SEÑORES DEL PENTÁGONO Y SIONISTAS DE ISRAEL NO INVENTEN CON IRÁN,LA SAL PODRÍA SALIR MAS CARA QUE EL CHIVO
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El 13 de
octubre del año 2011, a las tres semanas de iniciarse en Nueva York el
movimiento llamado “Ocupa Wall Street”, su proyección nacional e
internacional era de tal magnitud que lograba ubicarse en el centro del
debate político y mediático en EE.UU. con hasta 400 notas o reportes diarios
de la prensa escrita y televisiva y con más de 200 cuentas de Facebook y
Twitter creadas por ciudadanos estadounidenses para debatir el tema.
Al paso de
las semanas el movimiento en lugar de diluirse se generalizaba y se extendía
en forma pacífica a numerosas ciudades de EE.UU. al tiempo que eran apoyados
por figuras de la intelectualidad, por alguna prensa no monopólica, por
desempleados, por representaciones sindicales, estudiantiles y de numerosos
otros sectores descontento, así como por indignados por las políticas de
exclusión y despojo a las mayorías estadounidenses por parte de las élites de
poder capitalistas, en especial por el sistema bancario y financiero nacional
e internacional, puestos en total evidencia en su carácter mafioso y
delictivo apoyado por los representantes de los dos grandes partidos
políticos que representan al Imperio y a la República estadounidense.
Cada vez
más el movimiento en EE.UU. ha sido atacado con expresiones despectivas,
peyorativas y agresivas por parte de personeros de la derecha republicana,
entre ellos aspirantes a la presidencia en las elecciones del 2012, mientras
sus manifestaciones y expresiones de lucha y de protesta son cada vez más
reprimidos por las autoridades policiales con la dirección y el apoyo de las
alcaldías y de otras autoridades de varias de las ciudades donde
obstinadamente expresan sus reclamos.
Esta es
una situación de grandes implicaciones políticas futuras para los grandes
grupos de poder capitalista en EE.UU. por lo que había que atajarla,
desvirtuarla y distraerla de la atención pública, y los genios
mercadotécnicos de la Casa Blanca de Barack Obama en cuanto a política
nacional e internacional se refiere, revivían la guerra global contra el
terrorismo y las amenazas a la sacrosanta seguridad nacional por lo que las
máximas autoridades de la administración de Barack Obama desataban una
campaña mediática y diplomática en forma simplona, irresponsable y amenazante
sobre un supuesto complot patrocinado por el Gobierno de Irán para asesinar
al embajador de Arabia Saudita en EE.UU. y atacar a las embajadas de ese país
y de Israel en Washington sin presentar la menor evidencia ni prueba alguna,
imputaciones que de inmediato fueron tajantemente rechazadas por el Gobierno
de Irán y calificadas por muchos expertos nacionales e internacionales como
un complot chapucero y mal organizado basado solo en suposiciones subjetivas.
Durante el
mes de noviembre del 2011 continuaba el más reciente guión de una ruta
crítica para la preparación de la opinión nacional e internacional para
realizar un ataque militar por parte de Israel, EE.UU. y al menos RU contra
las instalaciones nucleares de Irán, a partir de la manipulación mediática de
filtraciones de un politizado informe de la Agencia Internacional de Energía
Atómica (AIEA) calificado como secreto y de una resolución consecuente por
parte de la mayoría de sus gobernadores a favor de las potencias occidentales,
sobre las posibilidades de que Irán hubiera trabajado en la fabricación de un
arma nuclear y en cuanto a su futuro lanzamiento misilístico, temas que se
apartaban por completo de las responsabilidades y de las normas de esa
organización de la ONU, obteniendo la resistencia de importantes países como
Rusia y China por su parcialidad, por su subjetividad y por la gran
peligrosidad que representa a nivel regional y hasta mundial y por
considerarlos como un clásico intento de lograr un cambio de gobierno en el
país persa, al igual que estaba pasando en esos momentos respecto al gobierno
sirio presidido por Bashar Al Assad..
