MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

sábado, 29 de marzo de 2014

David se impuso a Goliat

Monumento a la Victoria de Dien Bien Phu en Hanoi. Foto: AVN
Imagine llevar sobre sus hombros una bolsa repleta de armas y municiones mientras escala una empinada ladera cubierta de maleza. Imagine que un enemigo poderoso lo acecha desde el aire y, que de ser descubierto, podría poner en peligro la vida de sus compañeros y el éxito de una campaña militar decisivo para el futuro de su nación.

¿Lo logró? Sí. Es una pesada carga.


Así debieron sentirse los combatientes vietnamitas que, al mando del General Vo Nguyen Giap, transportaron hacia Dien Bien Phu las armas que vencieron a Francia en 1954.


Dien Bien Phu no debe verse como una batalla aislada de gran envergadura, cuyo desenlace condujo de golpe al colapso del aparato militar francés en Indochina, sino como el colofón de la resistencia que durante más de un siglo libró el pueblo vietnamita contra los colonialistas europeos y de la guerra que tuvo que sostener contra estos y sus secuaces norteamericanos después de proclamada la República Democrática de Vietnam.


La exitosa campaña desarrollada entre el 13 de marzo y el 7 de mayo de 1954 significó también la culminación de ocho años de lucha en condiciones de bloqueo, frente a un agresor que se negaba a reconocer los derechos de un pueblo ya soberano y capaz de superar incontables dificultades y carencias.

Bandera  de Vietnam
A los 60 años de esta histórica batalla, Granma recuerda en qué condiciones llegó el Ejército Popular de Vietnam (EPV) a Dien Bien Phu y qué estrategia siguió para vencer al enemigo.

TEATRO DE OPERACIONES

El 2 de septiembre de 1945 el líder revolucionario Ho Chi Minh proclamó desde la Plaza Ba Dinh, en la actual ciudad de Hanoi, la fundación de la República Democrática de Vietnam (o también llamada Vietnam del Norte). El territorio indochino dejaba entonces de ser una colonia francesa para convertirse en un Estado con aspiraciones socialistas.


Francia, recién liberada de la ocupación nazi, intentó restaurar de cualquier forma su régimen sobre Indochina abortado por la Segunda Guerra Mundial. Desplegó una intensa labor para segregar el Sur del país, mediante el establecimiento de un gobierno títere con el ex emperador Bao Dai.


Fueron meses difíciles, en los que la República Democrática de Vietnam se esforzó por mantener la paz en la península, pero la injerencia del agresor francés se hizo inaceptable.


La guerra estalló el 19 de diciembre de 1946. En aquel momento los combatientes del Norte no tenían prácticamente experiencia en la aplicación del método de lucha regular, estaban mal armados y carecían de los aseguramientos necesarios; pero estaban imbuidos de un espíritu combativo muy alto y tenían plena confianza en la Dirección del Partido y del presidente Ho Chi Minh.


“(...) nuestro país es uno, nuestra nación es una (...) el Norte debe avanzar hacia el socialismo”, proclamaba el Tío Ho ante las amenazas que emergían desde Occidente por la “molesta” referencia a los principios del marxismo-leninismo desde el país asiático. A Estados Unidos nunca le gustó la idea de un Vietnam unificado y comunista, como añoraba el Padre de la Patria vietnamita.


En 1950 los países socialistas reconocieron a la República Democrática de Vietnam, lo que elevó el prestigio y la posición del joven Estado en la arena internacional. El apoyo directo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y de la República Popular China propició que a la altura de 1954 las tropas guerrilleras del General Giap estuviesen más fortalecidas.


De hecho, fuentes castrenses aseguran que en esos momentos el Ejército Popular de Vietnam ya podía considerarse una fuerza armada regular.

ATACAR SOLO PARA VENCER

En el verano de 1953, Francia atravesaba innumerables dificultades en su obstinación por proseguir la guerra. “El ejército de ocupación tenía alrededor de 450 mil efectivos en Indochina, de ellos 120 mil franceses, africanos y de la Legión Extranjera y el resto compuesto por tropas títeres. No obstante, la correlación de fuerzas se inclinaba a nuestro favor”, afirma Giap en el libro Dien Bien Phu. Memorias de la Guerra (edición del 2005).


“Las tropas enemigas estaban cansadas y desmoralizadas. En el plano político, a causa del carácter injusto de su guerra de agresión, nuestros enemigos tropezaban con la oposición cada vez más férrea del pueblo francés y de las fuerzas progresistas del mundo (…) Para salvar la situación, el imperialismo francés solicitó mayor ayuda del norteamericano, haciendo que su dependencia hacia este se incrementara sin cesar. La ayuda norteamericana cubría en 1951 el 12 % de los gastos militares franceses en Indochina, y para 1953, se incrementó al 71 %.


