MORAL Y LUCES

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sábado, 25 de agosto de 2012

Vincho en un país donde “con una mueca tullen a uno...”


César Medina 
Descifrar los códigos de los mensajes presidenciales subliminales ha sido siempre tarea de especialistas. A veces la expresión más simple, el gesto más inocuo, la palabra más sencilla o la expresión más inocente de un jefe de Estado, lleva un mensaje cifrado que no a todos escapa.
Es memorable la anécdota del amigo a quien Trujillo se encuentra por casualidad en la calle El Conde en los primeros años de su gobierno:
¿Muchacho, y tú estás vivo todavía...? Una expresión aparentemente inocente para demostrarle afecto, simpatía y la satisfacción de volver a verlo.
Horas después dejó de estar vivo. El mensaje llegó clarito a los asesinos que acompañaban al dictador en ciernes.
En trapacerías de esa naturaleza Balaguer fue prolífico. Muchas veces su silencio lo decía todo. O una simple mueca bastaba para dejar tullido a cualquiera.
No existe ninguna prueba que lo avale ñprecisamente de eso se tratañ, pero siempre se ha dicho que cuando el general Milo Jiménez le informó a Balaguer aquel mediodía del 16 febrero de 1973 que el coronel Caamaño había caído prisionero en manos de las tropas militares, levemente herido en una pierna, el Presidente simplemente le respondió:
¡Es una pena que un hombre tan valeroso haya muerto en combate...! Pero él vino a tumbar el gobierno. ¡Determinen ustedes qué hacer con su cadáver! Porque tampoco podemos permitir que su tumba se convierta en un centro de peregrinación...
¿Era preciso decir algo más? ¿Con semejante respuesta no se estaba impartiendo una orden clarísima en dos vertientes determinantes?
A partir de ese momento “Caamaño había muerto en combate...” Y su cadáver “fue sepultado por los militares en un lugar desconocido” de la Cordillera Central. Esa fue la versión oficial. Y así lo registra la historia... Aunque todo el mundo conoce la verdad en detalles.
Por supuesto, los mensajes cifrados de los presidentes no siempre tienen que ser tan macabros. Menos tratándose de jefes de Estado democráticos y respetuosos de la Constitución y las leyes. Como ha ocurrido ahora con Danilo, Vincho y Leonel.
¿Cuál es el mensaje?
Clarísimo también: A las indelicadezas de los funcionarios hay que ponerles fin. No se puede seguir tolerando acciones de clara depredación del Erario, las sobrevaluaciones de obras, los cobros de peajes por contratos de grado a grado, las compras irregulares...

¿Quién mejor que Vincho Castillo para hacer cumplir el nuevo Código de Ética y para meter en cintura a los funcionarios tan proclives a hacerse ricos en las funciones oficiales?
Pero con ello también se envía un mensaje claro: No se trata de una cacería de brujas. No es a pescar corruptos favoritos que viene Danilo Medina. No es a perseguir a los funcionarios del pasado gobierno. Menos, a buscar la cabeza de Leonel Fernández.
Esto último es lo que quisiera la canalla mediática. Desde que Danilo ganó las elecciones los enemigos de Leonel apuntan en esa dirección, quisieran que a todas las irregularidades del sistema se le pusiera el nombre del pasado Presidente, porque la primera intención es lograr un cisma en la base de apoyo del nuevo gobierno.
Por eso batieron palmas con el discurso de toma de posesión, pero hicieron bembitas cuando una hora después Danilo revalidó más del 70 por ciento de los funcionarios del gobierno anterior.
Les hubiera gustado, y a eso apostaron, que el nuevo Presidente hubiera hecho tabla rasa y roto definitivamente con Leonel. Pero se les peló el billete.
Las mismas bembitas
Con Vincho les pasó algo similar. Aplaudieron hasta hinchárseles las manos cuando en el Consejo de Gobierno Danilo anunció su plan de austeridad. Pero de nuevo interpretaron mal. Creyeron que Danilo la cargaría contra Leonel y que ordenaría investigar todas las denuncias ñincluyendo las habladuríasñ del anterior gobierno.

Pero al designar a Vincho y otorgarle poderes para investigar, interrogar y poner en marcha la acción pública, el mensaje está claro: el que metió la pata tendrá que responder de acuerdo al tamaño de su delito...
Pero sólo el que metió la pata. No a quien la canalla mediática quiera perseguir buscando la cabeza de Leonel.
El mensaje les llegó clarito también a quienes pensaron que el objetivo nuevamente era Leonel Fernández. Por eso sus lágrimas de cocodrilo corren a raudales desde que se conoció el decreto responsabilizando a Vincho de tan importante misión.
Y de Leonel que se olviden... ¡Otra vez se les peló el billete!

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