MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

sábado, 4 de mayo de 2013

¡Robáis al obrero para dárselo al banquero!




César Medina 
lobarnechea1@hotmail.com
La consigna retumbó este primero de mayo en Madrid y las principales ciudades de España.
Cientos de miles de españoles e inmigrantes sin empleo desfilaron por calles y avenidas como en los mejores años de la lucha obrera.
Ahora el blanco es el sector financiero... Porque, definitivamente, a alguien hay que culpar de una crisis tan severa. Nunca antes el paro se había situado tan alto, más del 26 por ciento de la población económicamente activa, 6.2 millones de almas que no hallan qué hacer, dónde trabajar, cómo producir...
El miércoles primero de mayo muchos de ellos se expresaron en las calles, airados pero civilizados, sin  desórdenes, sin presos, sin heridos, sin destrozos.
Una extraordinaria muestra de civilización, de civismo, de avance social. En todos los mítines de masas, con la participación de gente de todos los niveles, hablaron los líderes sindicales y sociales, expresaron el enojo colectivo del gremialismo, sus inconformidades, sus insatisfacciones...
Pero por ningún lado se escuchó un llamado insensato, una invitación al desorden, al caos, a la anarquía...
Aunque también se culpa al gobierno ñ¿A cuál de ellos si la crisis va para seis años?ñ a ningún orador se le ocurrió pronunciar un sólo término que incitara a la violencia, que encendiera la mecha de una bomba potencialmente peligrosa para toda la sociedad.
Porque la gente tiene conciencia de que la violencia no resuelve nada y que en cambio lo empeora todo. 
¿Agresión a tiros?
En una sociedad desarrollada donde funcionan las instituciones, es impensable que se produzca una agresión a tiros contra la autoridad... ¿Y que maten a balazos a un coronel? Eso es simplemente inimaginable.
La “lucha universitaria” hace rato cambió método y escenario. Claro, hablo de pueblos civilizados.
La gente protesta y se le garantizan sus derechos... De hecho, en España, y particularmente en Madrid, se producen manifestaciones de protesta todos los días. La gente suele salir a la calle con calderos vacíos, con sus clásicos pitidos, con letreros en cartulina, con pancartas litografiadas, con lienzos enormes exponiendo sus quejas...
Y a ninguna autoridad se le ocurre tratar de impedirles sus marchas, sus protestas, sus quejidos. Ese es un derecho que no se le puede alienar a los ciudadanos.
Pero a  ningún manifestante se le ocurriría tampoco ñdentro de esas protestas civilizadasñ apedrear los vehículos que hallan a su paso o incendiar neumáticos en las calles, obstaculizar las vías públicas, abrir trincheras en las calles con escombros, destruir señalizaciones municipales.
En los países donde ocurren esas cosas no puede haber quejas cuando la autoridad carga contra los manifestantes... Y cuando es a tiros ñen las sociedades inciviles donde ocurreñ entonces es a tiros que la autoridad disuelve las “protestas”.
Violencia, ira colectiva
Hace casi un año aquí en Madrid se produjo una carga inusual de la Policía y la guardia civil contra una manifestación popular.
Pero ocurrió cuando unos jóvenes se violentaron y violaron un vallado que limitaba el escenario de su manifestación, frente al Congreso de los Diputados, que sesionaba en ese momento. La carga tuvo un balance de 32 agentes del orden con golpes y heridas leves, y menos de veinte manifestantes en igual situación, con treinta y pico de detenidos.
Hubo casi dos veces más policías que civiles golpeados y contusos a pesar de que las imágenes de la televisión mostraron la actitud agresiva de los manifestantes que intentaron penetrar al edificio de los legisladores...
Y no fue hasta que los chorros de agua y las cachiporras resultaron insuficientes para contener a los revoltosos, cuando la autoridad utilizó métodos más violentos... Pero nunca armas de fuego letales.
Por supuesto, a los policías tampoco les dispararon. Porque el resultado habría sido otro.
Cuando uno vive estas cosas la pregunta llega hasta sin proponérselo: ¿Llegaremos a ese nivel de civilización y civismo?

TOMADO DEL LISTIN DIARIO


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