MORAL Y LUCES

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domingo, 7 de octubre de 2012

El paciente inteligente




Soy un médico intensivista que alterna su labor clínica con la docencia en el campo de la Medicina Basada en la Evidencia y la afición a la escritura creativa. Si hace dos meses alguien me hubiera dicho que tendría un blog con miles de visitas, sin duda le hubiera administrado una buena dosis de antipsicóticos. Sin embargo, ahora me parece de lo más normal que todo empezara con la publicación de un libro para ayudar a los ciudadanos a afrontar la crisis sanitaria.
Solvencia del Sistema Nacional de Salud y desigualdades socialesLas desigualdades como primera consecuencia de la crisis
Llevamos ya casi cinco años de crisis económica y las consecuencias son ya dramáticas: la tasa de paro de España en el primer trimestre alcanzó el 24%un 1,2% más que en su anterior previsión, el total de desempleados ha alcanzado los 5,5 millones de personas.  Según el informe del FMI sobre España, los más ricos se han enriquecido desde que comenzó la recesión mientras que los más pobres se han empobrecido todavía más. La brecha que separa a unos y otros ha aumentado un 3%, según dicho estudio[i].
La crisis no ha pasado la misma factura a todos
El reciente informe del Fondo Monetario Internacional establece que España ha sufrido uno de los peores deterioros absolutos en la distribución de riqueza. Sólo en Lituania ha aumentado más la desigualdad que en España en los últimos años. Con las nuevas cifras, España se coloca en niveles de desigualdad similares a los que existen en países como Estonia o Croacia y queda lejos de la media de los países de la Unión Europea[2].Han bastado cinco años de recesión para anular la convergencia de rentas que comenzó en el año 1994 y que había conseguido que la diferencia entre los trabajadores mejor pagados y los peor remunerados se recortara en un 20%. Entre el 94 y el comienzo de la crisis España se había convertido en un país con niveles de desigualdad similares a los de la media de la OCDE. De hecho, entre 1990 y 2005, “la porción del 1% de ingresos más altos sólo creció cuatro décimas (del 8,4 al 8,8%)”, según el informe del organismo titulado “Divided we stand”[3].

Estas cifras son  aún más dolorosas, cuando se comparan con las de nuestros vecinos. Citemos como ejemplo el crecimiento descontrolado de la tasa de pobreza, la más alta de la UE-21, solo superada por Rumanía y Letonia. Frente a un promedio de 16% en la UE-21, la tasa española supone un valor cinco puntos más alto el año pasado (sobre 2007), duplicando los valores de Holanda (10,3%) y muy superior a Francia y los países nórdicos (13%).
También se ha disparado en estos cinco años la distancia entre ricos y pobres. Tomando como referencia los países de mayor renta de la Unión, el crecimiento de la desigualdad en España más que duplica el de Francia, triplica el de Alemania y es casi cinco veces mayor que el de la media de la UE-15. En cifras, resulta que la renta correspondiente al 20% más rico de la población española y al 20% más pobre pasó de un valor de 5,3 en 2007 a otro de 6,9 al término de 2010. Es el mayor incremento de desigualdad de los 27 Estados de la UE3.

El efecto de la crisis en la salud Pública  
                     
David Stuckler[4] y Martin McKee[5] postularon que el peor escenario, en términos de salud, para afrontar las crisis económicas es cuando: se implementan cambios económicos de forma rápida, se debilita la capacidad de amortiguación que tiene las redes de protección social (formales e informales) y se facilita el acceso al alcohol y las drogas. 
La primera lección que deben aprender nuestros gobernantes es que con decretazos como el RD 16/2012 y sus políticas de ajuste rápido, disminución del gasto social y debilitamiento de las redes de prevención y apoyo (social, educativo y de salud), también en sanidad, vamos de cabeza al peor escenario.
Las crisis económicas tienen un menor coste en salud si las redes sociales formales e informales de bienestar social consiguen amortiguar el efecto:
·       Redes sociales informales. La familia, los amigos, los vecinos o los miembros de asociaciones aportan ayuda, información (sobre oportunidades laborales, derechos, etc.), asesoría y apoyo, para que los ciudadanos más desfavorecidos superen los malos momentos. Expertos como Albert Bandura han aportado suficiente evidencia empírica de que la cohesión social es buena para la salud[6].
·       Políticas de protección social y de empleo: No se trata de hipótesis, existe evidencia suficiente para relacionar desprotección social y aumento de  la mortalidad como el estudio de Stuckler et al que estimaron que por cada 80 € recortados por persona en ayudas a desempleados, discapacitados, jubilados, familias y niños, la mortalidad general puede incrementarse casi un 1%, la debida a problemas relacionados con el alcohol puede subir un 2,8%, las muertes por tuberculosis aumentarían un 4,3% y la mortalidad cardiovascular un 1,2%[7] .
·       Afiliación sindical. Los dos anteriores factores (pertenencia a organizaciones y políticas de protección social fuertes) está asociado estadísticamente la pertenencia a organizaciones sindicales. En el estudio de McKee5 de los 29 países de la OCDE, se vio que la densidad sindical (el % de trabajadores afiliados a los sindicatos) esta positivamente asociada con el gasto social, medido en forma de presupuesto para atención sanitaria, pensiones, ayudas para la discapacidad, vivienda, políticas activas de empleo y otras políticas sociales.
·       Programas preventivos. Los ajustes presupuestarios que ha sufrido Grecia, han supuesto el desmantelamiento de un tercio de todos los programas comunitarios de prevención a nivel de calle, entre 2009 y 2010. Su posible relación con el incremento de las infecciones de VIH e ITS, el consumo de heroína y los suicidios es una hipótesis más que plausible[8].

