Entrevista a Noam
Chomsky, lingüista y filósofo
“Syriza
y Podemos son la reacción al asalto neoliberal que aplasta a la periferia”
Ctxt
-Se le ve sonriente. ¿Todavía encuentra
razones para ser optimista?
-Bueno, algunas hay. Aunque no faltan
tampoco para ser pesimista. La Humanidad tendrá que decidir, y no a largo
plazo, si quiere sobrevivir u olvidar dos enormes e inminentes amenazas: una es
las catástrofes medioambientales, la otra es la guerra nuclear. El Boletín de los Científicos Atómicos,
que ha sido el principal monitor de cuestiones nucleares y estratégicas durante
muchos años, publica un famoso reloj del “Juicio Final”. Determina la distancia
a la que las manecillas del reloj deberían estar de la medianoche. Y acaban de
adelantarlo a tres minutos del final. Es lo más cerca que hemos estado desde la
Crisis de los Misiles de Cuba. La amenaza nuclear sigue aumentando; siempre ha
sido significativa, y es casi un milagro que escapáramos de ella. En este
momento, EEUU está dedicando un billón de dólares a modernizar y poner al día
su arsenal nuclear. El Tratado de No Proliferación Nuclear nos obliga a
comprometernos a eliminar estas armas, a mostrar signos de querer eliminarlas.
No hay nada de eso. Rusia sigue su carrera, y algunas potencias menores
también.
-Pero casi nadie habla de ello.
-No se habla mucho, salvo algunos
analistas estratégicos, expertos económicos y otra gente preocupada por estas
cuestiones. Pero hay amenazas muy serias. Una es el conflicto en Ucrania. Uno
confía en que las potencias se frenarán, pero viendo los antecedentes no es en
absoluto seguro. Sólo un ejemplo: a principios de los años 80, la
Administración Reagan decidió sondear las defensas rusas. Así que simularon
ataques por tierra y aire, incluyendo armas nucleares. No dijeron a los rusos
lo que estaban haciendo porque querían provocar no un simulacro sino una alerta
real. Fue un momento de extrema tensión. Reagan acababa de anunciar iniciativas
estratégicas de defensa como la guerra de las galaxias, pero
los analistas de ambos bandos lo interpretaron como un arma de primer ataque.
No es un misil defensivo, si en algún momento llega a funcionar, sino una
garantía para lanzar el primer ataque. Ahora, conforme los archivos rusos se
han ido haciendo públicos, la Inteligencia de EEUU ha reconocido que la amenaza
fue extremadamente seria. De hecho, un informe reciente asegura que casi
estalla la guerra.
-Así que estamos vivos de milagro.
-Vuelvo a su pregunta inicial…
¿Optimismo? Es siempre la misma historia. Siempre, no importa cómo juzgues lo
que está pasando en el mundo, tienes, básicamente, dos opciones. Puedes decidir
ser pesimista, decir que no hay esperanza y abandonar todo esfuerzo, en cuyo
caso contribuyes a asegurar que suceda lo peor. O puedes agarrarte a cualquier
esperanza –siempre hay alguna– e intentar hacer lo que puedas –y quizás así
seas capaz de evitar un desastre, o incluso, de abrir el camino a un mundo
mejor.
-Usted cambió la lingüística cuando
tenía 29 años, y luego intentó cambiar el mundo. Todavía sigue en ello. Imagino
que lo segundo ha sido más duro que lo primero. ¿Ha valido la pena?
-¡Cambiar la lingüística también fue
bastante duro! Tiene un poco de ciencia, aspectos de filosofía contemporánea…
Creo que he estado en el lado adecuado, aunque formo parte de una pequeña
minoría.
-¿Y diría que el balance ha sido
positivo?
-Ha habido éxitos, no sólo míos, sino
de la oposición popular a la violencia, a la guerra, a la desigualdad. El
movimiento por los derechos civiles –en el que yo no fui una figura de
referencia pero estuve involucrado, como tantos otros–, consiguió objetivos
significativos, aunque no todos los que perseguía, ni mucho menos. Si hacemos
caso a la retórica oficial, la lucha de Martin Luther King acaba en 1963 con su
famoso discurso Yo tengo un
sueño, que condujo a la legislación de los derechos civiles y a
una mejora significativa de los derechos de voto y de otros derechos en el Sur.
