorizada en los trabajos ecológicos.
Durante la visita a uno de los pozos petroleros, situado a unos 50 kilómetros de Janti-Mansiisk, los especialistas en protección del Medio Ambiente explicaron a Prensa Latina la organización de medidas para evitar los derrames y los incendios forestales en la zona.
Al respecto, la dirección del gobierno del distrito autónomo ruso afirmó que se aplican fuertes regulaciones para una región donde vive medio millón de personas y, además de los desechos del petróleo, aumentan los de comunales en el 30 por ciento.
Las compañías petroleras deben ocuparse de eliminar el gas acompañante, instalar contadores en la expulsión del gas, dedicarse al recultivo de las tierras de los yacimientos abandonados o cerrados, y de los fosos aislantes a cielo abierto (shlamabie ambari).
Una de las demandas cruciales a las compañías es tapizar los fosos y reforestar las tierras por encima de esos depósitos. Sin embargo, ello crea problemas en el subsuelo y en aguas subterráneas.
Se prevén grandes multas. En 2011, solo en seis meses se impusieron penalizaciones por 700 millones de rublos (21 millones 538 mil dólares) y en los primeros cinco meses de este año las empresas pagaron 540 millones de rublos (unos 16 millones 615 mil dólares).
La situación en los últimos dos o tres años cambió radicalmente y toda la dirección de las compañías petroleras entiende que, como se explotaba antes el crudo, ya es imposible, y las inversiones llegan al sector ecológico con bastante fluidez.
Rosneft y TNK-BP, que tiene las tierras más contaminadas con hidrocarburos, prometieron recultivar todos los ambares en su poder antes del año 2019.
En los últimos cinco años, se reduce continuamente el número de derrames. En 2008, se registraron más de cinco mil 500, pero la mitad de ellos ocurrió en los oleoductos y la otra directamente en acueductos, explicaron en la jefatura del distrito autónomo.
Los esfuerzos están dirigidos, además, a la reducción de la quema de gas acompañante y su empleo para producir derivados útiles, los que hasta hace poco se lanzaban a la atmósfera.
En la fábrica de utilización del gas acompañante de la extracción petrolera Monolit, inaugurado en febrero de este año y construido con tecnología canadiense, se puede utilizar hasta el 95 por ciento de este y apenas expedir el cinco por ciento a la atmósfera.
La fábrica ecológica produce cuatro preparados finales: propano, butano, gasolina acompañante del gas estabilizada y gas seco, que fluye por oleoductos a centrales eléctricas para utilizarlo como combustible, lo cual garantiza el funcionamiento de pozos petroleros. Sin dudas, el ganador de la fábrica Monolit, construida con un presupuesto de unos 10 mil millones de rublos (unos 310 millones de dólares) es el medio ambiente, aunque con ello se pretende demostrar la posibilidad de hacer dinero cuando se cuida la ecología.
La fábrica, que funciona con la marca comercial Blueline, es capaz de procesar hasta 200 millones de metros cúbicos de gas acompañante de la extracción petrolera al año, mientras que reduce la expulsión de unos 735 mil 500 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera.
En una región que coincide con las mayores extensiones de bosques de Rusia y donde se acumuló una producción, hasta el 2011, de 63 mil millones de metros cúbicos, desde el inicio de los trabajos en septiembre de 1953, es muy necesaria la disciplina ecológica.
Las principales compañías en Yugra son la estatal Rosneft, con el 25,4 por ciento de la producción; Surgurneftgaz, con el 21,1; Lukoil, con 18,2; y TNK-BP, con 15,4 puntos.
Asimismo, el mayor yacimiento es el de Samotlorskoe, donde desde el inicio de la explotación en 1969, se extrajeron dos mil 630 millones de toneladas del oro negro, para el 26,4 por ciento del total en el distrito.
Janti-Mansiisk, que produce el 51 por ciento del crudo ruso y más del siete del de todo el orbe, mantiene la eterna disputa entre ganancias económicas de la extracción petrolera y la protección de la ecología para acercarse a la filosofía janti de convivencia con la naturaleza.
Precisamente, con las intenciones de hacer énfasis en la preservación del medio ambiente, la ciudad de Janti-Mansisk celebró su décimo festival "Salva y preserva", de carácter internacional, en una acción que desde 2004 es auspiciada por la UNESCO.
En esta ocasión, el festival contó con delegados de 17 regiones rusas y 14 países, aunque llegó a agrupar a 30 desde su inicio, incluido el Reino Unido, Alemania, Italia, Francia, Finlandia, Israel, India, Irán y Chequia.
Sin embargo, pocos dudan en considerar que al sacar el oro negro del bosque ruso siempre quedarán huellas, algunas imposibles de borrar.
Por Antonio Rondón
Corresponsal de Prensa Latina en Rusia
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