Juan
Bosch
Este es un texto tomado del libro del profesor Juan Bosch “El Pentagonismo sustituto del Imperialismo” capítulo VII titulado: “EL PENTAGONISMO Y AMÉRICA LATINA”
ESCENA EN VIETNAM
ESCENA EN SANTO DOMINGO EN ABRIL 1965 DURANTE LA OCUPACION YANQUI
EL PUEBLO EN ARMA CAMINO A UN PRÓXIMO COMBATE CONTRA TROPAS INVASORAS YANQUIS EN ABRIL DE 1965 EN LA CIUDAD DE SANTO DOMINGO.
Vietnam y la América Latina son los dos
sitios del mundo donde se ejerce con mayor intensidad el poder pentagonista.
A primera vista puede parecer exagerado
que se compare la situación de la América Latina con la de Vietnam; pero no se
exagera. Vietnam está luchando con las armas en la mano contra el Pentagonismo
y América Latina se mantiene, por lo menos en conjunto, en estado de docilidad;
y eso hace toda la diferencia. Pero el control que ha logrado establecer el
Pentagonismo en la América Latina es similar al que tenían en Vietnam antes de
que comenzara la lucha contra el régimen de Diem, y dondequiera que se pierda
ese control el Pentagonismo actuará igual que en Vietnam. Ya tenemos la prueba
en el caso de la República Dominicana. En Vietnam, cuando el ejército indígena
pentagonizado quedó material y moralmente desbandado por las fuerzas del
Vietcong —entre fines de 1964 y principios de 1965—, fue sustituido por las
fuerzas expedicionarias pentagonistas, que en poco tiempo se acercaron al medio
millón; en la República dominicana, cuando el ejército pentagonizado del país
resultó aniquilado por el levantamiento de abril de 1965, fue sustituido por la
infantería de marina norteamericana, que en pocos días desembarcó más hombres
que los que tenían antes de la revolución las fuerzas armadas dominicanas.
En Vietnam, frente a las guerrillas del Vietcong, habían
fracasado no sólo los ejércitos indígenas compuestos por más de 600.000
hombres, sino además la enorme misión militar norteamericana que los instruía,
organizaba y dirigía. Esa misión contaba a fines de 1964 con más de 10.000
oficiales y clases. En la República Dominicana habían fracasado también a un
tiempo las tropas nativas y los oficiales y sargentos de la misión militar de
los Estados Unidos, que les dieron órdenes de combatir a la revolución con
todos los medios a su alcance. Sin esas órdenes, y sin contar con la seguridad
de que tendría todo el respaldo
pentagonista, los militares dominicanos no se hubieran lanzado a
combatir un movimiento que tenía el más sorprendente apoyo del Pueblo.
Hubo un momento, pues, en que la situación
de Vietnam y la de un país latinoamericano fueron similares; sólo se
diferenciaban en el número de hombres empleados en la lucha, pero no en los
métodos ni en la ferocidad. Es más, la ciudad de Santo Domingo fue bombardeada
desde el aire y desde el mar, de manera continua e implacable —sobre todo en lo
que toca al bombardeo aéreo— en los primeros días de la revolución, y el
bombardeo fue especial y enérgicamente ordenado por la misión militar
norteamericana; pero si eso fuera poco, recordemos que la ciudad fue
bombardeada mes y medio después por las baterías de morteros de las fuerzas
norteamericanas, lo que equivale a los bombardeos aéreos sobre Hanoi.
Vietnam es un laboratorio de pruebas, y
todo lo que el Pentagonismo ha probado en Vietnam lo aplicará a su hora en la
América Latina.
Los dos países que hoy se llaman Vietnam
del Norte y Vietnam del Sur eran parte de un solo país, Indochina, colonia de
Francia. Bajo la dirección política de Ho Chi Minh se inició hacia el 1940 un
movimiento armado contra los franceses, que acabó triunfando en el norte del
país hacia el mes de mayo de 1954. El día 8 de ese mes, el ejército francés, sitiado
en Dien Bien Phu, tuvo que rendirse.