Pero King no se detuvo en ese punto. Continuó luchando contra el racismo del
Norte, y también intentó generar un movimiento por los pobres, no sólo negros,
sino los pobres en general. King fue asesinado en Memphis (Tennessee) mientras
apoyaba una huelga de funcionarios. Luego, su mujer, su viuda, lideró la Marcha
por el Sur, por todas las zonas donde había habido disturbios, llegó a
Washington y montó una acampada, Resurrection City. Aquel era
el Congreso más liberal de la historia: les permitieron quedarse un tiempo, y
luego mandaron a la policía de noche, destruyeron el campamento y desalojaron a
todo el mundo. Ese fue el final del movimiento para atajar la pobreza. Hoy
sabemos que gran parte del problema no ha sido erradicado.
-Europa vive también el periodo más
sombrío de los últimos 50 años.
-Ha habido mejoras importantes, pero
toparon con una barrera. Y esa barrera empeoró con el asalto neoliberal contra
la población mundial, que empezó a finales de los años 70 y despegó con Reagan
y Thatcher. Europa es hoy una de las mayores víctimas de esas políticas
económicas de locos, que suman austeridad a la recesión. Incluso el FMI dice
que ya no tienen sentido. Pero sí tienen sentido desde un punto de vista: están
desmantelando el Estado del Bienestar, debilitando a los trabajadores para aumentar
el poder de los ricos y los privilegiados. Visto así, es todo un éxito; el
resultado es destruir las sociedades, pero eso es una especie de pie de página
que no tienes en cuenta si estás sentado en las oficinas del Bundesbank.
-La sociedad ha empezado a moverse.
¿Cree que cambiarán las cosas?
-Hay una resistencia muy significativa
contra el asalto neoliberal. La más importante se da en Sudamérica, es
espectacular. Durante 500 años, Sudamérica sufrió la dominación de las
potencias imperiales occidentales, la última de ellas, EEUU. Pero en los
últimos 10 o 15 años ha empezado a romper con eso. Esto tiene mucha relevancia.
Latinoamérica fue uno de los socios más leales de los consensos de Washington,
de las políticas oficiales.
-El patio trasero…
-Pero ha dejado de serlo; no del todo,
pero por primera vez en medio milenio, los países se están moviendo hacia la
integración, que es un requisito para la independencia. Estuvieron separados en
el pasado, están empezando a unirse. El símbolo de esto es que EEUU ha perdido
sus bases militares en América Latina, la última se cerró en Ecuador. Y otra
ilustración llamativa es lo que está pasando en las conferencias continentales.
En la última, que se celebró en Colombia, no pudieron realizar una declaración
conjunta. El motivo es que hubo dos países que se opusieron: EEUU y Canadá.
Esto era inimaginable en el pasado.
-Guantánamo sigue ahí. ¿Cree que Cuba
intentará recuperar la base en las conversaciones de La Habana?
-Estoy seguro de que lo intentarán,
pero dudo que EEUU acepte.
-He leído un artículo suyo reciente en
el que decía que Obama es un liberal conservador, un republicano moderado, y
que la de Nixon fue la Administración más izquierdista de la historia.
-Nixon era un buen tipo…; hoy los
estándares han cambiado. Ahora Nixon parece un izquierdista, y Eisenhower un
radical incendiario. Eisenhower, al fin y al cabo, dijo que aquel que
calificara de locura la legislación del New Deal no podía formar parte del
sistema político americano. Ahora, todo eso ha desaparecido.
-¿Obama no es de izquierdas?
-El término izquierda en EEUU se
utiliza ahora para los moderados de centro, porque el espectro se ha movido. Un
viejo chiste decía que EEUU es un Estado de un solo partido (el Partido de los
Negocios) con dos facciones (Demócratas y Republicanos); era bastante acertado.
