Vigencia del pensamiento de Juan Bosch
James D. Cockcroft
Quisiera comenzar mi apreciación del
pensamiento de Juan Bosch con dos citas de poetas bien conocidos en Nuestra
América, como la llama José Martí. Estas líneas de poesía tienen que ver con el
ideario y la praxis de Juan Bosch.
La primera cita es del poeta salvadoreño
Roque Dalton: “Los muertos están cada día más indóciles”. Así es hoy, y se
manifiesta en las luchas e insurrecciones populares de los movimientos
sociales. Juan Bosch está más indócil que nunca, y su pensamiento es aún más
relevante que antes.
La segunda cita es del poema “Homenaje a
Clase Media” por el recién fallecido poeta uruguayo Mario Benedetti, ¡presente!
Clase media, Media rica, Medio culta
Entre lo que cree ser y lo que es
media una distancia medio grande
Desde el medio mira medio mal
a los negritos, a los ricos, a los sabios
a los locos, a los pobres
a los negritos, a los ricos, a los sabios
a los locos, a los pobres
Si escucha a un Hitler medio le gusta
y si habla un Che medio también…
y si habla un Che medio también…
Así, medio rabiosa se lamenta (a medias)
de ser el medio del que comen otros
a quienes no alcanza a entender
ni medio
de ser el medio del que comen otros
a quienes no alcanza a entender
ni medio
En varios escritos de Bosch como “Crisis
de la democracia de América en la República Dominicana”, “Composición social
dominicana”, “Clases sociales en República Dominicana” y “La pequeña burguesía
en la historia de la República Dominicana”, se ve la vigencia de su análisis de
las clases medias que profundizan y dan sustancia a la perspicacia graciosa de
Benedetti. Ni Bosch ni Benedetti tuvieron ilusiones en cuanto al carácter
confiable de aquellas clases intermedias tan confundidas y oportunistas,
ubicadas entre las dos grandes fuerzas de la historia moderna, el proletariado
y la burguesía… y siguiendo los más poderosos en cada momento.
Poco después de la ocupación militar
estadounidense y la heroica resistencia del pueblo dominicano en 1965, Bosch
introdujo varios conceptos originales en el análisis de los problemas de la
economía, política y desarrollo de Nuestra América que nos quedan hoy día como
valiosísimas herramientas. Algunos fueron y siguen siendo controversiales. Dos
de éstos fueron “la dictadura con respaldo popular” y “el Pentagonismo,
sustituto del imperialismo.”
A mucha gente, la palabra “dictadura” le
puede resultar chocante, pero cuando se le explica en el contexto de lucha de clases
comienza tener cierto sentido. “Dictadura con respaldo popular” se hace eco de
la frase de Marx y Engels “dictadura del proletariado”. De la misma manera
surge como una respuesta necesaria al conflicto de las dos grandes clases
sociales del sistema capitalista, en el cual la dictadura de la burguesía o “la
oligarquía” apoyada por sus aliados extranjeros debe ser tumbada por las clases
populares y en un período de tiempo reemplazada por una “dictadura” popular
para defender la victoria del pueblo contra los ya “ex dictadores”.
Bosch creyó en la democracia, pero una
democracia verdadera con justicia económica y social. Su propia experiencia
política le enseñó que los trujillistas y neo trujillistas, la oligarquía
dominicana, y su aliado principal del norte, es decir, el imperialismo yanqui,
prohibían una transición democrática hacia una verdadera democracia. Para
“democratizar la democracia,” una creciente demanda de los movimientos sociales
hoy por hoy, hay que establecer suficiente poder popular para vencer al enemigo
y transformar la sociedad. Ese fue el contexto que confrontaba Bosch cuando
elaboró su idea de una “dictadura con respaldo popular”.
A
la vez, Bosch entendió y escribió bien (por ejemplo en su obra “El Estado, sus orígenes y desarrollo”) del papel del Estado en todos aspectos de la lucha
de clases. El Estado siempre representa los intereses de la clase dominante.
