MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

jueves, 28 de junio de 2012

LA CRISIS EN PARAGUAY PODRÍA BENEFICIAR A VENEZUELA


Cómo la crisis en Paraguay podría beneficiar a Venezuela

El foco de la crisis política en Paraguay se muda este viernes a Argentina. Y uno de los beneficiados de la inestabilidad que surgió con la remoción de Fernando Lugo de la presidencia paraguaya puede ser Venezuela.

Paraguay no fue invitado a la reunión del Mercosur

Los países que integran como miembros plenos o asociados el Mercosur, discutirán este viernes en Mendoza la situación que se desató con la destitución de Lugo a través de un juicio político y el nombramiento de Federico Franco (su exvicepresidente) en su lugar.

Si Paraguay resulta suspendida o expulsada de Mercosur como resultado de estas deliberaciones, se despeja también el único obstáculo restante para que Venezuela sea admitido a la organización, como lo ha venido solicitando hace años el gobierno de Hugo Chávez.
Para varios de los gobiernos del bloque comercial la acción que tuvo lugar en Paraguay se trató de un "golpe de Estado".
Uno de los argumentos principales es que a Lugo le notificaron el jueves pasado que en menos de 12 horas tendría 120 minutos para defenderse de las acusaciones que lo colocaban como responsable de la matanza de 17 personas en un desalojo de tierras ocupadas.
Aunque el recién designado mandatario paraguayo refuta una ruptura democrática y afirma que todo se hizo en el marco del artículo 225 de la constitución paraguaya.

Suspensión

Como resultado de la salida de Lugo, y cediendo a las posturas más duras que han mostrado Argentina, Ecuador y Bolivia, el Mercosur suspendió a Paraguay de la cumbre programada con varios meses de antelación.
Esta situación ahora puede beneficiar a Venezuela, cuya adhesión fue cuya aprobada en 2006, pero que aún no ha contado con el aval (obligatorio) del Senado paraguayo.
Pero ahora Paraguay está suspendido del bloque y su posible expulsión es algo que se discutirá entre los líderes de la región.
Según la cláusula democrática de Mercosur, de 1997, en caso de "ruptura del orden democrático" de un miembro del grupo se buscarán "consultas pertinentes con el mismo".
Pero según el artículo quinto de la cláusula, de no lograrse una solución, las medidas pueden ser "desde la suspensión del derecho a participar en los distintos órganos de integración, hasta la suspensión de los derechos y obligaciones emergentes de esos procesos".
Sin embargo, primero los líderes regionales deben concluir si se produjo una ruptura del orden democrático y si ello lleva a la suspensión de la membresía.
Franco le dijo a BBC Mundo que no iría a la cumbre "porque no me invitaron", pero no se descarta que algunos funcionarios de su gobierno viajen a Mendoza para iniciar gestiones de aceptación con los países vecinos.

Juego trancado

"

Alfredo Stroessner, nieto del exgobernante militar de Paraguay del mismo nombre y senador paraguayo.
Venezuela tiene seis años sin poder acceder como miembro pleno de Mercosur por la postura de la bancada del conservador Partido Colorado en el Senado paraguayo.
El referente de esta agrupación política es el senador Alfredo Stroessner, nieto del general del mismo nombre que lideró el gobierno militar que estuvo casi 36 años al frente del país, hasta 1989.
Stroessner abrió las puertas de sus oficina en Asunción para recibir a BBC Mundo y explicar por qué no se ha aceptado incorporar al país que gobierna Hugo Chávez.
"Venezuela se ha convertido en los últimos años en una situación cuasi democrática, en donde el presidente Hugo Chávez tiene poderes absolutos, el Partido Socialista Unido (Psuv) controla la única cámara, y se efectúa a dedo la política externa e interna", señaló.
"No tiene que ver con el pueblo venezolano esto, se trata de una cuestión política del Partido Colorado, de unos 90 miembros y su junta directiva, que deciden recomendar esta postura, que por ideología similar yo personalmente comparto", explicó.

Futuro inmediato

Mendoza
La reunión de Mercosur se celebra en Mendoza, Argentina.
Según Alfredo Stroessner, el Partido Colorado estaría dispuesto a revisar su postura en relación con el gobierno venezolano en función del resultado de las próximas elecciones en Venezuela.
"Aún si gana Chávez, pero vemos algún cambio en su actitud podríamos volverlo a pensar", dijo.
Sin embargo, la situación de Paraguay en el plano internacional, en concreto en el marco de los grupos regionales a los que pertenece, está ahora en el aire. Y no sólo en relación a Mercosur.
Durante la cita de ese bloque, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) también convocó un encuentro de los países miembros con el fin de discutir lo sucedido en Paraguay.
El secretario general de Unasur, Alí Rodríguez Araque, le anticipó a BBC Mundo que "se planteará la posibilidad de sanciones económicas o la misma expulsión del organismo".
"Pero eso dependerá de los diferentes gobiernos", apuntó.

Vladimir Hernández
BBC Mundo, Cono Sur

EL PRD, LA NUEVA TORRE DE BABEL




 







28 de Julio de 2003 • Edición número 1,316


El siguiente articulo,el "PRD,la Nueva Torre de Babel," fue publicado en la revista Ahora el 28 de julio de 2003;al leerlo todo hace pensar que fue publicado ayer. Sucede que ocurre lo mismito de aquel entonces de 2003.

El lenguaje de los pepehachistas, que quieren imponer a Hipólito Mejía como candidato en una convención, no es comprendido por los antireeleccionistas, quienes prefieren un plebiscito para conocer la voluntad de la mayoría del partido

Conforme a las Sagradas Escrituras, libro de Génesis, capítulo 11, los hijos de Noé intentaron construir en Babel (nombre en hebreo de Babilonia) una gran torre para subir al cielo. Pero el Todopoderoso, al enterarse de la osadía, resolvió acabar con esa absurda tentativa dotando de diferentes lenguas a todos los que allí estaban, rompiendo de esa manera la comunicación entre ellos, y la empresa fracasó.

En el umbral del siglo 21, en el oficialista Partido Revolucionario Dominicano (PRD) no se construye ninguna torre, pero los precandidatos presidenciales, por un lado, y el presidente Hipólito Mejía y su PPH, por el otro, parecen hablar lenguajes muy diferentes.

La repostulación presidencial es la manzana de la discordia, que mantiene a la organización sumida en el caos.

Las palabras no tienen la fuerza del entendimiento en el PRD y las técnicas de la persuasión y la retórica no funcionan entre las partes en pugna. Esto ha creado todas las condiciones para que sus dirigentes acudan a las tradicionales negociaciones que a lo largo de la historia de este partido se han dado antes y después de cada convención, porque hay que repartirse el pastel entre la confederación de grupos que gravitan en su interior.

Los perredeístas saben que tienen que seleccionar su candidato presidencial en el escenario de la vigésima convención, pero faltando apenas diez meses para las elecciones nacionales aún no se sabe cuándo, cómo, con quiénes y de qué manera realizarán su consulta interna.

Los encarnizados enfrentamientos entre el PPH, que es la corriente oficialista, y los aspirantes a la candidatura Hatuey De Camps, Milagros Ortiz Bosch, Enmanuel Esquea, Ramón Alburquerque, Rafael Flores Estrella, y José Rafael Abinader, que hacen causa común contra la reelección y abogan por la alternabilidad, mantienen un tranque en la organización que más pronto que tarde será resuelto mediante un conciliábulo en el que se repartan los cargos en el partido y en el Gobierno.

