El
modelo educativo actual que se desarrolla en nuestra Latinoamérica y el mundo,
responde al modelo económico y político de acumulación que en los últimos 25
años ha aumentado la riqueza en manos de un menor número de personas, donde el
1% de las familias del mundo posee el 46% de la riqueza mundial.[1] Con
sus claras excepciones en Latinoamérica, especialmente en el Sur donde hay
esfuerzos importantes para cambiar las grandes desigualdades sociales que
imperan en el mundo.
Lo anterior nos puede ir ubicando en
que el modelo educativo vigente en nuestros países, realmente no está agotado,
al contrario, cada vez que se reforma o reformulan las políticas dentro de
nuestros países para “fortalecer el sistema
educativo”, éste se regenera y se hace mucho más funcional para
sostener el modelo de acumulación de riqueza; es decir, para la óptica de las
elites económicas en nuestra región, el modelo les sirve, además les permite
mantener su dominio ideológico en la mente de la gran mayoría de la población, que, aunque
sabe que tiene derechos inalienables y lucha por ellos, no cambia el modelo
económico por lo que no cambiarán radicalmente las condiciones de exclusión,
pobreza y marginación que son el alimento que da sustento al modelo económico
dominante. Pero veamos algunas cifras que nos van dando la idea del porqué
afirmo que el sistema es funcional a las elites económicas. Los datos en
Latinoamérica nos dicen que la tasa de matriculación para la niñez en edad de
la primaria anda por el 95%, mientras que para la secundaria, el resultado es
de un 73%. Si vemos los años de escolaridad alcanzados, vemos que para
Argentina están en 10.5, y Panamá el referente centroamericano 9.2. Al
cruzar estos datos con los relacionados al empleo –según el sociómetro del BID,
actualmente un 54% de la población tiene empleos informales, en relación al 30%
de inicios de los años ’80–, podemos confirmar que hay cambios en el mundo
laboral que es el que le produce riquezas a las elites
económicas y también se puede decir que el sistema educativo sólo prepara a las
mayorías para tener algún grado de información y formación que le permita ser
parte de ese ejército de reserva que se mantiene en la informalidad, a la
espera de una “oportunidad” para subir a la formalidad, que solo se da cuando
las familias de las “elites”, dueñas de las grandes empresas y medios de
producción, retiren o despidan a los contratados para no pagar prestaciones y
busquen renovar las plazas de trabajo formal. Este es un ciclo funcional
y perverso que les permite a los dueños de las empresas mantener los salarios
al mínimo. Veamos el caso de Guatemala: un estudio de la Unión Europea y
el Ministerio de Educaciónseñala: “Que el 73% de jóvenes trabajan sin contrato,
labora más de 48 horas semanales y el 40% gana menos de un dólar diario, en
tanto que el 62% gana menos que el salario mínimo”. Pero ¿cómo lo permitimos? O
¿cómo se mantiene este sistema excluyente y desigual? Según uno de los
resultados obtenidos en 2011 en localidades rurales de Guatemala, por el IEH [2], “el tipo de educación y las formas en que se está
implementando en las instituciones del diversificado, está produciendo un
sujeto estudiantil que se transformará en fuerza laboral útil dentro del
esquema económico vigente en el país…”. Es decir que, aunque los bajos
niveles de educación están vinculados directamente con la falta de acceso al
empleo formal, a la pobreza y a los problemas sociales, también podemos
observar que las élites económicas aplauden y respaldan esta situación, pues a ellos
(las élites) les va muy bien en su óptica de acumulación de riqueza y de
dominación de la mayoría de la población que está
bastante convencida de que este es el único modo de vivir y producir o tiene
miedo a sublevarse al sistema, pues también el dominio de las elites no sólo es
ideológico sino también represivo.
