MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

martes, 7 de agosto de 2012

LO QUE PUDO SER Y NO FUE Y PODRÍA SER...


En la sombra de Hiroshima

Por Noam Chomsky
El 6 de agosto, aniversario de Hiroshima, debería ser un día de reflexión sombría, no sólo acerca de los sucesos terribles de esa fecha en 1945, sino también sobre lo que revelaron: que los seres humanos, en su dedicada búsqueda de medios para aumentar su capacidad de destrucción, finalmente habían logrado encontrar una forma de acercarse al límite final. Los actos en memoria de ese día tienen un significado especial este año.
Tienen lugar poco antes del 50 aniversario del “momento más peligroso en la historia humana”, en palabras de Arthur M. Schlesinger Jr, historiador y asesor de John F. Kennedy, al referirse a la crisis de los misiles cubanos. Graham Allison escribe en la edición actual de Foreign Affairs que Kennedy “ordenó acciones que él sabía aumentarían el riesgo no sólo de una guerra convencional, sino también de un enfrentamiento nuclear”, con una probabilidad que él creía de quizá 50 por ciento, cálculo que Allison considera realista. Kennedy declaró una alerta nuclear de alto nivel que autorizaba a “aviones de la OTAN, tripulados por pilotos turcos (u otros), a despegar, volar a Moscú y dejar caer una bomba”.
Nadie estuvo más asombrado por el descubrimiento de los misiles en Cuba que los hombres encargados de misiles similares que Estados Unidos había emplazado clandestinamente en Okinawa seis meses antes, seguramente apuntados hacia China, en momentos de creciente tensión. Kennedy llevó al presidente soviético Nikita Krushov “hasta el borde mismo de la guerra nuclear y él se asomó desde el borde y no tuvo estómago para eso”, según el general David Burchinal, en ese entonces alto oficial del personal de planeación del Pentágono. Uno no puede contar siempre con tal cordura. Krushov aceptó una fórmula planteada por Kennedy poniendo fin a la crisis que estaba a punto de convertirse en guerra.
El elemento más audaz de la fórmula, escribe Allison, era “una concesión secreta que prometía la retirada de los misiles estadunidenses en Turquía en un plazo de seis meses después de que la crisis quedara conjurada”. Se trataba de misiles obsoletos que estaban siendo remplazados por submarinos Polaris, mucho más letales. En pocas palabras, incluso corriendo el alto riesgo de una guerra de inimaginable destrucción, se consideró necesario reforzar el principio de que Estados Unidos tiene el derecho unilateral de emplazar misiles nucleares en cualquier parte, algunos apuntando a China o a las fronteras de Rusia, que previamente no había colocado misiles fuera de la URSS.
Se han ofrecido justificaciones, por supuesto, pero no creo que soporten un análisis. Como principio acompañante de esto estaba que Cuba no tenía derecho de poseer misiles para su defensa contra lo que parecía ser una invasión inminente de Estados Unidos. Los planes para los programas terroristas de Kennedy, Operación mangoose (mangosta), establecían una “revuelta abierta y el derrocamiento del régimen comunista” en octubre de 1962, mes de la crisis de los misiles, con el reconocimiento de que “el éxito final requerirá de una intervención decisiva de Estados Unidos”. Las operaciones terroristas contra Cuba son descartadas habitualmente por los comentaristas como “travesuras insignificantes de la CIA”. Las víctimas, como es de suponerse, ven las cosas de una forma bastante diferente. Al menos podemos oír sus palabras en Voces desde el otro lado: Una historia oral del terrorismo contra Cuba, de Keith Bolender.
