Campamento en Isleta Norte, Villa Ocampo
A mediados de diciembre, se realizó en Isleta Norte, distrito rural de Villa Ocampo, el Primer Encuentro de Jóvenes de UONSAFE y fue además, una forma distinta de culminar el año de actividades.La UONSAFE, Unión de organizaciones del norte de Santa Fe, es un espacio de organizaciones campesinas y de pequeños productores, cuyo territorio y lugar de vida abarca las costas del río Paraná, en el centro, las llanuras y cañaverales, como así también, la zona de secano, al oeste con el límite de la provincia de Santiago del Estero.
En este cierre de año, la juventud de la UONSAFE, se encontró con un objetivo muy claro: conocer esa herencia y esa historia de lucha que les marca el camino de sus antecesores más inmediatos y entender el desafío importante de ser ellos quienes tienen en sus manos el presente y el futuro de la dignidad campesina.
Ninguna otra mañana hubiera sido mejor marco para dar comienzo al encuentro: brisa fresca del río – rara para un diciembre caluroso- buen ánimo por parte de las 25 personas, que dieron lugar al evento. Eran chicos y chicas provenientes de El Timbó, Isleta Centro, Isleta Norte y El Cuadrado, provincia de Santiago del Estero
Los jóvenes hablan
En la primera jornada, la presentación estuvo cargada de historias y anécdotas que dibujaron el lugar del que cada uno provenía, con sus rasgos de identidad que caracterizan.
Decían los jóvenes de “El Timbó: “No les fue fácil [a los padres] lograr la organización. Tuvieron que hacer mucho esfuerzo para tener el barrio que hoy tenemos”, “para lograr cosas, es necesario estar todos unidos”. En relación a su participación de la vida comunitaria de la asociación dijeron que tienen limitaciones porque se dedican la mayor parte del tiempo a estudiar: “no podemos estar en los proyectos porque estudiamos, el estudio nos ocupa y lleva mucho tiempo”.
También mencionaron como problemática la falta de servicios como agua y luz. Y uno de los mayores inconvenientes: el hacinamiento que comienza a verse porque ya son más familias y las tierras no alcanzan.
Estos jóvenes, como tantos otros que provienen del campo, ven con preocupación las migraciones que se producen cuando se busca el sustento en la ciudad: “hay muchos que se fueron a vivir a otros lados. Nosotros a eso lo vemos mal, tener que irse para trabajar, dejar el lugar y la familia”.
Por su parte, los jóvenes de Isleta Centro, cuyo barrio se denomina “Comunidad verde”, remarcaron que están organizándose desde hace muy poco tiempo, pero que ya ven los frutos. Son alrededor de 70 familias y la nombraron así, porque entre todos apuntan a tener un lugar con mejores condiciones ecológicas y de limpieza. En ese sentido, los chicos contaron que de vez en cuando, inician campañas de recolección de basuras, y también mantenimientos de espacios públicos, como la plaza.
Sin embargo, no pueden frenar otros problemas mayores, como la fumigación y el tránsito que hay en la zona. Al respecto dijeron que el camino que rodea al barrio, es un camino rural que se lo utiliza para que la gente más ‘rica’, se vaya al río a pasar el día: “esto nos trae problemas, porque constantemente estamos recibiendo la tierra de las pasadas de los autos”.
Para ellos, pesa mucho también ser del lugar, ya que en su momento se dieron hechos de delincuencia con gente vinculada al barrio “pero ya no están. Aunque igual nos hacen sentir distintos cada vez que vamos a la ciudad, por el sólo hecho de decir que somos de Isleta Centro”.
Ángel Gómez, de El Cuadrado, provincia de Santiago del Estero, contó cómo es su organización y el lugar donde vive, a qué se dedican y cómo producen las familias del oeste provincial. Es uno de los jóvenes que más viajó, ya que su lugar, está ni bien se cruza la franja imaginaria de las fronteras.
La organización a la que pertenece, se llama Organización Provincias Unidas y está integrada por grupos de familias de dos jurisdicciones, Santiago del Estero y Santa Fe. Junto a su familia y otras s 15 más integran el grupo “El Cuadrado”.
La principal actividad es la producción de ganado menor – cabritos- que venden y al mismo tiempo consumen.
Estableció como principal problemática de la zona, la falta de agua, “por eso tenemos aljibes y represas con los que cosechamos agua, porque la de pozo no se puede tomar”. También destacó que si bien, las familias poseen 200 has, no es que puedan producir de todo en ellas ni que sean tierras aptas. Y en este sentido, valoró mucho la región litoraleña, porque “acá lo que tirás, crece. Hay buena agua y buena tierra. En cambio allá nosotros, podemos tener una huerta por acá, una aguada por allá. Porque no toda la tierra se puede utilizar. Tiene mucha sal”.
