MORAL Y LUCES

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lunes, 20 de mayo de 2013

¿Se graban todas las llamadas telefónicas en EE.UU.?



Glenn Greenwald
Las verdaderas capacidades y comportamiento del estado de vigilancia de EE.UU. son casi desconocidas por el público norteamericano porque, al igual que la mayoría de las cosas significativas que hace el gobierno, este opera tras un impenetrable muro secreto.
Pero una admisión aparentemente espontánea esta semana por parte de un exagente de contraterrorismo del FBI brinda un reconocimiento bastante sorprendente de cuán vastas e invasivas son estas actividades de vigilancia.
Durante los últimos días, programas de tabloides noticiosos como “Out Front” de CNN, conducido por Erin Burnett, han estado enfocados de manera excitante sobre la posible implicación de Katherine Russell, la viuda norteamericana de 23 años del fallecido sospechoso Tamerlán Tsarnaev, en el ataque del Maratón de Boston. Como parte de su implacable corriente de filtraciones diseminada de manera poco crítica por nuestra Prensa Acreditada de Confrontación, funcionarios gubernamentales anónimos aseguran que están enfocados ahora en llamadas telefónicas entre Russell y Tsarnaev que se llevaron a cabo tanto antes como después del ataque, para así determinar si ella tenía conocimiento anterior del complot o si participó de alguna manera.
El miércoles por la noche Burnett entrevistó a Rim Clemente, exagente de contraterrorismo del FBI, acerca de si el FBI sería capaz de descubrir los contenidos de conversaciones telefónicas entre ellos dos.  Él insistió de manera clara que sí podía.
BURNETT: Tim, ¿hay alguna manera…?  Evidentemente hay un correo de voz que ellos pueden intentar de que las compañías telefónicas las entreguen en este punto. No es un correo de voz. Es solo una conversación. ¿No hay forma de que ellos lleguen a saber lo que sucedió, a no ser que ella se lo diga?
CLEMENTE: “No, hay una manera. Ciertamente tenemos formas en las investigaciones de seguridad nacional de descubrir exactamente lo que se dijo en esa conversación. No es necesariamente algo que el FBI vaya a presentar en el tribunal, pero puede ayudar a llevar la investigación y/o a llevar a que se le interrogue a ella. Es seguro que podemos descubrir eso.
BURNETT: Entonces, ¿pueden ellos obtener eso? La gente dice, miren eso es increíble.
CLEMENTE: “No, bienvenido a Estados Unidos. Todo ese material es capturado mientras hablamos, lo sepamos o  no”.
“Todo ese material” –lo que quiere decir todas las conversaciones telefónicas que los norteamericanos tienen entre sí en suelo norteamericano, con o sin una orden judicial– “es capturado mientras hablamos”.
El jueves por la noche, Clemente apareció de nuevo en CNN, esta vez con la conductora de programas Carol Costello, y ella le preguntó acerca de esos comentarios. Él reiteró lo que había dicho la noche anterior, pero agregó expresamente que “todas las comunicaciones digitales en el pasado” son grabadas y almacenadas:
Repitamos esa parte: “ninguna comunicación digital es segura”, con lo que quiere decir no que cualquier comunicación es susceptible de ser interceptada por el gobierno mientras sucede (lo cual es cierto), sino mucho más que eso: todas las comunicaciones digitales –llamadas telefónicas, correos electrónicos, chat
 online y similares son grabadas automáticamente y almacenadas y accesibles al gobierno en cuanto sucede. Describir eso es definir lo que es un ilimitado y ubicuo Estado de Vigilancia.
Ha habido algunas indicaciones previas de que esto es cierto. El exingeniero de AT&T Mark Klein reveló que la compañía y otros consorcios de telecomunicaciones habían construido una red especial que permitía a la Agencia de Seguridad Nacional el acceso total e ilimitado a datos de llamadas telefónicas y al contenido de las comunicaciones de correo electrónico de todos sus clientes. De manera específica, Klein explicó “que la NSA [Agencia de Seguridad Nacional]organizó un sistema que aspiró datos de Internet y llamadas telefónicas de norteamericanos comunes y corrientes con la cooperación de AT&T” y que “a diferencia de la descripción por parte del gobierno de que su programa de vigilancia tenía como objetivos a los terroristas en el exterior… gran parte de los datos enviados por medio de AT&T a la NSA era puramente del país.”
“Pero sus sorprendente revelaciones fueron ignoradas en su mayor parte y, cuando el Congreso inmunizó retroactivamente a los gigantes norteamericanos de las telecomunicaciones por su participación en los programas ilegales de espionaje de Bush, se evitó (premeditadamente) que las aseveraciones de Klein fueran aceptadas en un tribunal.
El hecho de que cada llamada telefónica sea grabada y almacenada explicaría también esta extraordinaria revelación por parte de The Washington Post  en 2010:
