MORAL Y LUCES

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martes, 12 de junio de 2012

LA REVOLUCIÓN DEL EMPRENDIMIENTO Y LA INNOVACIÓN


¿Cuántas personas se quedaron con las manos y bolsillos vacíos después de aportar una gran idea porque no se atrevieron a poner los términos del acuerdo por escrito o firmar un contrato?  He sido testigo de muchas ocasiones en que una brillante idea se ha dejado perder o era entregada de forma gratuita o por un porcentaje ínfimo porque no existía una cultura de emprendimiento en el país. Tengo que admitir que siempre han existido casos de personas que rogaron a sus familiares, amigos o relacionados para conseguir el capital para desarrollar un negocio con propiedad compartida.


En medio de la bulla y el desorden colectivo en que vivimos, surge, en el país, un movimiento de personas, empresas e instituciones que avanzan hacia el desarrollo de una cultura de emprendimiento. El hecho de que una persona con una idea de negocio con potencial de crecimiento plasmada en un plan coherente pueda recibir la atención de importantes inversionistas es un gran paso de avance porque abre las puertas a la creatividad y el talento de poder generar empresas de alto impacto que antes solamente era reservado a los dueños del capital, poder o linaje familiar.
Sí, es un cambio de forma de pensar de proporciones inmensas que está ocurriendo sutilmente. Para entenderlo, hay que remitirse a los numerosos casos de emprendedores de antaño que armados con ideas de grandes oportunidades de crecimiento tuvieron que construir a paso de hormiga. A los interminables casos de personas que aportaron una idea y recibieron a cambio un apretón de manos porque el dueño del capital entendía que las ideas eran gratuitas. La forma de pensar tradicional se resume con la respuesta que recibió un amigo al presentar una idea de negocios: “¡oh!, pero él quiere que le paguen por la idea nada más”.
¿Cuántas personas se quedaron con las manos y bolsillos vacíos después de aportar una gran idea porque no se atrevieron a poner los términos del acuerdo por escrito o firmar un contrato?  He sido testigo de muchas ocasiones en que una brillante idea se ha dejado perder o era entregada de forma gratuita o por un porcentaje ínfimo porque no existía una cultura de emprendimiento en el país. Tengo que admitir que siempre han existido casos de personas que rogaron a sus familiares, amigos o relacionados para conseguir el capital para desarrollar un negocio con propiedad compartida.
Este movimiento emprendedor es una gran revolución que genera un mercado para las ideas, el talento, la creatividad, la innovación y la capacidad para construir un negocio viable. Por ejemplo, un joven universitario o un empleado cuarentón, que quiere independizarse, armado de una oportunidad articulada en un plan, puede buscar inversionistas para que le ayuden en la preparación del proyecto (inversionistas ángeles) o para la construcción del negocio (inversionistas de riesgo), quedando como socio importante de la empresa como en el caso reciente de Facebook.
Algunos expertos han pregonado por décadas que la indisponibilidad de crédito barato limita toda posibilidad de desarrollo empresarial. Sin embargo, también es cierto que la aparición de inversionistas ángeles y de riesgo rompe con esa limitante a cambio de que el emprendedor ceda una proporción de la propiedad de la empresa que depende fundamentalmente del potencial de rentabilidad del nuevo negocio, el monto de la inversión, el periodo de recuperación y el riesgo percibido.
Igualmente, otros señalan que la carencia de un mercado de capitales, en forma de bolsa de valores, restringe el proceso de emprendimiento. Es verdad que un mercado de capitales activo ayuda al emprendimiento; sin embargo, aunque no de manera tan eficiente, existen mercados privados en que se compran y venden las acciones. Una oferta pública puede generar millones, pero no es un obstáculo el no tenerla. Más aún, muchas empresas prefieren mantenerse como privadas para aislarse de la tiranía de los mercados.
Lo importante es que ahora y aquí, en República Dominicana, tú puedes concebir una idea o descubrir una oportunidad, articularla en un plan y salir a buscar inversionistas. Es momento de que los creativos, innovadores y rompedores de paradigma dejen de regalar sus ideas o desperdiciar las oportunidades de negocios y las articulen en planes coherentes para aprovechar esta nueva era del emprendimiento.

Por admin D.L.

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