Y llegó el turno de los jóvenes de Obreros del Surco, quienes contaron a todos que pertenecen a una organización de base campesina. Con mucho orgullo, decían que “esta es nuestra manera de vivir y la queremos continuar. Es nuestra identidad campesina, que no se pierda”.
También destacaron una experiencia de todos los integrantes: la conformación del grupo entre los jóvenes de la comunidad rural, y de la ciudad de Las Toscas. Al respecto dicen que “El encuentro entre lo urbano y rural, es bueno para que otra gente de la ciudad conozca nuestro modo de vida”.
Las principales dificultades que les toca atravesar son la falta de tierra, y la contaminación del aire, el suelo y el agua, a partir de las fumigaciones.
Un dato: la mayoría de las familias habitan en tierras públicas, en las calles, también denominadas “calles muertas”. En estos lugares, es común ver las casas rodeadas de cultivos intensivos, como la caña, la soja y el algodón, que tienen una alta dependencia a la aplicación de venenos.
Distintos lugares, una misma historia
Mientras los relatos tomaban formas y colores, todos cayeron en la cuenta de los parecidos y las similitudes que tienen, aunque cambien los lugares y las personas: “vemos que hay muchas similitudes entre lo que contamos. No hay lugar para los jóvenes. No hay políticas públicas, muchas veces para la juventud. Estamos convencidos de lo que hacemos y buscamos mejorar la organización”, concluyeron.
Durante la recorrida por el monte, en la segunda jornada, los jóvenes de Isleta Norte, comentaban sobre las especies de árboles que se encontraban y cómo obtenían los recursos, tales como madera, picanilla, para la construcción de sus casas.
En una de las paradas de la caminata, además de descansar a la sombra de un algarrobo y tomar un poco de agua fresca, algunos de los chicos de Obreros del Surco narraron que antiguamente, en ese lugar, se sembraba algodón. Sus padres los traían y los ponían en un cajoncito donde se quedaban jugando mientras ellos cosechaban. Más tarde ellos también fueron cosecheros…
Luego otros jóvenes fueron compartiendo experiencias parecidas de su infancia. Fue una sorpresa darse cuenta de que, a pesar de haber nacido y crecido en zonas diferentes - El Timbó, El Cuadrado, Villa Ocampo- todos ellos tenían una historia parecida en relación con la cosecha del algodón.
Surgió así una interesante conversación con preguntas sobre ¿por qué se terminó el algodón en la zona? ¿Por qué disminuyó tanto el trabajo de los trabajadores rurales?
También el compartir estas experiencias personales, los acercó, se conocieron un poquito más.
Luego de un lindo descanso, con chapuzones en el río y travesía en canoa, se conversó sobre las cosas que había en común, de acuerdo a dónde vivía cada uno y qué se estaba haciendo para cuidar lo que se tenía.
Estas fueron algunas de las reflexiones:
- “lo que tenemos en común es el contacto con la tierra porque venimos de familias cosecheras, changarines es un clima bastante similar y la producción de alimentos que hacen las familias, es parecida”.
- “La problemática de la tierra es lo que más nos relaciona. También de las familias, lo que vemos es que tenemos un conocimiento del Monte. Lo diferente que vemos es que la organización Obreros del Surco, tienen la construcción de sus casas, con una gran mayoría de los recursos naturales de la zona”
- “Lo más resaltante que estamos haciendo es lo de juntarnos porque de este modo hacemos visible al sector campesino. Es la manera de mantener la cultura y así seguir sosteniendo nuestra identidad y sobre todo el orgullo de seguir viviendo en el campo”.
Y llegó el momento de irse de nuevo a su hogar y aunque todavía había resto para quedarse y ganas de compartir, en cada uno de ellos y de ellas quedó el entusiasmo de una segunda vuelta.
Se intercambiaron números de teléfono y correos electrónicos para mantenerse en contacto y tal vez el próximo año repetir la experiencia del Encuentro de Jóvenes de UONSAFE, en otro lugar, para ir conociendo otras realidades…
“Fue bueno encontrarme con gente que no conocía”; “está muy bueno compartir el espacio de jóvenes UONSAFE”.
Hoy en el campo, cientos de comunidades sólo cuentan con la presencia de mujeres, niños y campesinos ancianos. La mayoría de los jóvenes ven dos posibilidades: emigrar o vivir en condiciones de explotación en campos de patrones, ya que la falta de políticas, no permite que puedan trabajar las tierras propias, junto a sus familias.
