MORAL Y LUCES

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martes, 14 de agosto de 2018

Bosch: ¿por qué Judas Iscariote?




NÉSTOR MEDRANO

ensayo


El Judas que vendió a Cristo por 30 monedas de plata y luego se suicidó, ahorcándose por el dolor y los golpes de conciencia, es un motivo de controversia, que surge y resurge, y que al mismo tiempo pocos autores se atreven a referir, sobre todo en países que como República Dominicana, poseen una profunda vehemencia cristiana.

¿Fue Judas un traidor o un sujeto del plan de Dios, manejado y destinado- o ambas cosas a la vez-, con un plan preconcebido? Si el plan de Yahvé estaba concebido para que Jesús el Unigénito, el Hijo del Hombre, viviera y padeciera el más cruento de los sufrimientos, incluso la vejación, la humillación y la muerte física, ¿no formaba parte Judas Iscariote de ese plan superior que lo hizo seguir un guión ya escrito? Esa controversia, mítica o histórica, está latente, e incluso se mantiene viva entre doctrinarios y entendidos en la materia, que han visto en el comportamiento del discípulo una simbología de la avaricia, la ambición y el materialismo, elementos distorsionantes de las enseñanzas secretas llevadas a cabo por el Mesías, que buscaban otros valores como la salvación del alma.

Esa temática fue abordada por Juan Bosch, lo que permite una cosmovisión del temple intelectual de quien enfrentó a los sectores más conservadores de la Iglesia Católica, esgrimiendo una visual realista de la conducta de aquel “satanizado” discípulo de Jesús.

En su libro Judas el Calumniado, Juan Bosch explica que luego de dos mil años el Iscariote ha sido víctima del escarnio, sin el derecho a la defensa, debido a que nunca antes de su muerte pudo explicar sus motivos.

¿A qué se enfrentó Bosch al escribir sobre Judas? ¿Qué pensaron sus enemigos políticos, los sectores eclesiásticos que lo adversaron y sus detractores más encarnizados al darse a la tarea de revivir a un personaje odiado por haber aceptado dinero para entregar a Jesús, el hombre ejemplo del más grande amor hacia la humanidad?

Con sus antecedentes, su trajinar político y sus creencias no comprendidas, es claro que muchos acentuaron sus disquisiciones y sus perfidias. El otro ángulo es la honestidad del escritor fiel a sus ideas, que escribe porque es libre de hacerlo y porque la autocensura no es una opción para el literato legítimo.
“Judas no escribió, no adujo palabra en su defensa; y durante dos mil años no ha habido fuente directa en qué abrevar para justificar una revisión, del juicio que le ha condenado como arquetipo de traidor”, escribió Bosch.

¿Qué ganancia obtiene Juan Bosch al convertirse en abogado de la defensa del Judas y postular, con datos rigurosamente bien documentados, a favor de ese ser despreciable que obró indignamente contra quien había nacido de vientre de mujer pero que era el hijo del hacedor del universo? Es la osadía de rebatir criterios desde un ámbito literario-conceptual, que como los más grandes de todos los tiempos siembran en la controversia valores imperecederos del pensamiento. Para Bosch existía el método de la contradicción de la Historia, con la misma revisión de la Historia. Los acontecimientos fluyen como corrientes de río, por el cauce que quien maneja la Historia, su historia, dispone. Se descubre aquí la sabiduría de Bosch para escoger los escenarios. Podía plantear la novela para limpiar de algún modo- y las vías de la ficción permiten mil posibilidades-, esa vida que él supone enterrada por los oprobios del prejuicio. Pero Bosch escogió la vía del ensayo, de la enumeración de los hechos y al mismo tiempo de la enunciación dialéctica de la Historia. Del caso de Judas Iscariote, el autor hizo una trasposición ejemplarizante de otro caso de traición en la Historia: León Trotsky, de quien se decía traicionó los ideales de la Revolución Rusa, pero, quien al decir de Bosch, vivió lo bastante para defenderse y escribió explicando su conducta.

“Si los sucesores de Stalin en el mundo de la Revolución Rusa, sostienen ese punto de vista, dentro de un siglo, suponiendo que el comunismo llegue a gobernar en toda la tierra, no habrá ser vivo capaz de imaginarse, siquiera, cuál fue la verdadera actuación de León Trotsky”, matiza Bosch en sus interpretaciones sobre lo acontecido con Judas Iscariote.

El literato dominicano ha explicado que desde que ocurre el apresamiento de Jesús en el Huerto de los Olivos, Judas desaparece de entre los discípulos. Bosch, como intelectual de ideas firmes y haciendo galas de objetividad, fue explícito al decir que Judas Iscariote, el Calumniado, como libro no tenía el interés de defender al ahorcado y sin embargo, abunda planteando que el estudio de los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, además del Libro de los Hechos de los Apóstoles, que al consignar del autor son los documentos en los que basa sus argumentos la Iglesia Católica, “arroja resultados sorprendentes en cuanto a la conducta de Judas Iscariote”.

