MORAL Y LUCES

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lunes, 20 de mayo de 2013

Las civilizaciones perdidas de Marte

Imaginen Marte lleno de canales de miles de kilómetros excavados en la superficie para transportar agua desde los polos helados hasta el ecuador. De zonas donde el óxido de hierro que confiere el color rojizo característico del planeta dejase paso a lugares con frondosa vegetación. E incluso con magníficas pirámides para ser exploradas.


Sin duda parece un capítulo de una novela de ciencia ficción. El flamante Curiosity no va encontrar nada de eso. Pero hasta no hace tanto tiempo importantes científicos y astrónomos teorizaban sobre estas posibilidades.

Marte siempre ha fascinado a la humanidad. Su destello rojizo en el firmamento hizo que se le asociara con la sangre. Los romanos le nombraron dios de la guerra y, quizás por eso, la posibilidad de que albergara vida ha generado una mezcla de temor y expectación.

A finales del siglo XIX la pasión por la astronomía se había desatado. La novela de ciencia ficción daba sus primeros magníficos pasos y ofrecía la posibilidad de viajar a otros planetas o la llegada de alienígenas nada pacíficos a la Tierra, como en la historia de H.G. Wells.

Pero este auge también vino acompañado de progresos científicos como el descubrimiento de Neptuno y otros objetos celestes. Y es que los avances técnicos permitían la construcción de telescopios cada vez más grandes y precisos para observar los planetas, y en especial, Marte.

Giovanni Schiaparelli


En 1877 el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli aseguró haber observado lo que parecían canales en el planeta rojo. Pero fue el prestigioso matemático y astrónomo estadounidensePercival Lowell quien se atrevió a hablar claramente de marcianos en la primera década del siglo XX.

Según su teoría, los canales de miles de kilómetros que surcaban la superficie de Marte eran monumentales construcciones hidráulicas realizadas por los habitantes del planeta. Su función era transportar el agua de los polos marcianos a las zonas más cálidas del ecuador. Lowell era un científico respetado, de hecho era profesor del Instituto tecnológico de Massachusetts, por lo que sus palabras tuvieron gran repercusión.

Sin embargo, la posibilidad de que existiera vida inteligente en Marte generó agrias polémicas en la comunidad científica. Las imágenes proporcionadas por la sonda Mariner 4 en 1965 mostraron una superficie árida y desértica de Marte sin rastro alguno de esos canales de Lowell.

Marte es, sin duda, el objeto celeste más observado y estudiado. Sin embargo, la ingente información lograda por las sondas espaciales que orbitan el planeta, o que incluso recorren su superficie, lejos de acabar con teorías fantasiosas sobre la existencia de vida inteligente, han multiplicado los mitos.


Una de las imágenes que alimenta estas leyendas fue captada por la sonda Viking 1 en 1976. En esa fotografía se observaba un montículo que parecía tener la forma de un rostro humano. La figura, ubicada en la región de Cidonia, mide unos 3 kilómetros de largo por 1,5 de kilómetros.

Las especulaciones se dispararon. Los partidarios de vida inteligente la arguyeron como una prueba de la existencia de una civilización marciana. Sin embargo, imágenes posteriores de sondas a mayor resolución dieron la razón a la NASA y mostraron que en realidad se trataba de una figura geológica natural.

La pirámide es una de las figuras geométricas más comunes representadas por todas las culturas: egipcios, aztecas, mayas, chinos... Todas estas civilizaciones han levantado estos enormes monumentos.

Pero ¿existen pirámides en Marte? Una vez más la sonda Viking sorprendió al mundo con unas imágenes en las que aparecían figuras piramidales en la superficie marciana. Una vez más, nuevas fotografías de mayor calidad aclararon años después que se trataba de formaciones naturales. Todavía habrá que esperar para resolver la pregunta más importante de la humanidad: ¿Estamos solos?


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