MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

miércoles, 25 de mayo de 2016

Clinton y Trump: ¿Nuclearizados o lobotomizados?



Introducción


Más de la mitad del electorado estadounidense contempla con horror y desdén a los dos principales candidatos para las elecciones presidenciales de este año.

Por el contrario, la totalidad de las grandes corporaciones de medios de comunicación, en EE.UU. y en el extranjero, repiten alabanzas a las grandes virtudes de Hillary Clinton y acusaciones viscerales a Donald Trump.

Los analistas de los medios y las élites financieras, académicas y empresariales describen la posible presidencia de Clinton como una de responsabilidad, seguridad nacional, prosperidad empresarial y normalidad política.

Por el contrario, pintan al candidato republicano Donald Trump como una terrible amenaza que podría destruir el orden económico y militar global, polarizar la sociedad estadounidense y conducir a unos Estados Unidos aislados y proteccionistas hacia una profunda recesión.

Esa retórica enrarecida, que exagera las virtudes de un candidato y los vicios del otro, ignora las consecuencias trascendentales de la elección de uno u otro candidato. Hay una fuerte probabilidad de que la elección de la ultramilitarista Hillary Clinton conduzca al mundo a una catastrófica guerra nuclear global.

Por otro lado, el ascenso de Trump a la presidencia posiblemente provocaría una oposición económica global sin precedentes por parte del establishment empresarial, que llevaría la economía de EE.UU. a una profunda depresión.

No se trata de afirmaciones ociosas. Las consecuencias destructivas de la presidencia de uno u otro candidato deben analizarse mediante un análisis sistemático de la política exterior del pasado y del presente de la Sra. Clinton y de la convicción del Sr. Trump de ser capaz de transformar EE.UU. de un imperio en una república.

Clinton en la senda a la guerra nuclear

Durante el último cuarto de siglo, Hillary Clinton ha promovido las guerras más salvajes y destructivas de nuestro tiempo. Es más: cuanto mayor ha sido su implicación en la elaboración de políticas imperiales y en la implementación la política exterior, más cerca hemos estado de la guerra nuclear.

Para identificar la senda de Hillary Clinton hacia la guerra global es necesario analizar tres momentos cruciales. El inicio de la historia sangrienta de Hillary puede datarse en la de facto presidencia conjunta con su marido Bill Clinton (1993-2001).

Fase I: La presidencia conyugal militarista (1993-2001)

Durante la presidencia conjunta de Hillary con William Clinton (el Régimen Billary), la Primera Dama promovió activamente una toma del poder militarizada agresiva de Europa del este, los Balcanes, Oriente Próximo y África del Este, a menudo invocando su doctrina mesiánica favorita de “intervención humanitaria y cambio de régimen”.

Esto justificó el implacable bombardeo de Irak, que destruyó sus infraestructuras y aisló a su población para matarla de hambre mientras se preparaba la división del territorio siguiendo líneas étnicas y religiosas. Más de 500.000 niños iraníes fueron asesinados, tal y como justificó orgullosamente la entonces secretaria de Estado Madeleine Albright (1997-2001) y elogiaron los Clinton.

De la misma manera, Yugoslavia sufrió más de 1.000 bombardeos a cargo de las fuerzas aéreas de la coalición humanitaria de EE.UU. y con misiles de crucero desde el 24 de marzo al 11 de junio de 23009, en el proceso de subdividir el país en 5 mini-estados subdesarrollados “étnicamente limpios”. Miles de fábricas, edificios públicos, puentes, trenes de pasajeros, emisoras de radio, embajadas, complejos de apartamentos y hospitales fueron devastados; más de 1 millón de víctimas se convirtieron en refugiados y cientos de miles fueron heridos o muertos.

La “presidencia conyugal” consiguió realizar la guerra de agresión más sangrienta en Europa desde la invasión nazi en la Segunda Guerra Mundial, con el fin de subdividir una federación étnicamente diversa e industrialmente avanzada cuya política exterior independiente había hecho enojar al imperio empresarial occidental.

Los Clinton lanzaron la invasión militar de Somalia (en África del Este) para imponer un régimen vasallo, que provocó la muerte de muchos miles y una guerra regional imperial. Ante la resistencia desesperada popular de los somalíes, los Clinton se vieron forzados a retirar las tropas estadounidenses y sustituirlas por miles de mercenarios del África subsahariana y Etiopía, cuyas muertes pasarían desapercibidas para el electorado de EE.UU.

Desde 1992 hasta 2001, la maquinaria bélica de los Clinton contribuyó a instaurar el Estado vasallo cleptocrático de Yeltsin en Rusia, facilitando el mayor saqueo de recursos estatales en tiempos de paz de la historia mundial.

En la era de fragmentación postsoviética, los gánsteres estadounidenses y británicos aliados con los sionistas, las autoridades y “académicos” afiliados a los Clinton y los banqueros de Wall Street se apoderaron de más de 1 billón de dólares en activos públicos. Bajo el vasallaje de Clinton, la totalidad del sistema sanitario de la Unión Soviética fue eliminado y la Rusia de Yeltsin sufrió una disminución de población de 4,3 millones de ciudadanos, principalmente a causa de las enfermedades, el alcohol y las drogas, suicidios, malnutrición, desempleo, pérdida de salarios y pensiones y una epidemia sin precedentes de tuberculosis y enfermedades infecciosas que se creían erradicadas, como la sífilis y la difteria.

Senadora Hillary Clinton: Crímenes de guerra por asociación: 3 de enero, 2201-21 de enero, 2009

Durante el régimen dinástico de Bush hijo, la senadora Clinton apoyó la maquinaria de guerra estadounidense “que sembró muerte y destrucción por las cuatro esquinas del planeta” (en palabras de Bush hijo). Millones de personas en Irak y Afganistán murieron o huyeron aterrorizadas. Bush se limitó a profundizar y ampliar el caos iniciado por la presidencia conyugal de los Clinton una década antes.

La senadora Clinton promovió la invasión estadounidense directa y no provocada de Irak y la guerra en Afganistán. Así mismo respaldó las sanciones económicas contra Irán y dio su bendición al ataque israelí contra los palestinos en la Franja de Gaza y Cisjordania y las matanzas israelíes en el Líbano.

La senadora Clinton respaldó el abortado golpe de Estado de Bush hijo contra el presidente electo de Venezuela, Hugo Chávez (2002), un preludio de los intentos golpistas en países latinoamericanos que posteriormente dirigiría como secretaria de Estado.

El tiempo en que ejerció como senadora sirvió de transición entre el periodo de guerras de conquista de la presidencia conyugal y el siguiente periodo. Como secretaria de Estado con el presidente Obama, promovió agresivamente la supremacía militar global.

Secretaria de Estado Hillary Clinton: el militarismo puro y duro (2009-2014)

Cualesquiera que fueran las limitaciones a las que tuvo que enfrentarse la Sra. Clinton como senadora se disolvieron cuando pudo campar a sus anchas como secretaria de Estado. A lo largo de Europa, África, Latinoamérica y Oriente Próximo, Hillary Clinton bombardeó, masacró y desposeyó a millones de familias, destrozando sociedades enteras y desmantelando las instituciones de la sociedad civil de decenas de millones de personas. Nunca retrocedió ante la perspectiva de etnocidio e incluso bromeó con que la OTAN podría convertirse en “la fuerza aérea de Al-Qaeda”, cuando presionó para lograr una “zona de exclusión aérea” sobre Siria.

Una carcajada siniestra resonó por los pasillos de mármol cuando el Foggy Bottom1 se convirtió en pabellón psiquiátrico.

La secretaria de Estado promovió las brigadas mercenarias terroristas que invadieron Siria en un intento de “cambiar el régimen” del gobierno laico de Al Assad, empujando al exilio a varios millones de sirios. Comunidades cristianas sirias fueron barridas del mapa por completo gracias a este “cambio de régimen”.

Igualmente, dirigió los bombardeos y misiles de las fuerzas aéreas estadounidense para apuntalar la iniciativa de la despótica monarquía saudí por arrasar Yemen.

Clinton desató el bombardeó más salvaje sobre Libia destruyendo el país y provocando la limpieza étnica de un millón y medio de trabajadores subsaharianos y libios negros de ascendencia subsahariana.

Bajo la protección de señores de la guerra y jefes tribales yihadistas asesinos, la Sra. Clinton bromeó sobre la tortura y muerte del presidente Gadafi, prisionero y herido, cuyo asesinato nauseabundo y casi pornográfico por empalamiento anal fue documentado como una especia de snuff movie del “cambio de régimen”. Menos conocido es el previo asesinato al estilo del viejo testamento de varios de los hijos de Gadafi y de cinco de sus nietos mediante un ataque deliberado con misiles destinado a “enseñar al dictador” que ni siquiera sus nietos más pequeños podían esconderse.