“Mientras Francia se hundía en una situación difícil en Indochina, EE.UU. aprovechó el armisticio de Corea para intensificar su injerencia en Vietnam y entrar en relación directa con el gobierno títere del Sur. Así se gestó el plan Navarre, como una nueva tentativa de los imperialistas franceses y norteamericanos para extender su guerra de agresión en nuestro país.


“El propio Eisenhower proclamó en reiteradas ocasiones que no permitiría en absoluto al comunismo internacional avanzar un solo paso en el Sudeste Asiático, especialmente en Indochina, territorio considerado como una posición estratégica de suma importancia”.


En el otoño y el invierno de ese año, el ejército de ocupación estableció una poderosa fuerza móvil en la llanura de Bac Bo, que llevó a cabo un sangriento patrullaje para destruir las bases del Ejército Popular de Vietnam, a fin de detener y desgastar sus tropas regulares y obligarlas a permanecer en actitud defensiva.


A principios de 1954 el enemigo preveía aprovechar el descanso forzoso de “las fatigadas tropas vietnamitas” para transportar una gran parte de sus fuerzas móviles hacia las zonas de combate en el Sur del país, ya que precisamente en este momento del año las condiciones climáticas allí eran más favorables. Su intención era recuperar los territorios que permanecían liberados.


Sin embargo, Francia recibió información de sus fuentes de inteligencia que indicaban el desplazamiento de varias unidades vietnamitas en dirección noroeste. Ello los obligó a cambiar de estrategia. El 20 de noviembre de 1953, seis batallones de sus fuerzas móviles fueron lanzados en paracaídas en la llanura de Muong Thanh y ocuparon Dien Bien Phu.


Según el General Giap, las tropas vietnamitas estaban determinadas a “agujerear” el plan Navarre. “Nuestra estrategia consistía en utilizar una parte de nuestras fuerzas regulares para atacar las direcciones donde el enemigo fuese vulnerable y, paralelamente, aprovechar todas las ocasiones propicias para batirlo mediante acciones de guerra de movimiento. Al mismo tiempo intensificar la guerra de guerrillas en su retaguardia y fortalecer en nuestras zonas liberadas la actividad de las fuerzas regionales, las formaciones de milicianos, los guerrilleros y el pueblo, a fin de relevar paulatinamente a las tropas regulares que pudiesen cumplir otras misiones”.

Para garantizar el éxito —afirma Giap en su libro—, era preciso atacar cuando hubiese seguridad de vencer, librar las acciones combativas en los lugares escogidos como más favorables para sus tropas, elegir acertadamente los puntos más débiles del enemigo y presionarlo por allí. Así llegaron los combatientes del EPV a Dien Bien Phu.
EL GOLPE MORTAL

Dien Bien Phu era en ese momento un pequeño poblado en un valle rodeado de montañas, en el más vasto, rico y populoso de los cuatro grandes llanos del noroeste del país. Poseía desde entonces un importante nudo de carreteras que comunica con varias ciudades de relevancia económica. Los imperialistas la veían como una plataforma para la expansión y agresión en el Sudeste de Asia, y un lugar ideal para diezmar a las tropas regulares vietnamitas si estas se decidían a atacarlo.

De acuerdo con la narración del General Giap, “Dien Bien Phu tenía las características generales de una fortaleza, pero con particularidades (…) Su abastecimiento y refuerzo dependían enteramente de la vía aérea, desde aeródromos muy lejanos. Si se interrumpía o limitaba el empleo de esta vía, la región fortificada muy pronto revelaría su debilidad.
“Como consecuencia de nuestra ofensiva de invierno, las tropas enemigas se habían ido disgregando y previmos que esa tendencia se acentuaría en los días venideros (…) Al igual que nuestro enemigo, nosotros escogimos Dien Bien Phu para librar allí una batalla decisiva y obtener un triunfo estratégico”.

En Dien Bien Phu. Memorias de la Guerra, el legendario jefe militar vietnamita resume las etapas de la batalla de la siguiente manera: primero, el Ejército Popular de Vietnam destruyó las posiciones periféricas de las tropas francesas en el norte y el nordeste. Luego, en la más larga y encarnizada etapa, las fuerzas vietnamitas atacaron el dispositivo de defensa principal en la zona central, ocuparon las colinas situadas al este del aeródromo de Muong Thanh y crearon progresivamente un cinturón de fuego en torno a las restantes posiciones enemigas, estrechando el cerco cada vez más con vista a cortarle el abastecimiento y los refuerzos a los galos. En ese sentido, la tercera etapa —orientada a ocupar todas las fortificaciones— fue muy corta, porque las condiciones favorables ya habían sido creadas.


“El 7 de mayo a las 14:00 horas, una de nuestras unidades se lanzó al ataque del punto de resistencia número 507 cerca del puente de Muong Thanh. La reacción enemiga —dice Giap— fue pusilánime. Francia izó la bandera blanca y se rindió. Aprovechando esta victoria, nuestras tropas se apoderaron sucesivamente de los puntos de resistencia números 508 y 509 en la ribera izquierda del Nam Rom.


