Juan Bosch retornó por el aeropuerto Punta Caucedo.
1 de 10
Juan Bosch llegó a República Dominicana del exilio el 20 de octubre de 1961, tras comunicárselo dos días antes al entonces presidente Joaquín Balaguer en un telegrama desde Curazao. El deseo de Bosch de regresar al país luego de la caída del régimen de Rafael Leonidas Trujillo el 30 de mayo de ese mismo año, fue comunicado al presidente Balaguer en una reunión en privado que sostuvieron a principios de octubre en el hotel Waldorf Astoria de Nueva York.
Balaguer había ido a esa ciudad a la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde denunció los atropellos de la dictadura de Trujillo en un esfuerzo de distanciarse del régimen al que sirvió y de ablandar a la comunidad internacional para que levantara las sanciones contra el país.
El 18 octubre de 1961 el presidente Balaguer recibió un telegrama enviado por Bosch desde Curazao comunicándole su regreso y cuyo texto es el siguiente:
“Wddgx3 Curacaona 22 18 943am; Presidente Balaguer Ciudad Trujillo repdom; Llegaré Esa Pasado Mañana Viernes con Propósito Fundamental Colaborar Progreso Democratización Según Lineamientos Nuestras Conversaciones Nueva York Atentamente; Juan Bosch.
B SP18 18 Octubre-61 9:35 AM.”
Era una situación todavía convulsa porque el hijo del dictador Ramfis Trujillo Martínez continuaba al mando de las Fuerzas Armadas. El escenario para Bosch era difícil y seguían las hostilidades.
No obstante, dijo que hay que matar el miedo, “pongo pie en mi tierra en circunstancias difíciles para los dominicanos”.
Por informaciones de primeras manos que obtuvo en su ruta hacia el país se enteró detalladamente del estado de agitación en que se vivía entonces y lo atribuyó a “la fruta terrible de una situación prolongada, del miedo que ha estado padeciendo nuestro país, nuestro pueblo”.
Regresó con un discurso de convivencia democrática y parodiando a José Martí dijo: “Los dominicanos no podemos vivir como la hiena en la jaula, dándole vueltas al odio”.
“Dominicanos de todas las razas, de todas la clases sociales, de todas las categorías oficiales o no, hagamos un alto”, expuso ante una multitud concentrada en el parque Colón, de la Ciudad Colonial.
Tras descender del avión de Panamerican cerca de las 4:00 de la tarde en el Aeropuerto de Punta Caicedo, Bosch se dirigió directamente al local del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) situado en la calle El Conde número 10.
Aclamado por la muchedumbre que lo esperaba tras 23 años de de exilio le expresó: “Yo he venido aquí para pedirles esto y para servir en esto. Yo estoy dispuesto a hacer cuanto deba hacer, a arrodillarme ante quien deba arrodillarme, para que podamos sacar de mi humillación, si es necesaria, y de la disposición de ustedes, que es imprescindible, una fórmula de convivencia democrática”.
Observaba que “No hay corazón infatigable para sufrir, no hay pueblo infatigable para padecer agresiones; llega una hora en que no se puede sufrir más y en que no se puede humillar más”.
“Estamos a tiempo to davía, sostuvo, y lo digo para el pueblo dominicano, y lo digo para los gobernantes dominicanos de emprender una cruzada de corazón limpio y brazo fuerte para matar el miedo en este país, para que termine el miedo en este país, para que termine el miedo del pueblo al Gobierno y a los soldados, para que termine el miedo de los soldados y del gobierno al pueblo, para que termine el miedo de los opresores a la libertad, y para que termine el miedo de los luchadores de la libertad a sus opresores”.
“Nosotros somos una tierra pequeña, que solo podemos engrandecernos por el amor, por la virtud, por la cultura, por la bondad. Nuestro pueblo tiene básicamente amor, bondad, virtud y una gran capacidad para adquirir la cultura. Nosotros estamos en América que ha tomado ya resueltamente el rumbo de las democracias con libertades públicas y justicia social”, dijo.
Bosch con palabras casi profética advirtió: “Nuestro pueblo, nuestro país nuestro Gobierno, no pueden sustraerse a ese rumbo del destino americano; todo esfuerzo que se haga, voluntario o involuntario, para detener a la República Dominicana en la marcha hacia el destino común de América, será un esfuerzo inútil, un esfuerzo que no producirá sino nueva vez sangre, exilio, torturas, prisiones, tumbas ignoradas, corazones de madres adoloridos, hijos huérfanos que no saben donde están enterrados sus padres”.
Por eso pidió al pueblo, y en especial a la juventud, a los funcionarios públicos, a los que llevan uniformes y a los que no lo llevan, que “pensemos en nuestro pueblo, un pueblo sufrido durante más de cuatrocientos años; un pueblo cuyo sufrimiento últimamente se exaltó a términos increíbles, inexpresables”.
UN APUNTE
Vergüenza
Juan Bosch dijo que durante mucho tiempo ser dominicano fuera de Santo Domingo era casi infamante, “y nosotros teníamos que mantener en el exilio la frente alta cuando nos miraban despreciativamente o con la piedad con que se mira al que sufre sin haber cometido delito”.