MORAL Y LUCES

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miércoles, 13 de junio de 2012

BOSCH: SOBRE EL PARTIDO Y LA LUCHA DE L O VIEJO VERSUS LO NUEVO


                                EL PARTIDO  CONCEPCION,FORMACION Y DESARROLLO, Juan Bosch, 1983. 


Compañero presidente, en el número anterior de Vanguardia del Pueblo usted terminó la entrevista que le hicimos diciendo que nosotros dimos un salto cualitativo cuando rompimos con el PRD, y que ahora estamos avanzando en el terreno de lo cuantitativo, es decir, cada día somos más. Sin embargo, sabemos que en su mensaje a la Quinta Reunión del Comité Central usted propuso que no tratáramos de convertirnos en un partido grande; usted dijo que cometeríamos un error muy grave (y estamos repitiendo esas palabras porque según nuestros informes, ésas fueron las que usted usó) si quisiéramos convertir el PLD en un Partido cuya finalidad fuera la cantidad, es decir, que se propusiera ser un partido grande, y suponemos que al hablar así usted tenía en la mente la idea de un partido como el PRD.

Efectivamente, así era y así es. Puede parecer que hay una contradicción entre lo que dije en ese sentido en la Quinta Reunión del Comité Central y lo que dije en la entrevista que dejé hecha para que se publicara en el Nº 10 de Vanguardia; pero no hay tal contradicción. Mis palabras en la Quinta Reunión fueron muy precisas porque en ellas se estableció o se formuló la existencia de una contradicción entre un partido cuyo distintivo o cuyas características más salientes están en las cualidades de ese partido y otro cuyo distintivo o cuya característica más saliente está en la cantidad de sus seguidores. Si no se aclara que en un partido de grandes masas cada seguidor o miembro debe tener tales y cuales condiciones; si sólo nos fijamos en el número, en la cuantía, y no en las cualidades de los miembros de un partido, entonces podemos  muy bien caer en el error de creer que un partido es bueno porque tiene mucha gente que le siga; y muy bien puede resultar todo lo contrario, que precisamente por tener mucha gente que le siga un partido puede ser malo y hasta malísimo si esa gente que está en él o lo sigue son partidarios de ideas malas. Por ejemplo, el Partido Nacionalista Alemán (Nazi) tenía millones de miembros, y quizá no haya habido en la  historia moderna un partido tan malo como ése en el sentido de su actitud antihistórica, antihumana, criminal. Su organización y su disciplina eran ejemplares, y sus hechos fueron infernales y de una crueldad que no puede ni siquiera describirse. Pero también un partido puede ser una calamidad para su país sin necesidad de llegar a los extremos de perversidad a que llegó el Partido Nazi de Alemania; basta con que sea, como el PRD, un partido de ideas atrasadas, un partido en el que sus líderes y dirigentes están defendiendo ideas propias de los grupos dominantes y explotadores, y también basta  que sea, como era el PRD mientras nosotros estuvimos en él (porque ahora ni siquiera se sabe con claridad qué es el PRD), un partido de masas que actuaban emocionalmente, un típico partido populista, al estilo del peronismo, en el que se recibía a todo el que decía que era perredeísta y se le trataba como si fuera compañero cuando resultaba que a lo mejor en vez de compañero era enemigo; y no me refiero a que fuera enemigo porque fuera balaguerista o miembro de otro partido; me refiero a que fuera enemigo por razones ideológicas; enemigo ideológicamente.

Profesor, ¿pero cómo puede ser ideológicamente enemigo de un partido una persona que dice que es miembro de ese partido o solicita ser miembro?

