MORAL Y LUCES

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domingo, 30 de diciembre de 2012

“El poder nunca ha hecho nada sin una reivindicación previa”


Entrevista a Amy Goodman, directora de Democracy Now!


Los ojos de Amy Goodman (Nueva York, 1957) siempre conservan un halo de tristeza por más que ella sonría. La mirada de este icono del periodismo independiente estadounidense, intensa pero serena, esconde secretos de guerra, de miseria y de injusticia. Con docenas de premios a sus espaldas, quizás uno de los mayores reconocimientos a su trabajo fue el que le brindó Bill Clinton al definirla como una periodista “hostil y combativa”.Los inicios fueron duros, pero la autora de la frase “No se puede llevar a cabo nada sin un poco de idealismo”, retó a quienes intentaban desalentarla en su camino de búsqueda de una nueva forma de hacer periodismo, alejada de los gigantes mediáticos. Desde la llamada ‘capital del mundo’, Amy Goodman, junto a su equipo, lanzan al mundo sesenta minutos diarios de información nacional e internacional sin tapujos, con la libertad que da estar financiado íntegramente a través de sus oyentes y espectadores. Democracy Now! lleva dieciséis años en antena sin aceptar publicidad ni donaciones empresariales o gubernamentales.
La periodista, que ha visitado España este año durante el 12M-15M, y en el 75 aniversario del bombardeo de Guernica, recibe a La Marea en una iglesia congregacionista de Oberlin (Ohio, EEUU) después acabar su discurso como siempre lo hace: al grito de “Democracy Now” y con el puño en alto.
Cuando nació este proyecto, lo bautizasteis como Democracy Now! (DN), y ahora, 16 años después, un movimiento global clama por una Democracia Real. ¿Tanto ha empeorado nuestra democracia en este tiempo?
Ya lo creo que sí. Necesitamos una mejor democracia ya, y para ello nos tenemos que esforzar más que nunca. Todos, empezando por los medios de comunicación, que son la forma que tenemos para ver el mundo, y también como el mundo ve a EEUU, por lo que su actitud debe ser algo más que la respuesta a una hoja de ruta marcada por las grandes corporaciones. Yo imagino a los medios de comunicación como una mesa de cocina enorme que se extiende por el mundo, donde los periodistas nos sentamos a debatir y razonamos sinceramente sobre las cosas más importantes del día: guerra y paz, vida y muerte. Cualquier cosa diferente a esto es un flaco favor a la sociedad democrática.
Pero estamos muy lejos de esa mesa de cocina…
Bueno, en este momento hay dos tendencias claramente diferenciadas. Por una parte están los medios corporativos, que cada vez están más concentrados y en pocas manos. Pero por otro, existen algunos medios que están haciendo crecer sus iniciativas, especialmente en Internet, pues ahí no necesitan una gran inversión inicial.
Medios independientes, se refiere…
Exactamente. Medios de comunicación libres de intereses políticos y empresariales, con periodistas libres de verdad. Nuestro rol como periodistas es enseñar cómo es el mundo, qué está pasando, sin medias tintas, para que la gente sea libre de decidir, tenemos que hablar abiertamente de guerra, pobreza y desigualdad. También tenemos que luchar contra el tipo de “experto” que han consolidado los medios corporativos, es decir, esas personas que saben muy poco pero de muchas cosas y que diariamente nos explican el mundo sin enterarse de nada.
Pero, ¿cómo ha llegado DN a competir con los ‘grandes’?
¡Somos más grandes que algunos de ellos! Retransmitimos a través de un conglomerado de 900 emisoras de radio y televisión públicas, comunitarias y universitarias de todo el mundo. El poder del periodismo independiente es el de contar las historias de las personas anónimas, de la gente corriente. Situaciones reales contadas en primera persona. Por ejemplo, el año pasado nosotros pudimos retransmitir desde el centro de la plaza Tahrir en la Primavera Árabe. Le dimos a la gente una vía para expresarse por sí misma. De esta manera, los oyentes, desde EEUU, pensaban que el protagonista de esa historia podía ser él, o su tío, o su hijo. Se trata de evitar que sean los medios pagados por las compañías de seguros, grandes petroquímicas, industria armamentísticas, etcétera, los que al final emitan los mensajes que están educando a nuestros hijos, esas empresas que no tienen nada que decir y todo que vender.
Hay quien insiste en que la publicidad en los medios de comunicación no da acceso a los contenidos del mismo. ¿Realmente tienen las grandes empresas una influencia real?
