MORAL Y LUCES

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jueves, 11 de octubre de 2012

50 años después del derrocamiento de Juan Bosch


La hora de la justicia social y el presidente Danilo Medina: 
50 años después del derrocamiento de Juan Bosch

Necesitamos una profilaxis, en todo el cuerpo social dominicano
Escrito por: VICTOR GRIMALDI CÉSPEDES
De una Revolución Democrática, la posible, lo menos que puede esperarse es un tratamiento justo para la gran mayoría de dominicanos y dominicanas que han ido quedando rezagados con el pasar de los 50 años que ya casi han transcurrido desde que en 1963 fue derrocado el primer esfuerzo serio por hacer de nuestra Patria una tierra de libertad.
El golpe de Estado de 1963 frustró un proyecto de nación y sociedad abierta concebido sobre la base de un desarrollo económico sano e independiente de los recursos del país, pero la desviación mayor del objetivo boschista lo produjo en más de dos generaciones el efecto de la intervención norteamericana de 1965.
Desde entonces, hemos estado sometidos a un modelo de explotación y dominación social que ha excluido y marginado a las grandes masas del pueblo dominicano de una vida digna.
La alineación y la degradación moral de nuestra sociedad han sido el resultado de aquel proceso que se inició en 1963, bautizado con sangre desde 1965 y apadrinado por el darwinismo socio-económico neoliberal que sin ninguna criticidad hemos aceptado.
Si ciertos políticos han dado malos ejemplos de vida, los tomaron y los aprendieron del sistema de dominación y enajenación que se nos impuso como consecuencia del aborto histórico de 1963 y 1965.
Ahora se pretende criticar a todos los políticos, o a algunos políticos. Pero, cuidado cuando miramos hacia otros litorales.
No es verdad tampoco que todo es buen ejemplo en el sector no gubernamental o “no político”.
Los patrones de consumo y mal comportamiento malignos los han impuesto como modelos deseables ciertas figuras del “empresariado” que pagan y promueven hace tiempo la resistencia a la justicia social.
No hablemos de dispendio público sin mencionar el saqueo de nuestros recursos naturales y minerales, ni de los fraudes fabulosos bancarios conocidos ni de los otros fraudes encubiertos, ni de las cuentas de miles y miles de millones en el exterior y sus activos expatriados, ni del estilo de vida lujoso y dispendioso de la élite privada que debe sentirse avergonzada ante millones de seres humanos que han tenido que abandonar sus campos para habitar cinturones de miseria por el abuso y la injusticia del sistema económico y social que se le ha impuesto al pueblo dominicano.
Es verdad que necesitamos una profilaxis, pero en todo el cuerpo social dominicano, y aquellos que se crean limpios, que tiren la primera piedra, como dijo el Maestro.
Hoy vive una parte de la Humanidad una crisis social, con manifestaciones económicas evidentes, y comienza a verse un resquejabramiento de las ideas y supuestos que han prevalecido en los últimos decenios.
Estas señales deberían alertarnos a los dominicanos y dominicanas. La época presenta signos de cambios profundos paradigmáticos que se avecinan en todo el mundo.
Echemos al zafacón de la historia las hipocresías y simulaciones, sin dejarnos manipular por los oportunistas de siempre, y hagamos conciencia de que estamos de nuevo, como en 1963, frente al desafío de la justicia social.
Apoyemos el esfuerzo del presidente Danilo Medina y del Gobierno del Partido de la Liberación Dominicana y sus fuerzas aliadas.

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