¿Los recortes sociales amenazan la paz social?
La estructura pública de estas redes se está adelgazando peligrosamente y se prevé que lo haga más a partir de las nuevas directrices presupuestarias. Entre estos servicios en peligro se encuentran los socio-educativos de apoyo, los de prevención de drogas, las redes de atención a drogadictos, los de educadores sociales y de calle, los de cuidados de ancianos y discapacitados, los agentes de igualdad, los mediadores y animadores socio-culturales y los programas preventivos y de promoción de la salud. A lo que se suman los recortes en el propio sistema público sanitario.Si se debilitan más las redes sociales formales, las redes informales, como la familia, se sobrecargarán aún más y serán incapaces de frenar el golpe.
No es posible aventurar que ocurrirá en nuestra sociedad si los ciudadanos cada vez son más pobres y tiene peor acceso a los servicios públicos como la sanidad o la educación. Este escenario es tan terrorífico que debemos esforzarnos por luchar contra todas estas barbaridades y no conformarnos cuando parece que nos gobiernan contables y no políticos legitimados por los votos de los ciudadanos.
El Sistema Nacional de Salud necesita a las redes sociales para garantizar su sostenibilidad y solvencia
Hasta ahora el esfuerzo de profesionales y ciudadanos ha conseguido mantener la sostenibilidad (capacidad de mantener el sistema tal como es) demostrando una robusta solvencia (de respuesta a las necesidades en un contexto de restricciones presupuestarias).
Pero este estado de cosas no podrá mantenerse si el apoyo público a las redes sociales se debilita aún más.Nos acercamos peligrosamente a una gran brecha social y económica entre ricos y pobres cuyos efectos serían catastróficos.

¿Hay soluciones?
Las hay. Y muchas. En este blog encontraréis aportaciones de ciudadanos que parecen tener más sentido común que algunos legisladores.
Debemos seguir denunciando injusticias como que en el actual contexto de crisis, el gasto militar en España, en el año 2011, fuera de 17.248 millones de euros, un 1,62% de nuestro PIB y un 4,76% de los Presupuestos Generales del Estado. Esto se tradujo en un gasto de 47 millones al día en inversiones armamentísticas.
Para poner en valor esta cifra, podemos apuntar que los presupuestos de algunos ministerios como Sanidad y Política Social, fue 2.553 millones de euros, Educación, 2.797; o Justicia, 2.564.
Hace falta diálogo social. Es urgente. Y no olvidemos que es responsabilidad de todos luchar democráticamente por proteger el gasto social.
Nuestro futuro inmediato depende de ello.
Referencias
[i] El País. Sociedad.La crisis dispara las diferencias entre ricos y pobres en Españahttp://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/02/22/actualidad/1329941878_797455.html


[2] Eurostat. http://epp.eurostat.ec.europa.eu/portal/page/portal/eurostat/home/
[3] OECD. http://www.oecd.org/social/socialpoliciesanddata/dividedwestandwhyinequalitykeepsrising.htm
[4] Stuckler D, King L, McKee M. Mass privatisation and the post-communist mortality crisis. Lancet 2009;373(9661):399-407.
[5] McKee M, Stuckler D. The assault on universalism: how to destroy the welfare state. BMJ. 2011 Dec 20;343:d7973. doi: 10.1136/bmj.d7973. PubMed PMID: 22187190.
[6] Bandura A. Health Promotion by Social Cognitive Means. Health Educ Behavvol. 31 no. 2 143-164
[7] David Stuckler, Sanjay Basu, Martin McKee. “Budget crises, health, and social welfare programmes”. BMJ 2010;340:c3311. Accesible en:http://www.bmj.com/cgi/content/full/340/jun24_1/c3311
[8] Kentikelenis A, Karanikolos M, Papanicolas I, Basu S, McKee M, Stuckler D. Health effects of financial crisis: omens of a Greek tragedy. Lancet. 2011 Oct 22;378(9801):1457-8. Epub 2011 Oct 9. PubMed PMID: 21988763. accessible en:http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736%2811%2961556-0/fulltext

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