MORAL Y LUCES

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martes, 10 de julio de 2012

LA GUERRA CONTRA IRÁN Y SUS AMENAZAS NUCLEARES


SEÑORES DEL PENTÁGONO Y SIONISTAS DE ISRAEL NO INVENTEN CON IRÁN,LA SAL PODRÍA SALIR MAS CARA QUE EL CHIVO 




El 13 de octubre del año 2011, a las tres semanas de iniciarse en Nueva York el movimiento llamado “Ocupa Wall Street”, su proyección nacional e internacional era de tal magnitud que lograba ubicarse en el centro del debate político y mediático en EE.UU. con hasta 400 notas o reportes diarios de la prensa escrita y televisiva y con más de 200 cuentas de Facebook y Twitter creadas por ciudadanos estadounidenses para debatir el tema.
Al paso de las semanas el movimiento en lugar de diluirse se generalizaba y se extendía en forma pacífica a numerosas ciudades de EE.UU. al tiempo que eran apoyados por figuras de la intelectualidad, por alguna prensa no monopólica, por desempleados, por representaciones sindicales, estudiantiles y de numerosos otros sectores descontento, así como por indignados por las políticas de exclusión y despojo a las mayorías estadounidenses por parte de las élites de poder capitalistas, en especial por el sistema bancario y financiero nacional e internacional, puestos en total evidencia en su carácter mafioso y delictivo apoyado por los representantes de los dos grandes partidos políticos que representan al Imperio y a la República estadounidense.

Cada vez más el movimiento en EE.UU. ha sido atacado con expresiones despectivas, peyorativas y agresivas por parte de personeros de la derecha republicana, entre ellos aspirantes a la presidencia en las elecciones del 2012, mientras sus manifestaciones y expresiones de lucha y de protesta son cada vez más reprimidos por las autoridades policiales con la dirección y el apoyo de las alcaldías y de otras autoridades de varias de las ciudades donde obstinadamente expresan sus reclamos.

Esta es una situación de grandes implicaciones políticas futuras para los grandes grupos de poder capitalista en EE.UU. por lo que había que atajarla, desvirtuarla y distraerla de la atención pública, y los genios mercadotécnicos de la Casa Blanca de Barack Obama en cuanto a política nacional e internacional se refiere, revivían la guerra global contra el terrorismo y las amenazas a la sacrosanta seguridad nacional por lo que las máximas autoridades de la administración de Barack Obama desataban una campaña mediática y diplomática en forma simplona, irresponsable y amenazante sobre un supuesto complot patrocinado por el Gobierno de Irán para asesinar al embajador de Arabia Saudita en EE.UU. y atacar a las embajadas de ese país y de Israel en Washington sin presentar la menor evidencia ni prueba alguna, imputaciones que de inmediato fueron tajantemente rechazadas por el Gobierno de Irán y calificadas por muchos expertos nacionales e internacionales como un complot chapucero y mal organizado basado solo en suposiciones subjetivas.



Durante el mes de noviembre del 2011 continuaba el más reciente guión de una ruta crítica para la preparación de la opinión nacional e internacional para realizar un ataque militar por parte de Israel, EE.UU. y al menos RU contra las instalaciones nucleares de Irán, a partir de la manipulación mediática de filtraciones de un politizado informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) calificado como secreto y de una resolución consecuente por parte de la mayoría de sus gobernadores a favor de las potencias occidentales, sobre las posibilidades de que Irán hubiera trabajado en la fabricación de un arma nuclear y en cuanto a su futuro lanzamiento misilístico, temas que se apartaban por completo de las responsabilidades y de las normas de esa organización de la ONU, obteniendo la resistencia de importantes países como Rusia y China por su parcialidad, por su subjetividad y por la gran peligrosidad que representa a nivel regional y hasta mundial y por considerarlos como un clásico intento de lograr un cambio de gobierno en el país persa, al igual que estaba pasando en esos momentos respecto al gobierno sirio presidido por Bashar Al Assad..