Hasta entonces la única intervención
norteamericana en Indochina era que los Estados Unidos daban dinero y equipos a
los franceses para que sostuvieran la guerra. Pero ya comenzaba a formarse el
Pentagonismo, aunque sin darse cuenta de que iba a ser Pentagonismo.
Ya unos cuantos banqueros, industriales y
políticos norteamericanos pensaban que ellos debían ser los herederos del
imperio colonial inglés y francés, y ya tenían convencido al presidente
Eisenhower de que si Indochina caía en manos del comunismo éste se extendería
por toda el Asia y los Estados Unidos acabarían ahogados por una marea
comunista mundial. El senador McCarthy aterrorizaba a los liberales de los
Estados Unidos y mientras tanto el Pentagonismo avanzaba sin que nadie se diera
cuenta. Así, al producirse la derrota de Francia en Indochina los Estados
Unidos estaban listos para pasar a ocupar el lugar de los franceses; y como no
era posible ocupar ese lugar en el Norte del país, que estaba dominado por las
fuerzas victoriosas de HoChi Minh, inventaron la división de Indochina en dos
países, Vietnam del Norte, que quedó en manos de Ho Chi Minh y de sus
partidarios, y Vietnam del Sur, que poco después fue puesto bajo el gobierno de
Ngo Dinh Diem.
Ngo Dinh Diem proclamó la República de
Viet Nam del Sur el 26 de octubre de 1955 y se nombró él mismo presidente; dos
meses después comenzaban en todas partes la persecución, la prisión, la tortura
y la muerte de los que habían combatido contra los franceses en la región del
sur. Mientras tanto, los Estados Unidos, que respaldaban en todo a Diem entraban
en posesión del aparato militar, burocrático y político que había creado
Francia, empezaron a equipar el ejército indígena que había servido a los
franceses y ahora servía a Diem y acabaron organizándolo y dirigiéndolo a
través de “consejeros”. En poco tiempo
los Estados Unidos entregaron al ejército de Vietnam del Sur desde buques de
guerra y aviones hasta zapatos y aspirinas.
A mediados de 1957 comenzaron a formarse
guerrillas contra el gobierno de Diem, lo que dio lugar a un aumento de las
medidas represivas y también a un aumento de la ayuda norteamericana al
gobierno. Poco a poco, los líderes de las finanzas y de la industria sobre
desarrollada de los Estados Unidos iban dándose cuenta de que a medida que
crecía la intervención de su país en Vietnam sus negocios se expandían y sus
beneficios aumentaban con mayor rapidez. Precisamente los Estados Unidos habían
tenido una recesión económica en 1957 y la recuperación coincidió con el
reforzamiento de la ayuda a Diem, en 1958; desde ese año, las ganancias de las
grandes firmas norteamericanas han sido constantes y crecientes.
En diciembre de 1960 se formó el Frente
Nacional de Liberación de Vietnam del Sur y la guerra de guerrillas empezó a
convertirse en una guerra más amplia. Al tomar posesión de la presidencia de
los Estados Unidos —en enero de 1961—, John F. Kennedy halló creada una
situación en la que su país estaba comprometido hasta un punto del que no podía
retornar. La posición de Kennedy en Vietnam se agravaba con el fracaso de Bahía
de Cochinos. Así, pues, en el mes de mayo de 1961, el vicepresidente Johnson,
enviado por Kennedy a Saigón, declaró conjuntamente con Ngo Dinh Diem que la
“independencia y la integridad territoriales del Vietnam son brutal y
sistemáticamente violadas por agentes comunistas
y por fuerzas del Norte”. Obsérvese que en ese documento de los gobiernos de
Vietnam del Sur y Estados Unidos se dice “del Norte”; no se menciona el gobierno
de Ho Chi Minh. Sin embargo, ahí comenzó Vietnam del Norte a ser implicado en
la guerra. Bajo el gobierno de Kennedy, pues, empezaron a echarse las bases
legales del ataque a Vietnam del Norte. Kennedy, debilitado ante el sector
militar por su fracaso en Bahía de Cochinos —que se le atribuyó a él, debido a
que se negó a autorizar el uso de aviones de combate contra Cuba— fue cediendo
terreno en Vietnam. En diciembre de ese mismo año el Departamento de Estado
publicó un Libro Blanco en que se acusaba a Hanói de estar dirigiendo las
guerrillas del Sur. A partir de ese momento comenzó a perfilarse el
Pentagonismo como una fuerza que iba a tomar en la primera oportunidad la
dirección de la política exterior norteamericana, tras los bastidores del
gobierno civil.
