Rafael René Corea
“Mientras Nicaragua tenga hijos que la amen, Nicaragua será libre”. Sandino
Nadie puede a nivel continental negarle a Tomás Borge la condición de poeta
y de revolucionario. Además, yo agregaría la de poeta de la fraternidad humana,
amigo de Lenin, del materialismo histórico y fundador del FSLN para la
liberación de Nicaragua de la intervención extranjera en Tegucigalpa en
1961.
El comandante Borge perteneció a esa extraña condición de hombre, que
además de ser sandinista hasta los huesos, era también un revolucionario que se
sentía orgulloso de ser socialista. El comandante Borge proyectaba un humanismo
solidario con amor por los desamparados y luchó toda su vida contra la pobreza
material y de espíritu, por aquellos que Franz Fanon llamó “los condenados de
la tierra”.
El líder guerrillero sandinista perteneció a los hombres que el poeta
socialista alemán Bertolt Brecht denominó “los imprescindibles”, es decir, los
que luchan toda su vida, los que garantizan el ideal de la batalla por el
socialismo, sin que por eso el comandante Borge abandonara su inmensa estatura
sandinista o se alejara de la realidad de la política nacional, ni tampoco de
la utopía socialista.
Su extraordinaria coherencia de su dialéctica guerrillera sandinista jamás
tuvo ruptura con su análisis de las causas y los efectos del subdesarrollo de
la sociedad nicaragüense y de las intervenciones extranjeras del pasado.
La desaparición física del Comandante no propicia, sin embargo, que su
brillante inteligencia pase al olvido, pues su influencia política, moral y
cultural en nuestro país, me permite citar al profesor Maro Menacorda, de la
Universidad de Roma, cuando afirma que el socialismo hoy está llamado a aportar
en la consolidación de una sociedad libre y democrática en estos tiempos de
modernidad:
“Llamarse hoy socialista es simplemente reivindicar un proyecto de
construcción de un mundo libre, como esencia misma de la libertad humana, en
contraposición al conformismo marginizante que impulsa el neoliberalismo como
fachada del capitalismo salvaje”.
No quiero finalizar estas breves notas en memoria del comandante Tomás
Borge, sin antes señalar otra condición personal de él como nicaragüense y
revolucionario aportó a la nueva identidad del hombre latinoamericano, pues
considero que al afirmar esta nueva identidad latinoamericana hay que intentar
remontar los caminos que nos llevan al mundo, a los hombres, a la vida dura, a
la lucha, a la revolución y Tomás Borge simplemente lo hizo.
Y al final, si es que logramos llegar, encontraremos lo que verdaderamente
buscamos y necesitamos: una aventura humana fraterna, hecha, vivida, escrita
por nosotros mismos, pues cuando la meta que nos propongamos sea noble, grande,
ya entonces habremos dado un primer paso con nosotros mismos y así nuestra
identidad latinoamericana empezará a desarrollarse, a manifestarse y será
finalmente nuestra, y la “paciente impaciencia” habría terminado: ésta es la
epopeya que nos lega el comandante Tomás Borge Martínez a toda Nicaragua.
Aquí unos versos con un hasta pronto para el comandante Borge:
“¿Cómo serán las manos que toquen tu ceniza?
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