Bosch argumenta que los cinco libros analizados por él, fríamente, sin voluntad previa de hallar al discípulo referido culpable o inocente, lo llevan a conclusiones inesperadas: “Judas no traicionó a Jesús, no le vendió, no le besó, no cobró su infamia y por último no se ahorcó”. Ese juicio temerario del escritor de cuentos enfrenta desde su esencia y origen, planteamientos aceptados como verdad universal del mundo cristiano. Juicio puntilloso, incluso para los más fanáticos, que se vuelve más agrio cuando se pregunta: ¿por qué pues, la acusación? Bosch atribuye a la acusación de traición un matiz de contenido político “usado instintivamente por todos aquellos que se lanzan a la conquista del poder, ya sea en una sociedad o en una organización”.
El autor establece que la primera acusación contra Judas la hace Simón Pedro y que la supuesta traición fue inventada por los celos enllamados que despertó la designación del único hombre de los 12 que no era galileo: ocupó la tesorería del grupo y aunque asume que sería aventurado pensar que Judas quería encabezar la agrupación, se pregunta: “¿Pero quién asegura que sus compañeros no le atribuyen esas ambiciones?”.
Es mejor poner a Bosch a decir, por qué Judas Iscariote:
“Muerto Jesús, la organización de la Iglesia era un hecho político que no podía escapar a una ley universal en el fenómeno político. A la hora de ocupar el primer puesto-vale decir, el poder- en la congregación no podía presentarse a Caifás como el enemigo que debía odiarse, puesto que ese odio se fijaría en un objeto externo a la organización misma, y era además un sentimiento que atemorizaba, no unía, disgregaba; eso explica que la primera acusación fuera la de Simón Pedro”.(Santiago de Chile, 1954, págs. 235,238 y 241).

La visión de Bosch sobrepasa en este trabajo, que primero se publicó en tres artículos en la revista semanal Bohemia de la Habana, cualquier otro intento por ofrecer una panorámica sobre Judas Iscariote y el abordaje temático del conflicto. Juan Bosch se muestra como un intelectual sin prejuicios, que lejos de confrontar a la Iglesia como muchos pudieron creer y lejos de expresar una ideología procomunista y atea, en ese trabajo sustenta una tesis, que en la distancia y revisado sin apasionamientos, se trata de un análisis político.

El discipulado de Jesús era una organización aglutinante que Bosch vio como un elemento de de disputa interna, una vez desaparecido el Mesías. ¿Pecó sólo Judas Iscariote? ¿Acaso no fue elemento de desconfianza la negativa de Pedro cuando en el pueblo le imputaron ser de los hombres del Rabí? Jesús hizo el vaticinio en la misma mesa de la Santa Cena, en la cual anunció que sería denunciado. Como se apunta en el Libro de San Mateo, versículo 69 de la versión El Nuevo Testamento- Reina- Valera 1960, Pedro estaba sentado en el patio; y se le acercó una criada diciendo: tú también estabas con Jesús el galileo, más él negó delante de todos diciendo: “No sé lo que dices. Saliendo él a la puerta le vio otra vez y dijo a los que estaban allí “también éste estaba con Jesús Nazareno”, pero él dijo esta vez con juramento: no conozco al hombre. Un poco después, acercándose los que allí estaban, dijeron a Pedro: verdaderamente también tú eras de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre, entonces él comenzó a maldecir y a jurar: no conozco al hombre, y enseguida cantó el gallo. (Versículos 69-al 75).

Si ciertamente Judas “vendió y entregó a Jesús”, Pedro, el más aguerrido defensor del Maestro, lo negó tres veces antes de que el gallo cantara, como lo había profetizado Jesús. ¿Hubo temor al escarnio público? ¿Dolía el dolor? ¿Era malo, indigno y pecador, Pedro? ¿Obedeció a lo trazado en un guión preconcebido? Lo que hubo fue una lucha por la retención del poder y fue tan ardua que incluso, en esencia, Pedro se convirtió “en la roca sobre la cual se erigió la Iglesia”.
Bosch lo planteó de la manera siguiente: “ No hay sino una respuesta, y es que en esa acusación (la de traidor sobre Judas) jugó un papel importante un factor de índole política, usado instintivamente, por todos aquellos que se lanzan a la conquista del poder, ya sea en una sociedad o en una organización. Cualquier idea requiere ser divulgada en sentido positivo y en sentido negativo, si es que ha de ser impuesta”. La interpretación de Bosch sobre la tal acusación de traidor contra Judas- que la hubo según las narraciones bíblicas, estuvo limitada a un asunto de celos: Judas manejaba las finanzas del grupo y posteriormente podía alzarse con el santo y la limosna.
En el versículo 14 del capítulo Judas entrega a Jesús del Nuevo Testamento, edición antes citada de Mateo, dice: “Entonces, uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote fue a los principales sacerdotes y les dijo: qué me queréis dar y os lo entregaré. Y ellos le asignaron treinta piezas de plata y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.
El juicio valorativo de Bosch de que la actitud fue política, recorre un largo trayecto de más de dos mil años sobre una parte de la vida de Jesús de la cual se han tejido especulaciones , señalado cuestionamientos, dudado de algunos pasajes, lo que implica en el ensayista una preocupación intelectual, en la que se hace parte del litigio y ocupa el lugar de la defensa que pocos se han atrevido a insinuar, por lo espinoso del tema.
En definitiva, las apreciaciones de Juan Bosch sobre Judas el Calumniado, abren una parte del pensamiento del escritor, quien con sentido crítico emprendió un camino sin retroceso hacia la búsqueda-interpretativa o no- de la verdad sobre el Iscariote. También, el texto de esta obra permite al lector advertir que, a tantas décadas de haber sido escrito, resume la actualidad de un debate imperecedero sobre la vida de Jesús, el hombre más importante en la Historia de la Humanidad.