El día 13
de noviembre la embajadora estadounidense en la ONU, Susan Rice, dijo a la
cadena BBC que la posibilidad de una intervención militar en Irán estaba
sobre la mesa y constituía una creciente opción real, así como que la
administración del presidente Barack Obama estaba llegando a la conclusión de
que era necesario acabar con el actual régimen de Irán para evitar que este
cree un arsenal nuclear, “soy una convencida de que el cambio de régimen va a
ser nuestra única opción aquí“. Adicionalmente se creaban condiciones
favorables para justificar la aprobación de nuevas y mayores sanciones
bilaterales y regionales contra Irán encabezadas entre otros por los
gobiernos de EE.UU., Francia, RU, Alemania y la Unión Europea en general.
Como parte
de los preparativos de la guerra de EE.UU. y de Israel contra Irán, a
mediados del propio mes de noviembre el periódico The Wall Street Journal
informaba sobre la próxima firma de un acuerdo de EE.UU. con los Emiratos
Árabes Unidos, país del Golfo Pérsico separado por un pequeño estrecho de la
República Islámica de Irán, para la venta de armas avanzadas, entre ellas 500
misiles Hellfire (aire-superficie) y 4,900 bombas inteligentes conocidas como
“bunker-busters, similares a las entregadas antes por EE.UU. a Israel,
capaces de atacar fábricas subterráneas iraníes donde supuestamente se
trabaja en armas nucleares.
De esta
forma se refuerza aun más la capacidad militar de las monarquías aliadas y
totalmente subordinadas a EE.UU. separados de Irán por el Golfo Pérsico y
estructuradas en el Consejo de Cooperación del Golfo, como parte de su
enfrentamiento político, diplomático y militar contra Irán y aliadas
eventualmente a Israel contra Siria e Irán, así como para reforzarlas
militarmente en su posición reaccionaria dentro de la Liga Árabe para imponer
los intereses imperiales a otros países miembros como Siria, Yemen, Egipto,
Túnez, Libia, Argelia, Jordania y Marruecos, abiertamente apoyados en el caso
de Siria por el gobierno de Turquía. Al propio tiempo mandos militares de
EE.UU. anunciaban la realización de próximas maniobras militares conjuntas de
EE.UU. y de Israel, calificadas como las “más importantes y de mayor
trascendencia en la historia de los aliados”.
El tratar
de involucrar directamente a las monarquías del Golfo Pérsico en los planes
de agresión militar contra Irán parecen constituir recientes modificaciones
al Plan de Contingencias CONPLAN 8022, en elaboración al menos desde el año
2003 a partir del “Theater Iran Near Term”, el TIRANNT, (escenario iraní
a corto plazo) que estructuraba los planes para atacar a Irán después de la
invasión a Irak, tal como ya estaba concebido desde el año 1995 por el
Comando Central del Pentágono de EE.UU. (USCENTCOM), en lo que hoy se conoce
como “Ataque Global Inmediato Convencional”, en concordancia con el documento
conocido como “Nuclear Posture Review (NPR)” presentado al Congreso el 31 de
diciembre del 2001 por George W. Bush y en el cual se redefinió una vez más
la estrategia nuclear de EE.UU. justificando un ataque nuclear preventivo por
parte del Imperio estadounidense, lo cual ha sido ratificado por la
administración de Barack Obama, así como por la OTAN, por Israel y en cierta
forma por la UE, al menos en algún momento por el gobierno de Francia.
El Ataque
Global Inmediato Convencional está concebido para realizar un ataque global
contra potenciales enemigos, incluyendo en este caso un ataque devastador
contra Irán con la opción nuclear, el cual contempla un ataque inicial
“quirúrgico” desde buques de guerra y por aviones desplegados en bases en
EE.UU. en la región y en la base de Diego García en el Pacífico, continuado
por un fuerte destacamento aéreo y naval en la zona cercana al golfo
Arábigo-Pérsico de al menos 3 grupos de ataque navales y aéreos desplazados a
la zona capaces de alcanzar en pocas horas hasta 10,000 objetivos nucleares,
militares y de infraestructura y servicios civiles iraníes, ataques que
estarían apoyados por fuerzas aéreas y navales del RU y de Israel que en 3
oleadas sucesivas atacarían con bombas anti-búnker (incluso bombas nucleares
tácticas) a instalaciones nucleares iraníes de producción de energía
eléctrica como la de Bushehr, protegidos por los aviones AWACS y otras naves
de guerra de EE.UU. estacionados en la zona, igualmente apoyarían el ataque
las bases de la OTAN estacionadas en Europa y fuerzas terrestres de EE.UU.
reforzadas en Kuwait, Iraq y Afganistán.
