Andamos entre un bailongo y un jolgorio político
En Europa se dice que a los dominicanos nos gusta tanto un bailongo como un jolgorio político, que ambas cosas las llevamos en la sangre, que se encuentran en nuestro ADN.
Para los españoles, por ejemplo, no hay pueblo más alegre que este. Se extrañan de que puedan cohabitar felicidad y pobreza extremas, que se exprese tanta alegría en medio de tantas necesidades materiales.
A todo el mundo sorprende que los dominicanos “bailen en la calle de noche y bailen en la calle de día”.
Que los colmadones estén todo el tiempo llenos y que la gente “beba tanta caña”, como le llaman ellos a la cerveza.
¿Y la música? Sobre todo eso: ¿Cómo es posible que escuchen música en tan altos decibelios? ¿Y cómo no se quedan sordos de un tirón...?
Los españoles ñque no se distinguen en Europa precisamente por ser los más serenos, silenciosos y apaciblesñ, sienten gran predilección por el dominicano entre todos los destinos turísticos caribeños.
Es muy raro encontrar un español de clase media que no haya visitado alguna vez la República Dominicana, aunque fuera de niño. Y el merengue y la bachata es música de oído común en toda la región ibérica.
Posiblemente todo esto venga por los vínculos ancestrales. Españoles y dominicanos tenemos muchísimo parecido, comenzando por un vocabulario rico en palabrotas y pronunciadas en tan altos decibelios como dicen ellos escuchamos nosotros la música. Y aún con el salero y la belleza de los andaluces ñmezcla de los moros con la “sangre azul” más castizañ, los españoles más españoles prefieren la música caribeña, ésa de tambora y cueros que viene del África más profunda y que ha evolucionado con los años hasta llegar a los salones convertida en merengue, salsa, guaguancó, plena, guaracha y rumba...
¿...Y la política?
De ahí viene todo esto, de la política. Porque mi artículo del martes sobre García Márquez y Vargas Llosa ha traído muchísimos comentarios. Algunos para tratar de enmendarlo, otros para mostrar sorpresa, y la mayoría para agradecerlo. Entre estos últimos está el profesor Amaury Ureña, que se queja porque le dedico mucho tiempo y espacio a la política intrascendente, sobre todo a los problemas del PRD. Considera él que si puedo hablar de temas tan interesantes y apasionantes como ese de la enfermedad de Gabo y de su vieja rencilla con Vargas Llosa, ¿cómo escribir tanto de la política interna y los partidos...?
Admito que la carta del profesor Ureña me ha puesto a reflexionar sobre todo esto. Y he llegado a una conclusión: Él tiene razón, pero no mucha...
El incorregible PRD absorbe todo el espacio que se debería dedicar a la política mundial, incluyendo las grandes conflagraciones, las guerras de Irak y Afganistán, la crisis económica europea, las elecciones de los Estados Unidos, la conquista del espacio y etcétera, etcétera, etcétera.
Pero el tema político dominicano atrae más lectoría en estos medios que todos los otros juntos. Los líos del PRD ñaunque luzca una aberraciónñ los sigue todo el mundo. Todos quieren saber “qué opinamos los opinadores” sobre tal o cual aspecto de esa crisis. Que si Leonel esto, que si Hipólito aquello, que si Miguel lo otro...
En ocasiones el hastío aparta a uno de eso. Pero así mismo se apartan casi todos los ojos de la columna. Y la gente nos escribe, nos pregunta, nos exige...
Por ejemplo...
Desde hace días, por ejemplo, he querido tratar el tema de los “enemigos íntimos” que trae la revista Esquire en su último número, pero fuera del caso de Gabo y Vargas Llosa no he podido escribir de eso porque siempre se atraviesa en el camino el conflicto perredeísta.
Fidel Castro y Che Guevara son tratados de forma desproporcionada por Esquire en su reportaje central. Miren lo que dice de ellos, en medio de dos impresionantes fotos de la época a página completa:
“La de estos dos revolucionarios fue una de esas relaciones predestinadas a ser carne de leyenda: dos amigos que lucharon codo con codo contra un enemigo superior por la libertad de su pueblo y que, tras la victoria, terminaron distanciándose por esa misma ambición contra la que habían combatido, hasta el punto de que uno acabó vendiendo a su hermano...
“Si bien empezaron como iguales, el Che se fue perfilando como el más idealista del grupo, mientras que Fidel exponía sus dotes de estadista y negociador”.
Todo eso es mentira, ¿verdad...? ¡Claro, propaganda de la derecha!
Fuente: Listin Diario
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