A PLENO PULMÓN
Membrana delgadísima
Las apuestas deportivas, los casinos con ruletas y máquinas tragamonedas, han ido ganando mala fama como actividades que corren parejas con la prostitución y la venta de narcóticos. Claro está que no es lo mismo operar una banca de apuestas que vender heroína. Sin embargo, los agentes de la “Interpol” dan por sentado que donde se acumulan montañas de dinero en efectivo es más fácil lavar ganancias del narcotráfico. Si el juego es legal, debe pagar impuestos; y si paga impuestos, no es un comercio sucio. Lo mismo ocurre con la prostitución. Si los lugares para encuentros sexuales, salas de pornografía, dormitorios con horarios restringidos, pagan impuestos internos, tampoco son negocios ilícitos.
Son muchísimas las personas en todo el mundo que consumen drogas de este o aquel tipo; el 50% de los medicamentos de uso habitual contienen alguna substancia narcótica. Así como las medicinas son adulteradas sin ningún escrúpulo, también las drogas estupefacientes se alteran o falsifican. Cuando no hay piedad para un enfermo de los riñones o del corazón, no puede haber consideración para un adicto a la cocaína. Lo importante es vender a buen precio un polvo blanco cualquiera: talco, calcio, sal marina. Las trampas se anudan unas a otras en un ambiente presidido por embaucadores y mafiosos.
Los últimos escándalos relativos a la banca, en México y en los EUA, indican que el dinero sucio se lavaba a manos llenas, en dólares y en pesos. Había poquísima supervisión en ambos países. Un ex funcionario del Banco Central Europeo declaró ayer: el sistema financiero “está drogado”, queriendo decir “aletargado”. Después de las últimas elecciones de México, el candidato perdedor, López Obrador, dijo a la prensa que los narcotraficantes habían financiado la campaña del Presidente electo.
Cada día es más tenue la membrana que separa las actividades correctas y legales de los negocios turbios que, antiguamente, se creía estaban limitados a “los bajos fondos” de las sociedades. El hampa lo ha invadido todo, dicen algunos religiosos; estamos cerca de regresar a Sodoma y Gomorra. ¿Se han proletarizado los burgueses? ¿O se han aburguesado los proletarios? ¿La democratización de las costumbres entra en juego? La lucha por “repartir la riqueza” es hoy una contienda sin misericordia.
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