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La valoración de la población dominicana acerca de los dos años de Gobierno de Danilo Medina Sánchez es de 91.3 por ciento, según la encuesta Gallup-Hoy.
Pero, pienso, que lo más significativo lo constituye el que, a pesar de que el 62 por ciento de la población adulta considera que la economía está entre muy mala y mala, “tres de cuatro dominicanos ven con esperanza los próximos dos años de Gobierno de Danilo Medina”, y al preguntársele cómo creen que el Presidente dejara el país al final de su mandato en 2016, “el 70 por ciento expresó un gran optimismo y dijo que mejor”.
Todo se puede perder, menos la esperanza, las expectativas del porvenir. El que un pueblo pueda ver el vaso medio lleno y no medio vacío, aun entre las dificultades, dice mucho de su capacidad y su tesón para abrirse camino hacia la superación de sus debilidades y flaquezas, como fruto de un proceso histórico dramático enfrentado a duras realidades y ocupaciones de poderes externos que en nuestro devenir han conspirado contra la identidad nacional.
Y el hecho mismo de que en la encuesta se aprecie la labor educativa del Gobierno como la obra cumbre del Presidente Medina, tiene una gran importancia: es la sintonía de la población con la señal universal de que la educación es el mayor instrumento para el desarrollo y la transformación de la sociedad.
Así lo reseña el periódico Hoy: “Para ocho de cada diez ciudadanos y ciudadanas, la tarea educativa en general es la obra más importante de los primeros dos años de Gobierno del presidente Danilo Medina Sánchez. Esta robusta valoración ciudadana reduce a una expresión mínima las demás áreas del Gobierno…”.
Incluso, un 65.7 por ciento de la población favorece una reforma constitucional que permita una reelección del Presidente Medina. En la encuesta, se destaca que tanto Danilo Medina como Leonel Fernández, como candidatos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), vencerían a las fuerzas de la oposición, representadas por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y el Partido Revolucionario Moderno (PRM).
Al preguntarle por las dificultades del poder, en reciente encuentro con la prensa, el Presidente Medina respondió: “Yo no soy un novato. No vine a la Presidencia como un novato. Vine con mucha experiencia”. Explicó que al llegar a la Presidencia ya conocía el país y las complejidades del poder.
La mayoría del pueblo dominicano expresa así su perseverancia, su decisión de seguir adelante, y no volver al pasado. Lamentablemente, no se puede decir lo mismo de otros escenarios, en los que parecería que habría de colocarse la inscripción de Dante en la puerta del Infierno: Perdida toda esperanza.
Así, reunidos la semana pasada, en Newport , Gales, Reino Unido, los países de la poderosa Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el presidente Barack Obama, reafirmaron su decisión de tomar medidas por la presencia de Rusia en el conflicto de Ucrania y los separatistas ucranianos prorrusos; desde esa misma cumbre, el mandatario estadounidense advirtió de los graves peligros que representa para la humanidad la expansión del Estado Islámico”.
Llaman la atención los atentados terroristas en el Metro de Santiago de Chile, en un país que los organismos financieros mundiales presentan como modélico; y más inquietud genera la situación, cuando sus autoridades piden ayuda a agencias de seguridad extranjeras “para identificar a quienes perpetraron un ataque (…) que dejó 14 heridos mientras volvieron a registrarse falsos avisos de bomba y crece la paranoia en la población”.
Esa conciencia que expresa la población en su visión de la educación y el optimismo, es parte de la mejor tradición liberal nacional, contenidos en la Constitución promulgada por Juan Bosch, como presidente de la República, el 29 de abril de 1963:
“Art. 35.- Se reconoce el derecho de todos los dominicanos a la educación y se establece la obligación del Estado de tomar las medidas necesarias para garantizar su cabal ejercicio.
“Art. 36.- Se declara de interés social la erradicación definitiva del analfabetismo”.
Tenía razón el Libertador Simón Bolívar cuando afirmó que la ignorancia de los pueblos era el mayor instrumento de su propia destrucción”. Y destrucción equivale a esclavitud, la pérdida de la dignidad humana. De ahí que el Presidente Medina ha afirmado que “la educación es el otro nombre de la libertad”.
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