La Sra. Clinton, que alardea de que su modelo bíblico favorito es la etnocida reina Ester, ha declarado su apoyo incondicional a los crímenes de guerra israelíes contra Palestina en Gaza y Cisjordania, así como en la diáspora. Hillary respaldó y defendió la tortura y los campos de prisioneros para niños, ancianos e indigentes.

Asimismo, siendo secretaria de Estado envió a su criminal subsecretaria Victoria Nuland (una neocon no reformada remanente de la administración Bush) a organizar el golpe de Estado violento en Ucrania. Millones de personas pertenecientes a la enorme población étnica rusa de Ucrania fueron expulsados de la región del Dombás. La Sra. Clinton pretendía convertir las instalaciones militares estratégicas rusas en Crimea en bases de la OTAN para su uso contra Moscú, lo que provocó el rechazo de los residentes de Crimea al golpe y su voto a favor de la reunificación con Rusia.

La intervención forzada del presidente ruso Vladimir Putin evitó que la limpieza étnica promovida por la Clinton en Crimea y el Dombás cuajara. Estados Unidos se vengó presionando hasta conseguir importantes sanciones económicas de la UE contra Rusia.

En consistencia con su modelo bíblico inmisericorde, la Clinton amenazó abiertamente con arrasar Irán mediante una guerra nuclear e incinerar a 76 millones de iraquíes para complacer a su tío Netanyahu, un proceso demencial que envenenaría a cien millones de árabes y quizás a unos cuantos millones de israelíes. ¡Ni siquiera los israelíes llegaron a soñar que la demencial “Opción Sansón” fuera ordenada desde Washington, DC!

Durante su ejercicio de la secretaría de Estado, la Clinton bloqueó activamente cualquier opción diplomática para conseguir un acuerdo EE.UU.-Irán sobre tecnología nuclear, limitándose a repetir como un loro la solución militarista israelí contra sus rivales en la región.

La Sra. Clinton se ha mantenido como una contumaz enemiga de los gobiernos independientes latinoamericanos emergentes. En su búsqueda de estados vasallos, la Clinton promovió los golpes de estado que triunfaron en Honduras y Paraguay, aunque fuera derrotado en Venezuela. Entre sus éxitos en política exterior, promocionó con orgullo el régimen de escuadrones de la muerte en Honduras.

Asimismo, apoyó los escuadrones de la muerte de los narco-regímenes de Colombia y México, que causaron la muerte de más de cien mil civiles.

En su senda hacia la guerra global, la Sra. militarista ha hecho lo posible por cercar a Rusia, situando armas nucleares en los Balcanes y en Polonia. Prometió colocar misiles también en Europa meridional central y en Ucrania. Justificó su órdago nuclear afirmando de forma histérica que el presidente electo Putin era “peor que el Estado Islámico”… “peor que Hitler”.

El hecho de haber amenazado repetidamente con la guerra global y participado activamente en guerras regionales de agresión debería haber incapacitado a Hillary Clinton para la presidencia de los Estados Unidos. Es política, intelectual y emocionalmente incapaz de relacionarse de forma realista con una Rusia independiente y con otras potencias independientes, incluyendo China e Irán. Su monomanía son los “cambios de régimen”, y es incapaz de evaluar cualquiera de las catástrofes que sus políticas ya han producido de hecho.

Hillary Clinton fue la orgullosa autora y directora del programa llamado “giro hacia Asia” (Pivot to Asia) de Estados Unidos, que ha supuesto un aumento descomunal de las fuerzas aéreas y navales de EE.UU. alrededor de las rutas marítimas que unen a China con sus mercados globales y sus principales fuentes de materias primas.

El militarismo exacerbado de la Clinton ha expandido las zonas de guerra de EE.UU. hasta cubrir Australia, Japón y Filipinas, incrementando en gran medida la tensión y aumentando la posibilidad de una provocación militar que conduzca a una guerra nuclear con China.

Ningún candidato presidencial de EE.UU., en el pasado o en el presente, ha participado en más guerras ofensivas en un periodo menor de tiempo ni proferido mayores amenazas nucleares que Hillary Clinton. El hecho de que todavía no haya activado el holocausto nuclear probablemente se debe a las restricciones impuestas por el presidente Obama, menos sediento de sangre que su secretaria de Estado. Estas limitaciones acabarán si la Clinton es elegida presidente de EE.UU. en un proceso amañado para conseguir dicho resultado, algo de lo que el electorado es cada vez más consciente.

Donald Trump: el camino pacífico hacia la recesión

En agudo contraste con la militarista Sra. Clinton, el “empresario” Donald Trump ha adoptado un enfoque relativamente pacífico de la política internacional para un candidato presidencial estadounidense de los tiempos actuales.

El “empresario” Trump pretende tener negociaciones productivas con el presidente Putin. Usando el genio para los negocios del que alardea sin ambages para beneficiar a EE.UU., Trump predice éxitos diplomáticos y económicos con Rusia, China y otras grandes potencias.

Molesto por décadas de generosidad del Tesoro estadounidense con sus aliados militares, Trump promete, si llega a la presidencia, cerrar bases militares en Asia y Europa y exigir que los aliados extranjeros “apoquinen” con su propia defensa.

El empresario se propone reconstruir Estados Unidos destinando el coste del mantenimiento de las misiones y las bases militares en el extranjero a proyectos de infraestructuras y creación de empleos “reales” en el propio país, algo que los belicistas que predican desde los medios de comunicación, las instituciones académicas y la burocracia de Washington desdeñan como “aislacionismo de Trump”.

La política de “America First” (Primero Estados Unidos) de Trump, que él sintetiza en el eslogan “Make America Great Again” (Volvamos a hacer grande a Estados Unidos) no prevea guerras de conquista contra países musulmanes, especialmente desde que han provocado la llegada de importantes flujos migratorios que amenazan el comercio y la estabilidad y Trump se opone a la entrada de más refugiados musulmanes en EE.UU. La política exterior de Trump, basada en limitar los objetivos militares y la guerra, es diametralmente opuesta a la estrategia de guerra total de Clinton. Trump, a quien sus enemigos ridiculizan por “sus manos pequeñas”, no parece tener el gatillo fácil que caracteriza a Hilllary.

Trump suelta afirmaciones económicas contradictorias, especialmente en su propuesta para “reconstruir Estados Unidos”, a la vez que actúa en el marco de un sistema imperial. Como presidente de EE.UU., sus políticas proteccionistas se enfrentarían directamente con el “capitalismo financiero y monopolista” estadounidense y global y probablemente llevarían a desinversiones sistemáticas y a un desastroso colapso económico o más bien a una capitulación del presidente-empresario ante el statu quo.

El problema no son sus promesas de subir los impuestos a los ricos (como alguna vez ha dicho), o de aumentar la Seguridad Social (como afirma), sino su incapacidad para admitir que dichas políticas provocarían un éxodo masivo de la élite capitalista para evitar los impuestos. La mayor amenaza estriba en que, de persistir con dichas políticas, se producirá una resistencia masiva del capital y una revuelta de los congresistas de ambos partidos políticos, dominados por el mundo financiero, que paralizaría cualquier esperanza de llevar adelante su agenda económica.

Sin independencia política para desarrollar sus programas económicos internos, Trump tendría que hacer frente a una rebelión significativa de inversiones y préstamos de los capitalistas y los banqueros, que estarían encantados de conducir la frágil economía a una gran recesión, amenazando con una especie de “sabotaje económico interno”.

Ni el Partido Republicano de Trump (ni por supuesto el Demócrata) apoyarían jamás un programa que forzara al capital multinacional a sacrificar su dependencia de la mano de obra barata del extranjero y sus cuantiosos beneficios con el fin de crear empleo interno y emplear a trabajadores estadounidenses con salarios dignos.

Como presidente, nunca conseguiría asegurar los votos necesarios en el Congreso para incrementar los impuestos a los plutócratas que le permitirían financiar las obras públicas a gran escala y los proyectos de infraestructuras y creación de empleo.

El presidente empresario se enfrentaría a toda la furia del poderoso complejo militar-industrial y de alta tecnología cuando pretendiera retirar las fuerzas militares estadounidenses de Europa, Asia, Oriente Próximo y África.

La ascensión histórica de Trump al protagonismo de la política nacional tiene sus raíces en las ideas y los valores de la mayoría de la población trabajadora, marginada por los magnates mediáticos y la gentuza de Wall Street. En la actualidad, las ideas y los objetivos de Trump concuerdan con los de la mayoría de los votantes.

En sus discursos y entrevistas predominan varias ideas generales.