En febrero de 1962 los Estados Unidos
establecían en Saigón el Mando de Asistencia Militar en Vietnam, bajo la
dirección de un general —Paul D. Harkins— y con 4.000 “consejeros”. Este número
aumentaría a medida que se intensificara la guerra de guerrillas y se
desmoronaba el enorme ejército de tierra, mar y aire que habían organizado los
norteamericanos con naturales del país. La insurrección se extendió a todas
partes, estalló en Saigón en forma de manifestaciones, suicidios de monjes por
el impresionante método de darse fuego, protestas masivas, conspiraciones y
golpes de Estado. El embajador Cabot Lodge pidió a Diem que renunciara y éste
se negó. El problema quedó resuelto con el derrocamiento del dictador y su muerte
a tiros, mientras huía, ocurrida al comenzar el mes de noviembre de 1963,
veinte días antes de que Kennedy fuera inmolado en Dallas.
Los repetidos cambios de gobierno en
Saigón, el envío de más equipos, más “consejeros” militares y más dinero de los
Estados Unidos a Vietnam del Sur; los viajes de inspección de McNamara, del
general Taylor, de delegados del presidente Johnson, no mejoraron la situación.
Durante todo el año de 1964 las fuerzas de Vietnam del Sur siguieron
desmoronándose, negándose a combatir, desertando, mientras la campaña de
propaganda anti-comunista crecía en intensidad, tanto en Vietnam como en los
Estados Unidos.
Al mismo tiempo que todo eso, aumentaba el
poder del pentagonismo. A mediados de 1964 el poder civil norteamericano se
plegó a la tesis pentagonista de que había que expandir la guerra. El
secretario de Estado Rusk lo dijo en el mes de mayo con esas mismas palabras.
En los últimos días de ese año la guerra de guerrillas se había convertido en
una guerra general.
En el llamado Informe Mansfield se
declaró abiertamente que “en los primeros meses de 1965 se produce el derrumbamiento
total de la autoridad del gobierno de Saigón”, y se afirmó que debido a esa
situación, “como respuesta a la llamada de las autoridades de Saigón llegó gran
número de tropas de combate de los Estados Unidos”. También a la República
Dominicana se enviaron tropas a petición de una junta militar que la embajada
norteamericana había formado apresuradamente sólo con ese fin.
Ese “gran número de tropas” de que habla
el Informe Mansfield es lo que se ha llamado “la escalada de Vietnam”; comenzó
con 3.500 hombres enviados el 8 de febrero (1965) sólo para defender la base
norteamericana de Da Nang, según se declaró oficialmente, así como en Santo
Domingo se desembarcaron el 28 de abril de ese mismo año 400 hombres “sólo para
garantizar las vidas de los ciudadanos de los
Estados Unidos,” según declaró el presidente Johnson; en mayo la cifra
había subido a 45.000 —una cantidad ligeramente más alta que la que en ese mes
había sido enviada a Vietnam — y en diciembre se acercaba a los 200.000, incluidos
en ese número unos 21.000 surcoreanos y algunos cientos de otros “aliados” —así
como en la República Dominicana había, también para el mes de diciembre,
soldados brasileños, hondureños, nicaragüenses y paraguayos—. Si se observa con
cuidado la evolución de los sucesos de Vietnam y se relacionan con los de
América Latina —sobre todo con los de Cuba y la República Dominicana—, se obtiene
la impresión de que el momento decisivo para la formación del pentagonismo —su
paso de la juventud a la madurez, podríamos decir— se halla en los tres años
del gobierno de Kennedy. Hay indicios de que durante el año de 1964, bajo la
presión de lo que acontecía en Vietnam del Sur, el pentagonismo elaboró planes
ya definidamente pentagonistas, y al
comenzar el año de 1965 estaba listo para desatar su poderío armado en
cualquier lugar del mundo.
