MORAL Y LUCES

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jueves, 7 de febrero de 2013

Danilo, Lula y la contagiosa “cárcel del poder”







César Medina
lobarnechea1@hotmail.com

A Lula lo pusieron a decir cosas que no dijo y que nunca quiso decir... Ese día en Palacio ni siquiera quería hablar y fue Danilo quien le pidió que dejara un mensaje de aliento a la juventud dominicana, justo el Día de la Juventud. 

Ni siquiera era un invitado oficial del gobierno sino que cumplía una visita pendiente desde hacía casi dos años a sus amigos y compatriotas de Odebrecht, la constructora brasileña que ejecuta diversas obras aquí con socios locales sin ningún vínculo con Medina y sus funcionarios.

Claro, la invitación para que el expresidente de Brasil fuera al acto del Día de la Juventud en Palacio fue de Danilo, en reciprocidad por las atenciones que le ha dispensado el líder brasileño y la cercanía que ha puesto en una amistad que inició antes de la campaña electoral pasada.

Lula atendió la invitación del Presidente dominicano y al final accedió a dar unas palabras de aliento a los jóvenes sobresalientes reunidos esa tarde en la casona presidencial para ser reconocidos por sus méritos.

Y como conoce el proyecto presidencial de Danilo Medina, expresó lo que todo el mundo sabe: cuatro años es muy poco tiempo para una gestión de gobierno comprometida con el futuro de un país con tantas tareas pendientes y con una deuda social con todos los pagarés en larga mora.

Claro que el mensaje fue otro, aunque para saber eso no hay que venir de Brasil ni haber sido presidente de ninguna nación.

Mucho menos habría que pedirle a un hombre del prestigio de Lula que comprometa a su amigo Medina en una tarea imposible, inconstitucional y por demás abominable para algunos santos santorums de la fauna política dominicana... 

Muchos de los cuales batieron palmas con aquel engendro reeleccionista del 2004 en medio de la más dramática crisis económica y social afrontada por nuestro país en el último medio siglo. Y lo hicieron por cobardía más que por identificación con semejante esperpento constitucional.

La posición de Danilo
El presidente Danilo Medina tiene muy presente la limitación constitucional de su gobierno a cuatro años. 

Ayer me lo reiteraba con estas palabras:

“Tengo los pies bien puestos sobre la tierra, César... Esta Constitución no la cambia ni la va a cambiar nadie... Este gobierno se termina dentro de tres años y medio. Y ese día me voy para mi casa... Eso que no lo dude nadie”.

Fue entonces cuando aseguró que las palabras del presidente Lula fueron sacadas de contexto para ponerlo a decir lo que no dijo ni quiso decir.

“Lula es un hombre prudente, un gran amigo nuestro, y se refirió a que no es posible hacer en cuatro años todas las cosas que es necesario hacer para transformar esta sociedad, para eliminar la pobreza extrema, para que las riquezas sean mejor distribuidas... 

“Pero para distribuir riquezas tenemos primero que crearlas...Y eso es lo que nos hemos propuesto en estos cuatro años”, dijo ayer el presidente Medina en conversación con el autor.

Nadie duda que el esfuerzo de cambio está en marcha, con un nuevo estilo frugal y cercano, con la aprobación del 83 por ciento de la población. Es decir, 8.3 de cada 10 ciudadanos dominicanos están apoyando la breve gestión gubernamental de Danilo Medina. Y eso habla muy bien de sus ejecutorias.

La cárcel del poder
Danilo Medina está empezando a experimentar lo que es “la cárcel del poder”. Y utilizo sus palabras.

El agobio aún no altera su estado anímico. Luce en buen ánimo y bastante repuesto ya de la delgadez extrema que le causó el inacabable ajetreo de la campaña electoral.

Llega a Palacio rayando las 8:00 de la mañana y sale a las 9:00 de la noche, a veces un poco más tarde. Pero en ocasiones sigue despachando asuntos pendientes en la casa con su leal asistente Carlos Pared hasta después de la medianoche. Y en permanente comunicación con su ministro Gustavo Montalvo.

Los días sábado y los domingo se va al interior en visitas sorpresas que casi siempre se convierten en largas jornadas de trabajo, acompañado por dos o tres de sus colaboradores más cercanos y con reducida escolta.

Cuando me habló de la “cárcel del poder”, le recordé mi expresión aquella noche luego de una larga jornada de campaña electoral:

¡Tantas vainas para ser Presidente de un país con tantos problemas sin solución...! ¿Cuál es la gracia...?

óServir, César, servir... Esa es la gracia... ¡No importa el sacrificio! ¡Todos podemos ayudar...! 

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