ESTATUTOS OBSOLETOS

Los estatutos del PRD son tan viejos como la institución misma, con muchas cosas que en los nuevos tiempos no tienen razón de ser y especialmente porque sus principales mandatos no son cumplidos. Pese a que son el alma de la organización, su contenido es aplicado sólo para conveniencias particulares y coyunturales.

El Comité Ejecutivo Nacional es el máximo organismo deliberativo del PRD, que tiene entre sus atribuciones convocar la convención. Sin embargo, el artículo 29 de los estatutos establece que debe reunirse una vez cada tres meses y la última vez que este organismo se reunió fue en julio de 1999 para convocar la asamblea nacional de delegados que proclamó a Hipólito Mejía y Milagros Ortiz Bosch, candidatos presidencial y vicepresidencial para las elecciones de mayo del 2000. También escogió a Hatuey De Camps como presidente del PRD y a Rafael Suberví Bonilla como secretario general.

La Comisión Política tiene entre sus tareas fundamentales determinar las tácticas, conducir las tareas cotidianas y fijar las posiciones institucionales ante los temas internos o de trascendencia nacional; debe reunirse cada siete días, de conformidad al artículo 35 de los estatutos, pero esto no ocurre así. La Comisión Política lleva más de tres meses sin “dar un golpe”.

El Presidium es el organismo de más alto nivel, integrado por el presidente y presidente en funciones, los vicepresidentes, el secretario general y los secretarios nacionales de organización y comunicación, y los líderes parlamentarios. El artículo 34 refiere que el Presidium es el organismo de más alto nivel que tiene a su cargo, entre otras prerrogativas, la integración del gabinete de Gobierno y el establecimiento de líneas políticas frente a gobiernos nacionales y al país. En los tres años que lleva la administración de Hipólito Mejía no se ha consultado el Presidium para la toma de decisiones.

El artículo 26 habla del Pleno Nacional de Dirigentes, cuyos integrantes son los mismos que componen las instancias antes mencionadas, igual que sus atribuciones, por lo que no se percibe la razón de ser de este organismo.

El extinto líder José Francisco Peña Gómez encabezó personalmente la XVII Convención Nacional Extraordinaria donde se aprobó: “Prohibir la reelección en dos períodos consecutivos de los legisladores y síndicos que pertenezcan al partido a partir del año 2002, es decir, tomando como referencia o punto de partida el período constitucional que inició el 16 de agosto de 1998”.

También se estableció la incompatibilidad de las funciones públicas con las del partido, al establecer en el acápite B) de dicha Convención: “Ampliar el principio de la incompatibilidad entre el ejercicio de un cargo en el partido y una función pública para extenderlo, mientras el PRD esté en la oposición, a las funciones legislativas y municipales”.

En el PRD apenas el presidente Hatuey De Camps y los secretarios de organización, Rafael Gamundi Cordero; electoral, Henry Mejía, y de educación, Ivelisse Prats, no ocupan funciones públicas. Todas las demás autoridades del partido, incluyendo los vicepresidentes, ocupan una función pública o una curul en el Congreso.

EL DEDO DE PEÑA GÓMEZ

El dedo de José Francisco Peña Gómez estuvo siempre por encima de las disposiciones estatutarias y hasta de los resultados de la voluntad de la mayoría expresada en una convención, en muchos casos para imponerse a sí mismo como candidato a síndico (en 1982 y 1998).

Peña Gómez ejerció un liderazgo sólido que se expandió a raíz de que todas las tendencias depositaron en él plenos poderes para lograr la reunificación del PRD, dividido desde 1989 luego que Jacobo Majluta se fuera y fundara el Partido Revolucionario Independiente (PRI).

Pero Peña Gómez no resolvía los problemas del PRD de manera institucional, sino mediante el dedo y con fórmulas salvadoras que reconocían el triunfo de una parte y daban a los contrincantes el control de la organización o cargos en futuros gobiernos.

El extinto líder perredeísta también fue el ideólogo del “dos y dos”, que consistió en que gran parte de los candidatos a senadores, diputados, síndicos y regidores para las elecciones de 1998 ocuparan sus puestos por dos años y luego fueran reemplazados por otros compañeros en los dos años restantes del periodo constitucional. Esta fórmula generó también crisis en el PRD, que no se agravaron gracias a que Hipólito Mejía ganó los comicios del 2000 y los afectados por el “dos y dos” pasaron a ser funcionarios del nuevo gobierno.
Cronología de las negociaciones en el PRD

En 1962. El PRD realiza su primera convención y se origina la primera crisis interna porque los 485 delegados participantes escogieron a Juan Bosch, candidato presidencial, Buenaventura Sánchez, candidato vicepresidencial, y a Angel Miolán, presidente de la organización. Bosch no quiso a su compañero de boleta e impuso a Segundo Armando González Tamayo.

En 1964. La pérdida del poder llevó a los dirigentes del PRD a presionar por puestos ejecutivos, por lo que José Francisco Peña Gómez dirigió la tercera convención y para saciar las apetencias personales se crearon la Comisión Ejecutiva Nacional, el Comité Político y el Comité Disciplinario.

En 1969. Se convoca a elecciones internas en la clandestinidad y se produjo una repartición de cargos, donde la tendencia de Antonio Guzmán Fernández logra la mayor cantidad de miembros en el CEN. Juan Bosch estaba fuera del país y retornó con el propósito de “quitarle las garrapatas al buey”.

En 1977. En la octava convención se produce un tranque porque ninguno de los tres precandidatos presidenciales: Guzmán Fernández, Jacobo Majluta y Salvador Jorge Blanco ganaron la convención. Peña Gómez propuso que el que quedara primero fuera el candidato, el segundo lugar ocuparía la vicepresidencia y el tercero la senaduría del Distrito Nacional para las elecciones de 1978. Guzmán y Majluta se aliaron logrando la mayoría de los miembros del CEN y los cargos congresuales y municipales, mientras a Jorge Blanco se compensó con la presidencia del PRD y la senaduría de la Capital.

En 1981. Jorge Blanco gana la convención y es proclamado candidato presidencial para las elecciones de 1982, pero Majluta se resiste forzando una negociación que le permitió obtener la presidencia del PRD, la senaduría por la Capital y la mayoría de los cargos congresuales y municipales para los guzmanistas. Peña Gómez también fue el auspiciador del entendimiento.

En 1985. Se registra la más desgarradora lucha interna en el PRD en la convención para elegir el candidato para las elecciones de 1986. Tanto Peña Gómez como Majluta se declararon ganadores del certamen y la salida fue la repartición de cargos mediante el “Pacto de la Unión”, propuesto por Jorge Blanco, mediante el cual Majluta fue el candidato presidencial, a Peña se le cedió el control del PRD y la mayoría de los cargos congresuales y municipales, y a Jorge Blanco se le otorgó la senaduría de la Capital, que recayó sobre su esposa Asela Mera, y Hatuey De Camps pasó a ocupar la secretaría general del PRD.

En 1990. Peña Gómez encarna un liderazgo absoluto en el PRD y vuelve a negociar ofreciéndole a Jacobo Majluta y al PRI compartir el poder con su fórmula del “2 y 2”, pero éste no aceptó y por primera única vez el PRD quedó en el tercer lugar en las elecciones nacionales.