Publicadas por Néstor Medrano 

3 comentarios:

Hubert dijo...

En el versículo 14 del capítulo Judas entrega a Jesús del Nuevo Testamento, edición antes citada de Mateo, dice: “Entonces, uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote fue a los principales sacerdotes y les dijo: qué me queréis dar y os lo entregaré. Y ellos le asignaron treinta piezas de plata y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.
una pregunta como sabia Mateo lo Judas Habia dicho a los Principales Sacerdotes ¿El Estuvo ahi?4:32 p. m.
Danny Casado dijo...

Saludos Hubert, quiero de la manera más respetuosa posible contestar a tu pregunta. En realidad Mateo no estuvo ahí, pero sí hay una escritura que dice en 2Pedro 1.21: "Porque los profetas nunca hablaron por iniciativa humana; al contrario, eran hombres que hablaban de parte de Dios, dirigidos por el Espíritu Santo" 

Mateo no necesitaba estar presente en el lugar para saber lo ocurrido allí, porque Dios sí estaba y como dice la escritura, él solo escribió lo que Dios le dijo a través del espíritu.

Espero haya contestado a tu pregunta.

Saludos cordiales.1:38 p. m.
Liviano dijo...

En 1953, más de cincuenta años antes de la restauración y publicación de la traducción del "Evangelio de Judas" (contenido en el "Codex Tchacos"), Ediciones Sol, en México, publicaría la obra "El Vuelo de la Serpiente Emplumada" que consta de Tres Libros. 

El Libro Tercero contiene el relato del Apóstol Judas de Kariot de sus últimos días con su “Rabí Jesús” y en el que se clarifica que, tal como muestra el “Evangelio de Judas”, Judas no traicionó a Jesús el Cristo, sino que hizo lo que hizo, “más presto”, por amorosa, y por ello dolorosa, obediencia a su Maestro, realizando “el Papel” que Jesús le indicó que hiciera… 

“…suponer que Judas pudo engañar a Jesús es poco menos que blasfemar. La relación entre Cristo y sus discípulos es una relación que no puede concebir el hombre en términos de una vida ordinaria basada en las comprensiones que aportan los sentidos. Es necesario ir tras los sentidos. O sea formarse ojos para ver y oídos para oír; ver y oír significados más que hechos aislados, es ver y oír en un plano de relaciones. Se dice que Judas traicionó a Jesús, pero cuando se capta el significado de los hechos bien pronto se advierte que la conducta de Judas no fué obra de su propia voluntad; fué obligado a vender a Jesús. Lo que ‘vender’ significa en el lenguaje evangélico está relacionado con la pobreza o riqueza en espíritu. Solamente recuerda que se dice el reino de los cielos como algo muy precioso que un buen mercader encuentra, y que enseguida ‘vende’ todo cuanto tiene para poder hacerse de esa preciosidad. Invierte el proceso para acercarte a un entendimiento. El misterio de Judas es uno de los misterios que más nos confunden. Jesús sabía que iba a morir. Es más, sabía cómo iba a morir. Su muerte estaba ya predeterminada, de modo que no cabía traición alguna, porque cualquier traición requiere el elemento de una confianza basada en una ignorancia. Piénsalo un poco. Porque Jesús insiste en que él escogió a los doce y que uno de ellos era el diablo. Mirando los hechos retrospectivamente resulta muy fácil juzgar y condenar a Judas en base a lo que otros interpretan. Pero desentrañar el misterio por sí mismo llevado sólo por el ansia de conocer la verdad, ya es otra cosa. Todos llevamos un Judas dentro de nosotros, como llevamos a un Bautista, a un Pedro, un Juan y a casi todos los personajes que figuran en los Evangelios. Si se entiende que estos escritos tratan principalmente del desarrollo interior del hombre, se comienza a ver la legión de personajes en sí mismo y también los hechos y acontecimientos que los relacionan.”

Extracto de la obra "El Vuelo de la Serpiente Emplumada", Libro I.

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