“A las 15:00 horas, nuestras tropas recibieron la orden de atacar sin esperar a la noche y lanzar un asalto general partiendo del este y del oeste, ambos en dirección al puesto de mando enemigo. Por dondequiera que irrumpieron nuestras tropas, el enemigo alzó la bandera blanca y se rindió. A las 17:30 horas nuestras tropas ocuparon el puesto de mando e hicieron prisionero al general De Castries y a todo el Estado Mayor de la región fortificada de Dien Bien Phu (…).


“La bandera de nuestro ejército, que llevaba en letras doradas el lema de ‘resueltos a combatir, determinados a vencer’, flotó sobre el valle”.


David se había impuesto sobre Goliat.

¿Qué pierde Estados Unidos con Crimea?

Mapa Ucrania Foto: 5daysforthecuban5.com
Una vez más Obama tropezó con Putin. En esta ocasión, aunque el conflicto comenzó en escenarios ucranianos, Washington y Moscú han tenido papeles protagónicos. En un contexto de pérdida de hegemonía, mientras se están reconfigurando las relaciones internacionales, Estados Unidos intentó actuar como potencia unipolar, pero no calculó la firmeza de las posiciones rusas ni las decisiones soberanas de los habitantes de Crimea.

¿Por qué Washington convirtió esa región en el centro de su política exterior?


“Ucrania es la más importante de las repúblicas ex soviéticas —excepto Rusia—, y por lo mismo una pieza clave en el entorno estratégico de Rusia”, dijo a Granma Ernesto Domínguez, del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (Cehseu) de la Universidad de La Habana.


Por su posición geográfica, recursos y población, sería un escenario ideal para desestabilizar a Moscú —explicó el experto—, mediante la apertura de una brecha en su esfera de influencia inmediata, además de que, en caso de entrar a la OTAN, o al menos a algún acuerdo militar que permita instalar bases en suelo ucraniano, la fuerza aérea y los misiles de mediano alcance estarían a relativamente poca distancia de Moscú.


En el caso específico de Crimea —continuó Domínguez—, es la base principal de la flota rusa, y significa, conjuntamente con su posición geográfica, el control del Mar Negro y de todas las rutas marítimas meridionales de Rusia.


Precisamente por esa importancia geoestratégica, los intentos desestabilizadores podrían haber sido planeados desde hace años. Expertos han advertido que Zbigniew Brzezinski, asesor de Seguridad Nacional durante el gobierno de James Carter, y uno de los oráculos de la política exterior norteamericana, ha abogado por la incursión en Ucrania para evitar el fortalecimiento de Rusia.


“Ucrania, un espacio nuevo e importante en el tablero euroasiático, es un pivote geopolítico porque su misma existencia como país independiente ayuda a transformar a Rusia. Sin Ucrania, Rusia deja de ser un imperio euroasiático”, escribió en 1997 en su libro El gran tablero mundial. Sin embargo, si Moscú recupera el control sobre Ucrania, así como el acceso al Mar Negro —añadió Brzezinski—, recupera automáticamente de nuevo “los medios para convertirse en un poderoso estado imperial, que abarca Europa y Asia”


Su definición de “pivotes geopolíticos” incluye los Estados cuya importancia se deriva no de su poder sino de su ubicación, que en algunos casos les da un papel especial ya sea para definir el acceso a áreas importantes o para negar recursos a un jugador importante. Bajo ese concepto incluyó entonces a Ucrania, Azerbaiyán, Corea del Sur, Turquía e Irán.


Eso puede explicar por qué Brzezinski ha querido satanizar al presidente ruso en la prensa estadounidense. Ha llegado incluso a compararlo con Adolf Hitler, algo a lo que se sumaron luego influyentes políticos como la ex secretaria de Estado Hillary Clinton, y los senadores John McCain y Marco Rubio.


¿Hasta dónde está dispuesto a presionar Estados Unidos?


Para Evelio Díaz, profesor titular de la Universidad de La Habana, y especialista en temas europeos, Moscú mantendrá una posición enérgica. “En la medida en que Rusia se ha fortalecido ha logrado sacar a Estados Unidos de Asia Central”. Por eso, perder Crimea sería para los rusos retroceder lo que han alcanzado a nivel internacional con sus posiciones de defensa de la multipolaridad ante los conflictos de Siria e Irán.


El académico vaticina que Washington tratará de agravar las sanciones, pero advierte también que Rusia tiene un vínculo muy estrecho con la economía norteamericana. En su opinión, lo más probable es que incluso Kiev finalmente tenga que acercar posiciones con Moscú.


La semana pasada, el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, dijo que su país cambiaría de socios si Estados Unidos y la Unión Europea insistían en la aplicación de sanciones.