En 1993. Peña Gómez logra reintegrar a los dirigentes del PRD que se fueron con Jacobo Majluta al PRI, ofreciéndoles una vicepresidencia para Winston Arnaud y puestos ejecutivos para Willian Jana, Amadeo Lorenzo, Rafael Díaz Filpo, Sandino Grullón, Carlos Lalane, Radhamés Rodríguez, Tony Raful, Vicente Castillo, Henry Mejía, Francisco Peña, Víctor Tió y Betsaida Santana, entre otros.

Peña Gómez también cedió la candidatura vicepresidencial para las elecciones de 1994 a Fernando Alvarez Bogaert, un disidente del PRSC que se congregó en la Unidad Democrática. Además ofreció cargos congresuales y municipales a los partidos integrantes del Acuerdo de Santo Domingo, estos fueron: Partido de los Trabajadores Dominicanos, Unidad Democrática, Concertación Democrática, de la Unidad Democrática y el BIS.

En 1997. La encrucijada fue armada por los candidatos a síndicos de la Capital que eran auspiciados por los presidenciables. La unidad del PRD se vio afectada por los candidatos Eligio Jáquez, aupado por Hipólito Mejía; Miguel Vargas, pupilo de Hatuey De Camps, y Julio Maríñez, por Fello Suberví, quienes desconocieron los resultados de la convención. Peña Gómez se impuso como candidato a la alcaldía de la Capital para los comicios de 1998 y distribuyó con el “2 y 2” gran parte de los cargos congresuales y municipales.

En 1999. Con la muerte de Peña Gómez en 1998 se abre la zafra y aspiran a la nominación presidencial Hipólito Mejía, Hatuey De Camps, Milagros Ortiz Bosch, Fello Suberví y José Rafael Abinader, quienes firmaron un pacto antes y después de la convención, denominado “Pacto de garantías institucionales”. Mejía resultó ganador y pactó con Ortiz Bosch la candidatura vicepresidencial para las elecciones del 2000, mientras que a De Camps le correspondió la presidencia del PRD y a Suberví Bonilla la secretaría general.

En 2001. Se realiza la convención interna en la que el Proyecto Presidencial Hipólito (PPH) se impuso en la mayoría de los cargos a regidores, síndicos, diputados y senadores. A De Camps no le quedó otra alternativa que negociar puestos en el Gobierno para los dirigentes meritorios que no fueron favorecidos con el voto popular, pero esto no fue más que palabras.

Por Carlos O. Pérez



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PARAGUAY : EL PESO DE LA SOLEDAD


Asunción, 27 jun (PL) Los planificadores y ejecutores del golpe parlamentario que destituyó al presidente paraguayo, Fernando Lugo, nunca imaginaron que, además del rechazo de la mayoría de la población, iban a encontrar una reacción tan dura y generalizada de la comunidad internacional.

  La estrategia para sacar del poder a Lugo fue repensada durante bastante tiempo y contó con la intervención de las supuestamente más lúcidas cabezas del entorno político tradicional del país, y de los más estrechos colaboradores de las transnacionales afincadas en Paraguay y de los poderosos acaparadores de la tierra.

La decisión final de ejecutar el plan, la cual muchos señalan fue tomada en la fortaleza ocupada por la embajada de Estados Unidos en Asunción, no quiso esperar por los nueve meses que restaban para la celebración de los comicios generales señalados para abril del 2013.

¿Cuál fue la razón de ese apuro? ¿ Qué temores impulsaron a quienes en secreto preparaban la toma del poder?

Es verdad que el desarrollo de los sucesos de la localidad de Curuguaty, a unos 240 kilómetros de Asunción, facilitaron un ambiente positivo para quienes buscaban pretextos políticos y hasta legales para consumar todo lo planeado.

Seis policías y 11 campesinos murieron en medio del desalojo de labriegos sin tierra, ocupantes desde hacía algún tiempo de un pequeño espacio de las más de dos mil hectáreas, en manos de un conocido e influyente latifundista a pesar de la evidente ilegalidad de su obtención.

No es un panorama ni siquiera anormal en la realidad paraguaya porque apenas el uno por ciento de propietarios rurales acumula nada menos que el 77 por ciento de la tierra cultivable en el país.

El latifundio es mantenido y apoyado, además de por las características de la estructura económica y social vigente en el país, por la denunciada corrupción de los órganos de justicia que apelan a fallos siempre favorables a los poderosos dueños de la tierra.

Una importante campaña de los medios de prensa aliados a la conspiración facilitó un ambiente político basado en la supuesta responsabilidad gubernamental por los hechos que impactaron profundamente en la sociedad.

Pero había algo más que pesó mucho en el ánimo de los organizadores del golpe: la aparición desde semanas atrás de una suerte de movimiento de indignados paraguayos en reclamo de medidas populares ante el mismo Congreso que planeaba la destitución del Presidente.

El país fue escenario, incluso, de la fuga aterrorizada de los legisladores desde el edificio parlamentario por vías secundarias para huir de la lógica furia de manifestantes, frustrados en sus reclamos contra medidas dictadas para mantener el status quo de la política tradicional.

Tal vez esa situación apresuró la acción para el descabezamiento del gobierno legítimamente electo por los paraguayos.

El escándalo internacional provocado por la destitución de un jefe de Estado, al cual apenas le dieron dos horas para defenderse en un juicio político liquidado en un solo día ante el temor de una marcha de miles de campesinos hacia la capital para apoyar a Lugo, superó todas las expectativas.

El continuo desfile de embajadores acreditados en Paraguay hacia la terminal de salida del aeropuerto internacional de Asunción con el fin de regresar a sus países por orden de los respectivos gobiernos, no tiene paralelo en la historia diplomática de la nación suramericana.

El canciller designado por el gobierno que asumió el poder se lamentó de que ni siquiera en los casos donde había quedado un encargado de negocios en alguna legación diplomática, éste contesta sus llamadas telefónicas.

La instrucción de los gobiernos ha sido clara: ni un solo contacto con cualquiera de los funcionarios llegados al Ejecutivo por medio del golpe y, por lo tanto, las innúmeras gestiones del señalado canciller siguen sin resultado alguno siquiera para una conversación.

La lista de ausencias es interminable: Argentina, Venezuela, Uruguay, Brasil, Chile, Cuba, El Salvador, Perú, México, Colombia y otros ya retiraron sus embajadores, mientras fuertes condenas llegan de Nicaragua, República Dominicana, Bolivia, Haití, San Vicente y las Granadinas, sólo para mencionar a parte de quienes se niegan a reconocer al gobierno de Federico Franco.

La soledad internacional es prácticamente absoluta y la diplomacia paraguaya parece condenada al fracaso en su desesperado esfuerzo por evitar sanciones internacionales.

A ello, se une el inicio de un plan de movilizaciones populares que busca colocar públicamente en su justa dimensión la protesta nacional que es mayoritaria.

Las próximas semanas serán definitivas para la suerte de quienes violentaron el sistema democrático paraguayo.

