Domingo Nuñez Polanco |
Desde la 10 diez de la noche de aquel domingo 12 de mayo de
1954 viene al mundo desde el vientre de mi madre, al mundo de la vida. Hacen 62
primaveras de mi primer contacto directo con la luz cósmica. Desde entonces 744 meses han transcurrido de
mi paso por esta galáctica, más exactamente unos 22,320 días, tiempo suficiente y oportuno para hacer una reflexión
consigo mismo:
“Que hecho que no debía haber hecho y que no
hice que debía haber hecho”?
Existe un momento de la vida en que
se juntan el coraje, la osadía, la razón, entonces uno respira profundo,
contiene la respiración, camina hasta el borde del precipicio y… salta. Aquí estoy saltando hacia un desafío
gigantesco, cuyo alcance ni yo mismo podría prever.
Por de pronto, salto junto a Diomedes
y a un nutrido grupo de hombres y mujeres comprometidos con las mejores causas
del pueblo dominicano. Nos abocamos a dar el gran salto hacia adelante con la formación
y desarrollo de un espacio socio-político a lo interno y externo del PLD (M30J)
impregnado de la solidez de un pensamiento humanista y patriótico frente a la
ausencia de vínculos, de compromiso con los ideales.
Estamos dando el gran salto que va de
la inutilidad de la existencia a la búsqueda de un sentido a través de la
coherencia y del compromiso con los demás.
Hay que promover y conseguir un ser humano que quiera saber lo que es bueno y lo que es malo; que se apoye en el progreso humano y científico. Un ciudadano que rechace la cultura de la vida fácil, la búsqueda del bienestar o placer sin más, sabiendo que no hay verdadero progreso humano, si este no se desarrolla con un fondo moral. Ahí está el gran reto, el gran salto, pero no al vacío, sino al porvenir.
Hay que promover y conseguir un ser humano que quiera saber lo que es bueno y lo que es malo; que se apoye en el progreso humano y científico. Un ciudadano que rechace la cultura de la vida fácil, la búsqueda del bienestar o placer sin más, sabiendo que no hay verdadero progreso humano, si este no se desarrolla con un fondo moral. Ahí está el gran reto, el gran salto, pero no al vacío, sino al porvenir.
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