Ahora ya no sirve. Sigue siendo un país de un solo partido, pero sólo hay una
facción: los republicanos moderados. Ése es el único partido operativo. Se
llaman demócratas, pero son similares a lo que solían ser los republicanos
moderados. El otro partido, el de los republicanos, se ha salido de ese marco.
Ha abandonado cualquier pretensión de ser un partido parlamentario. Y lo ha
reconocido. Uno de los líderes de opinión conservadores más respetados, Norman
Ornstein, ha descrito a los republicanos como una insurgencia radical que ha
abandonado todo deseo de participar en la política parlamentaria.
-¿Hacia dónde van los neocons?
-El partido se ha movilizado para
alcanzar dos objetivos: uno, destruir el país y que parezca culpa de los
demócratas, de manera que ellos puedan volver a gobernar. Su otro objetivo es
simplemente servir al rico y al poderoso. Pero como no puedes hacer de esto un
programa político, han hecho una cosa razonable: han movilizado a grandes
sectores de la población que siempre habían estado ahí pero no se habían
organizado como fuerza política. Uno de estos colectivos es el de los
cristianos evangélicos, que forman una parte enorme de la población. Y ahí
tienes al nuevo responsable del Comité Medioambiental del Senado, James Inhofe,
que afirma: “Es arrogante decir que los humanos pueden hacer cualquier cosa
contra la voluntad de Dios, como el cambio climático”. Esto es antediluviano…
No puedes ni llamarlo Edad de Piedra, las tribus primitivas tenían más
criterio. Pero esta es la esencia de la base republicana, extremista y
cristiana evangélica. El otro sector movilizado es la gente aterrorizada. La
sociedad de Estados Unidos es ahora muy mestiza, pero la población blanca se
está convirtiendo en minoría. De forma que hay un gran sector de la población,
y un grupo de políticos, que dice: “Nos están robando el país”. Es una forma de
decir que hay demasiados rostros oscuros. Hispanos, sobre todo.
-¿Y musulmanes?
-También, pero los hispanos son ahora
la principal fuente de miedo.
-El mito nacional funciona siempre
contra la invasión de pueblos “inferiores”.
-Y así sigue. Puede que no tenga una
base histórica o biológica, pero está en la conciencia colectiva. Y ahora
estamos en el punto en el que nuestra herencia mitológica anglosajona no sólo
se ve amenazada, sino desbordada por esos extranjeros que se están apoderando
de nuestro país. Todo esto es parte de lo que el ex Partido Republicano -tengo
que llamarlo ex- ha movilizado como base de esa política que roza el delirio…
-Europa lleva un camino parecido…
-Es delirante la forma en que la Troika
está tomando decisiones en Europa. Se puede calificar de delirante si se tienen
en cuenta las consecuencias humanas, pero desde el punto de vista de los que
diseñan la política no es delirante, a ellos les va estupendamente. Son más
ricos y poderosos que nunca, y están acabando con el enemigo, que es la
población en general.
-Aki Kaurismäki, el cineasta finlandés,
lo llama capitalismo sádico.
-Es que el capitalismo es
intrínsecamente sádico; de hecho, Adam Smith reconoció que cuando se le da
rienda suelta y queda liberado de ataduras externas, su naturaleza sádica se
manifiesta porque es intrínsecamente salvaje. ¿Qué es el capitalismo? Maximizar
tus beneficios a expensas del resto del mundo. Un famoso premio Nobel de
Economía, James M. Buchanan, dijo una vez que el ideal de todo ser humano es
ser el amo y que el resto del mundo sea su esclavo. Desde el punto de vista de
la economía neoclásica, por qué no, ése es el ideal.
-¿Un mundo sin derechos ni
responsabilidades?
-Un mundo sin reglas en el que los
poderosos hacen lo que quieren. Y, donde, milagrosamente, todo sale a la
perfección. Es interesante comprobar cómo Adam Smith planteó esto en la famosa
expresión “mano invisible”, que tanto se usa ahora. (…) Ahora vemos que, cuando
el capital carece de cortapisas, particularmente los mercados financieros, todo
salta por los aires. A eso es a lo que se está enfrentando hoy Europa.