El día 13 de noviembre la embajadora estadounidense en la ONU, Susan Rice, dijo a la cadena BBC que la posibilidad de una intervención militar en Irán estaba sobre la mesa y constituía una creciente opción real, así como que la administración del presidente Barack Obama estaba llegando a la conclusión de que era necesario acabar con el actual régimen de Irán para evitar que este cree un arsenal nuclear, “soy una convencida de que el cambio de régimen va a ser nuestra única opción aquí“. Adicionalmente se creaban condiciones favorables para justificar la aprobación de nuevas y mayores sanciones bilaterales y regionales contra Irán encabezadas entre otros por los gobiernos de EE.UU., Francia, RU, Alemania y la Unión Europea en general.

Como parte de los preparativos de la guerra de EE.UU. y de Israel contra Irán, a mediados del propio mes de noviembre el periódico The Wall Street Journal informaba sobre la próxima firma de un acuerdo de EE.UU. con los Emiratos Árabes Unidos, país del Golfo Pérsico separado por un pequeño estrecho de la República Islámica de Irán, para la venta de armas avanzadas, entre ellas 500 misiles Hellfire (aire-superficie) y 4,900 bombas inteligentes conocidas como “bunker-busters, similares a las entregadas antes por EE.UU. a Israel, capaces de atacar fábricas subterráneas iraníes donde supuestamente se trabaja en armas nucleares.

De esta forma se refuerza aun más la capacidad militar de las monarquías aliadas y totalmente subordinadas a EE.UU. separados de Irán por el Golfo Pérsico y estructuradas en el Consejo de Cooperación del Golfo, como parte de su enfrentamiento político, diplomático y militar contra Irán y aliadas eventualmente a Israel contra Siria e Irán, así como para reforzarlas militarmente en su posición reaccionaria dentro de la Liga Árabe para imponer los intereses imperiales a otros países miembros como Siria, Yemen, Egipto, Túnez, Libia, Argelia, Jordania y Marruecos, abiertamente apoyados en el caso de Siria por el gobierno de Turquía. Al propio tiempo mandos militares de EE.UU. anunciaban la realización de próximas maniobras militares conjuntas de EE.UU. y de Israel, calificadas como las “más importantes y de mayor trascendencia en la historia de los aliados”.

El tratar de involucrar directamente a las monarquías del Golfo Pérsico en los planes de agresión militar contra Irán parecen constituir recientes modificaciones al Plan de Contingencias CONPLAN 8022, en elaboración al menos desde el año 2003 a partir del “Theater Iran Near Term”, el TIRANNT, (escenario iraní a corto plazo) que estructuraba los planes para atacar a Irán después de la invasión a Irak, tal como ya estaba concebido desde el año 1995 por el Comando Central del Pentágono de EE.UU. (USCENTCOM), en lo que hoy se conoce como “Ataque Global Inmediato Convencional”, en concordancia con el documento conocido como “Nuclear Posture Review (NPR)” presentado al Congreso el 31 de diciembre del 2001 por George W. Bush y en el cual se redefinió una vez más la estrategia nuclear de EE.UU. justificando un ataque nuclear preventivo por parte del Imperio estadounidense, lo cual ha sido ratificado por la administración de Barack Obama, así como por la OTAN, por Israel y en cierta forma por la UE, al menos en algún momento por el gobierno de Francia.

