El
no haber hecho a tiempo análisis correctos de las sociedades latinoamericanas
ha conducido a marxistas y a demócratas a errores graves. Podemos enumerar
algunos de ellos y también, por lo menos, un acierto.
Aferrados
a la idea de que en la América Latina hay una burguesía aliada del
imperialismo, los marxistas han creído que puede hacerse una revolución
democrático-burguesa antiimperialista bajo el liderazgo de la burguesía, y por
esa razón se han colocado en algunos casos al lado de las oligarquías creyendo
que eran burguesías y se han enfrentado a partidos de la pequeña burguesía que
pretendían hacer la revolución burguesa y a la revolución burguesa encabezada
por la burguesía. Lo primero, por ejemplo, sucedió en Venezuela en 1945, lo segundo en Costa Rica en 1948. En
el caso de Venezuela los comunistas creyeron que el presidente Medina Angarita
representaba a la burguesía porque había mantenido en su gobierno libertades
democráticas, y lo cierto es que quien la representaba era el pequeño burgués
Rómulo Betancourt, y con él su partido Acción Democrática. En el caso de Costa
Rica los comunistas del país, organizados en el Partido Vanguardia Popular,
participaron en la revolución de lado de la oligarquía costarricense porque sus
líderes creyeron que el presidente Calderón Guardia representaba a la burguesía del país y que José
Figueres, líder de la revolución, representaba a la oligarquía. La oligarquía
de Costa Rica era fundamentalmente terrateniente, bancaria y comercial, y
Figueres era al mismo tiempo dueño de plantaciones de sisal y café, y
comerciante; pero sucedía que el sisal era una materia prima para una industria
de sogas y sacos, y era este aspecto de su actividad lo que determinaba la
posición de Figueres en el contexto social; él era el burgués, no el Dr.
Calderón Guardia. La alineación de los comunistas venezolanos frente a Acción
Democrática no les costó la vida en el orden político porque en 1948 el
gobierno de Acción Democrática fue derrocado y Venezuela cayó bajo la dictadura
militar que a partir de 1950 encabezó Pérez Jiménez, y la larga lucha contra
Pérez Jiménez, en la cual los comunistas tomaron parte importante, rehízo su
prestigio ante las juventudes del país. Pero en el caso de Vanguardia Popular
el error le costó caro; el partido quedó aniquilado, no por las persecuciones,
sino por la pérdida de autoridad moral.
El
movimiento peronista fue antioligárquico y tuvo el apoyo de las masas
argentinas, pero no se determinó con claridad cuál era la oligarquía y ésta no
fue destruida, de manera que pudo rehacerse y echar del poder a Perón en 1955.
Mientras tanto, demócratas y marxistas en Argentina y en toda la América Latina cayeron en el error de creer
que el régimen peronista era una típica dictadura oligárquica y personalista.
Así como
señalamos esos errores, que son sólo una parte de los muchos que se han
cometido en nuestros países, debemos señalar un acierto, el de Fidel Castro en
Cuba. La Revolución Cubana no se hizo contra la burguesía de la isla.
Importantes sectores burgueses de Cuba apoyaron a Fidel Castro contra Batista a
tal punto que José Bosch (Pepín), presidente de la compañía Bacardí —una
empresa verdaderamente burguesa, que tenía casi cien años de vida y fábricas de
ron y de cerveza en Cuba, Brasil, México y Puerto Rico; la de Cuba de capital
cubano y las otras de capital cubano asociado a capitales de los países donde
se hallaban—, fue personalmente a la Sierra Maestra a llevarle a Fidel Castro
un millón de pesos, que equivalían a un millón de dólares. Los sectores más
avanzados de la pequeña burguesía de Cuba, en sus niveles bajo, mediano y alto
colaboraron desde las ciudades con Fidel Castro, y sin esa colaboración la
revolución castrista no hubiera podido tener éxito, pues lo cierto es que no
contó con el apoyo del proletariado ni urbano ni campesino; y esa pequeña
burguesía, cuya aspiración era que Cuba fuera una sociedad burguesa, no habría
ayudado a Fidel Castro si éste hubiera encabezado una revolución antiburguesa.