Por Javier Rodriguez Roque

COMPLICIDAD MEDIÁTICA


El alimento de la dignidad es la honradez. En una sociedad como la nuestra, donde los ideales se negocian, la lealtad se traiciona y el saqueo de los recursos del estado justifica los medios.
La inconducta está sustentada por la opinión de voces mediatizadas que carecen de credibilidad. Hablan de valores y no los practican, de hombría y sus desviaciones de género son conocidas, de paternalismo sin reconocer, de sus procreaciones y el desfalco al erario es una constante complicidad en su proceder, de tal manera, una sociedad sin paradigmas no puede sobrevivir al desgaste moral que hoy día representa nuestra mayor crisis y mayor reto.  
Vemos en los medios de comunicación héroes de las denuncias pagadas y las difamaciones compradas, personas que hace algunos años no usaban corbatas finas y hoy esas tantas corbatas les sirven de baberos de expresiones adulonas e incondicionales servilismos.  
Es la nueva camada de hombres que se autoproclaman probos sin probidad y comerciantes de la información manipulada, es la nueva forma de hacer patria sin país, porque lo que hace un país es la verdad que nos hace libres. La expresión de esclavitud más elocuente de este tiempo es la mediatización, donde el dinero ahoga los principios y condiciona el bien común, y con él, la toma de decisiones solo favorece a una minoría.  Es la simulación el arma efectiva que falsea la realidad de la falta de equidad, y por ende, las oportunidades se les otorgan a los menos competentes, pero a la vez más comprometidos con la impunidad.  
El país debe caminar indefectiblemente hacia la austeridad y transparencia, limpiando el camino a una generación emergente que irrevocablemente  está  llamada  a combatir la corrupción y a transformar con honradez una sociedad más digna para todos, desenmascarando esa complicidad mediática al servicio de la corrupción y de sus propios intereses grupales.
Un liderazgo capaz de concertar un capital social moral, representará un mejor futuro para la sociedad dominicana. 

Ricky Noboa (LD)




TOMAN DE MODELO ELECCIONES DE RD

En las elecciones de Venezuela toman de modelo las de este país

INEXPLICABLES.- Los analistas no encuentran explicación ni sentido a que el PRI, después de haber gobernado a México durante setenta y un años y de haber salido del poder como el mayor oprobio, encabece las preferencias para las elecciones del domingo. De seguro que seguirán rompiéndose los sesos y no hallarán una razón que sea absoluta o definitiva. Los pueblos son los pueblos, y corresponde a los políticos hacer en cada circunstancia lo que sea menester. Quien calcule en el aire se quedará sin números en las manos y difícilmente pueda ganar la apuesta. Igual desborda a los expertos lo sucedido aquí el pasado 20 de mayo, cuando Danilo Medina superó a Hipólito Mejía, después de este último liderar durante meses las encuestas y el sentimiento de la gente. Las anécdotas que entretienen a los dominicanos no importan a quienes observaron desde fuera el proceso. Les interesan los resultados, y están estudiando el fenómeno, pero no como ejercicio teórico, sino con fines prácticos. Para aprovechar sus enseñanzas y ver las posibilidades de repetir el milagro… 
VENEZOLANOS.- Danilo Medina no solo fue felicitado por Hugo Chávez, quien se valió de Miguel Mejía (Miguelón ) para hacer llegar al presidente electo una carta personal, sino el candidato opositor Henrique Capriles. Estos son hechos conocidos y publicados en la prensa. Lo que no se sabe o no llegó a los medios fue que entre los observadores internacionales hubo gente de Capriles. Esto es, que la oposición venezolana dio seguimiento al proceso antes, durante y después de las elecciones del pasado 20 de mayo. Y no lo hizo por la cercanía geográfica, ni por los negocios entre ambos Estados. Lo que les llamó la atención e intriga fue la gran remontada de Medina, al parecer única en América Latina. No se llevan del cuento del uso excesivo de fondos públicos, ni las coacciones policiales y militares. En Venezuela los fondos públicos están en manos de Chávez y las milicias por igual. ¿Dónde, pues, está la clave de que acortara distancia y superara el umbral del cincuenta por ciento que le dio el triunfo en primera vuelta? Ese hallazgo, creen ellos, podría ser decisivo… 
LA CLAVE.- Ese hallazgo podría ser decisivo, pues hasta ahora no ha habido manera de que Chávez caiga a niveles que pongan en peligro su hegemonía, ni Capriles sube lo suficiente para constituirse en un verdadero retador. Los estudiosos no creen que fuera el hombre o el carisma, pues Medina, como Capriles, no seducen por si mismos. Sin embargo, queda el discurso. Hipólito Mejía decía cosas, o leídas o a su manera franca, pero ningunas con la rigurosidad de un discurso. Medina, por el contrario, discurría con amplitud y dominio del tema y le fue claro a cada auditorio que había hecho la tarea. Que no iba a gobernar de oídas ni a decidir según el humor del día. ¿Qué es lo que advierten los guruses que analizan el fenómeno a distancia? Que la campaña del candidato oficialista fue propositiva. Que se ocupaba de asuntos puntuales y respondía las preguntas como el mejor estudiante de la clase. Sin delegar ni sacar chivos. Nunca se le vio evadir el bulto o vocear “denle una copia del programa al periodista para que se mate a si mismo”…
SEGUIMIENTO.- Tal vez desde aquí no se le de seguimiento a la campaña de Capriles, y no se haya advertido si ganó en contenido, que fue la idea cuando vinieron para las elecciones y ahora cuando analizan los resultados. Con Chávez no puede competir de hombre a hombre, ni de carisma a carisma, pero si en cuanto a discurso. No es en cómo decir las cosas, sino las cosas mismas. La gente de la oposición venezolana no fue alumna oficial de la clase, pero como oyentes pudieron haber aprendido mucho. Que es lo mismo que están haciendo otros asesores y candidatos. Tomar de modelo el recién transcurrido proceso electoral dominicano y usar como ejemplo el desempeño de Medina, o mejor, su resultado. No se si en Venezuela se conoce un refrán que aquí es casi filosofía política en campaña: “No van muy lejos los de alante, si los de atrás corren bien”. La escuela brasileña se sigue imponiendo en el continente, y se ve que es dúctil, que afloja o aprieta, respondiendo a las circunstancias. Aquí, antes que cuento, se prefiere la fábula, pero nadie atiende a la moraleja…
Orlando Gil
orlandogil@codetel.net.do

Fuente:Listin Diario

miércoles, 27 de junio de 2012

"LA ESPERANZA DESGARRADA"


