MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

sábado, 18 de abril de 2020

PLAYA GIRON A 59 AÑOS DESPUES.



Hasta la hora de escribir este libro no se ha dado una descripción de la batalla de Cuba que permita al lector conocer cómo se desenvolvió, a pesar de que el propio Fidel Castro ha explicado muchas veces su proceso, pero en conversaciones que no se han hecho públicas en detalle. Sin embargo, es posible dar una idea del curso de la lucha, que duró tres días.

La acción comenzó a las dos de la mañana del día 17, cuando los barcos expedicionarios llegaron frente a Playa Girón y comenzaron a desembarcar hombres. A las seis de la mañana los aviones de transporte de los atacantes empezaron a lanzar paracaidistas detrás de Playa Girón a fin de tomar control de San Blas, situada en el camino que unía la playa con el centro de la provincia de Matanzas; a esa misma hora los B-26 iniciaban la acción aérea con cohetes, bombas y fuego de ametralladoras
en las cercanías de Playa Girón, lo que quiere decir que la operación estaba llevándose a cabo con una apropiada cobertura aérea y prácticamente sin ninguna dificultad. Al salir el sol sobre Bahía de Cochinos ese día 17 de abril, las previsiones norteamericanas iban cumpliéndose cabalmente. Faltaba
saber cuáles eran las previsiones de Fidel Castro.

Fidel Castro, cuyas fuerzas en toda la isla se hallaban en estado de alerta desde hacía tres días, comenzó a mover sus milicias hacia el lugar del desembarco tan pronto estuvo seguro
de que el ataque se llevaba a cabo sólo en la costa sur de Las Villas; y mientras tanto su aviación, situada en San Antonio de los Baños, a poco más de doscientos kilómetros de Bahía de Cochinos, empezó a operar con tanta efectividad que a las nueve de la mañana había logrado hundir el barco Houston, en el que los atacantes tenían concentrados sus repuestos de municiones y de armas. A esa hora, las milicias cubanas avanzaban desde varios puntos para reconcentrarse en Jagüey Grande y en sus alrededores. El contraataque cubano iba a comenzar rápidamente.
Ese día los cables de la Associated Press llevaban a todo el mundo estas informaciones: “Fuerzas anticastristas invadieron hoy Cuba por tres puntos y la principal ciudad en el extremo oriental de Cuba, Santiago, puede estar ya en manos de los invasores. Los milicianos de Castro ya han desertado y la batalla decisiva se realizará dentro de unas horas”; “Los desembarcos de Oriente parecen haber encontrado poca resistencia.

En la región de Matanzas se realiza ahora un intento de juntar las varias ramas (sic) del asalto en un solo y potente grupo que pueda cortar la carretera que corre de oeste al este, para luego lanzar una ofensiva final hacia La Habana”; “Los invasores desembarcaron en cuatro de las seis provincias de
Cuba, no haciéndolo únicamente en la provincia de La Habana ni en la de Camagüey”; “Se tienen informaciones de que se lucha en las calles de La Habana”. Por su parte, la United Press International era más entusiasta y cablegrafiaba: “El primer ministro Fidel Castro se ha dado a la fuga y su hermano Raúl fue capturado. El general Lázaro Cárdenas gestiona el asilo político de Fidel”.

En Cuba la situación estaba bajo control desde ese mismo día y la batalla de Playa Girón —que es el nombre que se le da en Cuba— iba desenvolviéndose de manera más normal que lo que seguramente habían esperado Fidel Castro y sus compañeros del Gobierno revolucionario. En un sentido estrictamente militar, era la batalla más importante que se había dado en el Caribe desde el punto de vista de las armas que se usaban en ella, todas modernas, y en ese terreno el Gobierno cubano se
hallaba en condiciones de inferioridad, puesto que su fuerza aérea era más pequeña que la que tenían los atacantes; pero en el sentido político Playa Girón fue tan importante como la segunda batalla de Carabobo. Con ella se cerraba una época y comenzaba otra.

Al terminar el día 17 se hallaban bloqueadas las vías de acceso hacia el interior de Cuba; el día 18 los atacantes estaban cayendo en cercos, por grupos aislados, y cualquier observador podía darse cuenta de que tenían la batalla perdida. Sin embargo, la United Press International enviaba ese día a
sus clientes los siguientes despachos: “El lujoso hotel Habana Libre, en la capital cubana, quedó totalmente destrozado después de un ataque aéreo a La Habana”; “Fuerzas invasoras aislaron hoy el puerto de Bayamo en la costa sur de la provincia de Oriente”. Bayamo está a más de cincuenta kilómetros de la costa del Caribe, pero los redactores del cable no se tomaron el trabajo de ver un mapa de Cuba antes de escribirlo. Por su parte, la Associated Press informaba: “Agricultores,
obreros y milicias se unen a los invasores y acuden a la zona ya liberada que se expande rápidamente”; “La fuerza invasora en la costa sur de Las Villas ha avanzado hasta la región de Colón,
una ciudad de la provincia de Matanzas”. 

