MORAL Y LUCES

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jueves, 7 de junio de 2018

Bosch:: El fracaso del sistema


El fracaso del sistema
No nos hagamos ilusiones. No es con ayuda norteamericana como nosotros podemos solucionar nuestros problemas.

No hay soluciones extranjeras. Esas soluciones han fracasado completamente.

Durante años y años los expertos en el asunto estuvieron hablando de que había que cambiar las estructuras, pero de pronto comenzaron a hablar de otra cosa; empezaron a decir que la causa del atraso latinoamericano era el aumento de la población, y luego empezó a decirse que si no se contenía ese aumento no podría haber desarrollo. En 1968 se había generalizado en los Estados Unidos y en los círculos sociales y económicos más altos de nuestros países la idea de que para que la América Latina progresara era necesario evitar que siguieran naciendo tantos latinoamericanos. Esa era la manera más falsa de decir que los planes habían fracasado, que las perspectivas hacia el porvenir indican que éste será peor que el pasado.

Nada es más absurdo que la idea de confiar la solución de los problemas latinoamericanos al control de la natalidad, pues si es verdad que el ser humano que va a nacer consumirá más comida, más ropa, más electricidad, más vehículos, más medicinas y más libros, también es verdad que sólo el ser humano produce esas cosas, y en consecuencia lo que hay que hacer no es evitar que el ser humano se multiplique; lo que debe hacerse es poner al ser humano en condiciones de que multiplique los bienes que necesita para producir los artículos que él consume.

Ahora bien, ¿por qué se cree que debe suprimirse el nacimiento de más latinoamericanos?

Porque se cree que el latinoamericano es un hombre que no tiene condiciones para enfrentar las tareas del desarrollo, y ésa es una idea racista y discriminatoria, que los latinoamericanos tenemos que rechazar con energía.
No somos nosotros los que hemos fracasado; ha sido el sistema social, económico y político en que hemos vivido. En vez de suprimir la vida de los latinoamericanos que van a nacer debemos dedicarnos a crear para nosotros y para ellos una sociedad más libre, más rica y más justa, en la que con el esfuerzo de todos aseguremos la libertad, la riqueza y la justicia para todos, no para una minoría. Pues el sistema ha fracasado para los pueblos, no para las minorías privilegiadas, y mientras ese sistema no sea destruido y pongamos otro en su lugar, las minorías seguirán gozando de privilegios y las mayorías seguirán siendo esclavas, seguirán padeciendo miseria y seguirán sufriendo injusticias. 

El sistema en que hemos vivido hasta ahora ha sido el mismo que establecieron en nuestras tierras los españoles, los portugueses, los ingleses, los franceses, los holandeses; ese sistema evolucionó en otras partes de América y del mundo, pero no en nuestros países.

Nuestra organización social se quedó en una etapa atrasada debido precisamente a que el progreso en otras regiones de América produjo fuerzas que ahogaron en la América Latina el desarrollo capitalista e impidieron que nuestras estructuras sociales se formaran según el modelo de la sociedad capitalista.

Las estructuras sociales dependen de la forma en que se relacionan los hombres y los medios de producción. En los países donde toda la sociedad, a través de sus organismos superiores gobiernos y otras instituciones—, es la dueña de todos los medios de producción, el sistema económico y social se llama socialista; aquellos donde la dueña de los medios de producción es una clase llamada burguesía, el sistema económico se llama capitalista y el sistema político es la democracia representativa.
En el caso de la América Latina hay repúblicas que se llaman a sí mismas democracias representativas, pero no lo son…
 
¿Quiénes, pues, dominan los medios de producción en la América Latina?

Los dominan las oligarquías, y éstas son frentes formados por clases y sectores de clases, que resultan económicos, sociales y políticamente más fuertes que los grupos burgueses debido a que en esos frentes oligárquicos figuran los intereses norte-americanos, cuyo poder es más grande que el de todos los demás componentes de las oligarquías juntos. Los grupos burgueses latinoamericanos son arrastrados por esos frentes oligárquicos y conviven con ellos, especialmente con el componente norteamericano de esos frentes, situación a que los obliga su debilidad; pero no forman parte de ellos, y desde luego no los dirigen.

Las oligarquías latinoamericanas están dirigidas por el antiguo imperialismo, que ha sido sustituido ahora por el pentagonismo.  Es éste el que en todos los casos de crisis decide en última instancia qué debe hacerse en cada uno de nuestros países.
Cuando no ha llegado la hora de la crisis, la vida de los pueblos latinoamericanos es dirigida por los sectores nacionales de las oligarquías, y dado que estos tienen métodos e ideas precapitalistas, aunque viven en países capitalistas, no están capacitados para llevar a cabo el desarrollo latinoamericano.

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