En primer lugar, Trump rechaza la “globalización” (el termino descafeinado para sustituir el “imperialismo”) y el “libre comercio” (un eufemismo para hablar de la transferencia de beneficios extraídos a los trabajadores estadounidenses para invertir en negocios en el exterior). El discurso de Trump se hace eco de los recientes movimientos (“Occupy Wall Street”) que se oponen al poder del 0,1% de supermillonarios frente a la inmensa mayoría.

En segundo lugar, Trump adopta el nacionalismo económico con su eslogan “Make America Great Again”. Existen demasiados trabajadores estadounidenses (y sus familias) resentidos por haber sido explotados, mutilados y masacrados al servir en numerosas guerras en Oriente Próximo, Asia y Europa generadas por el interés de los señores de la guerra, banqueros, sionistas y otras realezas imperiales estadounidenses. Trump sostiene que todo el sistema de seguridad y de beneficios empresariales sobredimensionado ha provocado una espiral de pagos de deuda insostenible.

El tercer tema que seduce a millones votantes es su idea de que EE.UU. debería oponerse a la política de “cambios de régimen” en serie. No deberíamos iniciar o participar en guerras perpetuas en el extranjero contra países musulmanes como medida para evitar los atentados terroristas en el país. Durante uno de los primeros debates sobre política exterior, Trump conmocionó al establisment político al acusar a la administración Bush de haber mentido deliberadamente al país para conducirle a la desastrosa invasión de Irak. Esta “revelación de la verdad” provocó un fuerte aplauso en la masa electoral republicana.

El objetivo de Trump es fortalecer la civilización estadounidense e intentar no provocar más “choques de civilizaciones”…

El cuarto mensaje es probablemente el que resulta más atractivo para la mayor parte de la población estadounidense: el elocuente ataque de Trump contra las élites de Washington y de Wall Street y sus apologistas intelectuales y de los medios de comunicación. Hay millones de estadounidenses indignados con los Bush, Clintons y Obamas, así como con los Morgans, Goldman Sachs y Paulsons, cuyas políticas han exacerbado las desigualdades de clase mediante múltiples estafas bancarias y caídas financieras, todas ellas “rescatadas” con el dinero de los contribuyentes estadounidenses.

En quinto lugar, la denuncia ruidosa y descarada que Trump realiza de las mentiras y la propaganda vertidas por los medios de comunicación de masas ha sintonizado con la profunda desconfianza que siente el público hacia los mismos. Su talento para dirigirse directamente y sin rodeos a la audiencia en vivo y por internet ha contribuido a su enorme atractivo. No participa en la “conspiración”, pero reconoce que las revelaciones de Edward Snowden han desenmascarado las mentiras del gobierno y su programa de espionaje contra la gente, destruyendo las bases del discurso democrático.

Trump podría ganar las elecciones basado en sus “cinco verdades” y su compromiso a “volver a hacer grande a Estados Unidos”, pero es más probable que pierda porque ha ofendido al establishment tradicional, a los latinos, los afroamericanos, las feministas, los burócratas de los sindicatos y sus seguidores de ambos partidos. Si triunfara en las urnas, su programa político provocaría una gran crisis económica ya que necesitaría a las élites republicanas de Washington y Wall Street, el Pentágono y el “sistema de seguridad internacional” para llevarlo adelante. Si, para bloquear la agenda nacional de Trump, la élite necesita crear una crisis financiera que defienda la “globalización”, las guerras en serie y los beneficios del 0,1%,¡vayan apretándose los cinturones!

El próximo noviembre, Estados Unidos tendrá que tomar la desapacible decisión de elegir entre votar a una belicista nuclear demostrada o a un prisionero de Wall Street. Intentaré mantenerme calentito, asar castañas y evitar pensar en el hongo atómico amenazante de la Sra. Presidenta.

[1] Forma coloquial de denominar al Departamento de Estado (el equivalente al ministerio de asuntos exteriores de EE.UU., que dirige el secretario de Estado) , cuyas oficinas se encuentra en el barrio residencial de Washington de dicho nombre, cercano a la Casa Blanca.

2 La Opción de Sansón es un término empleado para describir la estrategia israelí de disuasión consistente en represalias masivas con armas nucleares contra las naciones cuyos ataques militares amenazan su existencia, y posiblemente contra otros objetivos

Este artículo puede reproducirse libremente siempre que se respete su totalidad y se cite al autor, al traductor y a Rebelión como fuente del mismo.

lunes, 23 de mayo de 2016

Contaminación ambiental:12.6 millones de muertos al año






La contaminación ambiental es el origen de muchas enfermedades respiratorias que matan a millones de personas cada año.

La contaminación ambiental es el origen de muchas enfermedades respiratorias que matan a millones de personas cada año. | Foto: EFE


En el informe presentado en la segunda Asamblea de las Naciones Unidas para el Medioambiente (UNEA-2) destaca que las muertes por contaminación ambiental es 234 veces superior a las provocadas por conflictos armados. 
La contaminación ambiental causa la muerte de 12,6 millones de personas al año, así lo destaca el informe presentado este lunes en la inauguración de la segunda Asamblea de las Naciones Unidas para el Medioambiente (UNEA-2) que esta semana reune en Nairobi, Kenia, a delegados de 173 países.
En dicho encuentro los líderes de las naciones buscan establecer acuerdos que permitan un desarrollo sostenible ante la alarmante cifra de personas que mueren a causa de la contaminación y la degradación del medioambiente, una cifra que es 234 veces superior a la que provocan los conflictos armados.
El informe titulado: Medioambiente saludable, gente saludable, hace referencia a los peligros de la contaminación atmosférica, los productos químicos, el cambio climático y otros temas que vinculan la calidad del ambiente con la salud humana y el bienestar.
>>¿Cómo se genera una alerta ambiental?
El director del Programa de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente (PNUMA), Achim Steiner, destacó que "nuestras economías matan a mucha gente en el nombre del desarrollo, una de cada cuatro o cinco muertes prematuras son causadas por nosotros mismos. Es lo que se llama matanza o asesinato".
De acuerdo con el informe 7 millones de personas en todo el mundo, mueren cada año a causa de la contaminación del aire.
El estudio detalló que más del 25 por ciento de las muertes de niños menores de cinco años y el 23 por ciento de las muertes que se registran cada año se deben al deterioro del medio natural.
La mayor parte de estos fallecimientos se concentran en el Sudeste asiático y en el oeste del Pacífico, con el 28 y 27 por ciento del total, respectivamente.

>>Alerta ambiental en Santiago de Chile por contaminación
Mientras que en África Subsahariana, estiman que el 23 por ciento de las muertes están relacionadas con la contaminación, en el caso del este del Mediterráneo un 22 por ciento y en Europa un 15% en torno al mismo porcentaje en el continente americano.

Esta alerta ya ha sido emplazada anteriormente por la Organización Mundial de la Salud (OMS), institución que propone reducir las emisiones de carbono, desarrollar los transportes colectivos, mejorar la red sanitaria, combatir los modos de consumo para utilizar menos productos químicos, protegerse del sol e imponer prohibiciones de fumar.

Por: teleSUR- ych - JR

Interesantes curiosidades sobre América del Sur



Chile es uno de los países del mundo con el mayor número de volcanes en su territorio. Entre activos e inactivos, hay cerca de 15 volcanes en el país.
La bandera chilena es casi idéntica a la del estado de Texas.

El desierto más árido del mundo está en Chile. Algunos estudiosos sostienen que un área del desierto de Atacama cuenta con increíbles 571 años sin ver una gota de lluvia. Otro detalle en el desierto de Atacama: la diferencia de temperaturas puede ser de 40 ° C en el día, a 0 º C en la noche.

El desierto de Atacama en Chile, es una de las regiones con el mayor número de telescopios del mundo. Muchos de los descubrimientos más importantes de la astronomía se realizan a través de los telescopios allí.

La mayor mina a cielo abierto en el mundo es Chuquicamata, Chile. Se trata de un gigantesco cráter de cuatro kilómetros de largo y 2 de ancho con una profundidad de 780 metros.

Además de Chile, Ecuador no limita con Brasil.

El origen del nombre de Ecuador no podía otro motivo: Ecuador tiene ese nombre precisamente porque es "cortado" la mitad por por la linea del ecuador. La mitad del país está en el hemisferio norte y la otra mitad en el hemisferio sur

Lo creas o no: tiene 64 volcanes en su territorio, lo quje origina que el 30% de su población viva al lado, o a los pies, de un volcán.

Sólo 11 de los 64 volcanes ecuatorianos están activos. Hay un camino llamado de la Avenida de los Volcanes. Esto se debe a que hay ocho volcanes activos a lo largo de el.

El sombrero de Panamá se fabrica en el Ecuador. Una observación: los productores locales se enfrentan a la competencia (que ellos consideran desleal) de, sombreros de Panamá ...hechos en China.

Después de todo, ¿cómo el nombre de las Islas Galápagos? El término se originó a partir del verbo "galopar" y es una alusión a la costumbre española de montarse en las tortugas gigantes del archipiélago antes de matarlas y comer su carne.


