Joaquín Sabina: La poesía de Benedetti sabe a calle y a corazón partío
Madrid, 26 de junio. “Cómo voy a creer que el mundo se quedó sin utopías…”, se preguntó Mario Benedetti en uno de sus poemas más celebrados y al hilo de otros cuestionamientos que dudaban de que el universo fuera una ruina, de que la muerte fuera silencio, de que la noche fuera la nada o de que la utopía no existiera.
El poeta uruguayo miraba desde una fotografía con ese gesto tierno, abrazador de las emociones y las palabras, la congregación espontánea de miles de lectores que acudieron a la Casa de América de Madrid a rendirle un homenaje, a poco más de un mes de su muerte.
Quizá, desde esa inmensa pantalla que iluminaba la sala con la imagen de su rostro mirando lontananza, se volvía a preguntar, sólo para reafirmarse una vez más: “cómo voy a creer que el mundo se quedó sin utopías…”
Nunca se había producido un “milagro” similar en la Casa de América de Madrid. Un poeta, de origen uruguayo pero que vivió en España muchos años de su largo e injusto exilio, había logrado conciliar en una misma sala a viejos de largas y añejas batallas, a personas ya en plena madurez que leyeron hace 20 años entre el alborozo y el idealismo más puro poemas como Táctica y estrategia.
Pero también -y de ahí que el poeta se pregunte “cómo voy a creer que el mundo se quedó sin utopías”- a jovencísimos lectores que lloraban, reían y se emocionaban. Que por su edad podrían ser los personajes en los que se inspiró Benedetti cuando escribió aquel bello relato poético A la izquierda del roble, donde las palabras se quedaron conmovidas de mirar a los amantes inexpertos cómo sufrían el amor y el desamor.
Con una sala que recitaba de memoria sus poemas, ya sea como balbuceo tímido, pero sentido o como alarido de nostalgia, los poemas y algunos textos de la prosa de Benedetti fueron leídos por poetas, músicos, escritores y actores.
Todos habían tenido alguna historia de amor o desamor, o algún encontronazo violento con los eternos adversarios del pensamiento y la palabra del poeta -los reaccionarios, los represores, los pitucos, los que cuando aman exigen bienestar, una cama de cedro y un colchón especial-. Y así, mientras se sucedían imágenes de Benedetti, cada uno fue leyendo aquel poema que le abrió los ojos al amor, o aquel verso que le ayudó a descubrir que a la gente, por sus ideas políticas, la desaparecían y torturaban.
Y así, entre suspiros emocionados y gritos que invitaban a proseguir con la resistencia del poeta que defendió hasta el último día sus convicciones, su cercanía con el pueblo -para Benedetti, el auténtico héroe de la historia- se escucharon Táctica y estrategia, Viceversa, Papel mojado, Pasatiempo y No te salves, entre otros.
El poema como espacio público
No obstante que las lecturas se iniciaron con cierto nerviosismo y hasta torpeza de algunos, cuando tomó el micrófono el poeta uruguayo Rafael Courtoisie pareciera que se escuchaba al Benedetti más íntimo e inspirado. O cuando leyó su poema el director de cine español Montxo Armendáriz.
El poeta español Luis García Montero, amigo de Benedetti, quien además se considera su discípulo, explicó, en nombre de los congregados, algunos de los motivos del por qué el milagro del homenaje, de la reunión multitudinaria de lectores de esa poesía sencilla y cercana.
“Benedetti fue capaz de entrar en la educación sentimental de sus lectores y eso es lo más importante. Apostó radicalmente por una poesía que concibiese el poema como espacio público, de diálogo entre conciencias. Su sencillez estuvo llena de recursos literarios: la ironía, la imaginación, la anáfora, la invención de neologismos y se basó también en apuestas intelectuales profundas, como descubrir la rebeldía que hay en la vida cotidiana, en la gente normal”, señaló.
Después de que leyeran desde políticos uruguayos hasta jóvenes poetas latinoamericanos, también hubo espacio para los cantautores -que también poetas- como Joaquín Sabina, quien acudió al homenaje también en representación de su “primo”, Joan Manuel Serrat. “La poesía de Benedetti sabe a calle y a corazón partío. Por eso es uno de los poetas que más ha sido cantado, cosa que en secreto anhelan todos los poetas académicos y no académicos”, señaló.
Durante más de dos horas, se leyeron los versos del poeta del pueblo. Y él, presente en imágenes con su rostro inconfundible, parecía volver a responder: “Cómo voy a creer que el mundo se quedó sin utopías…”
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