MORAL Y LUCES

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lunes, 24 de abril de 2017

Neruda le canto a la epopeya histórica de abril de RD

Neruda universalizó en 1966 epopeya histórica de la patria quisqueyana, República Dominicana.

Prestigiosos poetas, escritores, músicos, compositores y pintores dominicanos y extranjeros plasmaron en sus obras su admiración por el pueblo dominicano enfrentado en su lucha por la constitucionalidad y la democracia al poder de los Estados Unidos, la potencia económica y militar más poderosa de la tierra.

Así como el español Francisco Villaespesa les cantó a los dominicanos en lucha por la desocupación de las tropas norteamericanas del país durante los años 1916 y 1924, con la invasión de 1965 se produjo un movimiento cultural de mayor envergadura cuyos trabajos merecen el conocimiento y la ponderación de las nuevas generaciones.

Mientras poetas nacionales como Pedro Mir, Manuel del Cabral, Abelardo Vicioso y René del Risco Bermúdez, por solo citar algunos, resaltaban el valor de los combatientes constitucionalistas frente a las tropas invasoras, en el plano internacional se destacó el chileno de fama universal Pablo Neruda, cuyo poema Versainograma a Santo Domingo, que para muchos no ha sido lo suficientemente valorado en los círculos políticos e intelectuales del país.

Un joven poeta haitiano residente en el país, Jaques Viaux Reneaud, dejó su vida en pleno combate contra las tropas de intervención. Sus versos también debieran ser valorados como parte del impacto cultural que tuvo la guerra patria en la región caribeña.

Neruda, militante del Partido Comunista Chileno, era más político y más intelectual que esos gurúes dominicanos que no reconocen el valor estético y humanístico de Versainograma a Santo Domingo, probablemente porque se sienten aludidos en los acusadores versos del bardo chileno.

Versainograma a Santo Domingo, como su título sugiere, es un canto popular a un pueblo en lucha. Los poetas populares chilenos cultivan la Versaina, que como los viejos juglares cantan de plaza en plaza, muchas veces acompañados de guitarras, las historias heroicas de las colectividades. Las versainas son comparables con las décimas y las coplas populares en República Dominicana.

Neruda quiso expresar su respeto y admiración a los dominicanos con un canto de pueblo, con metáforas y figuras que, aunque sencillas, tienen el sello de la expresión poética de quien, según el Nobel colombiano Gabriel García Márquez, fue el poeta más grande del mundo de todas las épocas.

El autor de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada escribió el poema en su casa de Isla Negra, región de Valparaiso, precisamente en febrero de 1966, en momentos que República Dominicana debió celebrar su Mes de la Patria invadida por el ejército de los Estados Unidos.

Conspiración del silencio contra el Versainograma

En nuestros círculos literarios, cuando se quiere opacar una determinada obra o la vida de un escritor, sencillamente se le ignora con lo que se ha dado a llamar “la conspiración del silencio”. Los años que siguieron al poema nerudiano fueron en el país de gran represión gubernamental con una izquierda sectaria que controlaba importantes áreas de la actividad intelectual, especialmente las que se originaban en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Neruda, quien manifestó su interés en venir al país a conocer el pueblo que tanto admiraba, no pudo realizar ese deseo por la oposición rabiosa y desafiante de un grupo maoísta llamado Partido Comunista de la República Dominicana (Pacoredo), que acusó al poeta de ser “un agente del social imperialismo soviético”.

 Lo cierto es que Versainograma a Santo Domingo es la obra de un poeta universal en honor al pueblo dominicano, y como tal debe ser valorado por los hijos de esta tierra que se sienten orgullosos de su dominicanidad. Sería oportuno que volviésemos a leer reflexivamente, a seguidas, el poema en cuestión.

Versainograma a Santo Domingo

Perdonen si les digo unas locuras
En esta dulce tarde de febrero
Y si se va mi corazón cantando
hacia Santo Domingo, compañeros.

Vamos a recordar lo que ha pasado
Desde que don Cristóbal marinero
Puso los pies y descubrió la isla.
¡Ay mejor no la hubiera descubierto!
Porque ha sufrido tanto desde entonces
Que parece que el Diablo y no Jesús
Se entendió con Colón en este aspecto.