Las tortugas gigantes de Galápagos son animales de larga vida. Una tortuga puede pasar fácilmente el centenar de años.Recientemente, un ejemplar murió en 176 años en el zoológico de Queensland, Australia.

Una curiosidad muy interesante: el aire es tan salado que casi todos los materiales que contienen hierro se destruyen en poco tiempo por la corrosión.

Otro más interesante: Localizado en la isla Isabela, el volcán más grande de las Galápagos se llama Wolf. Se trata de un volcan de 1075 metros sobre el nivel del mar y está rodeado de 2.500 mini-volcanes.

Las Islas Galápagos son consideradas Patrimonio de la Humanidad por las Naciones Unidas.

Colombia significa tierra de Cristóbal Colón y su nombre en honor del descubridor de América.

¿Sabías que Colombia ha sido llamada Estados Unidos de Colombia?

¿Sabías que hay un estado de Colombia (que se conoce como departamento) denominado Amazonas?

No todo el mundo lo sabe, pero Colombia es un importante productor de flores. Las rosas colombianas son mundialmente famosos. Conocida por su durabilidad y su tamaño (llegan a medir 11 cm).

El país es el primer productor latinoamericano de carbón y el mayor productor de esmeraldas. Más del 95% de las esmeraldas del mundo provienen de Colombia.

Con la excepción de Navidad y Año Nuevo todos los feriados colombianos son reubicados en lunes o en viernes. Es decir, allá no existe un feriado en la mitad de la semana. Algo similar ocurre en uruguay donde los feriados son movidos para esos días, con la única excepción del 2 de noviembre (que se intentó cambiar pero que la población no aceptó) y el 19 de junio, día del nacimiento del Héroe Nacional: José Gervasio Artigas.


Bolivia fue fundada bajo el nombre de República de Bolívar, en honor al libertador Simón Bolívar. De hecho, Bolívar fue su primer presidente.

¿Sabías que el estado brasileño de Acre pertenecía a Bolivia?

El mayor depósito abierto de sal en el mundo, es el salar de Uyuni, Bolivia. El salar se encuentra a 3.800 metros de altitud en los Andes. Mas detalles de esta verdadera maravilla, la puedes ver en ESTE POST.

Situado en la frontera entre Perú y Bolivia y alrededor de 8.300 kilometros ², el lago Titicaca es el lago navegable más alto del mundo.Se encuentra a3821 metros de altitud, también en la Cordillera de los Andes.

En las orillas del Titicaca, vive un pueblo llamado Copacabana. Fue allí que se trasladó a Río de Janeiro, una réplica de la estatua de Nuestra Señora de Copacabana, quien dio nombre a uno de los más modernos barrios de la Ciudad Maravillosa.

Existe en Bolivia y Perú, un refresco llamado Inca Kola.

Todavía no hay consenso sobre el origen de la palabra Perú, que da el nombre al país. Una de la teoría más extendidas es, hasta cierto punto, divertida: Cuando llegaron a esa tierra, los españoles pidieron a los nativos que les dijeran el nombre de aquel lugar, a lo que respondieron: "Biru".

Ese fue el nombre que entendieron y con el cual habrían bautizado al país. En realidad "Biru" significa "no lo entiendo."

Cuando llegaron al territorio peruano, los colonizadores españoles encontraron una población de casi 10 millones de indios. Entre tanto, los virus, bacterias y enfermedades que trajeron los españoles, junto con la esclavitud a la que sometiron a los pueblos originarios de américa, redujeron la población de los nativos a sólo 600.000 en 100 años.

Machu Picchu significa "montaña vieja". La ciudad fue descubierta en 1911 por un explorador norteamericano al servicio de la National Geographic Society llamado Hiram Bingham. Mas sobre este acontecimiento, en ESTE POST.

¿Sabías que hay más de 3.000 variedades de papas en los Andes? Mas sobre las extrañas variedades de papas en ESTE POST.


El nombre Argentina proviene del latín Argentum, que significa plata.

Argentina fue descubierta en 1502 por los españoles de la flota de Américo Vespúcio, quien fue, además el encargad de darle nombre de América, a nuestro continente.

Argentina tiene la segunda población judía más grande de las Américas, sólo por detrás de los Estados Unidos.

La población de Argentina es de 39,7 millones de personas, inferior a la del estado de São Paulo, con 40 millones de personas (datos de 2011).

Más de la mitad de la población se concentra en la región de Buenos Aires.

La mayor parte de las cascadas de las Cataratas del Iguazú se encuentran del lado argentino

La ciudad más al sur en el planeta (o la ciudad más austral de la Tierra!) Es Ushuaia, en Tierra del Fuego, cerca de la Antártida, a la que se suele llamar: la ciudad del fin del mundo.

La montaña más alta de las Américas es el Aconcagua, con 6962 metros, cerca de la ciudad argentina de Mendoza.

Contrariamente a lo que muchos piensan, Buenos Aires NO es la capital de la provincia argentina de Buenos Aires, sino, que es una ciudad autónoma. De hecho, su nombre formal es Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las otras provincias argentinas a menudo se refieren a Buenos Aires como "Capital Federal" sólo para evitar la confusión con la Provincia de Buenos Aires.

El nombre de Buenos Aires, proviene de Nuestra Señora de buenos aires, santa venerada por los marineros y navegantes. La ciudad ha sido llamada Nuestra Señora del Buen Ayre y Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Nuestra Señora del Buen Ayre.

El nombre oficial de Venezuela es: República Bolivariana de Venezuela.

El nombre oficial de Caracas, la capital, es Santiago de León de Caracas.

Uno de los nombres más comunes en la geografía de Venezuela está relacionada con Simón Bolívar, el héroe de la independencia. Además de un estado que se llama Bolívar, hay una ciudad y una montaña .... Por otra parte, la moneda venezolana es el bolívar. Y es el nombre del país, República Bolivariana de Venezuela. El presidente Hugo Chávez, sigue una ideología de izquierda llamada por él y sus seguidores de: Bolivariana.

Venezuela es el país que ha aportado el mayor número de ganadores de los concursos de Miss Universo y Miss Mundo. De hecho, los concursos de belleza son una auténtica locura en el país.


La cascada más alta del mundo es el Salto Angel Venezuela, con 979 metros de altura.

Los venezolanos celebran la independencia del país en tres fechas diferentes, todos feriados nacionales: 19 de abril, 24 de junio y el 5 de julio.

El nombre de Paraguay es de origen guaraní y significa "vasto mar" - una referencia a la cuenca fluvial del río Paraguay. Curiosamente, y a contrapelo del significado de su nombre, Paraguay es un pais sin salida directa al mar.

La bandera de Paraguay es la única en todo el mundo con un emblema diferente en cada uno de sus lados.

A pesar de no tener costas marítimas, Paraguay es rico en playas de agua dulce. La más famosa es la del Lago Ypacaraí.

Has pensado alguna vez de disfrutar del carnaval en Paraguay? En efecto, es también posible. El carnaval de la ciudad Encarnaceno es el mas animado, y durante el mes de febrero reúne a millones de juerguistas excitados para disfrutar de la fiesta.
En Paraguay consumen una forma diferente de mate. Llamado Tereré allí, la bebida se consume ampliamente. Tanto el mate y tereré están producidos a partir de la yerba mate, con la diferencia que el Tereré es dulce y se sirve generalmente con agua fría.


