Cuando cumplió los quince años, Graciela Cañas Pérez-Puelles regresó a Puerto Padre, en la entonces provincia de Oriente, para comprobar que no había olvidado una sola calle de su pueblo. Eso fue, justamente, antes de convertirse en maestra y alfabetizar en el ´61. Antes de la escuela Paulita Concepción del Cerro y de hacerse doctora en Pedagogía.
Sale a recibirnos haciendo un esfuerzo para caminar porque la artrosis le impide desde hace un tiempo usar las rodillas. Huele a violetas y a creyón de labios. Parece que espera hace muchos años por nosotros, por algo, aunque asegura que no le queda nada por hacer en la vida. Y esta pequeña mujer que nos muestra su labor de tejido y posa para las fotos, digámoslo de una vez, tiene 103 años.
En cada pliegue del rostro y las manos, uno supone las marcas que la vida y la sabiduría han dejado en ella. Graciela es una de las personas centenarias en Cuba y está “entera” —asegura—, solo la artrosis le niega seguir con los ejercicios de las mañanas en el parque; y las cataratas, que se empeñan en arrebatarle la vista, “pero pronto me voy a operar, pues encontraron la manera de hacerlo mientras estoy sentada, porque la artrosis no me deja acostarme bocarriba”, dice.
Encima del piano, un álbum con fotos en sepia cuenta la historia de la familia. “Mi madre ayudaba a los mambises en la Guerra del ´95 preparando remedios y medicinas o confeccionando unos zapatos de hojas de plátanos que se llamaban alfalacas”, cuenta orgullosa, mientras hojea lo que se nos antojan sus memorias, escritas a mano con una letra pareja, y con las añoranzas por los ocho hermanos que ya no están.
—¿Pero qué le gusta hacer a usted, Graciela?
—¿A mí? De todo. Comer, me gusta mucho comer, pero no cocinar. Tejer tapetes, tocar el piano… Saben, yo aprendí a tocar el piano de oído y compuse una canción dedicada a Chile.
Entona la letra y sonríe. Habla de cualquier cosa, cambia de tema, como tratando de ganarle al tiempo. Pero ya no hace falta. Graciela le ganó al tiempo hace mucho. Al igual que el San Antonio que descansa en la habitación y lleva en la familia más de 200 años, asegura.
En ella, si uno se detiene a mirarla bien, se descubre la alegría del que recién comienza a vivir y no deja nada para luego. Su hijo, Antonio Jiménez, y Dios, es todo lo que Graciela tiene en el mundo. Y muchísimas personas que la adoran y se preocupan por su salud. Mirta de los Ángeles García, doctora del Centro de Investigaciones sobre Longevidad, Envejecimiento y Salud del Hospital Calixto García, es una de ellas.
La visita a menudo, al igual que a las cerca de 30 personas centenarias del municipio de Plaza de la Revolución, en la capital. Entre ellas se advierte una complicidad especial. Mirta es parte de la casa.
En el 2004, se iniciaron en Cuba los estudios sobre aquellas personas que sobrepasaban los cien años de edad. Entre ese año y el 2008 se visitaron todas las provincias, y actualmente se les da seguimiento y prioridad mediante el programa de atención al adulto mayor, explica Mirta.
“La mentalidad no debe ser que ya vivieron lo que iban a vivir, sino intentar mejorar su calidad de vida, para que el tiempo que les quede sea el mejor”, dice.
CENTENARIOS EN CUBA
Cuando en 1749 el naturalista y biólogo francés conocido como Conde de Buffon propuso la idea de que existía un límite biológico de 100 años para los seres humanos, no imaginaba que dos siglos y medio después, la francesa Jeanne Calment cumpliría 120 años y este dogma quedaría refutado rotundamente.
Se trata de un fenómeno reciente: la especie humana había superado la edad de los 100 años. Todo un acontecimiento si partimos de que el análisis de la historia de las civilizaciones demuestra que el límite máximo de la duración de la vida del hombre en el Siglo de Bronce, no rebasaba los 18 o 20 años, durante el imperio romano los 23 años, en el medioevo los 35 años y en el siglo XIX se elevó solo a 44 años.
Los centenarios representan actualmente uno de los segmentos de más rápido crecimiento dentro de la población, con implicaciones socioeconómicas y de salud muy especiales. Basta decir que en las naciones primermundistas, la cantidad de personas que celebran su cumpleaños número 100 se ha multiplicado cada década desde 1950.
Hoy podemos hablar de longevidad, y la esperanza de vida a los 60 años es un indicador de ello. Investigaciones recientes evidencian por ejemplo, que en Latinoamérica y el Caribe el 81 % de las personas que nacen en la actualidad, vivirán después de sus 60 años, mientras que el 42 % sobrepasarán las ocho décadas de vida.
Cuba, con un crecimiento poblacional casi nulo, índices de fecundidad por debajo del nivel de reemplazo poblacional desde hace tres décadas, baja mortalidad infantil, elevada esperanza de vida y un saldo negativo de la migración externa —factores que al asociarse han afectado el tamaño y el ritmo de crecimiento de la población, la estructura por edades— se enfrenta hoy a un contexto sociodemográfico de envejecimiento poblacional.
Datos del último Censo de Población y Viviendas arrojaron que el 18,3 % de la población cubana tiene 60 años o más. En este escenario, los centenarios son un grupo poblacional especialmente atendido e investigado.