El Ataque Global Inmediato Convencional está concebido para realizar un ataque global contra potenciales enemigos, incluyendo en este caso un ataque devastador contra Irán con la opción nuclear, el cual contempla un ataque inicial “quirúrgico” desde buques de guerra y por aviones desplegados en bases en EE.UU. en la región y en la base de Diego García en el Pacífico, continuado por un fuerte destacamento aéreo y naval en la zona cercana al golfo Arábigo-Pérsico de al menos 3 grupos de ataque navales y aéreos desplazados a la zona capaces de alcanzar en pocas horas hasta 10,000 objetivos nucleares, militares y de infraestructura y servicios civiles iraníes, ataques que estarían apoyados por fuerzas aéreas y navales del RU y de Israel que en 3 oleadas sucesivas atacarían con bombas anti-búnker (incluso bombas nucleares tácticas) a instalaciones nucleares iraníes de producción de energía eléctrica como la de Bushehr, protegidos por los aviones AWACS y otras naves de guerra de EE.UU. estacionados en la zona, igualmente apoyarían el ataque las bases de la OTAN estacionadas en Europa y fuerzas terrestres de EE.UU. reforzadas en Kuwait, Iraq y Afganistán.



En años recientes se maneja internacionalmente la variante de iniciar los ataques aéreos quirúrgicos contra instalaciones nucleares de Irán por parte de aviones procedentes de Israel atravesando Arabia Saudita o Irak, con o sin el consentimiento de sus respectivos gobiernos, para así tratar de justificar en algo la participación posterior de las potencias occidentales en el conflicto, argumentando que fueron arrastrados a la guerra a favor de Israel en respuesta a un apoyo irrestricto a ese país, nunca cuestionado y siempre reafirmado, respecto a las acciones miniimperiales de Israel en la región.

La llamada política inteligente del imperio estadounidense por parte del más que mentiroso e hipócrita presidente estadounidense, el Premio Nóbel de la Guerra y muy demócrata Barack Obama, y las dificultades internas desde el punto de vista financiero, económico y social que afectan a los equipos gobernantes de EE.UU., de Israel y de varios países de la UE, junto con las inestabilidades y convulsiones en muchos países árabes, algunas de ellas intencionalmente provocadas como en Libia, Yemen y Siria, parecen aconsejar la utilización de esta variante, cuyas consecuencias estarían grandemente en dependencia de la reacción del Gobierno, de las Fuerzas Armadas y del pueblo de Irán, y de muy probables enfrentamientos contra tropas de Israel por parte de Siria para la recuperación de las alturas del Golán sirio y por parte de los movimientos de resistencia Hezbollah desde el Líbano y de Hamás desde la Franja de Gaza en la Palestina ocupada, así como del comportamiento y desarrollo de otros factores geoestratégicos como las reacciones en los países árabes e islámicos en general y por los gobiernos de grandes países cercanos como los de Rusia y China, los cuales podrían ser gravemente afectados por un conflicto generalizado de imprevisibles consecuencias.

Una conflagración nuclear local o regional tomando como centro a Irán se presenta cada día con una mayor probabilidad de ocurrencia debido a que sería el resultado de un proceso acumulativo de progresivas agresiones contra Irán desde finales de los años 70 del siglo XX por parte de las sucesivas administraciones de EE.UU. como resultado del triunfo de la Revolución Islámica contestataria a los intereses hegemónicos de EE.UU. en la región, y por realizarse en un momento de crisis generalizada de la hegemonía de las potencias neocoloniales e imperialistas en la región como lo demuestra la falsa retirada militar de Irak, el empantanamiento en Afganistán donde ya se hizo público un acuerdo militar estratégico a largo plazo para establecer en el país grandes bases militares estadounidenses, un mayor enfrentamiento tribal y étnico en Libia con su total desestabilización y la posibilidad de evolución hacia una nueva Somalia en este caso en el centro del norte de África de cara al mar Mediterráneo, las dificultades encontradas para reproducir con éxito en Siria el modelo utilizado en Libia para el cambio de gobierno, de acuerdo en este caso a los intereses imperiales occidentales junto con los de Israel y de las monarquías del golfo Pérsico y el inicio del fraccionamiento y destrucción de la Liga Árabe como instrumento imperial en el pretendido propósito de crear un nuevo “Gran Oriente Medio” al servicio de las transnacionales de EE.UU.