Fuente:Publicado por Caalf





domingo, 22 de mayo de 2016

Jose Marti y aquel fatidico 19 de mayo 1895

  19 de mayo de 1895: lo que hizo el Maestro

José Martí

Todos los días, y en especial cada 19 de mayo, son propicios para recordar la exclamación desgarrada, “¡oh Maestro, qué has hecho!”, por la cual —usemos una expresión coloquial llevada a la poesía por Fayad Jamís, acaso el mayor poeta en su generación literaria cubana— “tanto palo” se le ha dado a Rubén Darío, heraldo pionero de las grandezas luminosas de aquel a quien llamó “¡Maestro!”, el que, en un abrazo, le reciprocó el reconocimiento llamándolo “¡Hijo!”. La adolorida estupefacción del autor de Azul… remite al tamaño de la tragedia que en aquella fecha de 1895 ocurrió en Dos Ríos: Cuba perdió su mayor amparo, de gran significación también para el continente y para el mundo, para la humanidad.
Tanto es así, que diversas variantes de aquella exclamación seguirían y aun siguen brotando incluso de pensadores y líderes revolucionarios, alimentadas asimismo por la humana tendencia a especular, que la certidumbre de la tragedia refuerza en este caso. Pero muertes como la de José Martí, y tantas otras, remiten a la convicción que Ernesto Che Guevara plasmó en una carta de resonancias inapagables: “En una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera)”. Ese es un hecho probado a lo largo de la historia, una norma cuya dimensión luctuosa no borran las felices excepciones citables.
Tal realidad es consecuencia orgánica de la decisión de lucha, aunque a veces las especulaciones aludidas bordeen, o se adentren de lleno en ella, la búsqueda de una determinada vocación suicida en el héroe. Pero su confesión, “Para mí, ya es hora”, que el 25 de marzo de 1895, “en el pórtico de un gran deber”, hizo Martí a su amigo dominicano Federico Henríquez y Carvajal, estaba (está) llena de vida, no de muerte. Era un niño de pocos años cuando juró para sí “Lavar con su vida el crimen” de la esclavitud —cabría decir: de las esclavitudes—, no “con su sangre”, como tantas veces se ha citado erróneamente la estrofa de Versos sencillos donde aquel juramento encarna una trayectoria vital, que abarca la eventualidad de la muerte, pero no se agota en ella.
El 28 de febrero de 1879, al rendir honor a un poeta fallecido, invocó a la muerte en términos afectuosos —“¡Muerte, muerte generosa, muerte amiga!—, pero para decirle terminantemente: “¡ay! ¡nunca vengas!”. En la víspera de su caída en combate no le dice a Manuel Mercado que cada día tiene deseos de morir. Le expresa la satisfacción que le produce el estar todos los días en peligro de dar la vida en el cumplimiento de su deber. Para correr ese peligro con la resolución con que él lo hizo, se debe estar dispuesto a morir, sí; pero, sobre todo, es necesario estar vivo. Y, para él, estarlo se asociaba al sentido misional de responsabilidad con que preparó la guerra y tomó parte en ella.
Sería injusto atribuirle una inclinación suicida que habría equivalido a un acto de irresponsabilidad impensable en él. Con su incorporación al combate, a la lucha armada en los campos de Cuba, no procuraba complacer a nadie en particular, ni acallar comidilla alguna. Lo guiaba su sentido ético de la existencia en general y, en particular, del liderazgo que merecidamente había alcanzado: “Yo evoqué la guerra”, estampó en la carta a Henríquez y Carvajal citada, y “mi responsabilidad comienza con ella, en vez de acabar”. Mucho deber tenía por delante, y la propia contienda se lo ratificaría.
Se ha especulado hasta más de lo justo sobre la entrevista que tuvo lugar entre Antonio Maceo, Máximo Gómez y él en La Mejorana el 5 de mayo de 1895, y sobre la desaparición de las páginas del día siguiente de su Diario de campaña. Se ha llegado a “suposiciones impropias” y “versiones infundiosas desgraciadamente publicadas”, escribió en un trabajo de 1948, “Acerca de ‘La Mejorana’ y ‘Dos Ríos’”, el serio estudioso Manuel Isidro Méndez, cuyo magisterio seguramente sería justo reconocer, y no parece haberse hecho a la debida altura, en los jóvenes de Artemisa —donde se desempeñó como educador— que participaron en los acontecimientos del 26 de julio de 1953.
En el citado Diario de campaña, incluso gráficamente resulta visible que Martí escribió sobre aquella tensa entrevista lo que tenía que escribir, y no fue poco. En su correspondencia de días posteriores, cercanos, lo que muestra con respecto a Antonio Maceo es la admiración que sentía por el bravo guerrero, a quien, en la semblanza que le dedicó en Patria del 6 de octubre 1893, le había reconocido “tanta fuerza en la mente como en el brazo”.
Tal vez nunca aparezcan las páginas que nadie ni nada debió haber separado del Diario, pero tampoco sería descartable que no tuvieran que ver con aquella entrevista. En todo caso, las conjeturas, tentadoras y acaso inevitables, no parecen que tengan mayor peso comparadas con lo que Martí dejó escrito. Si quien arrancó esas páginas, en caso de que haya sido esa y no otra la causa de que desaparecieran, hubiese querido ocultar las fuertes discrepancias puestas sobre “la mesa, opulenta y premiosa”, de La Mejorana, habría tenido que arrancar las muy duras del 5 de mayo, que —por los términos del relato contenido en ellas— cabe considerar escritas al final de ese día, o tal vez al amanecer siguiente, y, aunque respetuosas como suyas, suaves no son.
En el fondo, lo que a veces parece resultar pasmoso de lo sucedido en La Mejorana pudiera vincularse con la idea de que supuestamente entre altos jefes revolucionarios no se producen —o no se difunden— discusiones, controversias, choques de trenes. La vida es otra cosa, máxime en las condiciones de una gesta naciente como aquella, y cuando intervienen jefes con méritos y tesón de mando bastantes para no sentirse movidos a ceder mansamente en sus criterios. De alguna manera, las suposiciones parecen vincularse asimismo con el deseo de que Martí no hubiera muerto en combate, pues cada cierto tiempo se revuelven las conjeturas sobre la presunta decisión de que Martí abandonara el campo de batalla y volviera a la emigración.
Con respecto a ese punto, se deben recordar varias realidades. Una estriba en que Martí no había llegado a Cuba por casualidad, sin obstáculos. Llegó a ella venciendo escollos entre los cuales se debe contar no solo la persecución enemiga, sino también diversas resistencias, tal vez no únicamente la de Gómez y otros de veras interesados en cuidar su vida, cuya importancia conocían. Habría quizás que considerar además la oposición de quienes podían sentirse incómodos ante el líder que, sin currículum de guerrero, llegaba para renovar conceptos y estrategias, y promover una institucionalización democrática enfilada a impedir por igual estorbos civilistas y desafueros del militarismo, que, tanto unos como otros, habían causado graves frustraciones en el movimiento independentista.
En su Diario testimonió lo que sostuvo —rudo, según el mismo— en La Mejorana: era necesario un modo de gobierno en campaña que asegurase la eficacia de la guerra con la necesaria y bien guiada soltura del ejército libertador, y defendió a la vez el funcionamiento republicano. Este sería inalcanzable si el país no estaba representado institucionalmente en la dirección de la contienda, y “la patria”, con “todos los oficios de ella, que crea y anima al ejército”, terminaba “como secretaría del ejército” que tenía el deber de liberarla.
La experiencia le confirmaba a cada paso la necesidad de permanecer en el terreno de operaciones, y no estaría dispuesto a que nadie por voluntad personal decidiera que él —la mayor autoridad política en la guerra mientras no se celebrara la Asamblea constituyente— saliera del país para convertirse en un auxiliador a distancia. A los líderes revolucionarios verdaderos que en el mundo han sido cabría preguntarles si habrían aceptado fácilmente una suplantación semejante, que Martí no rechazaba por prurito jerárquico sino, repítase hasta el cansancio si es menester, por sentido de responsabilidad y capacidad de sacrificio.
El día antes de morir en combate le expone igualmente a Mercado una visión aleccionadoramente democrática y revolucionaria: “seguimos camino al centro de la Isla, a deponer yo, ante la revolución que he hecho alzar, la autoridad que la emigración me dio, y se acató adentro, y debe renovar, conforme a su estado nuevo, una asamblea de delegados del pueblo cubano visible, de los revolucionarios en armas”.
En la cita, deponer no significa ni abandonar ni desistir ni renunciar. Implica someter al arbitrio democrático de la asamblea —que, formada por delegados del pueblo alzado, no de los jefes, debía aprovechar las lecciones de la celebrada en Guáimaro en 1869 y no reproducir sus errores— el modo como organizar el gobierno en armas: “La revolución desea plena libertad en el ejército, sin las trabas que antes le opuso una Cámara sin sanción real, o la suspicacia de una juventud celosa de su republicanismo, o los celos, y temores de excesiva prominencia futura, de un caudillo puntilloso o previsor; pero quiere la revolución a la vez sucinta y respetable representación republicana,—la misma alma de humanidad y decoro, llena del anhelo de la dignidad individual, en la representación de la república, que la que empuja y mantiene en la guerra a los revolucionarios”.
La versión o leyenda de un Martí vestido de civil —¿acaso ya todos los mambises estaban dotados de uniformes reglamentarios suministrados por sastrerías y comercios a su disposición?, ¿era aquello una tropa de extras preparados para el rodaje de una superproducción de un cine que aún no existía?— y listo para embarcar y marcharse al extranjero parece haber cuajado, sobre todo, a base de suposiciones y hasta del mismo deseo de que no hubiera muerto. Pero él dejó claro, el 18 de mayo, hacia dónde se dirigía. Y, si de conjeturas se trata, ¿por qué no pensar en quién habría sido el depositario de la confianza de la Asamblea para que dirigiese la República en Armas, sino el hombre a quien, disgustárase quien se disgustara, las tropas llamaban el Presidente?