Los sucesos de octubre de 1962 son ampliamente aclamados como la mejor hora de Kennedy. Allison los ofrece como “una guía sobre cómo restar peligro a conflictos, manejar las relaciones de las grandes potencias y tomar decisiones acertadas acerca de la política exterior en general”. En particular, los conflictos actuales con Irán y China.
El desastre estuvo peligrosamente cerca en 1962 y no ha habido escasez de graves riesgos desde entonces. En 1973, en los últimos días de la guerra árabe-israelí, Henry Kissinger lanzó una alerta nuclear de alto nivel. India y Pakistán han estado muy cerca de un conflicto atómico. Ha habido innumerables casos en los que la intervención humana abortó un ataque nuclear momentos antes del lanzamiento de misiles por informes falsos de sistemas automatizados. Hay mucho en que pensar el 6 de agosto. Allison se une a muchos otros al considerar que los programas nucleares de Irán son la crisis actual más severa, “un desafío aún más complejo para los formuladores de política de Estados Unidos que la crisis de los misiles cubanos”, debido a la amenaza de un bombardeo israelí.
La guerra contra Irán está ya en proceso, incluyendo el asesinato de científicos y presiones económicas que han llegado al nivel de “guerra no declarada”, según el criterio de Gary Sick, especialista en Irán. Hay un gran orgullo acerca de la sofisticada ciberguerra dirigida contra Irán. El Pentágono considera la ciberguerra como “acto de guerra”, que autoriza al blanco a “responder mediante el empleo de fuerza militar tradicional”, informa The Wall Street Journal. Con la excepción usual: no cuando Estados Unidos o un aliado es el que la lleva a cabo. La amenaza iraní ha sido definida por el general Giora Eiland, uno de los máximos planificadores militares de Israel, “uno de los pensadores más ingeniosos y prolíficos que (las fuerzas militares israelíes) han producido. De las amenazas que define, la más creíble es que “cualquier enfrentamiento en nuestras fronteras tendrá lugar bajo un paraguas nuclear iraní”.
En consecuencia, Israel podría verse obligado a recurrir a la fuerza. Eiland está de acuerdo con el Pentágono y los servicios de inteligencia de Estados Unidos, que consideran la disuasión como la mayor amenaza que Irán plantea. La actual escalada de la “guerra no declarada” contra Irán aumenta la amenaza de una guerra accidental en gran escala. Algunos peligros fueron ilustrados el mes pasado, cuando un barco estadunidense, parte de la enorme fuerza militar en el Golfo, disparó contra una pequeña nave de pesca, matando a un miembro de la tripulación india e hiriendo a otros tres. No se necesitaría mucho para iniciar otra guerra importante.
Una forma sensata de evitar las temidas consecuencias es buscar “la meta de establecer en Oriente Medio una zona libre de armas de destrucción masiva y todos los misiles necesarios para su lanzamiento, y el objetivo de una prohibición global sobre armas químicas” –lo que es el texto de la resolución 689 de abril de 1991 del Consejo de Seguridad, que Estados Unidos y la Gran Bretaña invocaron en su esfuerzo por crear un tenue cobertura para su invasión de Irak, 12 años después. Esa meta ha sido un objetivo árabe-iraní desde 1974 y para estos días tiene un apoyo global casi unánime, al menos formalmente. Una conferencia internacional para debatir formas de llevar a cabo tal tratado puede tener lugar en diciembre. Es improbable el progreso, a menos que haya un apoyo público masivo en Occidente. De no comprenderse la importancia de esta oportunidad se alargará una vez más la fúnebre sombra que ha oscurecido el mundo desde aquel terrible 6 de agosto.
Fuente: http://www.surysur.net/2012/08/chomskyen-la-sombra-de-hiroshima/