“Si un socio económico de una parte del mundo impone sanciones, prestaremos nuestra atención a otros socios en otras partes del mundo; el mundo no es unipolar, vamos a centrarnos en otros socios económicos”, dijo Peskov, citado por la agencia Ria Novosti.


“Queremos mantener buenas relaciones con la UE y EE.UU., especialmente con la UE, ya que es el principal socio de la Federación de Rusia en el campo económico, de la inversión y del comercio. Nuestra mutua dependencia económica sugiere que necesitamos preservar unas buenas relaciones”, declaró Peskov.


En Foreign Affairs, la más importante revista del establishment norteamericano, dos analistas —Peter Liberman y Julie A. George— escribieron que las sanciones impuestas hasta ahora contra Rusia “son reproches más que castigos”, y que realmente “ningún poder extranjero quiere un enfrentamiento militar con Rusia”.


Asimismo, consideraron que las sanciones económicas multilaterales son “poco probables”, porque ningún país renunciará a las importaciones de petróleo y gas rusos para castigar a Moscú, y “Ucrania occidental, en particular, sufriría económicamente si se interfiere en las tuberías de gas ruso que atraviesan por ese país hacia Europa”.


El Ministerio de Exteriores de Rusia advirtió el viernes que aunque la eficacia de las sanciones será nula, las relaciones bilaterales se verán perjudicadas inevitablemente.


“Washington no debería engañarse porque la eficacia de las sanciones es nula desde el punto de vista de los intereses estadounidenses. En cambio, sí habrá un daño inevitable para la relación bilateral por estas acciones irresponsables”, indicó en un comunicado el portavoz de la cancillería, Alexandr Lukashévich.

En Bolivia La aplicación de un modelo inclusivo marca la diferencia con otros implementados anteriormente

La entrega del bono Juancito Pinto es uno de los ejemplos de la redistribución de ingresos en Bolivia. Foto: ABI
LA PAZ.— Bolivia marcha a la vanguardia de la política redistributiva de los ingresos económicos de la población, afirmó el viernes el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Luis Arce.

Esa política que se desarrolla en el país es el resultado de la aplicación del modelo económico, social, comunitario y productivo, subrayó el titular.


Estamos a la vanguardia en ese sentido y ese es el secreto que marca la diferencia contra otros modelos económicos, aseveró Arce en entrevista concedida a la emisora Red Patria Nueva. Recordó que el esquema se basa en la nacionalización de los recursos naturales y la generación de excedentes para su redistribución entre la población.


El ministro boliviano resaltó que hasta el Fondo Monetario Internacional habla hoy de la redistribución de ingresos en Bolivia, materializada en el bono Juancito Pinto, la Renta Dignidad, bono Juana Azurduy e incrementos salariales.


Arce señaló que actualmente los bolivianos ahorran a un ritmo interesante en las entidades financieras, lo que demuestra que la microeconomía en el país va de mano de la macroeconomía.

