El
domingo 8 de septiembre de 1839, nació en la villa de Puerto Plata, un
prócer, un incansable luchador de la causa liberal. Gregorio Luperón nació en
ese año no por casualidad, sino por una sagrada encomienda de la providencia.
No es fortuito que doña Nicolaza Luperón haya alumbrado a poco más de un año
de haberse fundado La Trinitaria, al niño que transcurrido un cuarto de siglo
se convertiría en líder de La Restauración.
Luperón
nació en la adversidad. De esta infancia cargada de infortunios, Luperón aprendió
lo que sería útil al soldado guerrero, al político tenaz, al restaurador, al
líder del Partido Nacional o Azul. El arte de perseverar, de la lucha
constante, la lealtad y la vocación inconmensurable de servicio, se fueron
impregnando en su personalidad en estos primeros años de vida.
Estuvo
poco tiempo en las aulas, su educación fue autodidacta, pero esto no impidió
que fuera un ávido lector, curioso e interesado en conocer las ideas
liberales que se fraguaban en todo el orbe y el surgimiento de nuevos estados
independientes. Aprendió el idioma inglés primero que el español ya que sus
primeras enseñanzas las recibió de un maestro de nacionalidad inglesa.
Contaba con apenas 12 años cuando el comerciante Pedro Eduardo Dubocq le
confió la dirección de un colmado de corte de madera en Jamao, posición desde
la cual demostró don de mando y valor.
Se
inició en la política a los 18 años, cuando en el 1857 es nombrado Comandante
Auxiliar del Puerto Cantonal de Rincón.
No
había cumplido los 22 años cuando se produce la Anexión a España el 18 de
marzo de 1861. La poca edad no le impidió discernir entre lo saludable y
dañino para la patria. Su juventud no fue excusa para dejarse convencer por
lo que establecía el Acta de Anexión.
Por
su oposición férrea a la ignominia dirigida por Pedro Santana, se vio
obligado a salir a su primer exilio: Cabo Haitiano, México, New York y
Jamaica. Regresó entrando por Monte Cristi, para integrarse al fallido
levantamiento de Sabaneta en febrero de 1863, logrando que lo proclamaran
General de Brigada. En La Vega fomentó clandestinamente la rebelión que más
adelante apoyaría la proclamación de la segunda independencia el 16 de agosto
de 1863, que se materializó con el Grito de Capotillo.
Su
primera participación importante en la guerra restauradora, se produjo cuando
el 3 de septiembre de 1863 asume el mando de las tropas que atacan a
Santiago, impregnando a éstas el estímulo necesario para sitiar esa zona que
se le estaba haciendo difícil de vencer a los revolucionarios. Gracias a esta
heroica actitud, logró que se le concediera la jefatura de un cantón y que
además lo calificaran como un hombre de un “valor fabuloso”.
Ya en
los primeros años de ascenso al firmamento, esta estrella de la vida política
dominicana dio muestra de su desinterés por el poder político. Luperón
sostenía la tesis de que en medio de la lucha restauradora, lo mejor para los
revolucionarios no era resaltar las ambiciones políticas particulares, sino
la de trabajar de manera mancomunada por un objetivo común: La Restauración
de la República.
“Al
lanzarme en la arena de la revolución sólo he tenido por móvil el ansia de
ver restaurada la República Dominicana, sus leyes y sus libertades”. En ese
párrafo de una carta enviada por Luperón a los miembros del Gobierno
Provisorio, vemos reiterada su posición de no ocupar cargos políticos que lo
alejaran de los campos de batalla. Robustecía su posición de defender el
ideal patriótico desde donde pueda dar más a la causa, sin importar comodidad
o trascendencia transitoria. No quería convertirse en un burócrata dando
órdenes tras un escritorio, en una cómoda oficina.
Con
el espíritu de Marte, este guerrero merecedor por demás de ser incluido en un
diccionario mitológico por sus hazañas legendarias y por su bizarría
inenarrable, a pocas horas de haber renunciado al altísimo honor de
convertirse en el presidente más joven en la historia de nuestro país, inicia
el peregrinar de la liberación, enfrentando en La Vega el 15 de septiembre de
1863 a las tropas del General Pedro Santana. Ese peregrinar de batallas
incesantes contra las fuerzas anexionistas no terminó hasta que en julio de
1865 las tropas españolas abandonaron la isla.
Terminada
la guerra, regresa a Puerto Plata dispuesto a llevar una vida como un ciudadano
común en un país libre e independiente. Tanto es así que pasado los tres
meses de la retirada española se dirige al Congreso expresando sus deseos de
apartarse a la vida privada.
El
ascenso de Buenaventura Báez al poder, lo obliga a cambiar de opinión. Inicia
una revolución para derrocarlo y organiza el Gobierno del Triunvirato que
quedó establecido el 1 de mayo de 1866, compuesto por él y dos generales más.
Ocupó un lugar en ese triunvirato porque consideró que la patria restaurada
corría peligro. Sólo en esas circunstancias, a este eunuco del serrallo que
constituye el poder político, se le podía observar ofreciendo una caricia a
uno de sus miembros, no porque experimentara el placer carnal producto de los
bajos instintos, sino el placer sublime que experimentan las almas superiores
tras una misión cumplida y una necesidad satisfecha. Más que su propio
bienestar buscó siempre y en todo momento el de la nación.
Logrado
su objetivo de derrocar a Báez, rechaza nueva vez la oportunidad de quedarse
en el poder, lo que permite que José María Cabral asuma la presidencia,
rehúsa ocupar posición en este gobierno. Se dirige a su pueblo y establece
allí una casa de comercio con la intención por segunda vez de dedicarse a los
negocios.
El 15
de noviembre de 1867 se inicia el período de los 6 años de Báez y con éste
una férrea campaña internacional dirigida por Luperón para impedir que el
viejo zorro conservador anexara nuestro país a los EEUU. Poseedor de una
voluntad diamantina, supo resistir todas las tentaciones, incluyendo la
oferta que le hiciera el presidente de los EEUU Ulysses S. Grant, de
entregarle 500,000 dólares y el título de gobernador de Santo Domingo si permitía
la materialización de la anexión. Resistió todo y finalmente venció.
Como
líder y caudillo del Partido Nacional o Azul sólo ocupó el poder
provisionalmente en 1879-1880. Su estadía de menos de un año en la
Presidencia de la República fue positiva para el país. Como en otras
ocasiones cuando se le presentó la oportunidad de permanecer en el poder más
allá de 1880, declinó en favor de Fernando Arturo de Meriño. Esta actitud de
ceder el lugar que gloriosamente se había ganado fue una constante en toda la
vida de Luperón. Siempre cedía y apoyaba a personas valiosas e intachables
como por ejemplo a Ulises Francisco Espaillat.
El más grave error
de Luperón fue apoyar a Ulises Heureaux (Lilís), quien lo traicionó. Luperón
protegió y ayudó a ascender a Lilís bajo su amparo, lo propuso para las
elecciones de 1882 y también lo apoyó para las elecciones de 1886, pero no
bien había pasado un año cuando recibió la decepción, al darse cuenta de la
traición tanto a él como a la patria.
Debido
al mal gobierno de Lilís y a sus iniciativas desfavorables para la nación,
Luperón quiso reaccionar y proponerse para las elecciones de 1888, pero ya
era demasiado tarde. Lilís tenía el control de gran parte del Partido Azul,
además de que controlaba el organismo organizador de la contienda. Consciente
de la situación y de que las condiciones no le favorecían, Luperón decide
retirar su candidatura, lo que permitió que se iniciara la más espantosa
tiranía en la República Dominicana del siglo XIX.
Luperón
enfrentó la tiranía de Lilís sin éxito. El tirano tenía un control absoluto
de la situación, había desarticulado toda oposición, con el soborno, con el
asesinato o el destierro.
El
restaurador, impotente, salió del país con su familia. Enfermó gravemente y
estaba dispuesto a morir como el padre fundador lejos de su amadísima patria.
Saint Thomas parecía que iba a ser la última morada de Luperón, pero Don
Emiliano Tejera comunicó a Lilís la situación del más prominente discípulo de
Eleuteria, y éste, experimentando el despertar de su conciencia de un
terrible letargo, no pudo resistir el dolor que produce el remordimiento, por
lo que decidió ir personalmente a buscar a su antiguo jefe y protector.
Luperón aceptó porque quería morir en su Puerto Plata querida, en esa tierra paridora
de hombres de la estatura de Emilio Prud' Homme, Emilio Rodríguez Demorizi y
Carlos Morales Languasco entre otros.
El
canto del cisne de este apóstol de la libertad fue una composición breve,
capaz de emocionar al más estoico de los mortales. “Los hombres como yo no
deben morir acostados”, dijo, cuando sentía que se le escapaba la vida.
Intentó pararse pero sólo pudo levantar la cabeza y murió. Eran las 9:30 de
la noche, de ese jueves 20 de mayo de 1897. Puerto Plata estaba de luto, pues
acababa de perder a uno de sus hijos. Sólo se escuchaba el grito lejano de
las olas del Atlántico y el canto triste de las aves nocturnas. San Felipe de
Puerto Plata lloraba desconsoladamente.
Bibliografía
•
Tolentino Dipp, Hugo. Perfil nacionalista de Gregorio Luperón. Santo Domingo:
Editora Enriquillo, 1964.
•
Tolentino Dipp, Hugo. Gregorio Luperón: biografía política. Cuba: Casa de las
Américas, 1979.
•
Bosch, Juan. La guerra de la Restauración. Santo Domingo: Editora Alfa y
Omega, 1980.
•
Chez Checo, José. Ideario de Luperón, 1839-1897. Santo Domingo: Comisión
Permanente de la Feria Nacional del Libro, 1997.
•
Luis González, es politólogo. Encargado de la Agenda Legislativa y Judicial
de la DIAPE, miembro del Centro de Estudios Sociales de FUNGLODE y Secretario
General de la Asociación Iberoamericana de Ciencias Políticas y Relaciones
Internacionales (AICIPRI).
POR LUIS GONZÁLEZ
|
El Progresista: "Moral y luces", es un espacio para el estudio, análisis, refexion y propuestas en el ámbito político, económico, social y cultural desde una perspectiva histórica tomando como referente el pensamiento ético, humanista y patriótico de Duarte, Luperon y Bosch, las tres raíces del árbol de la patria
MORAL Y LUCES
domingo, 23 de septiembre de 2012
Gregorio Luperón: una vida ejemplar
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ
DANIEL BALCÁCER: EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ
De Juan Pablo Duarte solo se conoce una fotografía hecha en Caracas en 1873 cuando el patricio contaba con 60 años de edad. A...
-
(3 de 5) Por Rafael García Romero (Donde el autor cuenta qué hizo para reunir en tres volúmenes todos sus cuentos, tanto los que es...
-
A 55 anos de la intervención militar de Estados Unidos a la indefensa patria de Duarte, Luperon y Bosch, las tres raíces del árbol de la pa...
-
16 De Agosto Del 1863 la toma del Cerro de Capotillo comienza la Guerra de la Restauración de la República Dominicana ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario