MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

lunes, 9 de julio de 2012


La gravedad de la acción de los policías en SFM
Orlando Gil
orlandogil@codetel.net.do
TRAILER.- El capítulo de San Francisco de Macorís como que lo quieren cerrar muy rápido y de forma expedita. La suspensión del oficial responsable, su sustitución en la comandancia regional y la consabida comisión investigadora. Que se supone de policías, de compañeros de armas. La impresión que se da no deja dudas de la intención. Quiere convencerse a la opinión pública de que lo ocurrido no tiene nada de extraordinario, de que es el pan de cada día. De que no hay porqué rasgarse las vestiduras, ni ver más allá de  un exceso de autoridad corregido a tiempo y sin mayores consecuencias. La verdad que no. Que no se le debe echar tierra y mucho menos tan pronto. La situación fue grave y podría ser peor, pues además de los antecedentes, no debe obviarse el momento. Esto es, que es grave adentro y afuera, por ahora y por después. Que nadie crea que fue un exabrupto, puesto que los generales de ahora leen derecho y no se equivocan con los códigos o desconocen sus normas. Si lo tratan como si fuera un tumorcito, que no se quejen cuando haga metástasis...
ANTES.-  No debe olvidarse que no  hace mucho en Santiago un oficial agravió a una mujer policía porque ésta se resistió a  entregar un preso (civil, en ese caso) que por alguna razón  quería tener bajo su custodia. Así, que los rescates no son cosa de ahora, y si se permite que se levante tanto polvo, no habrá lamento que valga cuando lleguen los lodos. No hay dudas de que en San Francisco de Macorís hubo una insubordinación a la ley y a los poderes instituidos. Hasta ahora nadie cuenta la película completa, y los trailers no son suficientes, pues desde cualquier ángulo que se  analice la cuestión, el general Miguel Cruz Reyna no se pasó de la raya. Lo que hizo fue quitar la raya y asumir como propia una jurisdicción ajena. Incluso, se destaca que su audacia tuvo un fin noble: salvar a uno de los suyos. Como si se tratara del soldado Ryan y su acción se explicara por si misma y tuviera justificativo moral. En una sociedad de percepciones, ya aparecen quienes aprecian su talante y reconocen su carácter. De que no solo diera la cara, sino que ofreciera el pecho...
EL HÉROE.- Si se hiciera una encuesta entre policías, de seguro que el general Cruz Reyna quedaría como un héroe, pues una parte de la población civil lo está viendo así. Como un oficial que no rehuye responsabilidades. Y los malos ejemplos contagian y cualquier otro podría arriesgarse buscando un poco de gloria. Pues se conoce la actitud de los policías frente a fiscales y jueces, a quienes acusan por lo bajo de desvirtuar su lucha contra el crimen. El rescate del agente o el alegato de que podía ser víctima de linchamiento, son caras de una misma moneda. La acción fue un mensaje claro de soberanía ahora que se discute un proyecto de ley de reforma policial, en que la institución no solo sería simple auxiliar, sino que estaría sometida a otros poderes. Esto es, más subsidiaria y menos producto principal. De manera que el pleito está echado, y como no se les permite deliberar, sino acogerse al designio de civiles que de policías no saben nada, dicen con gestos lo que no pueden con palabras. El problema, por tanto, va más allá del incidente de San Francisco de Macorís...
EL MOMENTO.-  La película de San Francisco de Macorís no solo ocurre en momentos en que se discute una nueva ley para la Policía Nacional, o los agentes se sienten desbordados pues los mandan a las calles a combatir el crimen y después se les recrimina por los procedimientos, sino en el período de transición. Nadie recuerda, pero en la transición o inicio de gobierno siempre se producen situaciones extraordinarias o anormales. Esta, por lo visto,  no es la excepción. Aun cuando el cambio se da entre iguales de un mismo partido. Pero también hay que tener en cuenta otro aspecto. La conformación de un nuevo gobierno pone en riesgo todos los cargos, incluyendo la jefatura de los cuerpos armados. Si entre los civiles se usan serruchos eléctricos, tan modernos que traen sus propias baterías, los oficiales  no se quedan atrás. Sin importar  el organismo a que pertenezcan. El  general José Polanco Gómez de seguro que duerme con un ojo abierto y otro cerrado, pero debiera atender todas las señales, pues cualquier desaguisado de sus subalternos puede originar su desgracia...

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