Que él mismo, ante reticencias que ese título suscitaba, dijese que lo había rechazado y seguiría rechazándolo, no debe tomarse sino como eso: que rechazaba el título, no las responsabilidades que se derivaran de su misión en la gesta. Ya había mostrado su agudeza para replantear denominaciones, al darle el modesto nombre de Delegado, con tanta carga democrática, al mayor cargo en el Partido Revolucionario Cubano, cargo para el cual fue electo cada año, y del que podía ser destituido en cualquier momento por votación de los clubes que integraban la organización.
En el plan concebido y puesto en marcha por él, la Asamblea de representantes del pueblo visible en la guerra era el poder llamado a decidir cuál sería a partir de ella el papel de aquel partido y de su máximo dirigente. En cuanto al título de presidente, no se lavaba las manos rechazándolo para que otro lo asumiese: “ni en mí, ni en persona alguna, se ajustaría a las conveniencias y condiciones recién nacidas de la Revolución”, escribió a Carmen Miyares el 28 de abril.
Conocía los escollos que la revolución debía vencer, incluida la insuficiente unanimidad en la comprensión de las mayores tareas por cumplir. Junto con sacar del país al poder colonial español, propósito primordial que unía a los combatientes, y erradicar la herencia de la colonia en las costumbres de la nación liberada —fin que exigiría un proceso cultural profundo—, había otras dos misiones básicas, ambas relacionadas entre sí y que no entrarían por igual en la perspectiva de todos: impedir que se consumasen las aspiraciones expansionistas de los Estados Unidos y “fundar un pueblo nuevo y de sincera democracia”.
Por razones tácticas, la primera de ellas se hallaba entre las cosas que —así le dijo a Mercado— habrían de acometerse “en silencio […] y como indirectamente”, porque “de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin”. Pero la segunda figuraba entre los propósitos cardinales fijados en las Bases del Partido Revolucionario Cubano.
Esas aspiraciones eran lo suficientemente grandes, colosales, para que Martí —a quien le sobraban inteligencia y honradez para ello— supiera que su deber empezaba con la guerra y en ella, en vez de terminar. No todos los combatientes, no todas las personas que apoyaban el proyecto emancipador tenían igual grado de claridad sobre las maquinaciones imperialistas que se trenzaban en los Estados Unidos y él venía refutando de años atrás por cuantos medios tuvo a su alcance: prensa, tribuna, relaciones personales, epistolario, tareas diplomáticas, todo asumido al servicio de los pueblos de nuestra América.
La prudencia —que a tantos suele arrastrar en ocasiones a complicidades lamentables— no lo movió a silenciar su ideario antimperialista, con el cual preparó la guerra. Sus denuncias de las aspiraciones estadounidenses de apoderarse de las Antillas y dominar a nuestra América toda para usarla en sus confrontaciones con Europa fueron públicas y ostensibles, y se inscribieron en su proyecto de liberación nacional, desde la guerra, como se aprecia en su citada carta testamentaria a Mercado, a quien le explicitó el deber, su deber, por el que estaba dispuesto a morir: “ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber—puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo—de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”. El rotundo haré corrobora su resolución de vivir para luchar.
Con fecha 2 de mayo de 1895, en campaña, dirigió un comunicado al gobierno y al pueblo de los Estados Unidos por medio del corresponsal, que lo entrevistó, de The New York Herald. En el texto original —que el poderoso diario mutiló y tergiversó sustancialmente en la versión en inglés, publicada el mismo día en que el héroe cayó en combate—, asoma su convicción de que en una Cuba dominada por la emergente potencia imperialista esta buscaría apoyo para sus fines de dominación generando “sementales para la tiranía”.
En la carta a Mercado, escrita con aquella entrevista en mente, se refirió a “la actividad anexionista, menos temible por la poca realidad de los aspirantes, de la especie curial, sin cintura ni creación, que por disfraz cómodo de su complacencia o sumisión a España, le pide sin fe la autonomía de Cuba, contenta solo de que haya un amo, yanqui o español, que les mantenga, o les cree, en premio de oficios de celestinos, la posición de prohombres, desdeñosos de la masa pujante,—la masa mestiza, hábil y conmovedora, del país,—la masa inteligente y creadora de blancos y de negros”.
Esos “prohombres” —que recuerdan los “sensatos patricios” denunciados en 1869 por él en el periódico estudiantil El Diablo Cojuelo— eran los que, en el artículo “Los pobres de la tierra”, publicado en Patria el 24 de octubre de 1894, dijo que abandonaban la patria al sacrificio de los humildes, sobre cuyos hombros querrían sentarse luego. Las actuales derivaciones del autonomismo y del anexionismo se confunden entre sí, o acaban siendo una, como en el siglo XIX aquellas tendencias. Si en particular la segunda sigue careciendo de realidad es también por la mayoritaria y consecuente vocación de soberanía de la patria cubana, y porque al imperio no le interesa anexarse Cuba, sino dominarla en el camino que abrió en 1898, y en el cual mantiene colonizado a Puerto Rico; pero, como la otra, es igualmente nociva por su carácter desmovilizador, antipatriótico, entreguista.
Frente a todo eso brilla el peso del concepto de sincera democracia en el pensamiento y en los actos de Martí. Cuando las fuerzas y los medios (des)informativos dominantes en el mundo usurpan conceptos como democracia, libertad, derechos humanos y otros, y hasta parece haber revolucionarios que rehúyen de esas banderas por temor a confundirse con la propaganda imperialista, resulta especialmente aleccionador Martí. Lejos de renunciar a los ideales democráticos por el uso falseador que hacían de ellos los opresores en Europa, en los Estados Unidos, en nuestra América, en el mundo todo, se encargó de enarbolarlos con la limpieza y la lucidez necesarias para abrirles camino sin confusiones.
Contra las manquedades y los torcimientos que apreció en la política estadounidense, regida por partidos políticos representantes de intereses antipopulares —con rótulos tan intercambiables, y burlados, como republicanos y demócratas—, abogó por una democracia a la que no por gusto antepuso el calificativo sincera con que la definió en las Bases del Partido Revolucionario Cubano. Como sabía que las palabras son necesarias pero no bastan por sí solas, procuró que esa organización, creada por él para preparar la guerra, fuese revolucionaria, democrática y republicana de veras, desde su nombre y el del cargo de su máximo dirigente, y, sobre todo, por una práctica diaria basada en la activa participación de sus integrantes.
De igual modo buscó que Cuba se diera desde la guerra un gobierno que asegurase el camino para fundar una república moral en la que aún habría que dar las batallas para levantar una sociedad justiciera. Sus declaraciones conocidas avalan el testimonio que Julio Antonio Mella recibió de Carlos Baliño: Martí afirmaba que la revolución indispensable no se haría precisamente con la guerra necesaria, sino en la república.
A la contienda llevó Martí el pensamiento emancipador que había fraguado y acendrado a lo largo de su periplo por España, nuestra América y los Estados Unidos, y con su conocimiento de la generalidad del planeta. En particular ante las insuficiencias del independentismo hispanoamericano trazó conclusiones que se sienten presentes en sus reacciones ante lo que apreciaba en los campos de la lucha cubana, ya se tratase de cómo organizar el gobierno de la república en armas, o de la presencia de plata en la silla de montar de un guerrero a quien admiraba y en cuya honradez patriótica confiaba.
En todo se percibe la guía del pensamiento plasmado en “Nuestra América”, ensayo publicado en enero de 1891 que entre sus definiciones sintetiza la causa mayor de las insuficiencias mencionadas, fruto de haberse incumplido en las repúblicas independientes algo que era fundamental para la justicia: “Con los oprimidos había que hacer causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores”. En la honradez de su vida cotidiana mostró su capacidad no solo para rechazar tales intereses, sino también los hábitos de mando que ellos generan, y que —según lo visto históricamente en el mundo— parecen de más difícil erradicación que aquellos.
Las contingencias de la guerra —con una mal preparada batalla en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895— segaron la vida de Martí cuando ni siquiera se había celebrado la Asamblea constituyente que él preparaba con esmero, con el pensamiento necesario para sembrar las bases de una democracia verdadera. La Asamblea, sin él, sería diferente. Con todo, se haría también realidad otra de las previsiones hechas en su carta póstuma a Mercado: “Sé desaparecer. Pero no desaparecería mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad.—Y en cuanto tengamos forma, obraremos, cúmplame esto a mí, o a otros”.
Tal vez esa misma capacidad de indetenible irradiación suscite inevitablemente conjeturas diversas, pero innecesarias para calar en lo que con toda claridad él legó como médula y sangre de su pensamiento revolucionario, fundador, de su ideario antimperialista y generador de democracia sincera, con su sentido ético de la vida. Eso, y más, hizo el Maestro, y desde el trágico 19 de mayo de 1895 su legado no ha dejado ni dejará de

