“LA MAÑOSA”, DE JUAN BOSCH, UN TEXTO CASI PURO
Por Efraim Castillo
Julia Kristeva asevera que “cuando se dice autónomo siempre se refiere al texto en que no existen vínculos con otros textos, un texto que surja limpio, impoluto de la mente del sujeto que lo produce” (Semántica 1). Para Bajtin —y apoyado por la Kristeva—, el sujeto “no es una entidad autónoma sino un cruce, una intersección discursiva, un diálogo en última instancia”. Entonces, La Mañosa, de Juan Bosch, podría ser, casi, un discurso textual libre de esa intertextualidad a la que Joyce, mucho antes de Bajtin y la Kristeva, desechó a través de creaciones casi puras, autónomas (me refiero a sus monumentales obras Ulises y Finnegans wake, esta última casi imposible de traducir a otras lenguas). Por eso, cuando registro que La Mañosa es, casi —no completamente— un discurso textual con muy poca contaminación intertextual, lo hago porque en él se encuentran ciertas influencias de Horacio Quiroga, que ya podían advertirse en algunos cuentos de Bosch escritos antes de La Mañosa (como en Camino real, publicado en 1933, cuando el escritor contaba con veintitrés años de edad y tres antes de que apareciera esta novela, la cual publicó en 1936, a los veintiséis).
Desde luego, lo intertextual entre Quiroga y Bosch se reduce a una simple fenomenología: el hombre frente a la naturaleza, el hombre como sujeto de un destino hostil y que el propio Quiroga intertextualiza desde Rudyard Kipling y Dostoievski. En La Mañosa, por absorción desde Quiroga, Bosch transforma estos enfrentamientos a muy pocos pasajes (como el pasaje de la culebra narrado por Dimas):
“—Asina que vide ese animal tan tremendo, tan negro, desenvainé el machete y le tiré dos veces; pero la maldita tenía el cuero duro y nada más le partí el espinazo sin cortarla” (página 20, edición Alfa y Omega, 1974).
En La Mañosa, Bosch describe la carencia en la sistematización de la proyección orgánica de nuestro entorno sociopolítico (demasiado inmaduro e impreciso por la presión de las montoneras), al extremo de que —por rebuscamientos o no— es el propio novelista, encarnado biológicamente en la niñez como sujeto de la enunciación, quien se asombra y lo interroga. Es a través de ese asombro donde fluye en La Mañosa el individuo problemático enunciado por Lukács, ese individuo aún no fragmentado, no cosificado como el héroe de hoy, el cual surge desde la metamorfosis iracunda de la cibernética (Lukács, Georg: “El alma y las formas/Teoría de la novela”).
(DE MI LIBRO INÉDITO “ENSAYOS DE LITERATURA: EL TEXTO DESDE LA CÁRCEL INSULAR”)
Doris Melo Excelente ... ahora si uno puede apreciar lo que decías en esa capsula al principio. La mañosa no la he leido ... es la novela de Bosch la tengo hace más de diez años y honestamente la debo leer para mirar en ella todos eso que dices. Ya de los cuentos...Ver más
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Guillermo Dorado magnifico ,monumental tu trabajo, gracias , por nutrirnos de esa forma tan suave algo así como de soslayo, buenísimo... efrain.... gracias
Efraim Castillo
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Joel Julio Garcia Es un análisis muy interesante para los que somos apasionados del arte literario.
Debo decirle que he disfrutado su libro de cuentos “La manía de narrar”. Un abrazo enorme.
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