Fíjate que son estas empresas las que deciden y mandan sobre qué tiene que saber cada ciudadano. ¿Cómo vamos a ser críticos en un tema como el medio ambiente si nos pagan las compañías petroleras? ¿Cómo vamos a organizar un debate sobre la sanidad si nuestro canal lo financian las grandes farmacéuticas y las aseguradoras? Además, los medios independientes muchas veces no llegan a la gente por la oposición de estas corporaciones. Al final, todo lo que obtenemos es un velo de mentiras, distorsión y medias verdades que oscurecen la realidad. Lo que necesitamos de los medios es que sean críticos, hacer oposición e interferir en la vida política. Necesitamos medios que cubran al poder, no que cubran para el poder, contarlo todo. El juramento hipocrático del periodista debería ser: “we will not be silent” (no nos callaremos).
De lunes a viernes hacen un programa de una hora, ¿cuál es su motivación día a día?
Parte de nuestra misión es estar presentes en todos los rincones del país: cada plaza, cada rincón que refleje la comunidad o los barrios, ahí debemos estar. Eso es lo que es un buen medio de comunicación, no el que ejecuta órdenes que vienen de arriba. La información está abajo y hay que sacar las voces de la gente que son expertos en sus propios asuntos, que muchas veces son globales. El que refleja la comunidad es el buen tipo de medio. Ahí es adonde nos tenemos que dirigir.
Sin embargo, los medios de comunicación y los movimientos sociales, en ocasiones, tienen relaciones complicadas.
El problema es que los medios de comunicación corporativos denigran el activismo. El caso más claro es el ejemplo de Rosa Parks, a quien los medios han dibujado históricamente como una persona común que llegó cansada. Ella se sentó conscientemente, y por primera vez, en un autobús y no cedió el asiento a los blancos. Rosa sabía perfectamente lo que estaba haciendo, formaba parte de varias organizaciones que practicaban la desobediencia civil. Tú nunca sabes cuando ese momento mágico llega, pero cuando estás involucrado en el cambio social estás ayudado a construir la historia. Y yo creo que eso es lo que está pasando con Occupy en este momento.
Ahora que habla del movimiento Occupy, ¿qué ha cambiado en EEUU en su primer año?
Claramente ha invitado a mucha gente a pensar de otra manera, empezando por su eslogan. Hablar del 99% de la población es señalar, y evidenciar, la gran desigualdad que hay en EEUU. Es muy importante que ese debate esté en el día a día de los americanos.
¿Considera Occupy y 15M dos movimientos sociales hermanos?
Tienen muchas cosas en común, pero en el caso norteamericano, además, Wikileaks fue determinante. Se descubrieron muchas cosas. Por ejemplo, salió a la luz que dos soldados americanos dispararon y mataron a dos periodistas internacionales que viajaban en una furgoneta en la guerra de Irak. De haberse sabido en su momento, posiblemente esta causa podría haber llegado a juicio, pero se ocultó y cuando la sociedad se enteró, le dolió. Todo esto abrió los ojos a muchísima gente sobre las acciones de nuestro gobierno en el extranjero, sobre todo en causas como la guerra.
¿Movimiento social es igual a influencia real?
En EEUU, muchas de las personas que pasean por el despacho Oval se paran y le susurran al oído al presidente. Él siempre encuentra un momento para atenderles. Pero si él es capaz de escuchar a los poderosos señalando a la ventana y diciendo “si hago lo que me pides, ellos crearán una tempestad” todo será diferente.
¿Quiere decir que el presidente de EEUU gobierna con un ojo en los movimientos sociales?
Quiero decir que el poder nunca ha hecho nada sin una demanda, sin una reivindicación previa. Nunca lo ha hecho y nunca lo hará, eso lo tenemos que tener claro. No se puede cuestionar que Obama ha escuchado las demandas de los movimientos sociales y ha respondido, incluso ha creado un calendario para cumplirlas. Piensa en los movimientos que arroparon a Obama: movimiento anti-guerra, movimiento por la justicia económica y social, ecologistas, lesbianas y gays, feministas, y tantos otros. Les ha escuchado, les ha hecho caso, pero también es cierto, por ejemplo, que Guantánamo no se cerró y ese es uno de los puntos en los que ha fallado. En parte, ha decepcionado a su gente.


La Marea



Fuente: http://www.lamarea.com/2012/12/29/amy-goodman-el-poder-nunca-ha-hecho-nada-sin-una-reivindicacion-previa/

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