Puerto Príncipe, 12 ene (PL) Un sismo de 7,3 grados en la escala abierta de Richter estremeció hace tres años justamente hoy a Haití, donde diversos males derivados de la catástrofe siguen siendo pesadillas para mucha gente.Por el temblor de tierra murieron 300 mil personas, casi dos millones quedaron sin viviendas y la capital perdió gran parte de su infraestructura.
El alojamiento de los damnificados constituye actualmente uno de los grandes asuntos pendientes de solución, señalaron entidades como la Federación Internacional de la Cruz Roja.
Alexandre Claudon, representante de ese organismo en el país caribeño, manifestó en un comunicado que quienes viven en campamentos temporales se exponen a la inseguridad y la vulnerabilidad a los desastres naturales.
En esa situación, en la cual se encuentran aún 357 mil haitianos, resulta creciente el riesgo de contraer enfermedades, entre ellas el cólera, que desde octubre de 2010 ha quitado la vida a más de siete mil 600 personas.
La Fuerza de Reflexión y Acción para el Alojamiento coincidió con la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de los Asuntos Humanitarios al señalar la carencia de verdaderos cambios en la situación de vida de la gente en los campamentos.
Según la agrupación humanitaria Caritas, uno de los principales obstáculos para la reconstrucción reside en la dramática situación de las zonas rurales de Haití, devastadas por el sismo de 2010 y afectadas regularmente por huracanes.
Entre la apropiación de tierras por parte de grandes empresas de Estados Unidos y la competencia de productos importados a bajos precios, los agricultores están abandonados a su propia suerte en el país, denunció la organización.
Al mismo tiempo, el Programa Mundial de Alimentos alertó que más de un millón 500 mil personas están en situación de severa inseguridad alimentaria en Haití.
También, un reciente informe de la Organización de Naciones Unidas subraya que el estado de derecho en este país sigue siendo un desafío, debido principalmente a la falta de funcionamiento de las instituciones judiciales.
Los ingresos del Estado, refiere el documento, apenas cubren las necesidades operativas de los ministerios y solo permiten una mínima inversión.
Ante este panorama, el presidente de Haití, Michel Martelly, ratificó la víspera su compromiso con la reconstrucción del país, el más pobre del hemisferio occidental, y pidió ser persistentes y no dejar de laborar ni un minuto.
Todo lo que fue destruido en 36 segundos tardará más de cuatro años en volver a levantarse, apuntó el jefe de Estado en un comunicado.
Este es un proyecto de futuro y estamos trabajando duro para sacar adelante a Haití con la esperanza de, un día, devolver a la comunidad internacional todo lo que nos ha dado, subrayó.
Martelly se refirió a la necesidad de romper las cadenas del subdesarrollo e impulsar el progreso, y consideró esencial que las víctimas de la catástrofe puedan retomar la vida normal con todos sus derechos y dignidad.
Por Diony Sanabia Abadia
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