Eso es sumamente fácil. Fíjate en el ejemplo de lo que está pasando en el partido de Perón, el justicialista o peronista. Todos los días grupos de derechas que son peronistas matan a jóvenes de izquierda que también son peronistas y además que lucharon fieramente para obligar a los militares argentinos a permitir la vuelta de Perón a su país. En ese partido justicialista o peronista estaban juntos enemigos ideológicos, enemigos a muerte, ¿y sabes por qué podían estar juntos? Primero, porque se trataba de un típico partido populista, policlasista (es decir, en el que había muchas clases reunidas) y debido a su naturaleza de partido populista o policlasista el partido de Perón no podía tener definición ideológica, porque si se definía como partido de derechas se le iban las izquierdas y si se definía como partido de izquierdas se le iban las derechas. Por eso Perón tenía que gobernar para las derechas y al mismo tiempo tenía que hacerles creer a los jóvenes izquierdistas de su partido que él era hombre de izquierda, cosa que lograba mandando a su mujer, Isabel de Perón, de visita a China, o mandando a su ministro de Comercio a Cuba para venderle al gobierno de Fidel Castro automóviles y otros productos de la industria argentina. El Partido Justicialista o peronista era (y hasta cierto punto sigue siéndolo) un partido importante en el terreno de la cantidad, es decir, en el orden cuantitativo, pero al mismo tiempo era un partido sumamente débil en el terreno cualitativo, es decir, en lo que se refiere a las cualidades políticas que debe tener un partido revolucionario; y por eso parecía revolucionario pero no lo era. El elemento revolucionario dentro del peronismo (que dice que sigue siendo peronista, pero tiene que actuar bajo la persecución de la derecha peronista); es decir, el sector que tiene las cualidades políticas necesarias para impulsar la política argentina y llevarla por el camino de lo nuevo, debió haber hecho lo que hicimos nosotros, que nos salimos del PRD. Pero las condiciones históricas argentinas no lo han permitido. Por ejemplo, en aquel país el líder era Juan Domingo Perón, un ídolo de las multitudes, y un político de mucha capacidad táctica (porque Perón era un gran conocedor  de que la sociedad actual sería reemplazada por una sociedad nueva, pero al mismo tiempo que era capaz de darse cuenta de eso era incapaz de romper con esa sociedad vieja de la cual vivía; porque quien mantenía a Perón viviendo como un rey sin corona, como un magnate que no necesitaba dirigir bancos ni industrias pero recibía los mismos beneficios que los dueños de grandes bancos y grandes industrias, era esa sociedad vieja; de ella recibía lo necesario para vivir en la abundancia. Juan Domingo Perón sabía que los que se jugaban la vida para llevarlo a la Argentina eran las juventudes de izquierda, pero sabía también que quienes lo mantenían viviendo en España como un rey sin corona eran los grandes capitalistas argentinos, y además sabía que si volvía a la Argentina, esos tutumpotes serían los que lo mantendrían en el poder. Por eso fue incapaz de romper con las derechas de su partido y por eso ahora, después de su muerte, esas derechas están aniquilando a las juventudes peronistas porque las consideran sus peores enemigos, sus enemigos de clase. Lo mismo, exactamente lo mismo estaba empezando a suceder en el PRD cuando nosotros lo dejamos, y cometeríamos un error mayúsculo, imperdonable, si olvidando eso nos pusiéramos a hacer del PLD un partido populista como el PRD bajo el criterio de que lo que necesitamos es tener un partido grande en cuanto a número de seguidores en vez de tener un partido fuerte por sus cualidades, entre ellas por su unidad ideológica, su conocimiento de los principios políticos que gobiernan a la sociedad y su capacidad militante para luchar.
Ahora bien, sucede que un partido así, es decir, que tenga las cualidades de que acabo de hablar; un partido que represente la parte del pueblo dominicano que aspira a avanzar  hacia una nueva sociedad, hacia un nuevo régimen de vida social; un partido como es ya el PLD, atrae gente, pero una clase de gente distinta a la que quiere seguir en lo viejo, distinta a la que busca afianzarse en la antigua sociedad o prosperar en ella o ascender en ella socialmente; y en ese sentido, no podemos evitar que el PLD crezca a base de nuevos miembros del Partido que tengan las cualidades políticas que  busca el PLD desarrollar. Es decir, si el crecimiento del PLD produce un cambio positivo en sus cualidades políticas, no podemos oponernos a su crecimiento; pero si ese crecimiento es para convertirlo en un partido populista, en un nuevo PRD, entonces caeríamos en un gravísimo error si permitiéramos ese tipo de crecimiento.

¿Y cómo cree usted que podemos evitar que el crecimiento del PLD acabe convirtiéndolo en un partido populista del tipo del PRD o del peronismo?

Podemos evitarlo con mucha vigilancia sobre nosotros mismos. El Partido tiene que mantenerse superándose cada día y evitando cada día caer en la línea populista hacia donde lo arrastra la abundancia de bajos pequeños burgueses que tenemos en el país. Por su naturaleza social, esos bajos pequeños burgueses, especialmente los de origen pobre y muy pobre, convierten con suma facilidad en populista al partido donde se afilian si ese partido no tiene una base ideológica y organizativa fuerte, que en vez de adaptarse a la naturaleza social de esos bajos pequeños burgueses haga lo contrario, es  decir, los lleve a ellos a adaptarse a la base ideológica y organizativa del Partido. En ese sentido, el PLD es más fuerte de lo que pueden imaginarse los que lo ven desde afuera, y lo es sobre todo desde que se celebró la Conferencia Salvador Allende, porque con ella se introdujeron en el Partido cambios muy positivos en los métodos de trabajo; cambios tan positivos que con su aplicación el PLD se ha convertido en la organización política más eficiente del país. En cuanto a la capacidad de hacer cosas y de saber hacerlas, los que nos siguen están a bastante distancia de nosotros. Pero eso no quiere decir que seamos el Partido que debemos ser. Por ejemplo, en el seno del PLD no está llevándose a cabo una lucha de clases como la que se llevaba a cabo en el seno del PRD, pero todavía hay entre nosotros bastante gente (no dos o tres, sino bastante gente) que considera que lo que nosotros tenemos que hacer es convertir al Partido en más grande y que en vez de estar organizando Comités Patrióticos y Populares deberíamos estar organizando Comités de Base del Partido; y hay gente que cree algo diferente; que cree que nosotros, que nos hemos negado a reproducir en el PLD al PRD.
Compañero Juan, ya usted ha explicado ese punto de vista otras veces, pero parece que usted cree que lo que predica en ese terreno no ha llegado todavía a todo el mundo en el Partido. ¿Es así o estamos equivocados?

No estás equivocado, porque efectivamente, mis prédicas no han llegado todavía a convencer a todo el mundo dentro del PLD de qué cosa somos ahora y qué cosa debemos ser en el porvenir. En el PLD hay gente que cree que el PLD es un PRD sin pícaros, un PRD sin tramposos, un PRD sin demagogos y mentirosos, un PRD sin borrachos; en fin, un PRD bueno. Esa gente no se da cuenta de que este partido llamado el PLD no puede ser ese PRD con que sueñan algunos inocentes, porque el PRD es una fuerza dedicada a mantener vivo el pasado y el PLD es una fuerza destinada a luchar por el futuro. Aquello es lo viejo y esto es lo nuevo, y por eso el PLD es diferente del PRD y tiene que seguir siendo diferente.


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