César Medina
Lobarnechea1@hotmail.com
Haber llegado a la Presidencia de la República por el voto popular confiere una categoría histórica reservada a los privilegiados. Y en todas partes del mundo son tan pocos...
La mayor distinción que puede recibir un ciudadano es que su pueblo lo convierta en “el primero entre sus iguales”.
Es una condición que vale lo mismo para una nación pequeña y pobre que para el más grande y poderoso de los países.
Porque al final terminan en ese club tan exclusivo de los Ex-presidentes... Dicho así, en mayúsculas.
De repente me llegan a la memoria los ex-presidentes vivos que tiene España, el único país que recuerdo conserva a todos los Presidentes de su actual democracia, tras el franquismo. Han sido cuatro, excluyendo a Mariano Rajoy, actualmente en ejercicio: Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar y Rodríguez Zapatero.
Los cuatro retirados de la carrera presidencial, pero muy activos en sus respectivos partidos, con excepción de Suárez, afectado por una terrible enfermedad neurológica.
Estados Unidos conserva a Jimmy Carter, los Bush, padre e hijo, y Bill Clinton. También cuatro, todos fuera de la política activa, menos Clinton que sigue vinculado al Partido Demócrata y en la ultima campaña presidencial jugó un rol importante al lado del presidente Obama.
Nosotros tenemos apenas dos ex-presidentes vivos, Hipólito y Leonel, algo que habla claro de un mal endémico de nuestra democracia que tiene diversas lecturas...
Ejemplos a la vista
España y Estados Unidos son dos ejemplos de que la reelección ilimitada no eterniza necesariamente a los gobiernos y a los presidentes.
El sistema norteamericano de dos períodos consecutivos y nunca más, parece modélico por cuanto detiene los eventuales propósitos de perpetuidad de presidentes y gobiernos.
Pero España ha sabido controlar esa tendencia con decisión e inteligencia...
Constitucionalmente es legal la repostulación ilimitada de los presidentes, pero el sentido común, el peso de opinión pública y el desgaste en el ejercicio del poder, ha limitado a los presidentes a solo dos períodos de cuatro años.
La excepción fue Felipe González, que agotó tres legislaturas consecutivas, pero en un tramo muy especial de la historia cuando apenas España se reasentaba en la democracia tras la dictadura franquista.
Además, Felipe -como le llaman familiarmente los españoles-, fue un Presidente muy especial, de condiciones políticas y humanas excepcionales, que aún constituye un referente obligado en la transición política de la gran nación ibérica.
La contraparte es el sistema norteamericano: una repostulación y fuera, gane o pierda el Presidente en ejercicio. Carter y Bush padre agotaron sólo un período porque perdieron la reelección, y quedaron fuera para siempre...
Ese esquema, sin embargo, tiene el inconveniente de que jubila a líderes jóvenes después de una experiencia de Estado que sólo se logra en el ejercicio del poder. Clinton es un ejemplo a la vista, jubilado por el sistema a los 55 años. Y lo será Obama cuando entregue el poder al culminar el actual período, con apenas 54 años de edad.
Hipólito y Leonel
Los únicos dos expresidentes vivos que tiene nuestro país son Hipólito y Leonel, ambos con vigencia electoral.
Los dominicanos tenemos la particularidad de que en los últimos 88 años -desde 1924, empezando con Horacio Vásquez hasta nuestros días-, hemos tenido solo ocho presidentes elegidos democráticamente, incluyendo a Danilo Medina.
Y en los últimos 46 años, dos presidentes, Balaguer y Leonel, han agotado 34 años en el poder... Balaguer, 22; Leonel, 12.
Solo otros tres dominicanos han llegado a la Presidencia en ese largo tramo de nuestra historia: Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco, Hipólito Mejía, los tres del PRD, y los dos primeros fallecidos.
Hipólito y Leonel tienen posibilidad de volver en el 2016.
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