Por eso, si las fuerzas populares conquistaran el poder del Estado habría que
fortalecer ese poder en el interés de las grandes masas. Ese fortalecimiento es
necesario para democratizar la limitada democracia anterior, a través de la
introducción del poder popular, la llamada “democracia participativa”.
Por un lado, una fuerte defensa del
pueblo y sus intereses por parte del Estado (“dictadura”), y por otro lado, una
creciente participación popular y servicio del Estado al pueblo, o sea
“respaldo popular”. Bosch, como Hugo Chávez, Evo Morales y otros pensadores
contemporáneos, se dio cuenta de que todo esto no se podría lograr sin la
introducción de profundos cambios económicos y culturales, o sea un nuevo
sistema no capitalista, un socialismo democrático y humanista, entendido e
implementado en formas apropiadas de cada sociedad o nación.
La
experiencia política y la evolución ideológica de Juan Bosch le llevaron a
estudiar aún más los pensamientos de grandes intelectuales de Nuestra América
y, desde luego, el marxismo. La Revolución Cubana y las ideas de Fidel Castro
le inspiraron. Terminó su gran obra “De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe, frontera
imperial” con el pronunciamiento de la ruptura
de la frontera imperial estadounidense con la victoria del pueblo cubano en
Playa Girón el 19 de abril de 1961 y el comienzo de una “etapa de luchas más
duras, más desenfrenadas”. En la opinión de su nieto José Stefan Bosch,
respondiendo a una pregunta en este salón ayer, Don Juan perdió cualquier
restante esperanza por una democracia dentro del capitalismo y un camino
pacífico y electoral a la democracia en 1973, después del golpe militar en
Chile que mató o hizo desaparecer a miles de personas y produjo el asesinato
del “compañero Presidente” Salvador Allende, cuyo centenario honramos el año
pasado.
Su
aprendizaje del imperialismo, que vivió en su propia sangre, le condujo a
introducir el concepto “el Pentagonismo, sustituto del imperialismo.” Otra vez
un concepto chocante. Y otra vez da en el blanco, porque fue y es precisamente
la poderosa y bien financiada máquina de guerra del Pentágono de Estados Unidos
la que ha estado bloqueando la democracia en Nuestra América durante más de
medio siglo de invasiones y guerras sucias que no han terminado y ahora se
extienden a todo el globo en un auténtico proceso de globalización del Plan
Cóndor. La prueba de la vigencia de este nuevo y original énfasis boschiano del
papel del Pentágono en el desarrollo del imperialismo contemporáneo es bastante
evidente en las recientes guerras de “shock and awe”.
Debo aprovechar la oportunidad de
publicar esta ponencia en un libro planeado por la Comisión Nacional Centenario
Juan Bosch para hacer hincapié en el significado del golpe militar en Honduras
que ocurrió durante la mañanita del día después de la ponencia, el 28 de junio
de 2009. El golpe, una gravísima amenaza a toda Nuestra América, fue
infelizmente una prueba más de lo apropiado del concepto boschiano “el
Pentagonismo”. He escrito en otros lugares de aquel golpe y de la historia de
Honduras, un país conocido desde el decenio de 1980 como “una república del
Pentágono”. [1]
Claro que el imperialismo tiene muchas
formas y combinaciones de formas de operación, como hemos visto en los últimos
días cuando el gobierno estadounidense presionó a los presidentes de un
centenar de naciones para que no asistieran a una conferencia de prensa de la
ONU programada para el fin del mes en Nueva York. En la conferencia de prensa
habría sido presentado y discutido un plan alternativo a lo del G-20 para
manejar y resolver la crisis económica mundial. El documento de parte de 120
naciones fue preparado por muy distinguidos expertos bajo el mandato del
presidente de la Asamblea General, Miguel d’Escoto. Se dice que Hugo Chávez fue
el único presidente que aceptó la invitación a Nueva York.