Lo cierto es
que si la burguesía cubana no se hubiera dejado arrastrar por la oligarquía, y
especialmente por la fuerza más poderosa del frente oligárquico cubano, que era
el imperialismo norteamericano, los burgueses habrían podido convivir con la
Revolución Cubana muchos años sólo a cambio de hacer las concesiones realistas
que iba a exigirles el proceso revolucionario. Pero los burgueses cubanos se
dejaron arrastrar por el frente oligárquico precisamente a causa de su debilidad,
y eso les costó sus bienes y aun su derecho a vivir en Cuba. En realidad, fue
la oligarquía que los llevó al suicidio,
y no la revolución fidelista, la que produjo la aniquilación de los
sectores burgueses de la sociedad cubana, de manera que la dirección de Fidel
Castro fue políticamente acertada, y en cambio la de la oligarquía no pudo ser
más desastrosa.
La
oligarquía costarricense fue destruida a partir del triunfo de la revolución de
1948 en dos de sus sectores, el bancario y el comercial, pues al quedar
nacionalizada la banca del país, los créditos, que antes iban a dar casi en su
totalidad al comercio exportador-importador, fueron desviados hacia otros sectores
de la producción, como el agrícola y el industrial. Pero no se tomó ninguna
medida contra el sector latifundista ni contra el sector sacerdotal, y no fue
necesario tomarla contra el de las fuerzas armadas porque éstas no existían.
¿Cómo se
explica que el imperialismo permitiera el triunfo de la burguesía costarricense?
¿Por qué en ese caso no apoyó el imperialismo a sus aliados de la oligarquía?
El
imperialismo no puso su poder del lado de la oligarquía de Costa Rica, como no
lo había puesto en 1945 del lado de la oligarquía venezolana, porque tanto en
Venezuela como en Costa Rica el comunismo se hallaba políticamente en el frente
oligárquico. Esa posición de los partidos comunistas de Venezuela y de Costa
Rica determinó la que tomaría el imperialismo. En Venezuela, las empresas
petroleras aceptaron pagar impuestos de la mitad de sus beneficios al gobierno
surgido de la revolución de 1945; en Costa Rica, la United Fruit aceptó una
situación parecida en 1948. Los errores de los partidos comunistas de Venezuela
y Costa Rica precipitaron, pues, un entendimiento entre imperialismo y
burguesía.
Otros
errores fueron cometidos por las pequeñas burguesías revolucionarias, y un
ejemplo de esto último es la revolución boliviana de 1952. Esa fue una
revolución típicamente antioligárquico, que nacionalizó las minas y repartió
las tierras, dos fuentes de riqueza que se hallaban en manos de la oligarquía.
Pero el gobierno revolucionario boliviano cayó en la debilidad de dejarse penetrar
por la fuerza más poderosa de las oligarquías latinoamericanas, que es el
imperialismo norteamericano, y este, operado desde adentro, le arrebató el
poder.
En la
revolución antioligárquico de la América Latina se han cometido graves errores estratégicos
porque no se ha hecho un estudio de la composición social latinoamericana. La
falta de ese estudio ha conducido a considerar enemigos a los que no lo eran ni
debían serlo. Como es lógico, esos errores estratégicos han producido a su vez
errores tácticos.
La
responsabilidad de los errores cae por igual en los partidos marxistas y en los
democráticos. Arrastrados por la propaganda norteamericana, que es en fin de
cuenta la de los frentes oligárquicos, los grupos burgueses han tomado por
enemigos a los partidos reformistas democráticos cuya función era llevar la
lucha contra las oligarquías, y, por tanto, en favor de las burguesías, a
niveles de gobierno; los partidos reformistas, democrático-burgueses, se han
dejado arrastrar también por la propaganda norteamericana y se han dedicado a
combatir, y a menudo a perseguir, a los marxistas, que generalmente han sido
organizaciones minoritarias; y a su vez los marxistas se han dejado arrastrar
por la propaganda oligárquica y se han dedicado a combatir a los partidos pequeños
burgueses en vez de dedicarse a organizar la lucha contra las oligarquías. En
ese panorama de confusiones ha habido algunas excepciones, pero muy contadas.
Los que no
han cometido nunca el error de confundir a sus enemigos han sido los frentes
oligárquicos, y por esa razón han atacado a muerte por igual a demócratas
reformistas y a comunistas; han maquinado y llevado a cabo golpes de Estado, levantamientos
militares, expediciones como la de Guatemala
en 1954 y la de Cuba en 1961 o invasiones militares como la de la
República Dominicana en 1965.
Para los
frentes oligárquicos, y especialmente para su componente más poderoso, el
imperialismo norteamericano —hoy sustituido por el pentagonismo—, todo el que
intente arrebatarle su posición de dominio en la América Latina es un enemigo
al que hay que aniquilar rápidamente y sin contemplaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario