Después de su apresamiento, Delio Gómez Ochoa, sobreviviente de las expediciones de Junio de 1959, ofreció declaraciones a representantes del Gobierno norteamericano que no se conocen, porque él no las menciona en su libro “La victoria de los caídos” y porque, además, no se encuentran en archivos cubanos ni norteamericanos.
Félix Ojeda Reyes, laureado historiador puertorriqueño, las descubrió en Estados Unidos en documentos oficiales del Departamento de Estado recientemente desclasificados, en papeles del Buró Federal de Investigaciones (FBI) y en la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y las reproduce en su libro “Los que tumbaron a Trujillo, Puerto Rico en las expediciones de 1959”.
El incansable investigador, independentista de izquierda, buscaba informaciones sobre compatriotas suyos asesinados en Constanza, Maimón y Estero Hondo, de quienes se tienen pocos datos, y encontró el informe en el que se detalla la entrevista que funcionarios de la embajada norteamericana hicieron al comandante cubano en presencia de Trujillo.
Junto a Henry Dearborn, consejero, y John Barfield, segundo secretario de la Misión, estuvo Manuel de Moya Alonzo, quien había llamado a Joseph S. Farland para que Estados Unidos enviara sin demora un oficial al Palacio Presidencial a fin de interrogar a Gómez Ochoa. Entrando y saliendo estuvieron George Rodríguez, asistente de De Moya, y el teniente coronel Johnny Abbes, director del Servicio de Inteligencia Militar (SIM).
Es la primera vez que se revela que Delio Gómez Ochoa habló a los norteamericanos. Para la época solo se publicaron en la prensa declaraciones acomodadas por el régimen trujillista, entre las que hay unas aparecidas en El Mundo, de Puerto Rico, sobre las que Ojeda Reyes se sorprende, porque están alejadas de la verdad, y que Delio Gómez calificó de falsas.
Confesiones. Delio confesó que el gobierno cubano suplió los barcos, las armas y otros artículos y que pensaba que algunas armas llegaron de contrabando desde los Estados Unidos. Agregó, sin embargo, que Fidel y Raúl Castro y el Che Guevara no habían visitado el campamento, aunque aclaró que él no se encontraba allí en todo momento.
También manifestó que de los combatientes, los más orientados hacia el comunismo eran los venezolanos, que los puertorriqueños no eran comunistas. Dijo que fuentes venezolanas suplieron 150 mil dólares en efectivo, comida y botas y que el avión que aterrizó en Constanza vino desde Venezuela, a pesar de que otro había sido asegurado en Estados Unidos. Negó que una segunda nave intentaría aterrizar en la costa norte, comunicando que todos los hombres fueron utilizados en las operaciones reportadas.
En opinión de Gómez, los puertorriqueños que restaban en Cuba serían asesinados. Habló de la asistencia cubana a Jiménez Moya para los preparativos de la “invasión” y en torno a la posibilidad de nuevas expediciones expresó que Fidel “era un presidente bien persistente”.
Delio, que según el reporte solicitó llamar a Pablito Mirabal -cubano de 13 años que fue su protegido- para que le refrescara la memoria en algunos aspectos, reveló otros detalles de los desembarcos descritos en 12 puntos que recoge Ojeda.
Pablito fue presionado porque no recordaba muchos pormenores. En los minutos en que Trujillo estuvo presente, “oteaba sobre el hombro de Barfield” para ver los nombres que Pablo solo mencionaba por apodos y que los norteamericanos mostraban al dictador en una lista escrita.
Defensa a Delio. Félix Ojeda Reyes es el más consagrado investigador de la obra del nacionalista Ramón Emeterio Betances, por lo que ha recibido innumerables reconocimientos y premios. Es además investigador académico en el Instituto de Estudios del Caribe, de la Universidad de Puerto Rico, donde trabajó en el Centro de Investigaciones Sociales y fue investigador en el Centro de Estudios Puertorriqueños de Hunter College, de City University of New York. La lista de sus libros y artículos publicados es extensa.
Al entrevistarlo sobre este libro de 250 páginas a la espera de un “ser generoso” de Santo Domingo que lo publique, puso como condición que se escribiera su interpretación de la actitud del comandante Gómez, a quien admira y al que entrevistó en 2005 junto a Mayobanex Vargas y Poncio Pou Saleta, otros dos sobrevivientes de la gesta.
Las “indiscreciones” del comandante Gómez Ochoa, anota, “deben ubicarse en su justo espacio. No perdamos de vista que Delio es un prisionero de guerra, encarcelado en un infierno, decepcionado, tratando de salvar la vida. Una y otra vez es sometido a injustas y brutales torturas. A consecuencia de los golpes propinados salvajemente, pierde la audición de un oído. Actualmente tiene disminuida la del otro”.
“A Delio, agrega, incluso le arrancan a sangre fría tres piezas de su boca. No creo que pueda describirse un sufrimiento tan espantoso”. Reproduce lo que cuenta Gómez Ochoa de estos tormentos y comenta: “Es un guerrero sin armaduras. Imagino que medía bien sus palabras cada vez que los esbirros de la dictadura lo entrevistaban”.
Ojeda señala que Gómez compareció ante Trujillo en cuatro ocasiones, la primera en San Isidro, con Tunti Sánchez, Luis José León Estévez y Ramfis. “El comandante se hallaba esposado junto a su ahijado Pablo Mirabal, a seis metros del dictador, que se encontraba de pie con su traje de gala cargado de medallas”.
Expresa que la información ofrecida por Delio “no ocasionó represalia alguna. Ningún combatiente resultó afectado por las revelaciones… Hay razones para concluir que no se transgrede la fidelidad o lealtad a los principios revolucionarios”.
Dice que Gómez es un internacionalista auténtico y que en la lucha contra Trujillo “se jugó la vida con audacia”. Define su actuación afirmando que sus soldados “fueron los hombres que más dolores de cabeza provocaron a la dictadura de Trujillo. Pero la guerrilla del comandante cubano había perdido la pelea. El hambre, el cansancio, los frecuentes encontronazos con el enemigo hicieron mella en aquellos combatientes”.
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