Un solo encuentro y muchas reflexiones, demuestran una realidad de jóvenes campesinos que señalan que en esta etapa, no toda la vida es música y diversión. La vida puede complicarse aún más, sobre todo, cuando los planes económicos, productivos y políticos tienden a la desaparición de los campesinos y campesinas, aunque en palabras y hechos se afirme otra cosa.
TOMADO DE REBELION
En este cierre de año, la juventud de la UONSAFE, se encontró con un objetivo muy claro: conocer esa herencia y esa historia de lucha que les marca el camino de sus antecesores más inmediatos y entender el desafío importante de ser ellos quienes tienen en sus manos el presente y el futuro de la dignidad campesina.
Ninguna otra mañana hubiera sido mejor marco para dar comienzo al encuentro: brisa fresca del río – rara para un diciembre caluroso- buen ánimo por parte de las 25 personas, que dieron lugar al evento. Eran chicos y chicas provenientes de El Timbó, Isleta Centro, Isleta Norte y El Cuadrado, provincia de Santiago del Estero
Los jóvenes hablan
En la primera jornada, la presentación estuvo cargada de historias y anécdotas que dibujaron el lugar del que cada uno provenía, con sus rasgos de identidad que caracterizan.
Decían los jóvenes de “El Timbó: “No les fue fácil [a los padres] lograr la organización. Tuvieron que hacer mucho esfuerzo para tener el barrio que hoy tenemos”, “para lograr cosas, es necesario estar todos unidos”. En relación a su participación de la vida comunitaria de la asociación dijeron que tienen limitaciones porque se dedican la mayor parte del tiempo a estudiar: “no podemos estar en los proyectos porque estudiamos, el estudio nos ocupa y lleva mucho tiempo”.
También mencionaron como problemática la falta de servicios como agua y luz. Y uno de los mayores inconvenientes: el hacinamiento que comienza a verse porque ya son más familias y las tierras no alcanzan.
Estos jóvenes, como tantos otros que provienen del campo, ven con preocupación las migraciones que se producen cuando se busca el sustento en la ciudad: “hay muchos que se fueron a vivir a otros lados. Nosotros a eso lo vemos mal, tener que irse para trabajar, dejar el lugar y la familia”.
Por su parte, los jóvenes de Isleta Centro, cuyo barrio se denomina “Comunidad verde”, remarcaron que están organizándose desde hace muy poco tiempo, pero que ya ven los frutos. Son alrededor de 70 familias y la nombraron así, porque entre todos apuntan a tener un lugar con mejores condiciones ecológicas y de limpieza. En ese sentido, los chicos contaron que de vez en cuando, inician campañas de recolección de basuras, y también mantenimientos de espacios públicos, como la plaza.
Sin embargo, no pueden frenar otros problemas mayores, como la fumigación y el tránsito que hay en la zona. Al respecto dijeron que el camino que rodea al barrio, es un camino rural que se lo utiliza para que la gente más ‘rica’, se vaya al río a pasar el día: “esto nos trae problemas, porque constantemente estamos recibiendo la tierra de las pasadas de los autos”.
Para ellos, pesa mucho también ser del lugar, ya que en su momento se dieron hechos de delincuencia con gente vinculada al barrio “pero ya no están. Aunque igual nos hacen sentir distintos cada vez que vamos a la ciudad, por el sólo hecho de decir que somos de Isleta Centro”.
Ángel Gómez, de El Cuadrado, provincia de Santiago del Estero, contó cómo es su organización y el lugar donde vive, a qué se dedican y cómo producen las familias del oeste provincial. Es uno de los jóvenes que más viajó, ya que su lugar, está ni bien se cruza la franja imaginaria de las fronteras.
La organización a la que pertenece, se llama Organización Provincias Unidas y está integrada por grupos de familias de dos jurisdicciones, Santiago del Estero y Santa Fe. Junto a su familia y otras s 15 más integran el grupo “El Cuadrado”.
La principal actividad es la producción de ganado menor – cabritos- que venden y al mismo tiempo consumen.
Estableció como principal problemática de la zona, la falta de agua, “por eso tenemos aljibes y represas con los que cosechamos agua, porque la de pozo no se puede tomar”. También destacó que si bien, las familias poseen 200 has, no es que puedan producir de todo en ellas ni que sean tierras aptas. Y en este sentido, valoró mucho la región litoraleña, porque “acá lo que tirás, crece. Hay buena agua y buena tierra. En cambio allá nosotros, podemos tener una huerta por acá, una aguada por allá. Porque no toda la tierra se puede utilizar. Tiene mucha sal”.
Y llegó el turno de los jóvenes de Obreros del Surco, quienes contaron a todos que pertenecen a una organización de base campesina. Con mucho orgullo, decían que “esta es nuestra manera de vivir y la queremos continuar. Es nuestra identidad campesina, que no se pierda”.
También destacaron una experiencia de todos los integrantes: la conformación del grupo entre los jóvenes de la comunidad rural, y de la ciudad de Las Toscas. Al respecto dicen que “El encuentro entre lo urbano y rural, es bueno para que otra gente de la ciudad conozca nuestro modo de vida”.
Las principales dificultades que les toca atravesar son la falta de tierra, y la contaminación del aire, el suelo y el agua, a partir de las fumigaciones.
Un dato: la mayoría de las familias habitan en tierras públicas, en las calles, también denominadas “calles muertas”. En estos lugares, es común ver las casas rodeadas de cultivos intensivos, como la caña, la soja y el algodón, que tienen una alta dependencia a la aplicación de venenos.
Distintos lugares, una misma historia
Mientras los relatos tomaban formas y colores, todos cayeron en la cuenta de los parecidos y las similitudes que tienen, aunque cambien los lugares y las personas: “vemos que hay muchas similitudes entre lo que contamos. No hay lugar para los jóvenes. No hay políticas públicas, muchas veces para la juventud. Estamos convencidos de lo que hacemos y buscamos mejorar la organización”, concluyeron.
Durante la recorrida por el monte, en la segunda jornada, los jóvenes de Isleta Norte, comentaban sobre las especies de árboles que se encontraban y cómo obtenían los recursos, tales como madera, picanilla, para la construcción de sus casas.
En una de las paradas de la caminata, además de descansar a la sombra de un algarrobo y tomar un poco de agua fresca, algunos de los chicos de Obreros del Surco narraron que antiguamente, en ese lugar, se sembraba algodón. Sus padres los traían y los ponían en un cajoncito donde se quedaban jugando mientras ellos cosechaban. Más tarde ellos también fueron cosecheros…
Luego otros jóvenes fueron compartiendo experiencias parecidas de su infancia. Fue una sorpresa darse cuenta de que, a pesar de haber nacido y crecido en zonas diferentes - El Timbó, El Cuadrado, Villa Ocampo- todos ellos tenían una historia parecida en relación con la cosecha del algodón.
Surgió así una interesante conversación con preguntas sobre ¿por qué se terminó el algodón en la zona? ¿Por qué disminuyó tanto el trabajo de los trabajadores rurales?
También el compartir estas experiencias personales, los acercó, se conocieron un poquito más.
Luego de un lindo descanso, con chapuzones en el río y travesía en canoa, se conversó sobre las cosas que había en común, de acuerdo a dónde vivía cada uno y qué se estaba haciendo para cuidar lo que se tenía.
Estas fueron algunas de las reflexiones:
- “lo que tenemos en común es el contacto con la tierra porque venimos de familias cosecheras, changarines es un clima bastante similar y la producción de alimentos que hacen las familias, es parecida”.
- “La problemática de la tierra es lo que más nos relaciona. También de las familias, lo que vemos es que tenemos un conocimiento del Monte. Lo diferente que vemos es que la organización Obreros del Surco, tienen la construcción de sus casas, con una gran mayoría de los recursos naturales de la zona”
- “Lo más resaltante que estamos haciendo es lo de juntarnos porque de este modo hacemos visible al sector campesino. Es la manera de mantener la cultura y así seguir sosteniendo nuestra identidad y sobre todo el orgullo de seguir viviendo en el campo”.
Y llegó el momento de irse de nuevo a su hogar y aunque todavía había resto para quedarse y ganas de compartir, en cada uno de ellos y de ellas quedó el entusiasmo de una segunda vuelta.
Se intercambiaron números de teléfono y correos electrónicos para mantenerse en contacto y tal vez el próximo año repetir la experiencia del Encuentro de Jóvenes de UONSAFE, en otro lugar, para ir conociendo otras realidades…
“Fue bueno encontrarme con gente que no conocía”; “está muy bueno compartir el espacio de jóvenes UONSAFE”.
Hoy en el campo, cientos de comunidades sólo cuentan con la presencia de mujeres, niños y campesinos ancianos. La mayoría de los jóvenes ven dos posibilidades: emigrar o vivir en condiciones de explotación en campos de patrones, ya que la falta de políticas, no permite que puedan trabajar las tierras propias, junto a sus familias.
Un solo encuentro y muchas reflexiones, demuestran una realidad de jóvenes campesinos que señalan que en esta etapa, no toda la vida es música y diversión. La vida puede complicarse aún más, sobre todo, cuando los planes económicos, productivos y políticos tienden a la desaparición de los campesinos y campesinas, aunque en palabras y hechos se afirme otra cosa.
TOMADO DE REBELION
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