OLEO DE JUAN BOSCH , PINTADO POR MIGUEL NUÑEZ PINTOR DE LA PATRIA
En el ejercicio de la política nos damos con toda clase de gente, y más en un país como el nuestro, donde la política es un potrero sin puertas en el cual puede entrar todo el que quiera y muy especialmente todo el que tenga hambre de figureo, de dinero o de poder.
Normalmente, el comportamiento de una persona está determinado por la clase o la capa social a que pertenece. Los que han nacido en hogares donde había dinero en abundancia, y sigue habiéndolo en los suyos, no se inquietan fácilmente ante problemas que sacan de quicio a quienes viven en medio de estrecheces o de ciertas limitaciones; y no porque aquéllos tengan un control de sus nervios que los convierte automáticamente en superiores a los demás seres humanos, sino porque pueden resolver muchos problemas de alguna importancia con sólo poner su firma en un cheque. ¿Qué la señora tuvo un accidente y el automóvil quedó destruido? Ahí va una orden para que se compre otro sin tener que esperar que la compañía de seguros pague la póliza del chocado. ¿Qué un incendio le destruyó la casa o que la hija quiere darle la vuelta al mundo para consolarse de la mala conducta de su marido o el hijo quiere pasar las vacaciones en la India? Todo eso lo resuelve la secretaria haciendo cheques; a él sólo le tocará firmarlos.
La posición que ocupa en las relaciones de producción le permite al capitalista sentirse seguro a tal punto que un problema de 25 mi o de 30 mil pesos no le perturba en lo más mínimo; en cambio, un pequeño burgués que tenga que pasarse el año trabajando para ganar 25 mil pesos (esto es para 1977) se sentirá preocupado, y hasta muy preocupado, si se le presentara una novedad que le costará 25 mil pesos, o 20 mil o 15 mil; y para un bajo pequeño burgués cuyas entradas son de 10 ó 12 mil ( por igual 1977), la pérdida de 10 mil le provocará un estado de nerviosismo que le quitará muchas horas de sueño.
El bajo pequeño burgués, y con más razón los bajos pequeños burgueses pobres y muy pobres, que son las capas sociales de donde salen los chiriperos, viven con un margen de maniobrabilidad económica muy estrecho, y eso se refleja en un alto grado de susceptibilidad. Es en esas capas sociales y no en las que se hallan por encima de ellas, donde se dan los episodios de Fulano que mató a Zutano porque éste le debía 5 pesos o por motivos parecidos. Cuanto más insegura sea la situación económica de una persona, más se inclinará a enfrentar los problemas mediante reacciones emocionales incontrolables, y así mismo actuará en la política si adquirió durante los primeros años de su vida el hábito de dejarse llevar por las emociones a la hora de tomar decisiones importantes. Eso es lo que explica la sorprendente escasez de líderes políticos en una sociedad como la dominicana donde la gran mayoría de la población es de origen bajo pequeño burgués pobre y muy pobre así como la reserva de líderes con que cuentan los países altamente desarrollados donde las capas superiores de la burguesía están compuestas por mucha gente o los países socialistas donde la casi totalidad de la población es trabajadora y disfruta de una fuerte estabilidad económica y social.
Pero la emocionalidad o el emocionalismo a que es tan propensa la baja pequeña burguesía pobre y muy pobre no se manifiesta sólo en forma agresiva; se manifiesta también en forma de ilusiones, especialmente en relación con la conquista del poder. La historia dominicana está llena de episodios en que aparecen representantes de esas capas sociales lanzándose a la conquista del poder con tan escazas posibilidades de conquistarlo que las páginas de la historia en que figuran esos episodios no parecen, vistas a la luz de la razón invenciones de locos. En algunos casos recientes hallamos la influencia que tuvo la Revolución Cubana en los sueños de poder de nuestra baja pequeña burguesía en todas sus capas, y a veces hasta en miembros de la mediana y de la alta, pero en episodios anteriores, especialmente en los últimos treinta y cinco años del siglo pasado, la influencia venía de Haití, lo que se explica por el ejemplo que daban los haitianos de hombres que habían sido esclavos o hijos de esclavos y llegaron, sin embargo, a posiciones de poder, algunos de ellos hasta alcanzar títulos de emperadores, como sucedió con Henri Christopher y Souluque, y después de ellos, de hombres del pueblo que fueron presidentes de la República haitiana porque en las guerras civiles de su país habían conquistado a la fuerza grados de generales. Puestos en ese camino por el impulso del ejemplo, los dominicanos actuaron por sí mismos y en el siglo pasado llegaron a la presidencia de la República Luperón, Meriño y Heureaux, los tres nacidos y formados en las capas pobres y muy pobres de la baja pequeña burguesía.
Pero Luperón, Meriño y Heureaux fueron realistas y por tanto no cometieron el error político de apoyar sus deseos de alcanzar el poder en fuerzas que ellos no podían controlar.
20 septiembre, 1977.
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