La desgarradora obra de Piero Gleijeses

“La Esperanza Desgarrada” es considerada como el mejor y más desgarrador relato de la revolución constitucionalista y de la invasión norteamericana de 1965
A casi medio siglo de la revolución constitucionalista y la invasión norteamericana que la aplastó, el académico ítalo-norteamericano Piero Gleijeses presenta un apasionante y desgarrador relato,  contextualizado y profundo sobre ese relevante capítulo de la historia dominicana.
Basado en una extensa investigación que incluyó entrevistas con los principales actores y en documentación recién desclasificada por Estados Unidos, se proyectan heroicidades y miserias humanas, pero sobre todo la paranoia que pautó la política norteamericana tras el triunfo de la revolución cubana en 1959.
Una extensa investigación.  El origen de La Esperanza Desgarrada se remonta a los finales de la década de los sesenta cuando el joven italiano Piero Gleijeses escogió la revolución constitucionalista y la intervención norteamericana como tema de su tesis doctoral en el Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales del Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de Ginebra, Suiza.
El autor vivió en el país por más de un año, realizando entrevistas a los principales actores de los acontecimientos que marcaron la vida dominicana tras la liquidación de la tiranía de Trujillo, logrando acceso a los archivos de varios de los principales y la colaboración de historiadores y académicos. La investigación fue publicada en inglés en 1978, cuando Gleijeses ya era investigador y profesor de la Escuela de Altos Estudios Internacionales de Johns Hopkins University en Washington, con el título La Crisis Dominicana. En 1982 fue editada en español en México.  
Pero el académico nunca dio por concluida su investigación, sobre todo porque con el paso del tiempo se han ido desclasificando muchos documentos oficiales de la política estadounidense de esa etapa, por lo que La Crisis Dominicana se convierte en La Esperanza Desgarrada, publicada por primera vez en La Habana, en septiembre pasado. Gleijeses dice que lo que ofrece ahora, en la primera edición dominicana de su obra,  “no es un viejo edificio con una nueva mano de pintura, sino un edificio nuevo, una edición profundamente revisada”.  Pero advierte que sus conclusiones sobre lo que pasó en el país en 1965  “no han cambiado ni una jota”, aunque en torno a la política estadounidense se han modificado algo. “Los documentos desclasificados en los EE.UU. arrojan una luz muy intensa sobre la política de Washington hacia la República Dominicana y hacia América Latina. Esa política aparece más escuálida, etnocéntrica y, para hablar sin rodeos,  cruel y torpe de lo que había pensado”.
La paranoia política de EU.  Piero Gleijeses muestra cómo el desembalse libertario de 1961 pone en jaque el tutelaje y hace fracasar los intentos norteamericanos de “nicaraguización” de la nación dominicana, pero que tienen éxito en impedir el desmonte del armazón de dominación trujillista para terminar frustrando el ensayo democrático del presidente Juan Bosch, cuyo pecado fue reivindicar unos derechos fundamentales y unas normas democráticas que Estados Unidos no estaba en disposición de respetar. Ni siquiera en capacidad de asumir para sí, porque todavía entonces era una sociedad racialmente segregada.
La obra describe el pánico, la paranoia que se apoderó de la política norteamericana tras la revolución de Fidel Castro, lo que pautaría la vida dominicana por muchos años. El tutelaje se extendió por todo el hemisferio, pero ningún pueblo pagó tan caros los platos rotos de la revolución cubana como el dominicano.
Lo que nos muestra el autor tras la caída del Gobierno constitucional de Bosch es un andamiaje de intrigas y corrupción del régimen y las mafias militares del Triunvirato. A veces parece impiadoso, con los actores de esa etapa histórica, ya fueren los norteamericanos, los políticos y militares dominicanos, de la derecha, el centro o la izquierda, pero sobre todo de los que tuvieron en sus manos el destino de la nación.
Es patético el relato del estallido de la guerra, alentada por la paranoia norteamericana, del papel de Donald Reid Cabral, Elías Wessin, Rivera Caminero, Belisario Peguero. Juan de los Santos Céspedes, de Antonio Imbert y del infeliz Pedro Bartolomé Benoit, quien no parecía entender porqué lo pusieron a presidir una junta militar títere y a solicitar una invasión militar extranjera, que ya estaba en ejecución. 
También es dramático el abordaje de la situación de los constitucionalistas el 27 de abril frente a los bombardeos de la Capital, con deserciones masivas, con los líderes perredeístas, incluyendo al presidente Molina Ureña y Peña Gómez buscando refugio en embajadas, y de aquel choque de los líderes militares con el embajador Tapley Bennett que empujó a Caamaño y Montes Arache hacia las inmediaciones del puente Duarte para desalojar a las tropas de Wessin que ya habían ganado varias cuadras pese a la heroica resistencia de soldados, cuadros políticos perredeístas e izquierdistas sin un líder que los aglutinara. Papel que desde entonces asumiría con integridad el coronel Caamaño al convertirse en comandante de una guerra nacionalista.
El pánico en San Isidro.  Entre los méritos de esta obra está la descripción del pánico que se apoderó de las huestes militares de San Isidro tras la batalla perdida el 27 de abril. Transcribe párrafos esenciales del mensaje del embajador Tapley Bennet a su Gobierno a las 5:16 de la tarde del 28 de abril, extraído de la biblioteca del presidente Lindon Johnson:
“Lamento informar situación deteriorándose rápidamente. Los pilotos de San Isidro están cansados y desanimados (…) El Jefe de la Policía Despradel informa que no puede controlar la situación (…) Wessin desanimado y diciendo que hacen falta más hombres. Rivera Caminero preocupado y sin ánimo. El Jefe de nuestro Grupo de Asesoría Militar (MAAG) acaba de regresar de San Isidro (…) Encontró una atmósfera de miedo, cantidad de oficiales llorando. (El exjefe de la Policía) Belisario Peguero también en estado histérico, urgiendo retirada. Benoit (…) solicita formalmente tropas de los EE.UU. Le dijo al jefe del MAAG que si no reciben ayuda tendrán que abandonar la lucha (…) El country team es unánime: que ha llegado el momento de desembarcar a los marines (…) Si Washington desea, pueden desembarcar con el propósito de proteger la evacuación de los ciudadanos norteamericanos. Recomiendo el desembarco inmediato”.
Una hora y 23 minutos después comenzó la ocupación militar de la ciudad de Santo Domingo. La invasión militar ahogaba el movimiento constitucionalista. Gleijeses relata los momentos de ofensiva y ablandamiento, de negociaciones y de imposiciones, incluyendo la fracasada Fórmula Guzmán y la instauración del Gobierno de García Godoy, que terminaría entregando todo el poder a los militares aliados de Estados Unidos y excluyendo a los constitucionalistas.
Antonio Guzmán resulta uno de los personajes que quedan mejor parados en esta historia. Con gran dignidad aquel hacendado, sin mayor formación intelectual ni política, prefirió no ser Presidente de la República a tener que encarcelar o deportar  a quienes los interventores consideraran peligrosos comunistas.   
La obra de Gleijeses ilustra y alecciona sobre una de las más groseras e innecesarias intervenciones militares de los Estados Unidos que retrasó por décadas el esfuerzo dominicano por superar el legado autocrático de los primeros 120 años de la República y por crear las bases de una sociedad democrática.
El contexto histórico
La puesta en escena literaria de esta obra es apasionante. El autor procura evidenciar las miserias que han afectado el cuerpo social dominicano desde sus orígenes más remotos. Casi la mitad de sus 520 páginas están dedicadas a sostener el contexto histórico en que se producen los acontecimientos de 1965. La síntesis del período colonial y del primer siglo de la República permite entender el legado de violencia, exclusión y autocracia y las confusiones culturales y hasta raciales que todavía castran el desarrollo nacional, con el predominio de caudillos prestos a ofrendar la nación en el altar del mejor postor, ya fuere España, Francia, Gran Bretaña o los Estados Unidos.
Deja en evidencia cómo la nación dominicana ha oscilado tanto tiempo entre el caudillismo presidencialista de signo totalitario, o por lo menos autocrático, que impone una voluntad omnímoda, y el intento de edificar un régimen de diversidad y pluralidad que tantas veces deriva en anarquía o garata interminable o choca con los intereses hegemónicos que reivindican la cultura de la imposición y el arrebato que no ha perdonado la existencia ni siquiera de los dominicanos más abnegados, desde los fundadores mismos de la República hasta los héroes de Luperón, Constanza, Maimón, Estero Hondo, incluyendo a Manolo Tavárez, Francisco Caamaño y muchos más.       
El relato pasa por la ocupación militar norteamericana de 1916-24 y su herencia autocrática personificada en Rafael Leónidas Trujillo y su nefasto régimen, cuya liquidación cuando ya resultaba insostenible, origina una nueva etapa de estrecho tutelaje norteamericano que asfixia las ansias libertarias y democráticas del pueblo dominicano.
Escrito por: JUAN BOLÍVAR DÍAZ (juanbolivardiaz@gmail.com)
Periodico Hoy