Entre las posibles acciones defensivas y contraofensivas a realizar por parte de Irán se encuentran el minado de las aguas del golfo Pérsico, del Estrecho de Ormuz y de parte del golfo de Omán por parte de las fuerzas navales y aéreas de Irán, existiendo además la posibilidad de la destrucción por distintas razones y vías de una parte considerable de las instalaciones petroleras de la región, todo lo cual elevaría los precios del petróleo a niveles insoportables en particular para las economías desarrolladas importadoras de petróleo produciéndose una grave recesión mundial, además de ataques aéreos masivos contra las instalaciones nucleares de Israel, ataques aéreos y marítimos contra los navíos de guerra de EE.UU. y de Israel situados en las aguas cercanas a Irán y ataques aéreos, marítimos y terrestres contra las bases y los contingentes militares de EE.UU. desplegados en países vecinos y cercanos a Irán como Afganistán, Irak, Kuwait, Qatar, Bahrein, Omán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Jordania, hasta llegar por tierra a Israel.

Los contraataques masivos por tierra por parte de las fuerzas iraníes seguramente serían realizados por cientos o miles de batallones móviles y convenientemente dispersos que solo podrían contrarrestarse con la utilización de bombas nucleares de distinta intensidad, con las correspondientes afectaciones directas a esos países incluyendo a las tropas estadounidenses en ellos estacionadas. Entre otros importantes países que podrían ser afectados directa o indirectamente por las radiaciones y por otros terribles efectos resultantes de explosiones nucleares además de Rusia y de China estarían países del Asia Central y de la cuenca del mar Caspio como Azerbaiyán, Kazajstán, Turkmenistán, Uzbekistán y Armenia, así como Turquía, Paquistán y la India, estos dos últimos con capacidades militares nucleares.

Un conflicto nuclear alrededor de Irán produciría para los atacantes desastrosas relaciones de beneficios/costos debido a las afectaciones a las principales fuentes de energía fósiles en particular en el Medio Oriente, aunque tendría el beneficio adicional de que podrían ser afectados importantes competidotes geoestratégicos de EE.UU. como Rusia y China, al tiempo que otros competidores serían grandemente perjudicados como los casos de Francia, Italia y Alemania en cuanto a su mayor dependencia del petróleo procedente del golfo Pérsico. Otros posibles beneficios para algunos países capitalistas desarrollados en crecientes e inevitables crisis sistémicas se derivarían de establecer una forma de preservar el capitalismo del siglo XXI, sobre lo cual termino este artículo reproduciendo un párrafo de un artículo titulado “Las próximas guerras nucleares. ¿Realidad o fantasía? (ParteI)” publicado en esta página web en septiembre del 2011.

“Por esta razón a los ideólogos y defensores del gran capital en particular de EE.UU. se les presenta el gran dilema de cómo preservar y desarrollar el “capitalismo del siglo XXI”, para lo  cual tienen entre otros muchos requerimientos el lograr una “drástica, rápida y prolongada disminución demográfica a nivel mundial” la cual deberá mantenerse durante los próximos siglos, eliminando a cientos y si es posible a miles de millones de personas que nunca serían consumidores y sobre todo compradores de los bienes y servicios producidos por los países líderes de la Estrategia de Dominación Mundial (EDM), por lo cual se convierten en entes a ser desechados y eliminados, logrando de paso que tampoco consuman en cantidades importantes recursos naturales como el petróleo y otras fuentes de energía, agua potable y alimentos competidores de los biocombustibles para el transporte del Primer Mundo, lográndose de esta forma un deseado reequilibrio entre la demanda y las posibilidades de compra de los sobrevivientes con la capacidades instaladas por parte del capital privado sin tener que realizar nuevas y costosas inversiones que respondan al actual imposible crecimiento económico ilimitado a nivel mundial, un crecimiento cada vez más cuestionado, incierto, amenazante y costoso con beneficios muy bajos y dudosos y por tanto indeseado y en su momento inaceptable para el gran capital privado.”


Frank Rodríguez Bueno (La Jiribilla)

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