¿RELACIÓN CAUSA-EFECTO O CAUSA-DEFECTO? CUIDADO CON LAS CONCLUSIONES PRECIPITADAS


¿El café acorta la vida? ¿Los empleados públicos están mejor pagados que los privados? ¿Las amas de casa son más conservadoras y católicas que las mujeres trabajadoras? Preguntas como estas suelen ser mucho más difíciles de responder de lo que puede parecer a primera vista. Y es que la deducción precipitada de una relación causa-efecto de cualquier asociación o correlación es una de las fuentes más extendidas de interpretaciones erróneas, que frecuentemente confunden -o manipulan intencionadamente- a la opinión pública, como ilustraremos con unos ejemplos.
Hay una percepción generalizada que el café perjudica la salud, que parece tener su justificación en la mayor mortalidad (ajustada por edad) de los bebedores de café, nuevamente confirmada el año pasado en un estudio muy amplio. Pero en aparente contradicción con esta tendencia, en el mismo estudio el café se revela como un factor reductor de la mortalidad, cuando en el análisis se incluyen otros hábitos que pueden influir en la mortalidad, como el consumo de tabaco y de alcohol, la dieta y la práctica de ejercicio físico. Resulta que los bebedores de café tienen mayor tendencia a hábitos poco saludables, por lo que su mayor mortalidad sería más bien debido a dichos hábitos y no al café, que hasta podría (véase el último párrafo de este artículo) contrarrestar en parte el efecto perjudicial de los malos hábitos. Por lo tanto, si la comparativa se lleva a cabo entre personas que salvo su consumo de café tienen los mismos hábitos, los bebedores de café tienen una mortalidad inferior, peroparadójicamente de media su mortalidad es superior, debido al mayor peso relativo de los bebedores de café en los grupos de peores hábitos y por tanto mayor mortalidad.
Otro ejemplo lo encontramos en una nota de prensa del Instituto Nacional de Estadística sobre la distribución salarial en España, que destacó que los salarios eran más elevados en el sector público que en el privado, lo cual en su momento causó bastante revuelo mediático. Pero una lectura completa de la nota aclara (en el tercer párrafo de la página 3) a qué se debe este hecho aparentemente sorprendente: Como cabe esperar, el salario aumenta apreciablemente con el nivel de formación y resulta que en los niveles de estudios superiores hay un mayor peso relativo de los asalariados del sector público, sobre todo de Sanidad y de Educación. Ello explica la diferencia salarial, que por tanto no es atribuible al carácter público o privado del empleo. Desgraciadamente no se incluyó una comparativa de los salarios públicos y privados dentro de cada nivel de formación, que es lo que realmente permitiría sacar conclusiones sobre ventajas salariales de uno u otro sector, pero de la explicación de la nota se deduce que la diferencia a favor del sector público desaparece y como hemos visto en el ejemplo del café y de la mortalidad, hasta podría invertir su signo. Por tanto, el mero hecho de unos mayores salarios en el sector público en general nada nos dice de ventajas salariales, pero fue precisamente eso lo que se encargaron de difundir ampliamente algunos medios de comunicación, pasando por alto la verdadera explicación de la diferencia.
Frecuentemente, también los resultados de un sondeo de opinión revelan asociaciones entre determinadas condiciones de los encuestados y sus opiniones, convicciones o creencias, como por ejemplo que en España las amas de casa tienden a ser significativamente más conservadores y católicas que otras mujeres. (Véase la nota metodológica al final del artículo citado para la definición del concepto de ama de casa en este contexto.) Pero concluir que estas tendencias políticas y religiosas guardan una relación causal en uno u otro sentido con el hecho de ser ama de casa es precipitado, porque como el propio artículo revela, las amas de casa predominan en franjas de edad más elevadas, en municipios pequeños y en niveles de formación bajos, todo ello factores que pueden influir en el perfil político y religioso y que por tanto podrían estar detrás de las correlaciones detectadas con el perfil político y religioso (como el tabaco, la dieta, etc. en caso de la mortalidad de los bebedores y no bebedores de café; o el nivel de formación en el caso de los salarios de los empleados públicos y privados). Por ello, en un estudio presentado en el XI Congreso Español de Sociología, analizamos los datos de la encuesta incluyendo todos estos potenciales factores de confusión en el análisis. Hallamos que efectivamente los factores mencionados tienen una asociación con el perfil político y religioso, pero que explica sólo parte de las diferencias entre amas de casa y otras mujeres. Es decir, a diferencia de los dos ejemplos anteriores, comparando mujeres de la misma edad, el mismo tamaño de municipio y el mismo nivel de formación, las amas de casa siguen siendo significativamente más conservadoras y más católicas, aunque en menor medida que en la comparativa global, donde los mencionados factores aumentan la diferencia.
Es importante destacar que el análisis no demuestra que la diferencia política y religiosa que persiste tras tener en cuenta edad, hábitat y formación, guarda realmente una relación causal con la condición de ama de casa. Podría responder también a otros factores de confusión de los cuales no disponemos de datos. Lo único que se puede afirmar -con criterio sociológico y no estadístico- es que dicha relación causal es razonable y que no consta otro factor no tenido en cuenta que podría tener un efecto de confusión relevante. Otra cuestión a la que solamente se puede contestar con criterio sociológico -y no estadístico- es la orientación de la relación causal, es decir si el perfil político y religioso es una causa de la elección de ser ama de casa (que parece la opción más verosímil) o más bien una consecuencia de esta dedicación.
De la misma forma, tampoco el estudio de la asociación entre café y mortalidad, citado al principio del artículo, demuestra que estamos realmente ante un efecto protector del café, como sus propios autores dejan claro. Al igual que la correlación positiva entre consumo de café y mortalidad se invierte cuando se tienen en cuenta los mencionados hábitos, convirtiendo el café en un factor reductor de la mortalidad, pueden existir más factores que de incluirse en el estudio supondrían que la asociación se reduzca o que desaparezca o que vuelva a invertirse. Por ejemplo las personas que beben mucho café podrían tener una menor mortalidad por tener una tendencia a ingerir muchos líquidos en general. Se trata de una limitación intrínseca de los estudios observacionales, que solamente se podría evitar asignando los participantes del estudio aleatoriamente a diferentes grupos, a cada una de la cuales le correspondería una determinada dosis de café diaria, como sucede en los ensayos clínicos. Debido a la asignación aleatoria, los grupos serían razonablemente parecidos en lo referente a sus demás hábitos, por lo que desparecerían los sesgos y habría una evidencia mucho más fuerte de que las diferencias observadas entre grupos sean realmente efectos del café. Obviamente se trataría de una fuerte intervención en la vida de los participantes, inviable para un estudio de estas dimensiones.
Artículo de , visto en huffingtonpost.es