Cada día, sistemas de acopio de la Agencia de Seguridad Nacional interceptan y almacenan 1,7 mil millones de correos electrónicos, llamadas telefónicas y otros tipos de comunicaciones.
También ayudaría a explicar las revelaciones del exfuncionario de la NSA William Binney, quien renunció a su cargo en la agencia como protesta por su espionaje sistemático de las comunicaciones en el país de ciudadanos norteamericanos, que el gobierno de EE.UU. ha “reunido en la magnitud de 20 billones de transacciones acerca de ciudadanos de EE.UU. con otros ciudadanos de EE.UU.” (lo cual incluye tan solo transacciones de comunicaciones y no transacciones financieras y de otro tipo), y que “los datos que se ensamblan son acerca de todo del mundo. Y a partir de esos datos, ellos pueden concentrarse en cualquiera que deseen”. 
A pesar del extremo secreto tras el cual operan estos programas de vigilancia, ha habido informes periódicos de abusos graves. Dos senadores demócratas, Ron Wyden y Mark Udall, han estado advirtiendo durante años que los norteamericanos quedarían “anonadados” si supieran lo que el gobierno de EE.UU. está haciendo en relación a la vigilancia secreta.
Extrañamente, allá por 2002 –cuando la histeria por los ataques del 11/9 (y por tanto el consentimiento al poder del gobierno) llegó a su máximo– el intento del Pentágono por implementar lo que llamaba el programa de “Concientización Total de Información” (TIA) provocó tanta controversia pública que tuvo que ser eliminado oficialmente. Pero ha sido reinstituido progresivamente –sin el escalofriante (aunque honesto) nombre y su logo del ojo omnividente– con poca controversia o conocimiento.
En 2010, la controversia mundial hizo erupción cuando los gobiernos de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos prohibieron el uso del Blackberry debido a que algunas comunicaciones eran inaccesibles para las agencias de inteligencia del gobierno, lo cual no podía ser tolerado. La administración Obama condenó la medida sobre la base de que amenazaba libertades básicas, solo para contradecirse seis semanas después y exigir que toda forma de comunicación digital permitiera al gobierno de EE.UU. un acceso encubierto para interceptarla. Dicho de otra manera, el gobierno norteamericano adopto exactamente la misma lógica que las agencias saudíes y las de los EAU: ninguna comunicación puede ser inaccesible. Es más, los EAU, al responder a la condena de la administración Obama, señalaron que estaban haciendo simplemente lo que hace el gobierno norteamericano:
“De hecho, los EAU están ejerciendo su derecho soberano y están pidiendo exactamente el mismo cumplimiento de las regulaciones –y con los mismos principios de supervisión judicial y regulatoria– que Blackberry concede a EE.UU. y a otros gobierno, y nada más’ dijo [el embajador de los EAU en EE.UU. Yousef Al] Otaiba. ‘Es importante que los EAU requieran el mismo cumplimiento que EE.UU. por las mismas razones: proteger la seguridad nacional y ayudar al cumplimiento de las leyes’. ”
El hecho de que no se permita que ninguna comunicación humana tenga lugar sin el escrutinio del gobierno norteamericano es ciertamente el principio animador del Estado de Vigilancia de EE.UU. Sin embargo, esta revelación, hecha de pasada en CNN, de que cada llamada telefónica realizada por y entre norteamericanos es grabada y almacenada es algo que la mayoría de la gente indudablemente no sabe, a pesar de que el pequeño grupo de personas que se concentra en la vigilancia considera que es cierto (es evidente que tanto Burnett como Costello se escandalizaron cuando supieron de esto).
Algunas encuestas recientes sugieren que los norteamericanos, incluso después del ataque en Boston, están preocupándose cada vez más por la erosión de las libertades civiles en nombre del Terrorismo. Hasta esas personas que aseguran que no importa comprenden instintivamente el valor de la privacidad personal: ponen cerradura en la puerta de su dormitorio y salvaguardan su contraseña del correo electrónico. Por eso el gobierno norteamericano mantiene de manera tan desesperada un muro de silencio alrededor de su capacidad de vigilancia: porque teme que la gente se entere de su comportamiento inaceptablemente intrusivo y amenazante, como hicieron incluso en 2002, cuando se reveló el TIA de John Poindexter.
La vigilancia masiva es el distintivo de una cultura política tiránica. Pero independientemente de las opiniones de cada cual acerca de eso, mientras más se sepa acerca de lo que están haciendo el gobierno de EE.UU. y sus agencias de vigilancia,  mejor. Esta aceptación en CNN por parte de este exagente del FBI da una buena medida de cuán ilimitadas son estas actividades.
Publicado por Progreso Semanal

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