A esa altura, el pentagonismo tenía el
control de la política internacional de los Estados Unidos; los departamentos del
gobierno civil dedicados al campo internacional estaban a su servicio y el
Presidente de la República se veía en el caso de acceder a sus demandas. En ese
momento el pentagonismo era como un joven tigre listo a lanzarse sobre su presa
y sujeto apenas con un hilo de seda. Eso es lo que explica la violencia de la
reacción norteamericana —la over-reaction, como se dijo en ocasión de la
intervención militar en Santo Domingo— en sus actuaciones exteriores a partir
de los primeros días de 1965. No debemos olvidar que el primer envío de
soldados norteamericanos a Vietnam en calidad de combatientes, no de
“consejeros”, fue hecho al comenzar el mes de febrero de ese mismo año.
El New York Times cree que el presidente Johnson vino a doblegarse
a las presiones militares a mediados de 1967 y se lamenta de ello; pero un
estudio cuidadoso de lo que ha estado sucediendo en los Estados Unidos en los
últimos años indica que las sospechas del New York Times son tardías. En un editorial del día 1º de
septiembre de 1967, el afamado periódico norteamericano llega a la orilla de la
verdad; la bordea y se alarma. Sin embargo, es muy difícil que un ciudadano de los
Estados Unidos acepte en su conciencia esa siniestra verdad. De todos modos, el
editorial, publicado bajo el título de “Generales Fuera de Control” es tan importante que nos parece necesario
reproducirlo aquí. Dice así5: “La campaña pública de algunos de los
más altos generales del país en favor de más bombardeos de Vietnam del Norte —una
campaña que les ha proporcionado ahora una victoria inicial en el Senado— ha
levantado serios desacuerdos acerca de si el control de la defensa y de la
política exterior debe ser civil o militar.
‘El espectáculo del general Greene, el
comandante del Cuerpo de Marina, que tomó una tribuna de la Legión Americana para
decirle al país que la guerra de Vietnam es más importante que las destructoras
turbulencias de las ciudades americanas, es la última y la más grotesca de las
distorsiones del papel tradicional de los militares en la vida americana.
‘Dos días antes, el representante de la
Marina en la Junta de Jefes de Estado Mayor emergió de una comparecencia a puerta
cerrada ante el Subcomité Senatorial de Investigaciones de Preparaciones para
reclamar el bombardeo de otras cuatro bases de [aviones] MIG en Vietnam del Norte. En la propia
comparecencia la declaración del general Greene criticó como una ayuda a Hanói
la lentitud del Gobierno en aprobar una lista aumentada de blancos para los
bombardeos.
‘El Jefe de Estado Mayor del Ejército
General Johnson se unió a la insurrección al reclamar el bombardeo del puerto
de Haiphong y otros puntos fuera de límite en Vietnam del Norte. Él estuvo en
desacuerdo con su jefe civil, el Secretario
McNamara, quien le dijo al Subcomité que
esos bombardeos no impedirían las operaciones de guerra de Hanói en el Sur, sino
que podrían ser costosas en bajas americanas e implicarían grave peligro de
conflictos con Rusia y China.
‘Antes aún, un tercer miembro de la Junta
de Jefes [del
Estado Mayor], el general
McCornell, de la Fuerza Aérea, le dijo al Subcomité que sin el bombardeo se
necesitarían 800.000 soldados más en Vietnam del Sur. La naturaleza imaginaria
de esas ‘estadísticas’ quedó claramente revelada en los estimados oficiales de
[el servicio
de] inteligencia que entregó el
Sr. McNamara la semana pasada. Ellos demuestran que el volumen de los
suministros de guerra procedentes de Nord Vietnam que van a Vietnam del Sur
está ‘significativamente por debajo de 100 toneladas al día, cantidad que
podría ser transportada en unos pocos camiones’. ‘Sin embargo, el presidente
Johnson, con su antena dirigida más a las elecciones de 1968 que a cualesquiera
expansiones del frente de batalla, estaba evidentemente tan preocupado con las
comparecencias ante el Subcomité que se rindió ante los militares antes de que
comenzaran las sesiones [del
Subcomité]. El primero
de los deponentes —el almirante Sharp, comandante del Pacífico, quien también
había manifestado su deseo de más bombardeos [sobre Vietnam del Norte]— llevó [al Subcomité] la promesa del presidente de que otro
grupo de blancos para bombardeos había sido puesto fuera de la lista de los
prohibidos. La capitulación del presidente no evitó que el Subcomité insistiera
ayer en un mayor aumento de los bombardeos para clausurar el puerto de Haiphong
y para golpear otros blancos, aun si eso significa guerra con China.
