MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

martes, 3 de marzo de 2015

Juan Bosch, López y el discurso sobre el campesino



Profesor Juan Bosch fuente externa
En su libro “La alimentación y las razas”, José Ramón López plantea, desde una sociología positivista y spenceriana, una visión del campesino que no distaba en mucho de las ideologías que sobre este sector aparecían en la época. Lo que resulta interesante es ver el discurso de López y su aceptación y difusión como parte del momento de modernización que vivió el país en las últimas décadas del siglo XIX y principio del siglo XX. Las teorías de López aceptadas y debatidas van a cambiar y en cierto sentido, cobrar una transformación en el nuevo escenario fabril que se vivió con la danza de los millones y el desarrollo de enclave que vivió el país hasta la depresión que se inició en Estados Unidos y en el mundo en 1929.
Creo que en este contexto debemos leer la segunda obra de López, “La paz en la República Dominicana”, y una de las razones para que en la historia del país se conozca y se situé a López más por la primera, en la que las ideas son más recuperables, que por la segunda. Al llegar la época de 1939, el país había vivido un agitado período revolucionario que de alguna manera se manifiesta en los discursos y una tensión entre el campo y la ciudad. Las generaciones del veinte y del treinta retoman una recuperación del campesino como símbolo de la dominicanidad que va a producir cambios estéticos fundamentales; uno de esos cambios es el que se opera en el campo de la poesía con el Postumismo y el otro tiene que ver con la narrativa.
En el campo de la representación simbólica los narradores cambiarán su visión del hombre del campo, fuera del discurso de López, de “La alimentación y las razas” y de aquellos que lo asumían como visión predominante: el campesino como otredad. Y asumirán una visión del hombre rural como subalterno, centro de un proceso redentorista. La tendencia estética está marcada por el realismo-social, en su proyecto de revelar el estado de pobreza de las clases subalternas, con la esperanza que se pudiera dar un estado de conciencia a favor de un cambio social.
La narrativa dominicana dejó de ser realista-costumbrista para integrarse al discurso del campesino, como un subalterno que había que liberar de la pobreza. Cuando el discurso de López adquiere este valor, sobre todo en su segundo libro, “La paz en la República Dominicana”, lo hace a favor de la modernización que vive el país. En ese proceso de desarrollo, el campesino ha pasado de ser concebido como el que obstaculiza la modernidad, a ver un elemento importante, en la medida en que puede dejar el campo y dedicarse a trabajar en los ingenios cañeros. Un proceso parecido ocurre en Puerto Rico en las primeras tres décadas del siglo XX.
Así que los intelectuales, algunos de ellos cercanos a las nuevas ideas socialistas y con el ejemplo de las revoluciones mexicana y rusa, emprenden una literatura que tendrá una valoración distinta y en cierto sentido, antimoderna del campesino dominicano. En el caso específico de Juan Bosch, quien se inicia con la escritura de narraciones libres, el cambio será radical. Bosch no solo moderniza el cuento dominicano y le da una poética, implícita en su primer libro “Camino real”, sino que elabora una nueva visión del campesino en un entramado realismo social.
Y esto se puede observar en el cuento que lleva el título del libro, publicado en La Vega en 1933. El lector podrá darse cuenta que de todos los cuentos a que nos referimos este es el más extenso y tal vez el que menos llene los requerimientos del arte de escribir cuento que, veintisiete años después, publicaría el autor en Venezuela. Por lo que es un cuento que pasa de la poética a la política. Es la política de un sujeto letrado en el mundo campesino. Los símbolos son importantes, hay en el Cibao muchos caminos que llevan a variados lugares. Pero el que aquí queda inscrito es el camino real. En el que se encuentran el narrador, Juan y Floro el personaje principal. Ambos están buscando trabajo. La condición de jornaleros sale a primera vista. Pero Floro enseñará a Juan lo que es el campesino: un ser de valores y de honor.
Y estos aspectos serán constantes en la visión de Bosch y, en cierto sentido, de todo el pueblo dominicano. La solidaridad se da en que Floro no quiere acostarse en su hamaca porque Juan no tiene. Ambos hombres han decidido hacer juntos el camino. La cooperación, la solidaridad y la unidad muestran un conjunto de valores que van apareciendo a lo largo de la narración. Cabe decir que Juan es un letrado y que como personaje intradiegético, aparece como una representación de Juan, el escritor. Esta misma estrategia discursiva caracterizará a la novela “La mañosa” de 1936.
Llegan Floro y Juan a la finca de don Justo. Las descripciones del campesino y la del hacendado contrastan. El campesino, sucio harapiento, trabaja de sol a sol y duerme hacinado junto a otros. Trabaja mucho y gana poco. No le alcanza el salario para un matrimonio furtivo. Mientras que don Justo, vestido de pantalones negros, camisa blanca y sombrero también negro, puede dedicarse a la lectura de libros, periódicos y revistas. Los campesinos no saben leer. La presencia de Juan cambiará el orden de las cosas. Un día, sucio y con sombrero de cana en las manos, se atreve a pedirle al patrón que le preste unos libros, que no sean novelas; libros que traten sobre la sociedad y la política.
En las narraciones está la voz de Juan, su dedicación a la lectura y luego a enseñar a leer a los campesinos. Nos muestran a un héroe redentorista. A un letrado que busca llevar a cabo el proyecto de la modernidad a través de la concienciación, la lectura. Es interesante como el poder de don Justo parece cambiar a través de la luz en la habitación el día que le prestó los libros a Juan. Este, al leer logra su propia humanización y la pertenencia a una comunidad que podía trascender al momento actual. La obra demuestra de forma muy detallada el trabajo en la hacienda. La dedicación de los hombres a un espacio de cultivo de frutos menores y el ordeño de ganado.
Efectivamente, las contradicciones potencian la acción en el cuento. La toma de conciencia de Juan, su lucha por llevar el saber a los campesinos y el enfrentamiento con el amo. En la hacienda no podía entrar otro saber que no fuera el del poder y del dominio de don Justo, voz autoritaria que domina el estado de sumisión y de enajenación social que viven los campesinos. El cuento “Camino real” de Bosch es una afirmación del proyecto campesino, de la moral de trabajo del campesino y de la importancia del campo. En un momento en que la utopía de la modernización había llegado a su punto más bajo con la depresión económica.
Por MIGUEL ÁNGEL FORNERÍN

No hay comentarios:

Publicar un comentario

EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

DANIEL BALCÁCER: EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

De  Juan Pablo Duarte  solo se conoce una fotografía hecha en  Caracas  en 1873 cuando el patricio contaba con 60 años de edad.  A...