Las barbaries en los actuales conflictos armados

Las barbaries en los actuales conflictos armados y el Derecho Internacional Humanitario.

El ejército de los Estados Unidos es protagonista de muchos conflictos armados en todas las regiones del mundo.

El ejército de los Estados Unidos es protagonista de muchos conflictos armados en todas las regiones del mundo.

El ejército de los Estados Unidos es protagonista de muchos conflictos armados en todas las regiones del mundo.

Por Dr. C. Leonel Gorrín, Prof, Titular de Derecho Internacional Humanitario
Durante meses diversos medios de prensa en todo el mundo han centrado buena parte de sus escritos a la evolución de los más diversos conflictos armados que tienen lugar en diferentes regiones del mundo, y no pocos han denunciado las atrocidades que se llevan a cabo contra personas inocentes, así como la destrucción de ciudades, instalaciones sanitarias y educativas, centros y bienes culturales y el medio ambiente. Mes por mes estos hechos en vez de disminuir se han incrementado. Abril y los primeros días de mayo de este año no son una excepción. Todo lo contrario. La decisión de la Comunidad Europea de devolver a miles de personas que huyen de la guerra a sus lugares de orígenes, el cierre de fronteras para evitar que pasen de una nación a otra, el trato inhumano que reciben cientos de ellos, han matizado un aspecto central de las consecuencias de las guerras, que hoy estremecen a buena parte del planeta.

La guerra en Siria no cesa. Treguas parciales del alto al fuego de escasas horas, se utilizan no en bien de alcanzar una paz, sino con el propósito de lograr un reagrupamiento de las fuerzas y su correspondiente rearme para más tarde desplegar ataques más violentos. Es la historia de “nunca acabar”. La situación en Yemen es, desde el punto de vista humanitario, desesperante. El CICR ha solicitado urgentes fondos para atender a un pueblo que carece de alimentos, agua potable y medicamentos. Sus llamados no se escuchan. Entretanto, no cesan los bombardeos contra la infraestructura de esa nación con las consiguientes víctimas entre la población civil. En naciones del África Subsahariana, como Nigeria, Somalia, Sudán del Sur, República Centro Africana, grupos terroristas asesinan a diario a decenas de personas. El listado sería interminable.

Por supuesto, Siria es el caso más crítico de todo el escenario mundial actual y se le califica como “fuera de control”. De acuerdo con el ministro de Información de ese país está en marcha un proyecto, bautizado como “Caos creativo”, que busca la desintegración de esa nación. Los resultados hablan por sí solos: Más de 270 mil muertos y un millón de heridos, 7,6 millones de desplazados internos y 4 millones de refugiados, principalmente en países vecinos.

Ciudades como Alepo presentan una situación desesperante desde el punto de vista humanitario. Durante la última semana de abril seis hospitales fueron objetos de ataques indiscriminados, que causaron centenares de muertos entre los pacientes allí recluidos y el personal médico y la consiguiente destrucción de esas instalaciones, que deben de gozar de total respeto y protección. Decenas de personas han quedado sin la posibilidad de recibir asistencia médica vital. La propia jefa de la misión del CICR en Siria, Marianne Gasser, declaró indignada que: “No puede haber ninguna justificación para estos horrendos actos de violencia dirigidos deliberadamente contra hospitales y clínicas, que están prohibidos por el derecho internacional humanitario. Numerosas personas mueren en esos ataques. Ya no hay ningún lugar seguro en Alepo. Ni siquiera los hospitales” y volvió hacer el llamamiento, que constantemente se ha reiterado a lo largo de estos cinco años: “Por el bien de la población de Alepo, instamos a todas las partes a terminar con esta violencia indiscriminada.” En la actualidad hay en esa nación del Medio Oriente millones de personas al borde de un desastre humanitario, al no existir posibilidades de llegar a ellas para prestarles la asistencia que demandan. Cientos de miles de ellos son menores de edad. Muchos han quedado huérfanos. Todos carecen de la posibilidad de acceso a la educación escolar.

Hospitales bajo fuego

Los ataques contra las instalaciones sanitarias y las prohibiciones existentes para que el personal sanitario brinde la atención médica requerida han llegado a tales límites que hasta el propio Consejo de Seguridad a petición de un grupo de naciones aprobó en los primeros días del mes de mayo una resolución condenando tales actos y reiteró los llamamientos al cumplimiento de las obligaciones del Derecho Internacional Humanitario en esta materia. Nadie puede cansarse de hacer llamados a la cordura, al respeto de lo exigido en los convenios y tratados, pero lamentablemente esos llamados llegan a oídos sordos. La humanidad demanda otras medidas que pongan fin a la impunidad que hoy existe.

Todos tenemos derechos a preguntarnos ¿Qué sucede hoy en el mundo? ¿De qué ha valido tanto desarrollo cultural acumulado luego de varios milenios de existencia? ¿Habrá que vivir permanentemente en una era de barbaries? ¿Quiénes son los responsables de tantas crueldades? ¿Existe forma de detener la proliferación de tantas muertes innecesarias?
Lamentablemente, no se avizora a corto plazo una solución esperanzadora para la humanidad. Puede ser todo lo contrario. En poder de grupos sin escrúpulos hay arsenales de armas químicas y ya existen pruebas sobre su uso contra la población civil. Mañana, a manos de esos mismos grupos o de otros similares pueden ir a parar los armamentos nucleares.

Muchos aseguran que una vez desatadas las guerras es imposible evitar las enormes pérdidas que tienen lugar tanto de vidas humanas como de bienes materiales. Y eso es cierto pero no absolutamente cierto. Una cosa son los daños inevitables que ella ocasiona y otra cosa son sus excesivas consecuencias.

En su momento, nuestro Héroe Nacional alertaba sobre estas dos caras de la guerra. Por un lado sostuvo, que: “Es natural que en la guerra se luche y se mate; la guerra es una de las semejanzas del ser humano con la fiera, y el hombre-fiera duerme en el fondo del más humilde ser; es natural que la guerra se haga con todos los medios—por más que terribles, necesarios para hacerla…”[1] Pero también Martí nos enseñó el otro lado de este delicado asunto: “… las guerras mismas, cuando sea preciso y oportuno hacerlas, han de hacerse de modo que luego de romper los victoriosos aceros, puedan sentarse a comer el mismo pan, los enemigos, enjugándose uno a otro sus lágrimas de hermanos”.[2]

De ahí se infiere, que no se le puede achacar a las guerras, por sí solas, todas las atrocidades que a diario se cometen. Es conocida la expresión de que la “historia de la humanidad es la historia de las guerras”. Desde tiempos remotos se ha intentado poner límites a sus efectos. Con el tiempo se fueron estableciendo normas de comportamiento que debían observar rigurosamente los hombres durante el desarrollo de los combates. A mediados del siglo XIX aparecieron los primeros instrumentos jurídicos destinados a proteger a las víctimas de las guerras y a limitar los medios y métodos de hacer la guerra.

Hoy se cuenta con cientos de documentos, entre Tratados, Convenios, resoluciones internacionales (vinculantes y no vinculantes), destinados a regular el propio desarrollo de los conflictos armados. La mayoría de ellos han sido firmados por la casi totalidad de las naciones. En ellos se precisan las obligaciones, deberes y responsabilidades de las Partes respecto a la protección y el respeto por las víctimas de las guerras y se limitan sus medios y métodos de realización. Todo o casi todo está jurídicamente previsto e incluso existen los órganos y organismos internacionales para accionar en caso de violaciones.

Entonces: ¿qué pasa? Hay quienes señalan que los instrumentos jurídicos existentes no son suficientes o han perdido su vigencia ante los cambios que ha sufrido la guerra. Otros culpan a la aparición de nuevos actores durante los conflictos armados que actúan fuera del alcance de gobiernos específicos. Hay quienes sostienen que se hace necesario una mayor divulgación del Derecho Internacional Humanitario (DIH).

Nuevos Tiempos, ¿Nuevos instrumentos?

Es un hecho innegable que la aparición de nuevas tecnología, sobre todo en el campo de la informática, las comunicaciones, la robótica han modificado tanto los métodos como los medios de hacer la guerra. El viejo concepto acerca de los teatros de operaciones ha dado paso a nuevos enfoques y no siempre la letra del Derecho Positivo hace mención a esta realidad de manera precisa. Sin embargo, los postulados básicos, aplicables a los más diversos cambios, si están recogidos y son de obligatorio cumplimiento. Los drones pueden ser un nuevo medio de combate, pero esa novedad no justifica los incontables daños cometidos contra la población civil y el asesinato de muchas personas inocentes.  Es cierto que el terrorismo internacional se ha convertido en una gran plaga para la humanidad. Se trata de un actor “relativamente nuevo”. Sus diversas formas de agrupamiento, como es el caso del Estado Islámico o Boko Haram, cometen a diario los más increíbles crímenes. Pero no seríamos consecuente con la verdad si le achacáramos a esos grupos todas las violaciones y todos los crímenes de guerra.