‘Esta no ha sido la primera rendición del
gobierno a la presión militar. La campaña pública llevada a cabo por el general
Westmoreland en la primavera pasada en pos de más tropas de infantería produjo
su viaje a los Estados Unidos, su controvertido ataque a los que no estaban de
acuerdo con él y a negociaciones abiertas con el presidente que terminaron con el
anuncio del mes pasado de que 45.000 soldados más serían enviados a Vietnam.
‘Después de dos años y medio de
escalamiento en Vietnam, de un aumento [de tropas] a 500.000 soldados y un nivel de bombardeo superior al de
Europa en la Segunda Guerra Mundial, la situación militar en Vietnam del Sur no
es hoy mejor que cuando comenzó la entrada de americanos en combate directo. El
escalamiento americano ha sido respondido por los comunistas y la contienda ha
sido llevada a un nivel más alto de lucha, bajas y destrucción.
‘Inmediatamente, la responsabilidad por
este trágico error de cálculo corresponde al presidente más que a ninguna otra persona.
Los líderes militares que le aconsejaron [el escalamiento] —y que han fallado lastimosamente en
producir algunos dividendos militares para esta colosal inversión— son ahora los
principales oponentes de otro receso en los bombardeos, un paso indispensable
para abrir negociaciones con Hanói para una solución política. ‘Los chispazos
del debate en el Congreso sobre la resolución del Golfo de Tonkín han hecho
hincapié en el socavamiento de los requisitos constitucionales para [asegurar] el control legislativo sobre el poder para hacer la guerra.
Ahora está tomando cuerpo un socavamiento
similar en el balance constitucional que supuestamente coloca a los militares bajo
la dirección civil. Las afirmaciones del senador Mansfield de que es el
Secretario McNamara quien realmente habla en nombre del gobierno están
pobremente respaldadas por los hechos. Sólo el señor Johnson puede ejercer las
prerrogativas Presidenciales que le
acuerda la Constitución y restaurar el control civil sobre la política
nacional”. En las últimas palabras de ese editorial del New York Times está la clave de la confusión del
editorialista. Ya no hay una política nacional de los Estados Unidos para el
país y para el resto del mundo. Hay dos políticas, o mejor dicho, dos esferas distintas
de poder, una para el país y otra para el extranjero, una doméstica y otra
internacional. El presidente Johnson tiene el control de la política doméstica,
pero a cambio de que deje el control de la internacional al pentagonismo. Por
eso tiene que capitular —como dice el New York Times— ante los militares. El presidente Johnson, y cualquier otro
presidente que se hallara en su lugar, así como el que le suceda, no podrían
ejercer el poder sobre la política interior norteamericana si se opusiera al
pentagonismo en la política exterior.
Los poderes para dirigir ésta han pasado
al pentagonismo. Por eso “el balance constitucional que supuestamente coloca a
los militares bajo la dirección civil” no funciona ya en los Estados Unidos.
La historia de los acontecimientos de
Vietnam ha sido hecha aquí con ciertos detalles, pero muy sucintamente, sólo para
que los métodos del pentagonismo sean conocidos en la América Latina. Esta importante
región del mundo estuvo durante más de un siglo padeciendo las agresiones del
imperialismo, y al quedar éste sustituido por el pentagonismo, pasó ser un
objetivo de primera categoría para ese engendro del capital sobredesarrollado.