En años
recientes se maneja internacionalmente la variante de iniciar los ataques
aéreos quirúrgicos contra instalaciones nucleares de Irán por parte de
aviones procedentes de Israel atravesando Arabia Saudita o Irak, con o sin el
consentimiento de sus respectivos gobiernos, para así tratar de justificar en
algo la participación posterior de las potencias occidentales en el
conflicto, argumentando que fueron arrastrados a la guerra a favor de Israel
en respuesta a un apoyo irrestricto a ese país, nunca cuestionado y siempre
reafirmado, respecto a las acciones miniimperiales de Israel en la región.
La llamada
política inteligente del imperio estadounidense por parte del más que
mentiroso e hipócrita presidente estadounidense, el Premio Nóbel de la Guerra
y muy demócrata Barack Obama, y las dificultades internas desde el punto de
vista financiero, económico y social que afectan a los equipos gobernantes de
EE.UU., de Israel y de varios países de la UE, junto con las inestabilidades
y convulsiones en muchos países árabes, algunas de ellas intencionalmente
provocadas como en Libia, Yemen y Siria, parecen aconsejar la utilización de
esta variante, cuyas consecuencias estarían grandemente en dependencia de la
reacción del Gobierno, de las Fuerzas Armadas y del pueblo de Irán, y de muy
probables enfrentamientos contra tropas de Israel por parte de Siria para la
recuperación de las alturas del Golán sirio y por parte de los movimientos de
resistencia Hezbollah desde el Líbano y de Hamás desde la Franja de Gaza en
la Palestina ocupada, así como del comportamiento y desarrollo de otros
factores geoestratégicos como las reacciones en los países árabes e islámicos
en general y por los gobiernos de grandes países cercanos como los de Rusia y
China, los cuales podrían ser gravemente afectados por un conflicto
generalizado de imprevisibles consecuencias.
Una
conflagración nuclear local o regional tomando como centro a Irán se presenta
cada día con una mayor probabilidad de ocurrencia debido a que sería el
resultado de un proceso acumulativo de progresivas agresiones contra Irán
desde finales de los años 70 del siglo XX por parte de las sucesivas
administraciones de EE.UU. como resultado del triunfo de la Revolución
Islámica contestataria a los intereses hegemónicos de EE.UU. en la región, y
por realizarse en un momento de crisis generalizada de la hegemonía de las
potencias neocoloniales e imperialistas en la región como lo demuestra la
falsa retirada militar de Irak, el empantanamiento en Afganistán donde ya se
hizo público un acuerdo militar estratégico a largo plazo para establecer en
el país grandes bases militares estadounidenses, un mayor enfrentamiento
tribal y étnico en Libia con su total desestabilización y la posibilidad de
evolución hacia una nueva Somalia en este caso en el centro del norte de
África de cara al mar Mediterráneo, las dificultades encontradas para
reproducir con éxito en Siria el modelo utilizado en Libia para el cambio de
gobierno, de acuerdo en este caso a los intereses imperiales occidentales
junto con los de Israel y de las monarquías del golfo Pérsico y el inicio del
fraccionamiento y destrucción de la Liga Árabe como instrumento imperial en
el pretendido propósito de crear un nuevo “Gran Oriente Medio” al servicio de
las transnacionales de EE.UU.