EL “MILAGRO” CHINO DESDE UN ANÁLISIS CULTURAL

EXPLICANDO LA CRISIS ESPAÑOLA Y EL “MILAGRO” CHINO DESDE UN ANÁLISIS CULTURAL

Llegué a China por primera vez en septiembre de 2011, en plena borrasca de la crisis económica, con la intención de investigar sobre la relación entre los valores éticos tradicionales y el auge económico del país.
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El caso es que, durante estos dos años y pico estudiando los distintivos de la educación familiar y escolar, la profesionalización de los universitarios, o el carácter distintivo de las empresas chinas, he aprendido casi tanto sobre la sociedad española como sobre la china.
Antes de embarcarme en el trabajo de campo ya me había topado con varias referencias a este curioso fenómeno, pero no tenía ni idea de que eso de mirarse a sí mismo en el reflejo de otra cultura pudiese llegar a ser tan enriquecedor.
Claro que, ese enriquecimiento no se produce por las buenas, y antes de ser capaz de verse en el espejo de “los otros” hace falta abandonar ese tentador vicio etnocentrista que supone tratar de proyectarse a uno mismo y a sus referentes culturales sobre los demás.
Y fue precisamente de ese modo como acabé dándome cuenta de que, desde un punto de vista antropológico, compartimos con los chinos tantos o más rasgos que los que nos unen a ese, sin duda, singular modelo de sociedad que promovió el protestantismo, en especial aquel de corte calvinista.
Max Weber, uno de los “gigantes” de la sociología, consideraba que el calvinismo fue una pieza fundamental para el desarrollo del capitalismo, ya que, según explicó en La ética protestante y el espíritu del capitalismosu particular visión de la predestinación generaba un enorme nivel de tensión entre este mundo y el otro mundo a sus creyentes, quienes abrazarían la solución del trabajo ascético como forma de alivio.
Dicho de otro modo, el calvinismo, que era, en esencia, otra forma de puritanismo, contribuyó a generar un estilo de vida que elevó al trabajo como principal forma de realización personal y colectiva. Pero olvidémonos de eso de gozar de los frutos del trabajo, porque desde la particular perspectiva del calvinismo, esa actitud, tan propia del catolicismo, constituía un detestable signo de   hedonismo y una distracción fatal a la hora de tratar de averiguar si uno estaba destinado a la salvación.
Es por ello que, según sostenía Max Weber, fue en las áreas de influencia del calvinismo donde se produjo una mayor capacidad de ahorro y acumulación de capital, requisitos indispensables para poner en marcha ese proyecto profundamente transformador que conocemos como Revolución Industrial.
¿Y qué hay del resto de culturas y civilizaciones ajenas al peculiar estilo de vida protestante?
Para la época en que escribió Max Weber, ya se habían comenzado a industrializar otros países de mayor presencia católica, tendencia que interpretó básicamente como fruto de la“adopción” del modelo de organización y producción liderado por el protestantismo para, de ese modo, ponerse a la altura de las cotas de modernización social y económica de las principales potencias.
Sin embargo, el sociólogo alemán se mostró muy tajante a la hora de descartar la posibilidad de que  esas otras culturas y civilizaciones pudiesen dar lugar a una génesis del capitalismo en sus propios términos.
Esta es, básicamente, la conclusión a la que llegó en relación a China, a la que veía incapaz de modernizarse a través de sus propias bases culturales, aunque ya vaticinó que, en el caso de que optase por “importar” el modelo de modernización occidental, podría llegar a desarrollar su economía incluso más exitosamente que Japón.
Como era de esperar, los planteamientos de Weber han recibido cantidad de críticas a lo largo del siglo que nos separa del momento en que fueron publicadas muchas de sus obras. Sin embargo, si echamos un vistazo a los efectos de la última crisis económica sobre las diversas áreas de influencia religiosa, no cabe duda de que aquellas de cuño protestante se están recuperando de forma mucho más satisfactoria que las de influencia católica, ortodoxa, o islámica.
¿Y qué pasa con el “milagro” de China? Pues veremos hasta qué punto son capaces de mantener en  marcha su “capitalismo de Estado”, porque no está nada claro que dicho modelo pueda superar la lógica perversa de ese “capitalismo de rapiña” que, según el propio Weber, pusieron en práctica las élites confucianas durante el Imperio Chino, y que parecen seguir manteniendo las élites comunistas en la actualidad.
Por otra parte, dentro de las aportaciones de Max Weber sobre esta cuestión existen otros aspectos más sutiles y más complicados de extraer, pero que nos ofrecen pistas de lo más reveladoras a la hora de comprender el carácter de los diferentes modelos de modernización, incluido el de España.
En el caso de mi investigación, todo comenzó a encajar cuando pasé a utilizar un esquema conceptual que derivé de su línea teórica (en particular de la Teoría de los estadíos y direcciones del rechazo religioso del mundo) y que se basa en las relaciones entre los linajes patriarcales, las organizaciones religiosas y el Estado.