Publicado en el 2012 y realizado por el Instituto de Investigaciones sobre Longevidad, Envejecimiento y Salud (CITED), el estudio Centenarios en Cuba. Los secretos de la longevidad [1], es la investigación más completa que se realiza en el país sobre este segmento poblacional y sus principales características.
Según la mencionada publicación, las evidencias disponibles en el mundo, muestran que aproximadamente del 30 al 50 % de los centenarios presentan un estado biomédico, funcional y mental bueno, a pesar de su edad avanzada y como grupo difieren dentro de ellos y con otros grupos poblacionales, en sus características sociodemográficas, de estilos de vida y perfiles de salud.
Asimismo, refiere que diversos estudios de centenarios realizados a nivel mundial como los ejecutados en China, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, Japón y Suecia, rebaten la hipótesis de que las personas de 100 años o más son dementes, discapacitadas o dependientes. Los centenarios aún pueden realizar actividades instrumentadas de la vida diaria, como ejecutar los quehaceres de la casa y manejar sus propios medicamentos.
Centenarios en Cuba. Los secretos de la longevidad, mostró, a partir de la validación de la edad de unos 1 488 centenarios, la heterogeneidad de esta población en sus estilos de vida, y evidenció el buen afrontamiento por parte de las personas que alcanzan los 100 años, de los eventos adversos. Una elevada proporción de estas personas dijeron tener proyectos estar satisfechos con la vida.
Si bien la longevidad humana está relacionada en más de un 30 % con la genética, el mayor porcentaje corresponde a la interacción con el ambiente, por lo que es posible alcanzar un envejecimiento activo, que garantice durante el ciclo vital además de la salud, la participación, seguridad social y calidad de vida.
Varios son los indicadores que demuestran la magnitud y rapidez del crecimiento de la longevidad de los cubanos. La Esperanza de Vida al Nacer (EVN) en nuestro país es de 77, 98 años en la actualidad. Asimismo, la esperanza de vida geriátrica o esperanza de vida a los 60 años en Cuba se elevó a más de 22 años, comparables con los niveles más altos del mundo. Por otra parte, la esperanza de vida de las personas que en Cuba cumplen 80 años es de 9,3 años para ambos sexos, referencia la investigación.
Más del 87 % de los cubanos sobreviven a los 60 años, y para el 2022 lo hará el 90%, siendo el factor más importante en el crecimiento de los centenarios como grupo poblacional, el notable declive en la mortalidad después de los 80 años de edad.
De los centenarios estudiados, un 60, 3 % se corresponde con el sexo femenino y un 39, 7 % con el masculino, lo que fortalece el planteamiento de que el envejecimiento poblacional es un fenómeno eminentemente femenino. Datos de la Encuesta Nacional de Envejecimiento Poblacional 2010, reflejan que el índice de feminidad, medida de la representatividad del sexo femenino, alcanzó un valor de 1 119 mujeres por cada 1 000 hombres para el total de población de 60 años y más, lo cual responde al hecho de que la esperanza de vida femenina es superior a la de los hombres y por tanto una mayor proporción de mujeres que de hombres sobreviven en las edades más avanzadas.
Según el estudio sobre centenarios, el comportamiento por grupo de edades dentro de esta población refleja un franco predominio del grupo de 100 a 104 años, los cuales constituyen casi el 90 % de los mismos. Se encontró un bajo porcentaje de personas de 110 años o más, considerados en la literatura como supercentenarios.
El mayor por ciento de estas personas reside en la capital, seguido por las provincias de Santiago de Cuba y Granma, siendo los territorios orientales en su conjunto los que mayor cantidad de centenarios albergan.
La investigación arrojó que el 93,5 % de los centenarios convive acompañados de otras personas y solo un 3,2 % de ellos viven solos, lo cual puede encontrarse relacionado con la mayor demanda de cuidados en las etapas más avanzadas de la vida y el sentido de protección de las familias cubanas hacia aquellos que han logrado alcanzar estas edades; aún cuando permanezcan funcionalmente independientes.
Asimismo, la presencia de padres longevos prevaleció en los centenarios cubanos, en especial el antecedente de provenir de una madre longeva. Se encontró una baja prevalencia de enfermedades vasculares y hábitos tóxicos en dicha población, factores de riesgo relacionados con el desarrollo del déficit cognitivo, lo cual representa la posibilidad de haber desarrollado sus potenciales genéticos para la longevidad, a través de estilos de vida saludables.
Al analizarse la relación entre la variable sexo y el deterioro cognitivo, el estudio arrojó que excepto en La Habana, en el resto del país existe predominio del deterioro cognitivo en las mujeres de más de 100 años. Sin embargo, el 57 % de los centenarios en todo el país tienen evaluación cognitiva global normal a pesar de las edades extremas; lo cual rompe con el mito de que llegar a la vejez es sinónimo inevitable de deterioro cognitivo y en especial de las demencias. No obstante, más del 50 % de estos se encuentran dependientes para la realización de las actividades instrumentadas de la vida diaria.
Llegar a los 100 años o pasar de ellos. Así, como sobrevivientes. Como el mejor ejemplo de envejecimiento exitoso. Retar el límite extremo de la vida. Centenarios cubanos, como la Graciela del inicio de este trabajo, que es en parte, la historia de la vida en Cuba.
[1] Datos tomados del libro Centenarios en Cuba. Los secretos de la longevidad, Instituto de Investigaciones sobre Longevidad, Envejecimiento y Salud (CITED), Publicaciones Acuario, Centro Félix Varela, La Habana, 2012
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