Lo que sostiene estas formas y
combinaciones de formas del imperialismo yanqui en nuestra época, desde tales
presiones “diplomáticas” hasta incidentes del “golpismo” militar o electoral,
es precisamente el poder militar, o sea el Pentagonismo, sin el cual ningún
esfuerzo imperialista podría dar resultado. El imperialismo estadounidense
sigue más bélico e intervencionista que nunca. La amenaza militar ha crecido
mucho. Se manifiesta en el envío de la Cuarta Flotilla a las aguas
latinoamericanas y el presupuesto reciente del Pentágono de 46 millones de
dólares para el desarrollo de la base militar en Palanquero, Colombia, para
“operaciones de contingencia” en América Central y Sudamérica. Así que se puede
resumir el Pentagonismo actual como militarización y guerras sin fin, más
destructivas que cuando Don Juan lanzó su conceptualización.
Cómo otros ponentes en esta celebración
del centenario de Juan Bosch han explicado bien, Don Juan fue muy martiano y
bolivariano. Fue patriota en el sentido martiano. Es decir, defendió la patria
como defensor de la humanidad y toda Nuestra América, como lo hacen los Cinco
héroes cubanos secuestrados hace 11 años y encarcelados y torturados en las
cárceles estadounidenses. [2]
Bosch fue internacionalista. Como Simón
Bolívar, José Martí y Ernesto “Che” Guevara, pasó tiempo en varios países de
Nuestra América y consagró su vida a la batalla contra la dominación de Estados
Unidos. Llevó sus excepcionales talentos literarios e intelectuales al mundo
político en una lucha por la liberación de su país. Trató de educar a su
pueblo.
Durante este encuentro hemos hablado
mucho de la ética y su valor en la política, de cómo Don Juan lo personificó en
su vida. Se destaca la manera en que Don Juan practicó ciertos principios
martianos, por ejemplo:
·
Comportarse a favor del respeto de los
principios éticos y la justicia social
·
Ser honesto consigo mismo y siempre
decir la verdad a los pueblos y sus vecinos
·
No temer en buscar la utopía universal
del hombre (se dice que Don Juan leyó 21 veces El Quijote de Cervantes)
·
Ser políticamente activista, aprendiendo
a “convertir los reveses en fortuna”
·
Arraigar el corazón en la patria que es
la humanidad
·
Defender la soberanía nacional, siempre
consultando, antes de todo, el interés humano
·
Entender las amenazas desde el imperio
del Norte y dedicar la vida a vencerlas
·
Reconocer que “trincheras de ideas valen
más que trincheras de piedra”
Bosch dijo “Si no llego a ver por mí
mismo la liberación de este pueblo, la veré a través de mis ideas”. Para honrar
ese sentimiento, debo concluir esta ponencia insistiendo en que, como he dicho
frecuentemente en Cuba en cuanto a Che Guevara, para ganar las batallas de
ideas y la liberación de nuestros pueblos hay que enseñar a nuestras juventudes
las ideas de sus libertadores, de sus apóstoles, de sus maestros, pues. Es
vergonzoso que haya poca enseñanza del pensamiento del Che en las escuelas y
universidades cubanas o de Don Juan en los centros de estudio dominicanos.
¡Ojalá que uno de los resultados de este encuentro informativo será una campaña
inmediata para llevar a cada rincón de la República Dominicana y a otros países
los escritos y pensamientos de Juan Bosch, la historia de su vida y su ejemplo,
y la de otros grandes pensadores de Nuestra América!
“El destino de cada uno está en la
educación que se le haya dado. Para que su conducta sea buena, el hombre tiene
que ser mejor educado”.
“Hay que educar al hombre para que
respete las leyes. Sin leyes no hay sociedad humana, y las leyes sólo tienen
valor si cada persona las acepta y las respeta y las hace respetar”. “No es
ciudadano el que ignora cuáles son sus deberes y cuáles son sus derechos (…).
No puede haber paz donde no hay conciencia cívica y no hay conciencia cívica
donde no hay cultura”.
“No podría haber disciplina donde
faltara la mística, pero tampoco podría haber mística donde faltara la
disciplina, y nadie puede imponer la disciplina allí donde trabajando en una
misma tarea cada quien la lleva a cabo como le parece, no como debe
hacerse”. Juan Bosch
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