Esta forma de ver y vivir en el mundo
que promueven las elites en los Estados y Naciones, y que es aceptada por los
pueblos, nos lleva a otras grandes problemáticas por la irracional depredación
y destrucción del ambiente natural, que pone en riesgo incluso la propia
sobrevivencia de la especie humana por lo que es necesario buscar soluciones a
las problemáticas globales que son también locales, a través de una educación
que desinstale en la mente de los pueblos este modelo de vida, y permita crear
nuevas relaciones económicas, sociales, culturales y ambientales. ¿La educación
popular es una alternativa? La educación popular (EP) sí
puede llegar a ser una alternativa; para ello es necesario que los educadores y
educadoras populares podamos comprometernos a fondo con generar una apuesta
pedagógica y política en diálogo con los pueblos que permita desestructurar el
modelo educativo actual y que posibilite a las y los educandos generar
pensamiento crítico, de leer y reinventar el mundo, como dice Paulo Freire. Esta tarea no
solo puede ser vista como una acción en las periferias de los procesos de
aprendizaje, es decir, no sólo se pueden generar procesos educativos desde la
EP, fuera del sistema “formal”; se hace necesario y urgente también comenzar a
fisurar el modelo de aprendizaje actual y sustituirlo por otro que permita
generar conocimientos, aprendizajes, formas de ver el mundo diferentes a las
actuales y sobre todo que dé mayores elementos de análisis, movilización,
organización y acción a los pueblos para que esta pueda ser la fuerza detonante
que dé el golpe definitivo al modelo vigente y construya colectivamente
otro. Entonces, es necesario fortalecer dos grandes tareas: la primera es
continuar tejiendo mucho más las redes y alianzas entre distintos y diversos movimientos
socialesy que éstos, a su vez, puedan profundizar en sus
conocimientos y aprendizajes sobre el mundo actual pero sobre todo en la
creación teórica, científica, viable de ese otro mundo posible. Es decir,
no basta con decirlo y soñarlo en términos generales, es necesario
identificarlo, hacerle sus trazos, descubrirlo e irlo concretando en la práctica.
A ello está llamada la Educación Popular con sus distintas experiencias a
fin de ponerlas al servicio de la construcción y consolidación de otro mundo
posible. La segunda tarea es la necesaria incursión en los sistemas
educativos actuales, que, como ya se dijo, configuran un aprendizaje funcional
a las elites económicas y al pensamiento dominante, por lo que es necesario
comenzar a fisurar el sistema también desde dentro, pues es allí donde a las
nuevas generaciones se les condiciona a pensar, sentir y actuar de la manera en
que a las elites les conviene. Acá es necesaria una aclaración
importante: el hacer trabajo de fisura en el sistema
educativo actual, no es un llamado estricto a convertirnos en
funcionarios públicos de los ministerios de educación, sino a generar
propuestas alterativas, acompañamiento pedagógico a maestros para dotarles de
otras herramientas que permitan construir pensamiento crítico, a pensar desde
el propio Ser, para que, desde cada espacio, los educadores y educadoras
populares puedan ir diseñando su estrategia de fisura, según sus propios
contextos y lecturas de la realidad y la posibilidad de hacer efectivo este
reto. Para finalizar, estas dos últimas apuestas, desde mi perspectiva,
conllevan a otros dos elementos importantes: el de tener la claridad de que se
hace necesario este trabajo en ambas direcciones para desmantelar el sistema
educativo y aportar a la construcción de otro mundo posible y que debe hacerse
en un proceso organizado, pensado y creado en un diálogo permanente con los
movimientos sociales diversos que hacen la lucha por los derechos humanos,
la defensa del territorio y la vida en nuestra actual Latinoamérica.
* Rubén Mendoza es educador popular, militante
político de la izquierda social en los procesos de lucha y resistencia por la
defensa del territorio y la vida. Miembro de la Institución Prodessa
(CEAAL).
Este texto es parte de la Revista América Latina en Movimiento, No., 499 de
octubre de 2014, que trata sobre el tema de "Educación
popular: vigencia y desafíos"
[1] Informe de OXFAM, Gobernar para las
Elites, enero 2014.
[2] IEH: Instituto de Estudios Humanísticos de
la Universidad Rafael Landivar de Guatemala.
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América Latina en Movimiento
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