Para evitar otro Hiroshima, armas nucleares deben ser prohibidas

Por Rebecca Johnson, Akira Kawasaki y Tilman Ruff
Hace sesenta y siete años, el 6 de agosto, la primera bomba de uranio explotó sobre Hiroshima con la fuerza de 15 mil toneladas de TNT. Miles de personas murieron por la explosión y la bola de fuego que envolvió la ciudad, y un número similar murió por enfermedades causadas por la radiación y por lesiones durante los días y meses que siguieron. Para finales de 1945, 140.000 personas habían sido asesinadas por esa sola bomba, tres días más tarde, Nagasaki fue destrozada por una bomba de plutonio. Este fue el mismo diseño que Estados Unidos había probado en el desierto de nuevo México tres semanas antes, haciendo que el científico Robert Oppenheimer, líder del proyecto Manhattan, reflexionara sobre como se había convertido en un "destructor de mundos". En los 40 años siguientes, los cinco miembros permanentes del Consejo de seguridad de la ONU (Estados Unidos, Unión Soviética, Gran Bretaña, Francia y China) acumularon unas 70.000 armas nucleares, con una fuerza combinada de explosiva de 15 millones de toneladas.
En Octubre de este año, se conmemorarán 50 años desde la Crisis Cubana de los misiles, cuando los presidentes Kennedy y Krushchev gestionaron – por suerte tanto como juicio – suspender una Guerra nuclear que estaba a punto de comenzar. Hubo otros cuasi accidentes causados por errores de cálculo y acciones militares, antes de que la sociedad civil del mundo presionara para que se iniciara una reducción de armas nucleares y que puso fin a la guerra fría. Explicando por qué llegó al Presidente Reagan para discutir el desarme nuclear en 1986-7, el presidente Gorbachov resaltó la influencia de movimientos de paz y los estudios de "invierno nuclear" por parte de científicos estadounidenses y soviéticos, que han demostrado que una guerra nuclear soviética causaría una devastación ambiental planetaria y una congelación que podría extinguir la vida en la tierra.
Veinte años después de que fue derribado el muro de Berlín, la mayoría de las personas prefieren ignorar el terrible hecho de que miles de armas nucleares todavía ponen en peligro la vida en la tierra. Medios de comunicación y políticos occidentales hacen que suene como si los problemas principales son los del programa nuclear de Irán y el riesgo de terrorismo nuclear. Irán realmente no tiene armas nucleares y Ayatolá Jamenei dijo recientemente que eran "Haram" – religiosamente prohibido por el Islam. No obstante, el enriquecimiento acelerando de uranio de Irán y actividades relacionadas con temas nucleares y actividades de misiles preocupan, no solo porque países vecinos como Pakistán, India e Israel so tiene armas nucleares, e Irán tiene una capacidad nuclear que cambiaría la seguridad y las relaciones en el Medio Oriente, Teherán decide o no armarse.
Entre ellos, Israel, Pakistán e India podrían tener entre 300-400 armas nucleares, añadido a las casi 19.000 todavía en poder de los cinco paises que poseen armas nucleares reconocidos por el Tratado de no proliferación de 1968 (TNP). Estos arsenales – y las doctrinas y operaciones a su implementación – son las amenazas que nos deberían preocupar más. Ahora, una guerra nuclear puede ser menos probable, pero estudios recientes demuestran que una guerra nuclear regional podría causar hambruna global, poniendo en peligro más de 1 billón de personas.
Los nuevos estudios de "invierno nuclear" actualizan la investigación de la década de 1980, examinando el uso de armas nucleares de hasta 100 veces el tamaño de la usada en Hiroshima, en centros urbanos en la India y Pakistán. Este escenario regional limitado (0,04% de la fuerza explosiva en los arsenales de hoy) reconoce la problemática de la disuasión y vecinos sospechosos podría reproducir los factores de riesgo que condujeron a la Crisis de los misiles cubanos, incluyendo el error de cálculo, la falta de comunicación, la escalada militar y, potencialmente, comandantes con exceso de poder. Las capacidades de cibernética creciente en muchos países añaden una dimensión extra de peligro volátil a una mezcla explosiva.
Millones de toneladas de humo tiznado serían generados por las explosiones nucleares en la atmósfera superior. Cielos se oscurecen, las temperaturas en todo el planeta caería en un promedio de 1,25 grados centígrados y la precipitación podrían interrumpirse. Además de la contaminación radiactiva generalizada, estos efectos de clima persistirán durante una década, con consecuencias devastadoras para la agricultura, la salud y los ciclos de vida de muchas especies. Además de las decenas de millones que morirían de los efectos directos de las detonaciones nucleares en las principales ciudades de una región como Asia meridional, más de 1 billón de personas alrededor del mundo se pondría en riesgo de muerte por hambruna. Luego del desastre, las epidemias infecciosas y el conflicto serían problemas adicionales.
La Cruz Roja ha determinado que si las armas nucleares fueron usadas hoy en día, cualquier intento de responder o hacer frente a las necesidades humanitarias de los supervivientes sería totalmente abrumador. Estos nuevos estudios de clima y salud demuestran que una guerra nuclear limitada, regional tendría un impacto en la salud global y consecuencias humanitarias en una escala nunca visto antes, independientemente de si viven en una "zona libre de armas nucleares", tales como cubren África, América Latina, el Pacífico y Central y el sudeste asiático.
Al recordar la devastación causada por dos bombas nucleares relativamente pequeñas en agosto de 1945, no podemos permitirnos ser complacientes. Proliferación y las amenazas nucleares seguirán mientras algunos países valoran y mantienen estas armas de destrucción masiva que son profundamente inhumanas. Un Tratado de prohibición de las armas nucleares es necesario y más asequible que nunca. No debe perderse esta oportunidad de eliminar los peligros de armas nucleares.
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