Por DIÓMEDES NÚÑEZ POLANCO
En Nueva York, poco antes de partir en el buque italiano Leonardo Da Vinci para Europa, el presidente electo dominicano Juan Bosch fue invitado por John F. Kennedy a visitar la Casa Blanca. Ese encuentro, realizado el jueves, 10 de enero de 1963, a las 12 del mediodía, Bosch lo contaría en sus detalles, tiempo después. Ahora sólo citamos una parte, especialmente la referida a su decisión de rescindir el contrato del Estado dominicano con la Esso Standard Oil, por considerarlo lesivo al interés nacional, y su relación, en la distancia, con la actitud presidencial y de nuestro pueblo en general, que desembocó en el acuerdo Barrick-Gobierno, el pasado 8 de mayo.
Cuando me entrevisté con Kennedy en la Casa Blanca – cuenta don Juan -, a principios de enero de 1963, observé cuidadosamente a ese hombre joven – demasiado joven, quizá, para ser el Presidente de la nación más poderosa del mundo -; lo observaba mientras yo hablaba y mientras él me hablaba. Vestía con sencillez; no con sobriedad sino con sencillez – zapatos marrón claro, traje gris a rayas perla, corbata de tonos azules, camisa blanca; todo usado, nada nuevo -, como si se hubiera propuesto no ofender la pobreza dominicana con la exhibición, en su persona, de la riqueza norteamericana. Se comportaba con la naturalidad de un viejo amigo. Pasamos revista a los problemas comunes a su país y al mío; y cuando le dije que los dominicanos pasaban hambre, se movió como si hubiera recibido una herida.
Ambos nos miramos a los ojos. Le expliqué que el Consejo de Estado había dado, en forma casi oculta, una concesión de refinería petrolera a una conocida firma norteamericana en condiciones que recordaban los tiempos más floridos del imperialismo de su país, y que yo iba a rescindir ese contrato. Al mencionarle la palabra imperialismo le vi el dolor en la cara. Es un punto delicado, pero le ayudaremos, me dijo. Meses después, la poderosa empresa renunció al contrato. (Crisis de la democracia de América en la República Dominicana, 3ra. Edición dominicana, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, R. D., 1999, pp. 160-61).
Era tan importante para el Presidente Bosch resolver el caso de la Esso y la refinería de petróleo, que de una hora y dos minutos de conversación, ese tema ocupó la tercera parte.
En gran medida, el Presidente Danilo Medina que hablaba en la Asamblea Nacional, el pasado 27 de febrero, con el contenido y el tono de sus palabras, rememoró al Presidente Bosch de 1963 y de siempre. Advirtió: El oro que subyace en la patria de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón es del pueblo dominicano. Y de nadie más.
Lo que siguió después es historia conocida.
Todo responde al tiempo que viven América Latina y toda la humanidad. Se trata de un cambio de época, no necesariamente una época de cambios. Esto quedó definido en las conclusiones de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Aparecida, Brasil, con la presencia del Papa Benedicto XVI, en mayo de 2007. Al tema nos hemos referido en artículos publicados en el suplemento Areíto, de este periódico, en los meses de febrero y marzo pasados, con el título de Imprenta e internet: las grandes eras de la historia.
A pesar de la crisis financiera y económica global, avanza la ola de gobiernos progresistas y de izquierda en América Latina y se proyectan con fuerza los países emergentes del mundo con el crecimiento más rápido de sus economías, agrupados en el Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). También a principios de la década de 1960 se vivía un momento especial, independientemente de que entonces se produjeran las contradicciones más sonadas de la etapa de la Guerra Fría, como fue la crisis de los misiles entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, por los cohetes rusos instalados en Cuba, en octubre de 1962. A ese panorama se refirió el profesor Bosch, en su discurso de juramentación como presidente, el 27 de febrero de 1963:
Como país americano nos hallamos en el centro de la gran corriente revolucionaria que está sacudiendo al Nuevo Mundo, y si tomamos en cuenta que esa fuerza poderosa es más potente en países que no pudieron desarrollarse a tiempo debido a que se lo impidieron las tiranías u otras fuerzas sociales negadas al progreso, debemos admitir que en la República Dominicana estamos obligados a avanzar de prisa, tan de prisa como sea posible sin salirnos en momento alguno de las formas democráticas
.
El presidente Danilo Medina está correspondiendo, con creces, con la cuota que le toca en este proceso, como han de hacerlo también los funcionarios públicos y cada ciudadano.
La recuperación de la dignidad nacional y la capacidad de soñar, con gestos y acciones como las del histórico 8 de mayo, en un mundo turbulento, constituyen el mejor homenaje de los dominicanos al Padre Fundador de la República, Juan Pablo Duarte, en su bicentenario, en esta hora memorable de Medina.
TOMADO DEL PERIODICO HOY
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