Sancti Spíritus, Cuba (PL) Desde lejanas tierras, con su sabiduría milenaria, llegaron un día los inmigrantes de ojos rasgados, constitución delgada y pelo muy lacio y negro: así se hizo habitual la presencia china en esta villa colonial cubana.
María Antonieta Jiménez Margolles, la Historiadora de la Ciudad, fundada en 1514, explicó a Prensa Latina que "esta zona, durante más de tres siglos, tuvo como base económica fundamental la explotación ganadera, hasta que en el siglo XIX tomó cierta importancia su industria azucarera".
Con la decadencia de la esclavitud, los dueños de ingenios y negros buscaron nuevas fórmulas a fin de seguir adelante en la extracción de azúcar y llenar sus arcas; para ello necesitaban mano de obra, a la que paradójicamente denominaron asalariada, como hicieron con los chinos.
Sin embargo, esta población asiática padeció similares maltratos y atropellos que los sufridos por los esclavos traídos desde tierras africanas.
Al igual que ellos, eran trasladados a cárceles al ser atrapados como cimarrones, es decir, al intentar buscar su libertad en lugares intrincados, adonde fuera casi imposible encontrarlos.
Jiménez Margolles comentó que un trabajo investigativo suyo, titulado Apuntes sobre la presencia china en Sancti Spíritus, fue realizado para "conocer datos preliminares sobre una inmigración significativa por su aporte en las luchas de liberación, sus costumbres y su ejemplo de perseverancia y dedicación al trabajo".
Acotó que se desconocen las cifras exactas de los descendientes chinos que habitan en Sancti Spíritus y que esta labor investigativa se ha enfrentado a la insuficiente documentación al respecto en el Archivo Histórico Provincial y a la españolización de sus nombres en el siglo XIX, así como al factor tiempo.
DESTINO: CARIBE
La Historiadora de la Ciudad significó que los capitalistas ingleses comenzaron a sacar enormes lotes de chinos para llevarlos a trabajar al Caribe como esclavos, "encubiertos con el falso nombre de contratados".
Los esclavistas cubanos, al percatarse de que los asiáticos eran hábiles en las labores agrícolas y ante la escasez de esclavos africanos, decidieron probar suerte en la "contratación de culíes chinos".
De acuerdo con la investigadora, en 1847 arribaron a La Habana los primeros chinos, los cuales fueron transportados de inmediato a los más grandes ingenios de esa zona, iniciándose así otro de los más inhumanos pasajes de la historia, "tan cruel y despiadado como la trata de esclavos", indicó.
Los ingleses, declarados contrarios a la trata negrera, se enriquecieron con la inmigración china y utilizaron iguales o peores métodos de captura y traslado hasta los buques que los transportarían a América, como lo hicieron los españoles con los africanos.
La historia describe cómo los negros traídos de distintas zonas de África venían hacinados en los barcos -como pura mercancía-, imposibilitados de moverse y obligados por tanto a realizar allí sus necesidades fisiológicas más elementales, con el hedor que ello supondría.
Otro tanto sufrieron los chinos, quienes venían amontonados en una travesía que demoraba de cuatro a cinco meses hasta llegar a Cuba, en pésimas condiciones higiénicas, por lo cual enfermaban.
Tales desmanes provocaban que "frecuentemente se sublevaban, mataban a la tripulación e incendiaban los buques", señaló Jiménez Margolles.
INGENIOS AZUCAREROS ESPIRITUANOS
En Sancti Spíritus, a medida que fue avanzando el siglo XIX, adquirió importancia la producción azucarera y en 1859 la jurisdicción contaba con 41 ingenios, de ellos 18 con máquinas de vapor.
El 71 por ciento de estas fábricas semi-mecanizadas estaba en los partidos del Jíbaro y Banao, donde escaseaba la mano de obra esclava.
Los primeros chinos contratados los introdujo la sociedad de Nauman y Panze en 1852 y luego otras empresas incrementaron las poblaciones de estos inmigrantes, como la cienfueguera de Castaño y Entriago.
Fue en los ingenios azucareros más avanzados donde se introdujo la mayor cantidad de estos trabajadores.
Solo en cuatro fábricas obsoletas se acudió al empleo de los asiáticos.
Los ingenios Mapos, Tuinucú, Niña, San Luis y Marroquín, por citar algunos ejemplos, usaban máquinas de vapor. De 1859 a 1861, el Tuinucú mantuvo la misma cifra de chinos: 26, mientras Marroquín tuvo en las dos etapas 31.
Tenedores, San José y El Arado eran los que menos poseían; el primero con cuatro en ambos períodos, el segundo con cinco (1861) y el tercero con cinco, tanto en uno como en otro año.
Existen más datos en este sentido, aportados por la investigadora, donde se observa incluso otro ingenio espirituano que alcanzó en uno de esos momentos la cifra de 40 de los llamados asalariados.
Posteriormente en otras fábricas, también con máquinas de vapor, como San Fernando y Natividad, se introdujeron estos inmigrantes.
El censo de 1862 reportó la presencia de 223 chinos en Sancti Spíritus, mientras otra fuente local aducía que la población cobriza (incluyendo chinos y yucatecos) se elevaba a 315 hombres. Diez años después, ya ascendía casi al medio millar.
SON TAMBIÉN VENDIDOS
En el trabajo de Jiménez Margolles, al cual tuvo acceso Prensa Latina, ella plantea que el periódico El Fénix (primero que tuvo Sancti Spíritus, 1834) se anunciaban las ventas de chinos y que en 1861 valían cerca de mil 200 pesos.
Y si bien en 1872 había 491 chinos, para 1899 solo llegaban a 41.
Estos inmigrantes corrieron igual suerte en los ingenios azucareros de la jurisdicción espirituana como en cualquier otra parte de la Isla caribeña: unas 14 horas de trabajo diario, insuficiente alimentación y precarias condiciones higiénicas.
En un año se reportaron 10 muertes, el 60 por ciento de ellas en el ingenio San Fernando, en el sur espirituano.
Al igual que los esclavos negros, muchos también se rebelaron y se escaparon tras la ansiada libertad. Al ser apresados eran llevados al Depósito de Cimarrones, que se hallaba en la Real Cárcel, hasta ser reclamados por sus dueños.
De 1869 a 1878 permanecieron en dicho local más de 60 hombres originarios de distintas zonas de China, traídos para laborar en los ingenios del centro del país.
Según otra fuente consultada por Jiménez Margolles, en 1879 Federico Suárez indicaba que de 25 asiáticos contratados por él cuatro años atrás, solo volvió a contratar a 11 y mantenía a tres en el campo.
En cuanto al resto, tres murieron, dos estaban enfermos; dos devolvió al Depósito de Cimarrones y cuatro se unieron al Ejército cubano en la lucha independentista contra el gobierno español impuesto en la Isla, es decir había perdido casi la mitad de los adquiridos.
El siglo XX trajo consigo un nuevo arribo de chinos y en Sancti Spíritus, a unos 350 kilómetros al este de la capital, el número creció y con su llegada se abrieron tintorerías, fondas y bodegas.
Si algo distinguió a estos inmigrantes, además de su arrojo en el campo de batalla cubano en el siglo XIX -tema abordado en sus Apuntes por la especialista-, fue la fama de perseverancia, austeridad, disciplina y discreción, la que corrió como la pólvora que ellos mismos conocían desde tiempos remotos.
Por Mayra Pardillo Gómez *
Corresponsal de Prensa Latina en la provincia de Sancti Spíritus.
arb/mpg
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miércoles, 15 de agosto de 2012
Desde la lejana China hasta una villa cubana
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