Estos conquistadores españoles
Que llegaron desde España con lo puesto
Buscaban oro y lo buscaban tanto,
Como si le sirviese de alimento.

Enarbolando a Cristo con su cruz
Los garrotazos fueron argumentos
Tan poderosos que los indios vivos
Se convirtieron en cristianos muertos.

Aunque hace mucho de esta historia amarga
Por amarga y por vieja se las cuento
Porque las cosas no se aclaran nunca
Con el olvido ni con el silencio.

Y hay tanta iniquidad sin comentario
En la América hirsuta que nos dieron
Que si hasta los poetas nos callamos
No hablan los otros porque tienen miedo.

Ya se sabe que un día declaramos
La independencia azul de nuestros pueblos
Uva por uva América Latina
Se derramó como un racimo negro
De nacionalidades diminutas
Con mucha facha y con poco dinero.

(Andamos con orgullo y sin zapatos
Y nos creemos todos caballeros.)

Cuando tuvimos pantalones largos
Nos escogimos pésimos gobiernos
(rivalizamos mucho en este asunto:
Santo Domingo se sacó los premios.)

Tuvo presidentes singulares
Déspotas sanos, déspotas enfermos,
Tiranos tontos y tiranos ricos,
Mandones locos y mandones viejos.

En esta variedad un tanto triste
Tuvieron a Trujillo sempiterno
Que gracias a un balazo se enfermó
Después de cuarenta años de gobierno.
Podríamos decir de este Trujillo
(a juzgar por las cosas que sabemos)
Que fue el hombre más malo de este mundo
(si no existiese Johnson por supuesto).

(Se sabrá quien ha sido más malvado
Cuando los dos estén en el infierno).

Cuando murió Trujillo respiró
Aquella pobre patria de tormentos
Y en un escalofrío de esperanzas
Subió la luna sobre el sufrimiento.

Corre por los caminos la noticia,
Santo Domingo sale del infierno,
Por fin elige un presidente puro:
Es Juan Bosch que regresa del destierro.

Pero no les conviene un hombre honrado
A los gorilas ni a los usureros.
Decretaron un golpe en Nueva York:
Lo echan abajo con cualquier pretexto,
Lo destierran con su Constitución,
Instalan a cualquier sepulturero
En el trono del mando y del castigo.
Y los verdugos vuelven a sus puestos.

“La democracia representativa
Ha sido restaurada en ese pueblo”
Dijo El Mercurio en su editorial
Escrito en la embajada que sabemos.

Pero esta vez las cosas no marcharon.
De un modo inesperado aunque severo
A norteamericanos y gorilas
Les salieron tornillos en el queso.
Y con voz de fusiles en la calle
Salió a cantar el corazón del pueblo.

Santo Domingo con su pueblo armado
Borró la imposición de los violentos:
Tomó ciudades, campos, y en el puente,
Con el pecho desnudo y descubierto,
Aplastó tanques, desafió cañones.
Y corría impetuoso como el viento
Hacia la libertad y la victoria,
Cuando el texano Johnson, el funesto,
Con la sangre de muchos en las manos,
Hizo desembarcar sus marineros.

Cuarenta y cinco mil hijos de perra
Llegaron con sus armas y sus cuentos,
Con ametralladoras y napalm
Con objetivos claros y concretos:
“poner en libertad a los ladrones!
Y a los demás hay que meterlos presos!”.

Y allí están disparando cada día
Contra dominicanos indefensos.

Como en Vietnam, el asesino es fuerte,
Pero a la larga vencerán los pueblos.

La moraleja de este cuento amargo
Se la voy a decir en un momento
(no se lo vayan a contar a nadie:
Soy pacifista por fuera y por dentro!).

Ahí va:
Me gusta en Nueva York el yanqui vivo
Y sus lindas muchachas, por supuesto,
Pero en Santo Domingo y en Vietnam
Prefiero norteamericanos muertos!

Pablo Neruda, Isla Negra (Chile),
Febrero, 1966.

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