Javier Couso (Mundo Obrero/Cubadebate)
El pasado noviembre de 2011 se desarrolló en La Habana el Taller Internacional “Medios alternativos y redes sociales, nuevos escenarios de la comunicación política en el ámbito digital” con la presencia de participantes llegados de 15 países y pertenecientes a todos los ámbitos del espectro que podemos llamar genéricamente, digital.
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Formar parte de una reunión de este nivel, además de ser un honor, es una increíble fuente de información que necesariamente, aunque de manera sucinta, debe ser compartido para extender lo que fue una reflexión colectiva sobre un cosmos que, como señalaba Rosa Miriam Elizalde de la web Cubadebate, «… es solo una extensión simbólica de la realidad. Por tanto, ante los hechos que allí se expresan hay que aprender a lidiar primero con los fenómenos del mundo físico para entender las sombras que este proyecta, o de lo contrario podríamos terminar creyéndonos que es legítimo dispararle un misil al ladrón de una caja registradora…».
Los aspectos que se trataron en el Taller abarcaron cuestiones políticas, técnicas, estratégicas y legales que, al igual que en la vida real, afectan a la acción virtual de lo digital y a la vez revierten de nuevo en la vida real.
Una de las cosas que quedaron claras fue el extenso campo que se nos presenta para accionar. La contradicción que supone la democratización de los aparatos digitales por el afán de extender el consumo a las clases más empobrecidas, abre una puerta de acceso al conocimiento y a la acción política global-virtual.
Las declaraciones de Hillary Clinton acerca del control de Internet, los comentarios de Zbigniew Brzezinski en Canadá sobre cómo, por primera vez, activistas de todo el mundo tienen una visión común global o la construcción de estructuras militares especializadas en guerra cibernética como el Comando del Ciberespacio dirigido por un General de cuatro estrellas y que reúne cerca de noventa mil efectivos, evidencian que lo digital y cibernético son un terreno prioritario para el poder y el imperialismo.
En el marco del Taller hay que resaltar las intervenciones de la citada Rosa Miriam Elizalde sobre Ciberguerra y Ciberdefensa, de la profesora del Instituto Internacional de Periodismo Milena Recio haciendo hincapié en la no inocencia de Internet, el relato de Ysmel Serrano de @chavezcandanga, acerca del tremendo impacto popular que consigue la cuenta Twitter del presidente Chávez o la intervención del Ministro de Exteriores cubano Bruno Rodríguez Parrilla, resaltando que la Revolución Cubana no tiene un problema político con el uso masivo y social de Internet, pero que no se puede olvidar que «el acceso de todos los cubanos [a Internet] está sujeto a grandes inversiones que el país no está en condiciones hoy de financiar».
Aparte de estas intervenciones especializadas o de evidente importancia política, el encuentro supuso el intercambio de información y análisis por parte de personas que se dedican a batallar en este nuevo escenario comunicativo. La opinión generalizada, es la de que nos encontramos ante unos medios de una importancia fuera de toda duda por el abaratamiento del que hablábamos antes y por su amplificación global. La mayoría (sobre todo Twitter) son fantásticas herramientas de difusión política que, además, rompen las barreras de contención que suponen los medios de (des)información tradicionales al eliminar los filtros previos.
Pero no todo fue euforia pues no se obviaron, en ningún momento, los problemas asociados al uso de una tecnología tan potente que está en manos de grandes corporaciones, es decir, del enemigo.
Unas semanas después y tras una breve coordinación de algunas de las personas participantes en el Taller, se comprobó el impacto social que se puede lograr en la defensa y difusión ante graves amenazas, cuando se convocó el primer «Tuitazo por los #DerechosdeCuba» para responder a una maniobra desestabilizadora junto a aguas cubanas que, a la manera de las revoluciones de colores, pretendía instigar disturbios sociales en La Habana.
La movilización en la red Twitter resultó abrumadora, sepultando en la más absoluta, invisibilidad los hashtags usados por los provocadores de dentro y fuera de la isla. Pero por otro lado, demostró la no inocencia de la red, cuando se vio que a pesar de la extensión del uso del hashtag #DerechosdeCuba, medido con diferentes herramientas y comparado a otros con menor impacto, nunca se convirtió en Trending Topic debido a la intervención política de la propia maquinaria de Twitter.
El uso de las tecnologías de la información y comunicación digital es una forma más del combate político. El Capital las utiliza para fomentar el consumo, tener más control social e incluso para operaciones de desestabilización como antesala de cambios de régimen y/o intervenciones militares. Nosotros tenemos la obligación de usarlas para coordinarnos, posicionar temas y extender el discurso de la izquierda, sin olvidar que en los polos de soberanía se debe hacer un esfuerzo por dotarse de tecnologías propias que no estén en manos del enemigo.
Pero lo que no debemos olvidar jamás, es que los cambios sociales los hacen las personas organizadas en la vida real, no en el espectro cibernético.
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