Al anochecer de ese día los invasores de Playa Girón eran impotentes para romper el cerco de las milicias cubanas. Esa misma noche el presidente Kennedy abandonó por algún tiempo una fiesta que daba en la Casa Blanca y se reunió con los altos jefes de la CIA, los de la aviación y la marina y el del Estado Mayor Conjunto. La situación en Playa Girón era desesperada y esos altos jefes habían resuelto pedirle al Presidente medidas que pudieran transformarla. De las proposiciones que se le hicieron, Kennedy adoptó una: que 6 aviones a chorro de la Marina norteamericana protegieran a los bombarderos B-26 que debían volar de Puerto Cabezas para estar sobre Playa Girón a las seis de la mañana del día 19. Lo que había asegurado siete días antes —“Este Gobierno hará todo lo que pueda…, para que no haya norteamericanos envueltos en ninguna acción dentro de Cuba”— quedaba, pues, sin efecto, dado que al proteger a los B-26 que atacarían territorio cubano, esos aviones a chorro de la marina de guerra de los Estados Unidos tendrían que actuar necesariamente dentro de Cuba. Se ha dicho a menudo —y los partidarios norteamericanos de la intervención en Cuba se lo han achacado como si fuera un delito— que Kennedy se opuso a que se usara fuerza militar norteamericana en esa ocasión. Pero se trata de una verdad a medias, puesto que los jets de la marina
eran parte de la fuerza militar del país. Es cierto que las instrucciones de Kennedy fueron que los pilotos de esos jets hicieran fuego a los aviones cubanos sólo en el caso de que estos los atacaran, pero nadie puede poner en duda que si un avión norteamericano hubiera sido derribado ese día, los Estados Unidos habrían lanzado sobre la isla todo su poderío armado.

Lo que evitó que eso sucediera no fue una decisión del presidente Kennedy; fue un error, de esos inexplicables que se dan en las horas críticas de la Historia. La orden de que los jets de la marina volaran sobre Playa Girón para proteger a los B-26 que llegarían a ese punto a las seis de la mañana del día 19 fue transmitida desde el Pentágono por el almirante Burke en persona al portaviones Essex, que se hallaba a corta distancia de las costas de Cuba. Esas órdenes limitaban el vuelo de los jets de las seis a las siete de la mañana. Ahora bien, ni el almirante Burke, ni los mandos de operaciones del Essex tomaron en cuenta que entre Nicaragua y Cuba había una hora de diferencia, y que, por tanto, a las seis de la mañana en Bahía de Cochinos serían las cinco de la mañana en Puerto

Cabezas. Ese olvido se tradujo en el fracaso del esfuerzo final, pues cuando llegaron a la altura de Playa Girón, los aviadores de los B-26, todos norteamericanos debido a que los pilotos
cubanos estaban exhaustos tras varios días de vuelos, ya eran allí un poco más de las siete de la mañana y los jets de la marina de guerra de los Estados Unidos estaban recogiéndose
en las pistas del Essex. Ese día caían en manos de las fuerzas cubanas los últimos grupos de expedicionarios. La batalla de Cuba había terminado, y con su final comenzaba en el Caribe una nueva época histórica. La vieja frontera imperial, que había quedado rota para los imperios europeos en el siglo XIX y había sido reconstruida por los Estados Unidos en el siglo XX, quedaba deshecha
definitivamente en Cuba el 19 de abril de 1961.

Con la nueva época se iniciaba una etapa de luchas más duras, más desenfrenadas. Pero la Historia enseñaba que todo lo que había sucedido en un país del Caribe tendería a suceder más tarde o más temprano en los demás, y que cada acontecimiento importante estaba encadenado a uno anterior. Pues
aunque en esa hermosa, rica y apasionante región del mundo hubiera pueblos que hablaban español, inglés, francés, holandés; aunque en unos predominaran los negros y los mestizos de blancos y negros y en otros los blancos y los mestizos de blancos y de indios, lo cierto y verdadero era —y seguirá
siendo por largo tiempo— que el Caribe es una unidad histórica desde que llegó a sus aguas Cristóbal Colón hasta que Fidel Castro dijo, el día 19 de abril de 1961, en su cuarto comunicado de guerra: “Fuerzas del ejército rebelde y de las milicias nacionales revolucionarias tomaron por asalto las últimas posiciones que las fuerzas... invasoras habían ocupado en el territorio nacional. Playa Girón, que fue el último punto de los mercenarios, cayó a las 5:30 de la tarde”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

DANIEL BALCÁCER: EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

De  Juan Pablo Duarte  solo se conoce una fotografía hecha en  Caracas  en 1873 cuando el patricio contaba con 60 años de edad.  A...