La República Dominicana, por ejemplo, fue sometida a los métodos que se habían
practicado en Vietnam. El pequeño país antillano fue vietnamizado. Pero a su
vez Vietnam fue dominicanizado, porque en Vietnam se aplicaron experiencias
obtenidas en Santo Domingo. A tal extremo es esto verdad que se nombró
embajador en
Saigón al señor Elsworth Bunker, sólo porque a juicio del pentagonismo había tenido un
éxito resonante en la República Dominicana6. Cada vez que el gobierno del coronel Caamaño se negaba a
aceptar un punto de las negociaciones con los Estados Unidos —que supuestamente
eran llevados por la OEA—, la capital dominicana era
sometida a un ataque.
Lo que se buscaba no era
“llevar al coronel Caamaño a la mesa de negociaciones”, puesto que ya se estaba
negociando; lo que se buscaba era llevarlo a aceptar los términos
pentagonistas. La menor resistencia en aceptar esos términos costaba vidas dominicanas,
como después las negativas de Ho Chi Minh a negociar costaría vidas en Hanói,
en Haiphong y en otras ciudades de Vietnam del Norte. Se trata de las
negociaciones entre el león suelto y el mono amarrado, que de todos modos no
conducen a nada para el país agredido por el pentagonismo. Por ejemplo, el punto clave de los acuerdos de Santo
Domingo, que era la reintegración de los militares constitucionalistas, no se
cumplió, y ni la OEA ni
los Estados Unidos se han preocupado por eso.
En Santo Domingo se desató el terror
“anticomunista” que se había aplicado en Vietnam del Sur en los tiempos de Diem.
En los días que siguieron a la intervención pentagonista en Santo Domingo se
descubrió un cementerio de víctimas de ese terror. Según un estimado
conservador, las matanzas de la parte norte de la capital dominicana, ocurridas
en el mes de mayo, alcanzaron a unas 2.000. A esas matanzas se les llamó “operación
limpieza”, hecha, al parecer, con autorización de la OEA, por
tropas dominicanas bajo dirección norteamericana.
Nunca se le dio publicidad a la ola de
crímenes que se extendió por todo el país después de haber terminado la
negociación entre el gobierno del coronel Caamaño y la OEA, esto es,
inmediatamente después que se estableció el gobierno provisional encabezado por
el Dr. Héctor García-Godoy. Esa ola de sangre seguía azotando el pequeño país
antillano en agosto de 1967. Aniquilados por ella han caído en la República
Dominicana oficiales, clases y soldados constitucionalistas y muchos han tenido
que huir al extranjero; han desaparecido o han sido asesinados líderes de los
partidos que defendieron la
Constitucionalidad; se volaron empresas
privadas de partidarios o simpatizantes del constitucionalismo, como los
talleres de la revista ¡Ahora!
y la ferretería de Guerra
Hermanos; centenares y centenares de hombres han sido brutalmente golpeados, heridos,
torturados; en el mes de mayo de 1967 fue quemado con una granada de fósforo
vivo un senador del Partido Revolucionario Dominicano que había sido constitucionalista
ferviente. 7.
3 El
Informe Mansfield fue elaborado por un grupo de senadores norteamericanos
encabezado por el señor Mike Mansfield,
que estuvo en Viet Nam y en otros países asiáticos en el año 1965. El Informe
fue presentado a la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, que preside el
senador Fulbright.
6 En
una visita que me hizo el embajador Bunker en la primera semana de julio de
1966, mientras yo estaba en Santo Domingo, le dije que él no tardaría en ser
enviado a Viet Nam como sucesor de Cabot Lodge. Desde el año anterior (1965) yo
estaba elaborando la tesis de este trabajo —que expuse al escritor uruguayo
Hiber Conteris, quien publicó su meollo en la revista Marcha, de Montevideo, a fines de 1965— y presumía que el
pentagonismo usaría en Viet Nam las experiencias adquiridas por el Sr. Bunker
en el caso dominicano. En esta ocasión acompañaban al embajador Bunker dos
funcionarios del
Departamento de Estado, que se sonrieron
al oírme. Uno de ellos se llama…
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