Se trata de un esquema que, según el caso, puede resultar mucho más eficiente que aquel basado en los conceptos de “tradición” versus “modernidad”, y que puede actuar a modo de puente entre   teorías antropológicas y sociológicas.
A mi modo de ver, dicho puente resulta especialmente revelador al conectar las teorías de Max Weber con la teoría de Claude Lévi-Strauss sobre el origen de la cultura como fruto original del tabú del incesto.
De acuerdo con Lévi- Strauss, el tabú del incesto habría supuesto una primera limitación a la endogamia en el seno de la sociedad primitiva, obligando a sus miembros a buscar pareja más allá de los lazos de parentesco.
Esta primera “renuncia” o limitación a los impulsos naturales daría lugar a lo que Max Weber denominaba como “comunidad natural del linaje”, un modelo de organización social generalmente basado en los linajes patriarcales (mucho más comunes que los escasos y controvertidos casos de sociedades matriarcales).
Hablamos de un modelo que toma a la familia como unidad de medida y como modelo a través del cual observar y ordenar el mundo, un modelo que, según Max Weber, estaba caracterizado por una visión particularista que acostumbraba a entender los conflictos partiendo de la posición social específica de los implicados.
Este tipo de sociedad se regiría por principios como el de la piedad filial, o la obediencia y lealtad hacia padres y patriarcas, ordenando a estos últimos en una compleja y tensa jerarquía más bien ajena a valores abstractos y universales como los de igualdad o justicia.
En la China Antigua, las constantes tensiones por ocupar el cargo de “padre de padres” conducirían a la instauración de los célebres exámenes y las oposiciones al funcionariado, una brillante solución de movilidad social (todavía vigente) que permitiría el acceso a mayores cotas de estatus sin recurrir a los lazos de parentesco.
Pero, al mismo tiempo, supuso una solución prácticamente opuesta a la tomado por Occidente, sobre todo a partir del declive del Imperio Romano, cuando las organizaciones religiosas comenzaron a constituir una alternativa de estructuración social basada en un modelo de hermandad de fe en competencia con los lazos de parentesco.
Así pues, mientras dichas hermandades fueron perseguidas y relegadas a un segundo plano en China por su actitud impía hacia las lealtades familiares, en la roma de los patricios, las organizaciones cristianas ganaron terreno como agentes capaces de re-organizar la sociedad en torno a los valores absolutos que provenían de un Dios omnipotente y juez supremo de los hombres como iguales.
En el caso de China, el nuevo mecanismo encargado de limitar los impulsos de la “comunidad natural” del linaje fue de naturaleza esencialmente mundana (prácticamente técnica), y dio lugar a una burocracia que se adelantó en muchos siglos a su versión occidental.
En el caso de Roma, la re-estructuración social llegó a cargo de la creciente referencia a un plano metafísico o “ultramundano” (en términos weberianos), y se guió por la búsqueda y realización de una serie de valores universales de origen divino.
De ese modo, la civilización occidental giró hacia una visión (teodicea en términos de Weber) que, básicamente, rechazaba el mundo como un mero “valle de lágrimas”, dando lugar a un periodo histórico mucho menos orientado a los logros mundanos. Por ello, no es de extrañar que exploradores occidentales como  el célebre Marco Polo quedasen maravillados por la prosperidad de aquel lejano y exótico reino que hallaron al final de la Ruta de la Seda.
Sin embargo, tal y como defiende la teoría de Max Weber, todo acabaría cambiando con el auge del protestantismo, y en especial del calvinismo, que bien podríamos interpretar como la apuesta por un modelo de sociedad todavía más reacio a los lazos de parentesco, y muchos más preocupado por la relación entre colectivo e individuo.
Gráfico de Eurostat sobre el desempleo juvenil
Gráfico de Eurostat sobre el desempleo juvenil: Los países de mayor presencia protestante se concentran en la mitad menos afectada.
No obstante, tampoco hay que olvidar que dicho auge vino acompañado de avances tan decisivos como el de la imprenta, que haría factible la posibilidad de libre interpretación de las escrituras sagradas.
Pero lo más relevante, a mi modo de ver, es precisamente ese nuevo paradigma de lo colectivo y lo individual que promovió el protestantismo, paradigma que, en principio, se sustenta sobre una serie de valores universales abiertos a toda la humanidad.
Sin embargo, en la práctica, el delicado equilibrio entre deberes y derechos colectivos e individuales que diferenciaría a las sociedades protestantes, actuó como un verdadero muro de exclusión para los ajenos a dicho modelo de convivencia.