EL DÍA QUE MATARON LA LÍDER ESTUDIANTIL AMELIA RICART CALVENTTI

REPORTAJE:El ametrallamiento del 9 de febrero  1965
Cuatro estudiantes murieron y 40 resultaron heridos
Escrito por: ALEJANDRO PAULINO RAMOS

Una marcha pacífica fue disuelta a tiros por la Policía, generando protestas en todo el país que provocaron otras 13 muertes de civiles y policías, y una huelga general que culminó con la destitución del jefe de la PN

4 Febrero 2012, 10:50 PM
REPORTAJE
El ametrallamiento del
9 de febrero  1965
Cuatro estudiantes murieron y 40 resultaron heridos
Escrito por: ALEJANDRO PAULINO RAMOS
En medio de la crisis político-militar que afectaba el país desde finales de 1965, el gobierno provisional de Héctor García Godoy, asesorado por la Organización de Estados Americanos, preparaba las elecciones de junio de 1966 y hacía esfuerzos para someter a la obediencia a los militares que estuvieron implicados en la Guerra de Abril.
Terminado el conflicto cívico-militar, oficiales vinculados a Rivera Caminero y Elías Wessin y Wessin iniciaron una cacería  contra los soldados de la Brigada Mixta Gregorio Luperón, formada con los militares constitucionalistas.
Desde antes de finalizar 1965, los universitarios de la UASD reclamaban al gobierno provisional la entrega de la asignación presupuestal correspondiente al pago de  los salarios y recursos para iniciar el semestre en 1966. Como los reclamos no eran satisfechos, la Federación de Estudiantes Dominicanos  y estudiantes de las escuelas públicas desarrollaron un plan de lucha para obtener los recursos necesarios.
En la Universidad se vivía con intensidad el Movimiento Renovador,  proyecto académico que buscaba convertir la institución en un centro  democrático que facilitara el ingreso de los jóvenes estudiantes. Contrario a ese movimiento, las autoridades encabezadas por el doctor Tomás Mejía Féliz hacían esfuerzos para mantener el control de la  casa de altos  estudios, pero su influencia había llegado a su fin.
En la Universidad existían dos consejos universitarios: uno vinculado a intereses de “derecha”  y otro provisional relacionado con el Movimiento Renovador. El 2 de febrero de 1966,  miembros del Consejo Provisional fueron llevados a la justicia acusados de usurpadores, mientras los estudiantes reclamaban en las calles que el presidente García Godoy accediera al reclamo presupuestario.
El 9 de febrero los estudiantes marcharon al Palacio Nacional acompañando a una comisión de la Federación de Estudiantes Dominicanos integrada por Amín Abel, Diómedes Mercedes, Luis E. Brea, Jimmy Sierra, Gustavo González, Héctor Florentino, José Sosa, Carlos Dore Cabral y Romeo Llinás; además de Juan B. Rodríguez y Pedro Díaz, de la Unión de Estudiantes Revolucionarios; Juan Barón Fajardo, Jacobo Valdez y Miguel Gómez, de la Juventud Revolucionaria Cristiana; el nuncio apostólico Emmanuelle Clarizio y el sacerdote Sergio Figueredo, con la intención de reunirse en Palacio con el presidente provisional. Recibidos por el secretario de la Presidencia fueron informados de que el encuentro sería en horas de la tarde.
Al salir la comisión del Palacio a las diez de la mañana y cuando Romeo Llinás se  dirigía a los estudiantes para explicar lo que estaba sucediendo con relación a la entrevista con el presidente, se inició el ametrallamiento.  Miembros de la Policía y militares dispararon ráfagas y bombas lacrimógenas, con un saldo de cuatro estudiantes muertos y 40 heridos de bala. Otros tres murieron y decenas resultaron  heridos  ese día en las calles de la ciudad en disturbios posteriores al acontecimiento.
Los muertos fueron Amelia Ricart Calventi, Antonio Santos Ramírez, Luis Jiménez Mella y Miguel Tolentino, y entre los heridos Josefa de la Rosa, Fortune Modesto Valerio, Adrián de Jesús, Antonio Pérez Méndez, Brunilda Amaralt, Modesto Guzmán, Freddy Cruz, Patricio Concepción, Juan Castillo y Bienvenido Rivera.
El hecho provocó  protestas en los barrios y el inicio de una huelga en la que se pedía la destitución del jefe de la Policía y de los  militares responsables, así como la salida de las tropas norteamericanas del país. En el sector Villa Francisca murió el primo del coronel Caamaño, Ricardo Caamaño Tejada. En otros sectores murieron tres policías, mientras soldados de la Fuerza Interamericana de Paz participaban en la represión del movimiento de protesta.
 El  país paralizado obligó al presidente Godoy, el 10 de febrero, a movilizar tropas militares, destituir al jefe de la Policía y nombrar en su lugar a José de Jesús Morillo López. Como ministro de  las Fuerzas Armadas fue designado Enrique Pérez y Pérez. Ese día García Godoy visitó el campamento 27 de Febrero y se reunió con los militares constitucionalistas.
La paralización general fue convocada por un Comité de Huelga encabezado por Miguel de Soto, Pedro Julio Evangelista, Alfredo White, G. Ventura Decena y Enrique D’Orville, además de FOUPSA, FENATRAICA, FENEPIA y la FED. 
En los días de la huelga, el Departamento de Estado, el papa Paulo VI y la OEA externaron preocupación y exigieron respeto a los derechos humanos, pues murieron otras 12 personas y  32 resultaron heridos, entre ellos 8 militares de las FIP. La protesta fue apoyada por el profesor Bosch quien, en alocución del día 13, expresó que el ametrallamiento del día 9 había acabado con la paciencia del pueblo; pero aclaró  que la huelga no era para derrocar al Gobierno, sino para reclamar la sumisión de los militares al poder civil y exigir castigo para los responsables del ametrallamiento. La huelga finalizó el 17 de febrero, obteniendo los universitarios algunas de las conquistas exigidas.
Joaquín Balaguer, quien había regresado al país, se opuso a la huelga y el día 21 acusó a Bosch de subversivo.  En  discurso, el político reformista criticó a los partidos que, según él, juegan a la subversión, a la intriga política, preparan huelgas, fomentan el golpe de Estado y apelan al terrorismo para llegar al poder.
Terminado el conflicto y luego de la salida del país de los soldados constitucionalistas y los oficiales que les enfrentaron, el gobierno de García Godoy se concentró en la organización de las elecciones de 1966, las que fueron  ganadas fraudulentamente por el Partido Reformista, dando inicio a los 12 años de Balaguer.
Fuente: Periódico Hoy

RAFAEL CORREA UN PARADIGMA

Me gustaba poner como ejemplo de mi simpatía por el presidente Rafael Correa, el hecho de que me pareció, siempre, paradigmático su gesto de mandar, al tacho de basura, al TLC. Esto lo he repetido muchas veces, incluso a diplomáticos de ese país en el mío, y nada.