Sobre estos asuntos de extrema complejidad, investigadores del Derecho Internacional Humanitario en la República de Cuba, tiene también sus consideraciones:
1.- Los instrumentos internacionales destinados a la protección de las víctimas y a limitar los medios y métodos de hacer la guerra conservan su más plena vigencia. La aparición de nuevos actores y tipos de armamentos en los conflictos armados no es pretexto para argumentar que las normas del DIH han perdido actualidad o han caducado. En primer lugar, ellas están fundamentadas en un principio básico de humanidad que es el respeto a la vida humana y a sus medios de subsistencia y desarrollo. En segundo lugar, las violaciones que a diario conocemos no solo parten de los llamados nuevos actores, también son consumadas por “viejos” y muy conocidos actores.

No se puede culpar a los Tratados y Convenios internacionales, es decir al derecho positivo y al consuetudinario, de los crímenes y aberraciones que hoy tienen lugar. Es cierto que el Derecho Internacional Humanitario, como todo, requiere de perfeccionamiento, de precisiones, de actualización ante los nuevos desafíos que hoy presenta la guerra. Pero no es ese Derecho lo que está en crisis en este mundo. Es el propio orden mundial el que atraviesa por una crisis estructural, globalizada que está llevando a la humanidad hacia un callejón sin salidas y cuyo desenlace final puede tener gravísimas consecuencias para la especie humana, tal y como la ha denunciado múltiples veces el líder histórico de la Revolución Cubana.

2.- Las normas que conforman lo que hoy conocemos como Derecho Internacional Humanitario están sustentadas en principios de elevado valor humano. El principio de distinción obliga a las Partes a concentrar los ataques en objetivos militares. A finales del siglo XIX, en la llamada Declaración de San Petersburgo, ya la humanidad se había pronunciado sobre este medular principio: “…el único objetivo legítimo que los Estados deben proponerse durante la guerra es la debilitación de las fuerzas militares del enemigo”. En la actualidad por cada cinco víctimas en los conflictos armados, cuatro son civiles. ¿A dónde fue a parar la observancia de ese principio? El desarrollo de las guerras en teatros de operaciones densamente poblados (ciudades, pueblos, aldeas) convierte a la población civil en su principal víctima y en particular a los niños. Valdría la pena preguntarse qué puede sentir una persona, al saber que como consecuencia de sus ataques indiscriminados mueren menores de edad y hasta bebes.

Este principio está indisolublemente ligado a otro cardinal en caso de cualquier conflicto armado. Nos referimos al principio de humanidad. Aquella “Clausula” de Frédéric de Martens, de 1899 de que “…las personas civiles y los combatientes quedan bajo la protección y el imperio de los principios del derecho de gentes derivados de los usos establecidos, de los principios de humanidad y de los dictados de la conciencia pública”, no puede ser relegado a una cuestión secundaria por el hecho de que hayan aparecido nuevas armas y métodos de hacer la guerra.

El principio de la proporcionalidad, también recogido en tratados y convenios de alcance universal también resulta violado con sistematicidad. Este plantea como exigencia básica la prohibición de ataques indiscriminados, es decir aquellos que no están dirigidos contra un objetivo militar concreto o los que emplean métodos o medios de combate cuyos efectos no sea posible limitar y que, en consecuencia, puedan alcanzar indistintamente a objetivos militares y a personas civiles o a bienes de carácter civil donde los daños sean excesivos con relación a la ventaja lograda. Se bombardean ciudades y poblados de manera indiscriminadas con el conocimiento anticipado por parte de sus organizadores y ejecutores de los daños excesivos que se ocasionarán. Se trata de un crimen de guerra, ante el cual no solo bastan las denuncias, sino también el accionar de las instituciones jurídicas internacionales encargadas de investigarlos y sancionarlos, cuestión prácticamente ausente en la práctica internacional.

Ningún crimen tiene justificación

Se pudieran mencionar otros principios pero de todo lo dicho hasta aquí se desprende una conclusión. Ningún crimen de lesa humanidad o crimen de guerra, ningún ataque indiscriminado con dañinos efectos sobre las personas y bienes protegidos puede justificarse por la no existencia de normas específicas del Derecho Internacional Humanitario. En caso de no existir estas dentro del Derecho Positivo, hay que recurrir al consuetudinario y en última o primera instancia a los principios. Es por ello que las causas de los crímenes y las barbaries no pueden buscarse en las presuntas o reales carencias que pueda o no presentar este Derecho. Tampoco se le pueden achacar a insuficiencias en su enseñanza y divulgación. Las verdaderas razones hay que encontrarlas en otras realidades.

3.- Hay que analizar las causas de las guerras. No puede esperarse que guerras de rapiña inspiren comportamientos humanitarios. Existe inevitablemente una relación entre la guerra, la política y la ética. Es conocida la frase de que la guerra es la continuación de la política por medios violentos. Una guerra injusta deviene necesariamente de una nefasta y criminal política para lo cual se necesita de una ética alejada de los más elementales preceptos de humanidad. También existen casos de causas justas que se tratan de defender por métodos y medios ilícitos y que no solo afectan la imagen misma de esas causas, sino también constituyen violaciones del Derecho Internacional Humanitario. No hay terrorismo bueno o malo. Todos deben ser denunciados y condenados. Los fines no justifican los medios.

Para lograr el cumplimiento de las más elementales normas humanitarias durante los conflictos armados también se requiere de voluntad política de las Partes involucradas e incluso de aquellas que la apoyan y de toda la comunidad internacional. El más elemental análisis de los hechos más recientes señala que ha faltado esta voluntad sin la cual no es posible esperar resultado positivo. Es por ello, que la mayor responsabilidad no es solo individual con respecto a los que participan directamente en las acciones combativas, sino es de los jefes de estos e incluso de las máximas autoridades de las Partes.

Puede tomarse un simple ejemplo. Está prohibida el desarrollo de armas cuyo empleo puedan causar daños excesivos o superfluos en la población civil o en los bienes civiles. Sin embargo, para la investigación, fabricación y proliferación de diversos tipos de armamentos que presentan esas características hay Estados que designan cifras millonarias. Tales son los casos de las llamadas armas autónomas o semiautónomas. ¿Quién puede detener tales procederes violatorios de los tratados y convenios existentes si tales tipos de armamentos son desplegados por naciones poderosas que tienen en sus manos la posibilidad de vetar cualquier decisión en su contra?

4.- La anterior pregunta nos conduce a otra acerca de las múltiples causas que inciden en la impunidad reinante ante las escalofriantes violaciones del Derecho Internacional Humanitario: La inconsistencia del Derecho Penal Internacional para investigar, juzgar y sancionar a los actores de crímenes de guerra y de lesa humanidad. Existe una Corte Penal Internacional, que supuestamente debe dar respuesta a esa interrogante. Pero ese instrumento jurídico internacional está directamente subordinado al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y toda investigación solo comienza luego de contarse con su aprobación. ¿Podrán ser juzgados los representantes de alguna de las naciones que tienen derecho al veto dentro de ese Consejo? ¿Quiénes han sido llevados ante ese órgano de justicia? Han sido contadas las figuras investigadas y juzgadas. Todas han pertenecido a naciones del Tercer Mundo. Otras, más poderosas, han instrumentado y aplicados métodos de torturas y tratos degradantes con la anuencia de las máximas autoridades de esas naciones y nadie ha intentado en exigir, al menos, una investigación.

El injusto orden internacional prevaleciente es la primera gran causa de las violaciones de las normas humanitarias durante los conflictos armados y otras situaciones de violencia. Una guerra silenciosa avanza desde siglo por las naciones más empobrecidas de este planeta. Millones de seres humanos mueren todos los días de hambre y enfermedades curables. Millones de niños no alcanzan a sobrevivir su primer año de existencia. Mientras que ese cuadro inhumano prevalece ante los ojos de la humanidad se gastan cifras multimillonarias en más armamentos. Más dinero para matar, para destruir y menos dinero para socorrer a las víctimas tanto de tiempo de paz como de guerra.

Habrá que continuar difundiendo la letra de los Convenios y Tratados, los principios y normas que emanan del Derecho Internacional Humanitario (tanto positivo como consuetudinario); debemos seguir denunciando las violaciones que se comenten casi a diario y sobre todo tendremos que desenmascarar permanentemente a sus principales responsables. No podemos cansarnos de luchar por un nuevo orden mundial que ponga fin a las guerras y a las causas que las provocan.

[1] Revista El Universal. México. 2 de junio de 1875.O.C. t.6 pág.219
[2] Fragmento 30,1 dedicado a Bolívar. O.C. t.22 pág.206

EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

DANIEL BALCÁCER: EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

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