-Sorprendentemente, 25 años después de
la caída del Muro de Berlín, Syriza, un partido de izquierdas, ha ganado unas
elecciones en Europa. Es como si las políticas de la Troika hubieran resucitado
al enemigo…
-Yo no lo veo así… Por la sencilla
razón de que hay muchos mitos acerca del enemigo. Rusia estaba más alejada del
socialismo de lo que lo está hoy Estados Unidos; la revolución bolchevique fue
un gran fracaso para el socialismo, provocó una tiranía autocrática en la que
los trabajadores eran eso que Lenin llamó un ejército proletario bajo el
control de un líder que no tenía nada que ver con el socialismo.
-¿Syriza no es entonces el péndulo de
la Historia volviendo atrás?
-Para los patrones actuales, Syriza es
un partido de izquierdas, pero no lo es por su programa. Es un partido
anti-neoliberal. No exigen que los trabajadores controlen la industria…
-No, claro, no son revolucionarios.
-Ni socialistas tradicionales… Y esto
no es una crítica, creo que es positivo. Y lo mismo pasa con Podemos: son
partidos que se levantan contra el asalto neoliberal que está estrangulando y
destrozando a los países periféricos.
-Hablemos sobre la prensa. Usted ha
criticado duramente a The New York Times y The New
Yorker en sendos artículos
recientes. ¿La decadencia de los periódicos tradicionales tiene
que ver con su cercanía al poder o, como aseguran los editores, es culpa de
Internet?
-Escribo sobre The New York
Times y The New Yorker porque lo que me interesa es
ese tipo de límite liberal. Prefiero que otros denuncien a la Fox, que es una
broma. Lo interesante son los periódicos intelectuales, porque establecen el
límite externo de la crítica aceptable. Son una especie de guardianes. Dicen:
“Puedes llegar hasta aquí, pero no más allá”. Y lo hacen por un interés
particular. Desde un punto de vista doctrinal no creo que hayan cambiado,
protegen las estructuras del Estado desde hace mucho. El derrocamiento de la
democracia en Guatemala recibió un gran respaldo de los medios; el del sistema
parlamentario iraní en 1953 fue enormemente respaldado; la Guerra de Vietnam,
igual, gran apoyo todo el tiempo. De hecho, la única crítica que se ha hecho a
la Guerra de Vietnam hasta el momento es que fue un fracaso. Cuando a Obama se
le consideraba un gran héroe moral porque se opuso a la invasión de Iraq, ¿qué
dijo la prensa? Dijo que esa guerra había sido un error garrafal, claro, porque
no salió bien. Si hubiera salido bien, habría sido perfecta…
-¿Guardianes del poder, pero no de la
democracia?
-La prensa vive un grave declive, pero
creo que básicamente se debe al funcionamiento de los mercados publicitarios.
Los grandes medios son grandes empresas, y viven esencialmente de la
publicidad; ahora sus fuentes de capital se están dispersando, y están en
declive. Si cogemos, por ejemplo, The Boston Globe, era un
buen periódico, uno de los mejores del país, pero ahora no tiene noticias
independientes en absoluto, funciona con agencias, apenas tiene corresponsales.
Lo mismo está ocurriendo en el resto del país. No se trata de una actitud
doctrinal, creo que está relacionado con el funcionamiento de la sociedad de
mercado: si no ganas suficiente dinero, caes.
-¿Y no le parece raro que esos medios
sigan defendiendo el modelo que les ha llevado a la ruina?
-Desde un punto de vista doctrinal,
sencillamente, de una forma abrumadora, no sólo en los Estados Unidos, los
medios defienden al poder. En Estados Unidos ese poder son los negocios y el
Estado. Aunque hay excepciones. The Wall Street Journal, el
principal periódico económico, publica muy buenas historias de delitos
empresariales. Por suerte, no estamos en un Estado fascista.
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