Claro que nada, porque el Perú se prosternó, obsecuentemente, ante ese especioso instrumento legal cuyas deletéreas condiciones nadie, hoy en día, puede ignorar.
Y respecto a la muerte, me gusta citar el verso de nuestro entrañable vate Alejandro Romualdo: “Y no podrán matarlo…”.
Se refería él, claro está, a José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, pero analógicamente el gran bardo hacía extensiva la imagen a la lucha impertérrita del hombre por su libertad, por su independencia (el rebelde grito de nuestro prócer fue el primero que se alzó contra el colonialismo español, en la América morena).
Y ahora, Rafael Correa pone el pecho a los vermiformes “rebeldes” policíacos que, con un pretexto baladí, arremetieron contra su autoridad constitucional, lo agredieron, precisamente cuando él tuvo el valor de dar la cara e ir a explicar la posición del Gobierno frente a reclamos espurios, formulados por los policías, a los cuales, según palabras del Primer Mandatario, ningún otro Régimen había tratado con mayor deferencia.
Pone el pecho Rafael Correa, consciente de su inmortalidad y de que la causa de la justicia social de su revolución ciudadana, no podrá dar marcha atrás. Por eso él dijo, con palabras de conocido resabio ya histórico, “Hasta la victoria, siempre”.
Winston Orrillo (Tomado de Cubadebate)

DOCTRINA Y MORAL DEL PENTAGONISMO


EL PENTAGONISMO
SUSTITUTO DEL IMPERIALISMO
 Juan Bosch, 1967.
Este libro fue presentado como tesis del autor a la Tercera Conferencia Interamericana de Ciencias Políticas y Sociales, que tuvo lugar en la Universidad Autónoma de Santo Domingo —República Dominicana— en el mes de noviembre de 1967; sus postulados,a pesar de ser planteados hace 45 años, en el nuevo contexto histórico mundial, la tesis del  "EL PENTAGONISMO  sustituto del imperialismo" tienen mas vigencia que nunca. 
(…) al proporcionar armas “se abre el camino de la influencia en los militares y también en la política de los países que las reciben. La experiencia ha demostrado que cuando se hace una entrega de armas, el instrumento militar es sólo el primer paso. Casi invariablemente, se necesita [enviar] una misión militar de entrenamiento, y el país que recibe [las armas] deviene dependiente del que las suple para los repuestos y para otros equipos militares”.
Eso que el senador Fulbright llama “complejo militar-industrial” es el núcleo del Pentagonismo; la exportación de  armas y equipos militares a que se refiere el senador McCarthy es una operación que correspondería a los procedimientos típicos del ya superado imperialismo, pues también en la práctica imperialista había que comprar los repuestos de una maquinaria al país que había vendido esa maquinaria. Pero ya en la venta de armas entra a jugar el factor político pentagonista, pues el Pentagonismo usa las misiones militares de adiestramiento, que son indispensables para enseñar el uso de los equipos nuevos, con un fin de penetración política en el terreno militar, sobre todo en los países económicamente dependientes de los Estados Unidos. En cuanto a los países más desarrollados, cuyos ejércitos no pueden ser sujetos al carro pentagonista, se persigue llevarlos al campo de la influencia pentagonista.
Al decir influencia no queremos decir colonizar, como apreciará el lector al leer el libro. La colonia del Pentagonismo es el pueblo de su metrópoli. En cierto orden de cosas, todos los países capitalistas contribuyen económicamente al sostenimiento del Pentagonismo, aunque en forma indirecta; pero
no todos están pentagonizados. Esto se explica porque donde hay inversiones de capital norteamericano, los inversionistas cosechan beneficios que deben pagar —y pagan— impuestos  al Gobierno de los Estados Unidos, y más de la mitad de todo lo que recauda el Gobierno de los Estados Unidos se destina al
Campo militar.