Entre las
posibles acciones defensivas y contraofensivas a realizar por parte de Irán
se encuentran el minado de las aguas del golfo Pérsico, del Estrecho de Ormuz
y de parte del golfo de Omán por parte de las fuerzas navales y aéreas de
Irán, existiendo además la posibilidad de la destrucción por distintas
razones y vías de una parte considerable de las instalaciones petroleras de
la región, todo lo cual elevaría los precios del petróleo a niveles
insoportables en particular para las economías desarrolladas importadoras de
petróleo produciéndose una grave recesión mundial, además de ataques aéreos
masivos contra las instalaciones nucleares de Israel, ataques aéreos y
marítimos contra los navíos de guerra de EE.UU. y de Israel situados en las
aguas cercanas a Irán y ataques aéreos, marítimos y terrestres contra las
bases y los contingentes militares de EE.UU. desplegados en países vecinos y
cercanos a Irán como Afganistán, Irak, Kuwait, Qatar, Bahrein, Omán, Emiratos
Árabes Unidos, Arabia Saudita y Jordania, hasta llegar por tierra a Israel.
Los
contraataques masivos por tierra por parte de las fuerzas iraníes seguramente
serían realizados por cientos o miles de batallones móviles y
convenientemente dispersos que solo podrían contrarrestarse con la utilización
de bombas nucleares de distinta intensidad, con las correspondientes
afectaciones directas a esos países incluyendo a las tropas estadounidenses
en ellos estacionadas. Entre otros importantes países que podrían ser
afectados directa o indirectamente por las radiaciones y por otros terribles
efectos resultantes de explosiones nucleares además de Rusia y de China
estarían países del Asia Central y de la cuenca del mar Caspio como
Azerbaiyán, Kazajstán, Turkmenistán, Uzbekistán y Armenia, así como Turquía, Paquistán
y la India, estos dos últimos con capacidades militares nucleares.
Un
conflicto nuclear alrededor de Irán produciría para los atacantes desastrosas
relaciones de beneficios/costos debido a las afectaciones a las principales
fuentes de energía fósiles en particular en el Medio Oriente, aunque tendría
el beneficio adicional de que podrían ser afectados importantes competidotes
geoestratégicos de EE.UU. como Rusia y China, al tiempo que otros
competidores serían grandemente perjudicados como los casos de Francia,
Italia y Alemania en cuanto a su mayor dependencia del petróleo procedente
del golfo Pérsico. Otros posibles beneficios para algunos países capitalistas
desarrollados en crecientes e inevitables crisis sistémicas se derivarían de
establecer una forma de preservar el capitalismo del siglo XXI, sobre lo cual
termino este artículo reproduciendo un párrafo de un artículo titulado “Las
próximas guerras nucleares. ¿Realidad o fantasía? (ParteI)” publicado en esta
página web en septiembre del 2011.
“Por esta razón a los ideólogos y defensores del gran
capital en particular de EE.UU. se les presenta el gran dilema de cómo
preservar y desarrollar el “capitalismo del siglo XXI”, para lo cual tienen entre otros muchos
requerimientos el lograr una “drástica, rápida y prolongada disminución
demográfica a nivel mundial” la cual deberá mantenerse durante los próximos
siglos, eliminando a cientos y si es posible a miles de millones de personas
que nunca serían consumidores y sobre todo compradores de los bienes y
servicios producidos por los países líderes de la Estrategia de Dominación
Mundial (EDM), por lo cual se convierten en entes a ser desechados y
eliminados, logrando de paso que tampoco consuman en cantidades importantes
recursos naturales como el petróleo y otras fuentes de energía, agua potable
y alimentos competidores de los biocombustibles para el transporte del Primer
Mundo, lográndose de esta forma un deseado reequilibrio entre la demanda y
las posibilidades de compra de los sobrevivientes con la capacidades
instaladas por parte del capital privado sin tener que realizar nuevas y
costosas inversiones que respondan al actual imposible crecimiento económico
ilimitado a nivel mundial, un crecimiento cada vez más cuestionado, incierto,
amenazante y costoso con beneficios muy bajos y dudosos y por tanto indeseado
y en su momento inaceptable para el gran capital privado.”
Frank Rodríguez Bueno (La Jiribilla)
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