Esta fue una de las causas de que buena parte de la minoría protestante del Norte de Europa terminase escapando a Norteamérica, donde prácticamente aniquilaron a la población nativa, a la que, probablemente, encontraron más distantes culturalmente de lo que hubiede parecido a ojos de los conquistadores católicos, más proclives al intercambio cultural.
Y esa es, precisamente, la gran paradoja que arrastran las potencias de cuño protestante, que se ven a sí mismas como abanderadas de unos valores universales que sólo son capaces de mantener en el seno de sus sociedades, mientras que fuera de ellas aplican esa fría y letal racionalidad dominadora que Max Weber temía nos empujase a su denostada “jaula de hierro”.
¿Y cuál es el lugar que ocupa la España en esta particular visión de la modernización?
Pues me temo que se trata de una posición un tanto contradictoria.
Por un lado, es innegable que se dispone de un sustrato cultural muy proclive a esa racionalidad orientada a la dominación que han requerido indispensablemente los procesos de modernización.
Pero, por otro lado, resulta igual de indudable que nuestra sociedad adolece de un modelo de lo colectivo y lo individual que, muy a menudo, acaba dominado por la primacía de los lazos de parentesco y las relaciones inter-familiares.
Eso hace que vivamos nuestra particular aventura de modernización como un camino lleno de dudas e inseguridades.
Por ejemplo, a la mayoría nos gusta definirnos como demócratas convencidos y defensores de una sociedad que recompense a los que más contribuyan, o a los que más contribuyan en comparación a lo que pueden hacer (que es una de las más nobles visiones heredadas del catolicismo).
Sin embargo, a la hora de la verdad, en cuanto damos el paso de crear una empresa, o  en cuanto accedemos a un cargo de importancia, nos vemos acosados por todo tipo de presiones para que favorezcamos a miembros de nuestra red de parentesco, opción que también cuenta con un gran apoyo en términos morales.
Mientras los británicos y los estadounidenses tienen una cultura política orientada a sospechar siempre de los cargos políticos y vigilarlos celosamente, en España (así como en buena parte de Latinoamérica y los países del Mediterráneo) cuesta mucho ir más allá de la sospecha y la crítica, ya que al llegar el momento de tomar medidas extraordinarias, siempre acaban surgiendo las dudas de si no estaremos atacando injustamente al patriarca de turno, y al finaloptamos por esperar a que ese nepotismo que criticamos colectivamente nos salve a título individual.
Y en esto, queridos amigos, nos parecemos muchísimo a los chinos, quienes son muy conscientes de todo lo injusto que les rodea, pero prefieren esperar pacientemente a que les llegue ese “enchufe” tan ansiado en lugar de exigir los cambios profundos que requiere la construcción de una sociedad verdaderamente democrática. Pues, a fin de cuentas, ¿quién no tiene un contacto por ahí?
Por otra parte, en estos dos años y pico que llevo viviendo en China, en más de una ocasión me ha parecido estar presenciando los mismos errores en materia económica que llevaron al traste a la “insegura” economía española, aunque es probable que el desastre que aguarde al gigante asiático no sea tan serio como el sufrido por España.
¿Por qué? Pues principalmente porque China es un país cuyos líderes son muy conscientes de las “trabas” culturales que pueden encontrarse a la hora de llegar conquistar las cotas de desarrollo de Estados Unidos, y por eso mismo se están preocupando mucho de invertir en ciencia y tecnología, dos ámbitos de lo más determinante para el porvenir de las civilizaciones modernas.
Muchas veces me pregunto qué fue lo realmente decisivo para la modernización de Occidente, si el invento de la imprenta, o el auge del calvinismo, aunque probablemente lo fueron ambas al mismo tiempo y de forma inseparable.
Y por esa misma razón, si de verdad importa el futuro, en España quizás convendría trasladar el foco de discusión pública hacia este tipo de cuestiones culturales más profundas y más decisivas, comenzando por preguntas tan simples como la de cómo nos vemos a nosotros mismos como sociedad, y hacia dónde nos gustaría encaminarnos.
Quizás alguien me tache de megalómano o de ingenuo, pero, que yo sepa, han sido precisamente esos necesarios momentos de reflexión colectiva, a menudo motivados por graves problemas, los que han marcado el inicio de los más inspiradores proyectos sociales.
Artículo de Javier Telletxea Gago, columnista del Blog Ssociólogos y creador del Blog Historias de China

Publicado por:Javier Telletxea Gago

Me llamo Javier Telletxea y soy un investigador social residente en China desde Septiembre de 2011. Durante este tiempo he realizado estudios de campo que me han llevado a cooperar con diversas universidades, empresas y órganos del gobierno en China. En estos momentos disfruto de una beca de doctorado del Instituto Confucio y resido en Changchun, Jilin. Mi objetivo es ofreceros el entramado social y cultural de los fenómenos chinos para que comprobéis que, en el fondo, no somos tan diferentes. Puedes leer todos mis artículos en el blog Historias de China.

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