DOCTRINA Y MORAL DEL PENTAGONISMO
El Pentagonismo no es el producto de una doctrina política o de una ideología; no es tampoco una forma o estilo de vida o de organización del Estado. No hay que buscarle, pues, parecidos con el nazismo, el comunismo u otros sistemas políticos.
El Pentagonismo es simplemente el sustituto del imperialismo,
y así como el imperialismo no cambió las apariencias de la democracia inglesa ni transformó su organización política, así el Pentagonismo no ha cambiado —ni pretende cambiar, al menos por ahora— las apariencias de la democracia norteamericana.
Lo mismo que sucedió con el imperialismo, el Pentagonismo fue producto de necesidades, no de ideas.
El imperialismo se originó en la necesidad de invertir en territorios bajo control los capitales sobrantes de la metrópoli, y para satisfacer esa necesidad se crearon los ejércitos coloniales.
En el caso del Pentagonismo el fenómeno se produjo a la inversa. Por razones de política mundial los Estados Unidos establecieron un gran ejército permanente y ese ejército se convirtió en un consumidor privilegiado, sobre todo de equipos producidos por la industria pesada, y al mismo tiempo se convirtió en una fuente de capitales de inversión y de ganancias rápidas; una fuente de riquezas tan fabulosa que la Humanidad no había visto nada igual en toda su historia.
Ahora bien, como el imperialismo invertía capitales en los territorios coloniales para sacar materias primas que eran transformadas en la metrópoli, la colonia y la metrópoli quedaban vinculadas económica y políticamente en forma tan estrecha que formaban una unidad. El imperialismo no llegó a descubrir que podía obtener beneficios mediante la implantación de un sistema de salarios altos en la metrópoli —y si alguno de sus teóricos alcanzó a verlo debió callárselo por temor de que
los pueblos coloniales reclamaran también salarios altos—; el imperialismo seguía aferrado al viejo concepto de que cuanto menos ganara el obrero más ganaba el capital, y para mantener ese estado de cosas el imperialismo tenía en sus manos el poder político tanto en la metrópoli como en las colonias.
Pero el Pentagonismo se dio cuenta de que los altos salarios contribuían a ampliar el mercado consumidor interno y se dio cuenta de que no necesitaba explotar territorios coloniales; le bastaba tener al pueblo de la metrópoli como fuente de
capitales de inversión y como suministrador de soldados, pero reclamó tener el control de la política exterior de la metrópoli porque a él le tocaba determinar en qué lugar y en qué momento usaría los soldados, qué iban a consumir esos soldados, en qué país del mundo debía crearse un ejército indígena y qué productos se le entregarían.
Mucho tiempo después de estar operando, el imperialismo creó una doctrina que lo justificaba ante su pueblo y ante su propia conciencia; fue la de la supremacía del hombre blanco, que tenía la “obligación” de derramar los bienes de su “civilización” sobre los pueblos “salvajes”. En los Estados Unidos esa doctrina tomó un aspecto particular y se convirtió en la del “destino manifiesto”: esto es, la voluntad divina había puesto sobre las espaldas de los norteamericanos la obligación de imponerles a los pueblos vecinos su tipo especial de civilización,eso que ahora se llama el american way of life.
Pero sucedió que Hitler atacó a los países imperialistas en nombre de la superioridad de la raza germana, y esos países tuvieron que defenderse bajo la consigna de que no había raza superior ni razas inferiores. La batalla fue tan dura
que hubo que contar con la ayuda de las colonias y de los ejércitos indígenas; de manera que la llamada doctrina de la supremacía del hombre blanco quedó destruida; fue una víctima de la guerra.
Ahora bien, al formarse, y al pasar a ocupar el sitio que había ocupado el imperialismo, el pentagonismo se dio cuenta de que tenía que seguir los métodos del imperialismo en un punto: en el uso del poder militar. El Pentagonismo, como
el imperialismo, no puede funcionar sin ejercer el terrorismo armado. En ambos casos el eje del sistema está en el terrorismo militar. Luego, el Pentagonismo, como el imperialismo, tenía que llevar hombres a la guerra y a la muerte, y nadie puede hacer eso sin una justificación pública. Ninguna nación puede mantener una política de guerras sin justificarla a través de una doctrina o una ideología política. Esa doctrina o esa ideología puede ser delirante, como en el caso del nazismo; pero hay que formarla y propagarla. En algunas ocasiones la doctrina o ideología fue predicada antes de que se formara la fuerza que iba a ponerla en ejecución, pero el Pentagonismo no estaba en ese caso; el Pentagonismo se organizó sin doctrina previa, como una excrecencia de la gran sociedad de masas y del capital sobredesarrollado.
Una vez creado el nuevo poder, ¿cómo usarlo sin una justificación?
Los Estados Unidos son una sociedad civilizada, con conocimiento y práctica de valores y hábitos morales. Al hallarse de buenas a primeras con un poder tan asombrosamente grande instalado en el centro mismo de su organización social y económica —y sin embargo fuera de su organización legal y de sus tradiciones políticas—, los jefes del país tuvieron que hacer un esfuerzo para justificar su uso. Ya se sabía, por la experiencia de las dos guerras mundiales de este siglo, que cuando el país ponía en acción grandes ejércitos la economía se expandía y el dinero se ganaba a mares. El gran ejército había sido establecido y había que ponerlo en acción. Era necesario nada más elaborar una doctrina, un cuerpo de ideas falsas o legítimas, que justificara ante el pueblo norteamericano y ante el mundo la existencia y la actividad extranacional de ese gran ejército.
Ya no era posible hablarle a la Humanidad de fuerzas ofensivas o agresivas. Desde el asiático más pobre y el africano más ignorante hasta el californiano más rico, todo el mundo sabía —después de la guerra de 1939-1945— que cualquier agresión militar, sobre todo si partía de un país poderoso y se dirigía contra uno más débil, era un crimen imperdonable, todo el mundo sabía que los jerarcas nazis habían terminado en la horca de Núremberg debido a que la guerra de agresión quedó catalogada entre los delitos que se castigan con la última pena, y que esta innovación jurídica había sido incorporada al derecho internacional. Había que inventar algo completamente opuesto a las guerras de agresión u ofensivas.
Y como lo contrario de ofender es defenderse, la doctrina del Pentagonismo tenía que elaborarse alrededor de este último concepto. Si los Estados Unidos iban a una guerra en cualquier parte del mundo, y especialmente contra un país débil; o si usaban sus ejércitos como un instrumento de terror internacional, sería para defender a los Estados Unidos, no para agredir al otro país. Se requería, pues, establecer la doctrina de la guerra defensiva realizada en el exterior.
Pero había un conflicto intelectual y de conciencia que debía ser resuelto de alguna manera. Una nación hace una guerra defensiva para defenderse de un enemigo que ataca su territorio, y jamás se conoció otro tipo de guerra defensiva.
¿Cómo convertir en guerra defensiva la acción opuesta? ¿Cómo era posible trastrocar totalmente los conceptos y hacerles creer al pueblo americano y a los demás pueblos del mundo que defensa quería decir agresión y agresión quería decir defensa?
Al parecer el conflicto no tenía salida, y sin embargo el Pentagonismo halló la salida. La doctrina que justificaría el uso de los ejércitos pentagonistas en cualquier parte de la Tierra, por alejada que estuviera de los Estados Unidos, iba a llamarse la de las guerras subversivas. Esta vino a ser la doctrina del Pentagonismo.
¿Cuál es la sustancia de esa doctrina y cómo opera el método para aplicarla?
La sustancia es bien simple: toda pretensión de cambios revolucionarios en cualquier lugar del mundo es contraria a los intereses de los Estados Unidos; equivale a una guerra de subversión contra el orden norteamericano y en consecuencia es una guerra de agresión contra los Estados Unidos que debe ser
respondida con el poderío militar del país, igual que si se tratara de una invasión armada extranjera al territorio nacional.
Hasta hace pocos años esa doctrina se llamaba simplemente el derecho del más fuerte a aplastar al más débil; era la vieja ley de la selva, la misma que aplica en la jungla del Asia el tigre sanguinario al tímido ciervo; había estado en ejercicio es de los días más remotos del género humano en todos aquellos sitios donde el hombre se conservaba en estado salvaje y parecía increíble que alguien tratara de resucitarla en una era civilizada. Pero a los pentagonistas les gustó tanto —debido
a que era imposible inventar otra— que quisieron honrarla dándole el nombre de uno de sus bienhechores, y la llamaron doctrina Johnson.
El método para aplicar la nueva ley de la selva o doctrina de las guerras subversivas o doctrina Johnson es tan simple como su sustancia, y también tan primitivo. Consiste en que el gobierno de los Estados Unidos tiene el derecho de calificar todo conflicto armado, lo mismo si es entre dos países que si es dentro de los límites de un país, y a él le toca determinar si se trata o no se trata de una guerra subversiva. La calificación se hace sin oír a las partes, por decisión unilateral y solitaria de los Estados Unidos. Como ya hay precedentes  stablecidos,
sabemos que una guerra subversiva —equivalente a una
agresión armada al territorio norteamericano— puede ser una
revolución que se hace en la República Dominicana para restablecer el régimen democrático y liquidar treinta y cinco años de hábitos criminales o puede ser la guerra del Vietcong que se hace para establecer en Viet Nam del Sur un gobierno
comunista. Guerra subversiva es, en fin, todo lo que el Pentagonismo halle bueno para justificar el uso de los ejércitos en otro país.
Cuando Fidel Castro declaró que Cuba había pasado a ser un país socialista el Pentagonismo era ya una fuerza respetable, pero no era todavía un poder con la coherencia necesaria para imponerse a su propio gobierno. Aun después de haber alcanzado la coherencia que le faltaba, necesitaba una doctrina que le proporcionara el impulso moral para actuar. El presidente Kennedy titubeó en el caso de Bahía de Cochinos porque no tenía una doctrina en que apoyarse, y tal vez se descubra algún día que ese titubeo colocó al gobierno de Kennedy —es decir al poder civil del país— en una situación de inferioridad frente al poder pentagonista que fue decisiva para los destinos norteamericanos. No se conocen pruebas documentales de lo que vamos a decir, pero cuando se dedica atención al proceso de integración del Pentagonismo se intuye que su hora determinante, la de su fortalecimiento, está entre Bahía de Cochinos y el golpe militar que le costó el poder y la vida a Ngo Dinh Diem.
Es fácil darse cuenta de que al elaborar la llamada doctrina
de las guerras subversivas estaba pensándose en Viet Nam, pero tal vez más en Cuba y en Bahía de Cochinos. La idea de que Fidel Castro se dedicaba a organizar guerrillas en la América Latina y que algún día habría que invadir Cuba para eliminar a Fidel Castro palpita en el fondo de ese engendro denominado doctrina de las guerras subversivas. La verdad es que Cuba comunista hizo perder el juicio a los Estados Unidos; llevó a todo el país a un estado de pánico inexplicable en una nación con tanto poder, y ese pánico resultó un factor importante a la hora de crear la justificación doctrinal del Pentagonismo.
Los actos de los pueblos, como los actos de los hombres, son reflejos de sus actitudes. Pero sucede que la naturaleza social es dinámica, no estática, de donde resulta que todo acto provoca una respuesta o provoca otros actos que lo refuercen.
Ningún acto, pues, puede mantenerse aislado. Así, la cadena de actos que van derivándose del acto principal acaba modificando la actitud del que ejerció el primero y del que ejecuta los actos-respuestas. Esa modificación puede llevar a muchos puntos, según sea el carácter —personal, social o nacional— del que actúa y según sean sus circunstancias íntimas o externas en el momento de actuar.

(Tomado de un capitulo del libro  "Pentagonismo sustituto del imperialismo" de Juan Bosch

EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

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